Revolución de la riqueza II: Fronteras de bienestar

6:59 Posted by Perro Senil.


A los Toffler les ha traído problemas meterse con los ecologistas, no sólo lo hacen, se deleitan molestándolos. Incomodísimo.com cree que para extraer de la exposición que ellos hacen en su libro el mensaje oculto, no hay que sucumbir por pecar de susceptibles (molestarse), sería equivalente a darnos el lujo de la veleidad, la época que se vive demanda, de quienes están a favor de los cambios deseables, saber más (condición determinante), porque lo que se desea es construir la sociedad del conocimiento  (las ideas son la riqueza revolucionaria y, esta riqueza es la que crea esa nueva sociedad). Suponemos que lo que Heidi y Alvin retan, es a no construir fronteras pensamentales, para poder impactar el futuro con contundencia efectiva. Lo hacen con los economistas, sometiéndolos a una cruel burla. Tampoco adulan a los capitalistas, por lo contrario, muestran su limitada inteligencia. Desafían a todos a reflexionar sobre problemáticas simples pero explosivas, como cuando dicen que la cuestión fundamental es resolver ¿quién tiene la riqueza? y ¿para qué sirve?, porque afrontando ese hecho tan simple y tan llano se llega a los asuntos de fondo. Los Toffler presentan a los analistas la existencia de fronteras que pueden ser falsas, e invitan a reflexionar a partir de ese supuesto sobre cosas de fondo que, los ecologistas, economistas y capitalistas se niegan a colocar en la agenda de sus asuntos críticos, pues se enfrascan en estar hasta el cuello metidos en sus trincheras.

El siglo XX se caracterizó por una fiera confrontación ideológica. El quid del asunto es, que con la reciedumbre del combate en cada bando terminó por asumir posiciones que se defienden a ultranza, donde no se puede ceder ni una pulgada en lo que se consideran posiciones fundamentales, creándose fronteras mentales. El resultado es que los combatientes se autoimponen límites al pensamiento, para lograr la construcción de identidad que suma nuevos soldados. El peligro está, en que esas fronteras no pueden ser abandonadas ni un instante por los que pertenecen a esa trinchera. Si se está en contra de los experimentos transgénicos, por ejemplo, no se cede, porque ceder un ápice en esa posición implica inconsistencia principista, quien lo haga debe pasar a la trinchera opuesta, porque ya no es bien visto en la propia. Estas actitudes atentan contra los pensadores críticos -kritische denker- que están en las filas. El pensamiento dialéctico y holístico no puede ser colocado  a un lado. Todo hay que repensarlo cuando se construye una sociedad del conocimiento.

En “La revolución de la riqueza” leemos reflexiones irónicas que incomodan a los ecologistas (1), economistas (2) y capitalistas (3). El valor de estas reflexiones es que nos invitan a pensar sobre algunas cosas sólo en apariencia futiles:

1. Crear más riqueza no se considera bueno, puede ser contrario a la naturaleza. Los ecologistas predican al «consumismo» como una maldición para el planeta. Sin embargo la riqueza importa cuando se trata de quién no la tiene y a qué propósito sirve (Toffler, 2007: 41).

2. La riqueza importa porque es una acumulación de posibilidades. La salud es una forma de la riqueza, otra realización de ese bien es una familia fuerte y afectuosa o ser respetado, aunque estas formas de la riqueza tal vez no encaje con los cálculos de los economistas. La riqueza puede significar tener lo que dictan las necesidades subjetivas del ser humano y allí ninguna cantidad basta (ídem). En la riqueza objetiva la cantidad importa, en especial, para los pobres.

3. Entre los pobres, las cosas que quieren tener pueden ser menos subjetivas, un puñado de arroz puede ser una riqueza. Entre los capitalistas, por lo contrario, la riqueza es sinónimo de dinero, la riqueza es su expresión simbólica de dinero, porque es la mercancía que sabiéndola invertir le produce más dinero (íd. 41, 42). Es un mundo absurdo.

