Revolución de la riqueza VII: Metamorfosis (c)
La propiedad y el
capital sufren una metamorfosis, pero hay otros cambios de gran alcance que
están redefiniendo otros aspectos cruciales del capitalismo: los mercados y el
dinero (Toffler, 2007: 363).
Hasta hace pocos siglos se vivía en un mundo premercantil.
Existían bolsas de intercambio pero la mayoría nunca compraron o vendieron nada
en ellas. La tierra era propiedad del Estado y sólo se concedía a familias
nobles y pasaba de padres a hijos. Las transacciones financieras solo tuvieron
lugar entre las élites (íd. 365). La revolución industrial trajo la segunda
gran ola de riqueza y transformó a millones de campesinos en productores y
consumidores, haciéndoles depender del mercado. La fuerza de trabajo cobró
dinero. La producción en masa desarrollo los mercados estimulados por la
urbanización, la población de las ciudades se multiplicaba. Y se habrían de
expandir los ferrocarriles que hicieron posible el gran salto de los mercados
locales a los nacionales. La producción en serie apoyada por los medios de
comunicación de masas, a través de sus anuncios ayudó a colocar los
innumerables artículos. En el centro de
las ciudades, el paisaje fue el de los grandes almacenes. Y con el tiempo las
catedrales del consumismo, los centros comerciales se difundieron por el mundo
(íd. 366, 367).
Transformando de nuevo los mercados podremos vislumbrar el
futuro. En los mercados globales, se asiste no únicamente a la competencia en
productos, sino también a ritmos de innovación. Los consumidores provistos cada
vez más con su propio arsenal de datos, exigirán el derecho de participar en el
diseño de los propios productos, el resultado de esto será la personalización
de los artículos y, como en la nueva mercancía se aportan datos, información y
conocimiento, esa parte del valor le da
derechos sobre ella al prosumidor que participó en su creación (íd. 367, 368).
Los consumidores sustraen una fracción del poder que estaba en manos del
empresario productor.
La personalización de los productos y la miniaturización de
los medios de producción abren paso a una desmasificación. Se empiezan a
identificar micromercados cada vez más pequeños. Este proceso empezó en 1961 y
se ha venido difundiendo es «el final del mercado de masas». La
transición al nuevo mercado de «fragmentación» crea un nuevo ambiente, donde se
celebra las opciones que se ofrecen a los clientes progresivamente
autopersonalizados –ajuste del producto a las necesidades particulares-. La
estandarización de los artículos tiene que apartarse de la producción. Sectores
enteros del mercado desaparecerán. El metabolismo del capitalismo –en esta
etapa de transición- va a la carrera, lo que suscita la pregunta de qué
ocurrirá cuando atraviese sus límites normales. Los ritmos de comercialización
pueden ser desmontados para abrir paso a los ritmos de descomercialización (íd.
370), donde los artículos se personalizan con los valores que el prosumidor
incorpora al producto y, la mercancía ya no tiene sentido, pues el artículo
ahora pertenece a la nueva dinámica productiva que se ha socializado.
Hoy se asiste a un crecimiento
espectacular de la cantidad, variedad y complejidad del conocimiento necesario
para proyectar, producir y llevar valor a cada mercado. Como resultado, el
mercado de datos, información y conocimiento está creciendo exponencialmente.
Los consumidores devoran información acerca de cualquier tema. Los científicos
y los investigadores recogen inventos y fórmulas de todo el mundo. Las dimensiones del sector de conocimiento es
impresionante, ese conocimiento cambia de manos y crece en ese intercambio,
este mercado se hace incontrolable. El mercado del conocimiento se está
metamorfoseando debido a los cambios de los fundamentos profundos del sistema
de riqueza que ahora descansa sobre los intangibles. El conocimiento se
desplaza por la sociedad y los mercados e iguala y supera la velocidad de todos
los sectores de la economía (íd. 372, 373). Ese mercado está conformado por
millones de personas que se están colocando al frente y por encima de los demás
mercados, su significado a largo plazo eclipsará a quienes controlan los otros
mercados. Las cualidades de este mercado son muy superiores, es el mercado de
la nueva sociedad, la del conocimiento. Una nueva era asciende detrás de las montañas de las economías industriales
masificadas y estandarizadas.
El gran cibermercado mundial
añade una capa a cada mercado
convencional. Los mercados electrónicos en el año 2003 movilizaron
productos equivalentes a cuarenta dólares al año por cada habitante del
planeta. esa cifra no incluía compras de viajes, servicios financieros, ventas
de entradas para espectáculos o pagos online a agencias matrimoniales o las
transacciones de empresa a empresa. Esos cibermercados facilitarán colocar en
la vanguardia de los cambios a la riqueza basada en el conocimiento que ya no
podrá medirse en función de los precios, porque los mercados a gran escala
serán suplantados gradualmente por micromercados cada vez más pequeños que
hacen realidad a los intercambios no monetarios. Este desplazamiento de la
riqueza trae cambios muy profundos y amenazan al capitalismo. La tercera ola de
la riqueza basada en el conocimiento se extiende por el mundo de un modo
indetenible, con ella se presenciaran cambios revolucionarios en las bases de
la propiedad, la formación del capital, los mercados y, en el propio dinero
(íd. 374 y 375).
Se están creando las condiciones para un «cambio
global» (como el que pidieron los indignados el 15 de octubre de 2011 en los países de conciencia avanzada), en la base de este cambio se opera la indetenible metamorfosis del capital que anuncia un Nuevo Mundo con mercados de fragmentación, descomercialización, personalización de los productos, socialización de la producción, predominio del sector del conocimiento y el intercambio no monetario.
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