Revolución de la riqueza IX: «El juego» (d)

21:00 Posted by Perro Senil.


Artículo de 5 páginas de extensión.

Incomodísimo.com China

El sistema de riqueza de la segunda ola está en retirada. La tercera ola que se inició en Estados Unidos, ha atravesado en unas pocas décadas el Pacífico y transformado a Asia. En los próximos años, veremos cómo llega a las costas de América Latina y África. Las señales están a la vista. Detrás de esta transformación del mundo se encuentran  cambios sin precedentes en los fundamentos profundos de la riqueza. En ninguna parte está más claro que en el histórico auge de Asia y en el gran despertar de China (Toffler, 2007: 433).

Asia se está transformando, hoy sus capitales son los íconos del mañana. En la vista: Taipei, capital de Taiwan.

Asia es el hogar de seis de las diez economías de crecimiento más rápido de la última década. También es el hogar de la inmensa mayoría de los musulmanes del mundo y, la región más rodeada de armamento nuclear. Sobre todo es el hogar de China (íd. 433).

Lo que ocurra allí redistribuirá radicalmente la riqueza y convulsionará el mundo. En 2004, China había superado a Japón y se había convertido en la tercera nación en importancia comercial del mundo, por detrás de Estados Unidos y Alemania. China tenía más de quinientos mil millones de los tres billones y medio de dólares de reservas mundiales en divisa extranjera. Poseía casi ciento setenta y cinco mil millones de dólares en bonos del Tesoro de Estados Unidos, cantidad superada sólo por Japón, lo que la situaba en posición de convulsionar la economía global si decidiera sustituir los dólares por euros o por una cesta de otras divisas. China se ha convertido en una fuerza gigantesca sobre la economía mundial (íd. 434).

El Oriente es hoy el sinónimo del mundo emergente. En la vista: Singapur.

¿Se convertirá China en la superpotencia mundial de 2020, como tantos pronósticos apuntan? La sabiduría convencional atribuye su progreso a la ruptura con el comunismo y su transición hacia una economía de mercado. Esa explicación no basta. China no puede ser descrita como una economía de mercado. Otra razón importante de la espectacular actuación de China puede hallarse en su estrategia de desarrollo en doble pista (íd. 434, 435).

China necesitaba algo más que fábricas, necesitaba también su sector de alto valor añadido, conocimiento intensivo y alcance mundial. Para hacer que dicha política funcionara, China tenía que comprimir el tiempo. También ampliar su dimensión espacial. Y necesitaría tecnologías de la información, las telecomunicaciones y la digitalización avanzadas, así como acceso al último conocimiento económicamente relevante. La estrategia de China se ha centrado en los tres fundamentos profundos en que hemos hecho hincapié: el tiempo, el espacio y el conocimiento. China se ha vuelto diestra en el uso de la velocidad como arma en el comercio internacional… China se hace con un mercado  tan rápidamente que ni te enteras (íd. 435).

China ha desarrollado una de las infraestructuras de telecomunicaciones más avanzadas del mundo. Importa tecnología, la estudia, la imita y la mejora. A continuación desarrolla capacidades tecnológicas autóctonas base para desarrollar una mayor capacidad de innovación. China no se limita a la tecnología y las tácticas empresariales. Forma parte de la nueva cultura del país la carrera hacia adelante. Para la mayor parte de los chinos más jóvenes, el cambio no se produce con rapidez suficiente (íd. 436).

China y la India están a la cabeza de un mundo nuevo, muestra de esa nueva realidad planetaria es Corea del Sur. En la vista: Seul.

China ya no se considera a sí misma una potencia asiática. Se plantea crear una zona asiática de libre comercio, pero sus ambiciones son mundiales. Las reformas de las décadas de 1980 y 1990, su apertura a la inversión extranjera, su ingreso en la Organización Mundial del Comercio y la impresionante expansión de sus importaciones y exportaciones, hacen prolijos sus vínculos con el mundo. Compite con los fabricantes de componentes electrónicos mexicanos, de ropa indonesia o de hilo de cobre colombiano. También está animando a sus empresas de alta tecnología a salir y conquistar el mundo. Lenovo, su principal fabricante de PC, compró la división de fabricación de PC de IBM. Huawei, su gran empresa de tecnología de la información, se jacta de tener diez mil trabajadores en investigación y desarrollo (I+D) y de mantener laboratorios en la India, Gran Bretaña, Suecia y Estados Unidos. Está asociada con Intel, Microsoft, Siemens y Qualcom para producir equipos de comunicaciones. En 2003, China había puesto en marcha más de tres mil cuatrocientas empresas en ciento treinta y nueve países distintos. En 2004 se esperaba que se hubiera convertido en el quinto mayor proveedor mundial de inversión extranjera directa de otros países, eclipsando incluso a Japón. Visita a Sudamérica prometiendo inversiones significativas, en el propio partió trasero de las Estados Unidos (íd. 436, 437).