Los Toffler muestran -en los ítems anteriores- los límites que se quieren imponer a la riqueza  por parte de cada una de las parcialidades del conocimiento, en consecuencia, ellos invitan a repensar la riqueza, y en especial a hacer un esfuerzo crítico para buscar su fundamento primordial y sus más importantes repercusiones. Proponen nuevas premisas:

1. No obstante, la riqueza tiene su más pleno sentido en el deseo, así ha sido la riqueza desde sus orígenes. La riqueza es el bien que satisface a plenitud al ser humano, como un toque de belleza o una pequeña oleada de placer, porque estas satisfacciones proporcionan bienestar. La riqueza es hija del deseo (íd. 42).

2. El deseo  se legitima cuando colma a la sociedad de felicidad y de virtud. Y precisamente los sistemas políticos que las sociedades eligen se organizan en torno a la gestión del deseo (íd. 43). El deseo endereza al mundo al revés. 

3. El quid del asunto, es para qué propósito se va a crear la riqueza y cómo se ha de gestionar esa nueva riqueza.

4. Porque está claro que el sistema de riqueza basado en producir objetos y servicios -propios de una sociedad industrial- está siendo desplazado (!!!) por un sistema de riqueza que tiene por base la producción de conocimientos que traerá una nueva civilización (íd. 39, 40) Ésta civilización debe estar en capacidad de modificar profundamente el concepto de trabajo (!!!) (íd. 33, 34) y crear una sociedad radicalmente distinta (íd. 34, 35).

Las consejas que se recogen a partir de esos conceptos nos pueden llevar a grandes expectativas (a) o a un gran colapso (b), para evitar la segunda opción hay que desarrollar una conciencia avanzada, es decir, derrumbar las fronteras pensamentales que han construido las parcialidades del conocimiento (c):

a) Una «nueva economía» puede estar a punto de nacer, si intervenimos en esa realización colocando los cambios sobre los fundamentos correctos, es posible que la «nueva economía» sirva de cimiento a un «sistema» donde la humanidad coloque la producción de riqueza sobre aquellos deseos que crean fronteras de bienestar ilimitados. Capital que no se deprecia y que por lo tanto erradica las crisis ecvonómicas y crea un auge espiritual estico y estético.

b) Pero los intercambios económicos que hoy predominan, resisten esa transformación deseable, apuntan en otra dirección, y pretenden burlar el inexorable destino que los Toffler señalan que está  emergiendo en medio de este gran forcejeo histórico (que nos obligó a cavar trincheras). En otras palabras, las fuerzas del anti-cambio pretenden mantener la tendencia de engullir hombres, pueblos, sistemas, e incluso, al mismo planeta hasta llegar a una crisis sistémica por esa vía antropófaga. Prolongando el estado de pavor y pánico que hoy están causando.

c) La riqueza falaz -la caníbal- se opone feraz a la riqueza revolucionaria, hay que decidir en qué bando nos ubicaremos. La fuerza de «trabajo abrumadora» debe desarrollar todo su inmenso poderío para dar un «giro entero» al curso de los acontecimientos. La conciencia avanzada nos permite salir de las trincheras a campo abierto.

Incomodísimo.com observa en la actualidad «el movimiento de los indignados», quienes al unísono afrontan en el mundo entero a la abominable «tendencia antropófaga» que, como cíclopes atroces están alucinadamente engullendo a sus propios pueblos y que como desquiciados  turbulentos destrozan al planeta. Es el tiempo de la búsqueda de las fronteras del bienestar, es tiempo de construir una sociedad del conocimiento, es tiempo de una nueva gestión del deseo que eclosione la plenitud humana, es tiempo de indignarse y abandonar las trincheras.
Alvin y Heidi Toffler. La revolución de la riqueza. Editorial Random/Mondadori. Colección DEBATE, Caracas, Venezuela, 2007. Páginas: 651.
Adquirido en el Mesón de Ofertas de la Librería Cultural, Maracaibo, Vernezuela. Bs. 25.

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