China está concentrada en su expansión económica y también ejecuta un enorme presupuesto militar, que podría haberse sextuplicado entre 1991 y 2004. Adquiere aviones no tripulados. Dispone de misiles nucleares que pueden alcanzar objetivos en Estados Unidos, e intenta transformar su armada equipándola con armamento nuclear capaz de llevar a cabo operaciones cada vez más lejanas. Incluye en sus planes la construcción de una serie de bases estratégicas y diplomáticas a lo largo de las principales rutas marítimas desde  el mar del Sur de la China hasta el rico en petróleo Oriente Próximo. Tienen previsto en estos planes militares la construcción de un puerto en Pakistán para tener controlada la garganta del Golfo del Pérsico, la construcción  de instalaciones de inteligencia en las islas Myanmar y la construcción de un canal en Tailandia para proporcionar una alternativa a la ruta del petróleo. China también extiende su influencia en el espacio (íd. 437,438).

China planifica desarrollos urbanos, uno de ellos es en Beijing, con metro, tranvía, caminerías, carriles para bicicletas, estaciones de tránsito múltiples, varios parques públicos, lugares de interés cultural, mínimo de emisiones de carbono, utilización de energía geotérmica... son ciudades de diseño ecourbano.

En China hay una voraz persecución de know-how relevante para producir riqueza. Se ha convertido en un líder mundial en la creación, compra y robo de datos, información y conocimiento. Hoy gracias a esa piratería y a sus otras artes proliferan los laboratorios de investigación actualizados, y el gasto en I+D subió en 2003 un 19,6 por ciento respecto al año anterior, y la financiación para la investigación básica creció un 18, 8 por ciento, a escasos tres puestos más debajo de los Estados Unidos. Hace veinte años atrás desmontaban los primeros ordenadores occidentales para comprender su funcionamiento y llevaban a cabo los primeros experimentos con fibras ópticas (íd. 438, 439).

Hoy (2005/2006) miles de científicos formados en los Estados Unidos preparan la vuelta a casa. Dentro de cinco años Estados Unidos todavía seguirá siendo el centro mundial de la investigación empresarial, pero para entonces China ya estará por delante de Gran Bretaña, Alemania y Japón. Para hacer negocios en China, las empresas extranjeras tenían que transferir tecnología, y muchas aceptaban hacerlo a cambio de tener acceso, por limitado que fuese, al inmenso mercado chino. Las universidades chinas ofrecían más de sesenta máster en administración de empresas, muchos de ellos en asociación con prestigiosas universidades estadounidenses. Sesenta mil extranjeros que viven y trabajan en China también transfieren conocimiento. De modo que detrás del formidable impulso de China se encuentran actitudes que confirman su intención de crear la economía basada en el conocimiento más importante del mundo. Hechos semejantes hacen pensar en una China imparable en su corta marcha de doble pista hacia la condición de superpotencia  (íd. 439, 440).

En China está en crecimiento una población de tercera ola, compuesta por jóvenes de clase media, instruidos y convencidos de que esa es la ola del futuro. Rodeados de brillantes centros comerciales y con formación en materia de ordenadores e internet. Son la base para llevar a cabo las técnicas que el Ejército de Liberación Popular ha llevado a cabo en un profundo estudio en el terreno de la información. La teoría sostiene que es factible una guerra que ya no dependa solo del ejército, sino de cientos de millones de ciudadanos a los que se unirían simpatizantes de otros países, donde todos juntos podrían usar sus ordenadores portátiles para crear superordenadores, para asaltar infraestructura vital del enemigo, como redes financieras y otros objetivos civiles, es una sorprendente versión de lo que Mao llamaba la «guerra popular» (íd. 443 y 444).

China no puede evitar el conflicto de olas. Pero interesa el modo de gestionar la colisión de las olas de riqueza tendrá efecto en los empleos, los ingresos, los productos y los ordenadores que usamos. China forma parte ahora mismo de todos nosotros (íd. 445, 449).  107/110

Uno de los mayores cambios geográficos de la riqueza en la historia está teniendo lugar en la actualidad. El resultado es un período de turbulencia espacial (!!!). Esta creciente movilidad de la riqueza afectará los empleos, la inversión, las oportunidades empresariales, la estructura de las empresas, la situación de los mercados y la vida cotidiana de la gente corriente en todo el mundo. Y determinará el destino de las ciudades, países y continentes enteros (íd. 107).

Hace cinco siglos era China la que disponía de la tecnología más avanzada, y Asia lideraba el mundo con el 65 por ciento del producto económico global. En 1405 una flota de trescientos diecisiete barcos, tripulados por veintisiete mil marineros y guerreros, zarpó para realizar siete extraordinarios viajes de exploración.  Según la historiadora Louise Levathes, mandaba la flota el almirante Zheng He, Exploró las costas de África, el Oriente Próximo y sentó las bases navales para el comercio chino por todo el océano Índico (íd. 107 y 108).

Habrían de pasar dos siglos y medio antes de que la Ilustración y la primera revolución industrial lanzaran la transición de la segunda ola que trasladó gradualmente hacia Europa el centro del poder económico, político y militar. Pero este no permaneció allí, porque, hacia finales del siglo XIX, el centro de la creación de la riqueza mundial empezó a trasladarse más hacia el oeste, a Estados Unidos. El siglo XX era ya «el siglo americano» (íd. 108).

Pero el trasvase de la riqueza hacia Asia empieza con Japón, y más tarde a países como Corea del Sur, y fue cobrando mayor espacio y fuerza en el curso de las décadas siguientes. El giro  se completó en la década de 1990, cuando las inversiones extranjeras directas (IED) llovieron. En 2002 el torrente de IED era «poco menos que milagroso». En 2003, China se convirtió en el mayor receptor de IED, superando incluso a Estados Unidos. En 2005, las IED en China se estimaban en unos sesenta mil millones de dólares. El notable auge de China es un tributo a la laboriosidad, la inteligencia y la innovación de sus gentes (íd. 108, 109).

Asia marcó un hito: el PIB conjunto de China, Singapur, Corea del Sur y Taiwán es casi igual al de Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia y España, las cinco economías mayores de Europa. Y ese cálculo no incluía a Japón ni la India; de haberlo hecho, los seis estados asiáticos hubiesen alcanzado un PIB mayor que el de los veinticinco miembros de la Unión Europea o el de Estados Unidos (íd. 109).

Asistimos, por tanto, a lo largo de estos siglos a una extraordinaria creación de riqueza que pasó el poder de China a Europa occidental y de ahí a Estados Unidos, pero luego -en nuestros días- ocurre el cierre de un gran círculo histórico que devolvió a Asia el predominio económico perdido siglos atrás (íd. 109).

Incomodísimo.com piensa que es probable que:

a) los numerosos países latinoamericanos frustrados por las expectativas truncas que han sufrido buena parte del siglo XX, b) la África azotada por los abusos de las grandes potencias mundiales, c) los países escandinavos y otros países europeos acostumbrados a sus sociedades igualitarias -estilo sueco-  y por el aprecio a la vida lenta, sana y humanizada, d) los países del este europeo que vivieron el socialismo real, e) todos ellos conjuntamente con China y la India liderizando al Asia-Pacífico

aspiren en determinado momento ir más allá de un simple cambio del orden internacional, y avancen decididos hacia un  multiculturalismo global que pondría en reversa la expansión de la civilización occidental para abrir paso a una nueva manera de entenderse y reconocerse. De allí que este Blog esté de acuerdo con estos autores:

Heidi y Alvin Toffler apuntan que lo que sobrevendrá en el planeta con la sociedad del conocimiento será más profundo que una revolución (íd. 167).
La pregunta inquietante:
¿Aprovechará su actual crecimiento económico la América Latina, para incorporarse como actor determinante del futuro orden mundial en «El juego» de ajedrez que está en pleno desarrollo?

Incomodisimo.com es del parecer que para que Nuestra América participe de esta palpitante historia, es un requisito imprescindible que nuestras sociedades se vuelquen hacia el conocimiento como el principal «foco de atracción».

La disrupción es la nota resaltante del novedoso proceso que está en emersión.

Alvin y Heidi Toffler. La Revolución de la riqueza. Editorial Random/Mondadori DEBATE, Caracas. Edición 2007. Páginas: 651. 

Adquirido en el Mesón de Ofertas de la Librería Europa, Maracaibo, Venezuela. Bs. 25.

Recomienda a tus amistades

Incomodísimo.com

El Blog de lectura breve de libros extensos.

0 comentarios:

Publicar un comentario

INSTRUCCIONES:
1.- Escriba en el recuadro su comentario.
2.- En "Comentar Como" seleccione Anonimo si no tiene cuenta de correo electronico de las opciones allí ofrecidas.
3.- Siga las demás instrucciones.