Rivero IV: Un testimonio abrumador

21:53 Posted by Perro Senil.

CON ESTE ARTÍCULO CONCLUIMOS LA PRESENTACIÓN DE

“La rebelión de los náufragos”

Adquiéralo en las mejores librerías. Este fascinante libro en cuatro meses ya va por su quinta reimpresión.

Un testimonio abrumador
Beatrice Rangel -hija de Domingo Alberto Rangel- quien fue viceministra y ministra de la Secretaría de CAP II narra que mantiene muy vívidas las imágenes de los actos que definieron la caída del gobierno. Rangel recuerda que cuando se consigue el ingreso de Venezuela al GATT o sistema multilateral de comercio, el Presidente convoca a una reunión donde se invita al sector privado para anunciar “el objetivo de empezar gradualmente la apertura, allí estaba Fedecamaras, Fedeindustria y otras asociaciones, todos se veían muy satisfechos con la política comercial a la cual se le iba a dar inicio, pero terminado el acto, Rangel va a su oficina y consigue que los presidentes de cada una de las asociaciones están llamando para conseguir cinco minutos con el Presidente, ¡Todos! pedían lo mismo, querían que excluyeran a su sector del acuerdo que se iba a firmar dos días después en Ginebra, ellos lo que querían era seguir siendo subsidiados por el Estado. Porque no sabían competir y preferían que el mercado venezolano continuara cerrado, lo cual desde luego le ponía tope al crecimiento y a la posibilidad de que se diera una competencia vibrante de precios, que es lo que permite hacer a los productos asequibles a los consumidores. Fue cuando me dije: aquí el sector privado no va a acompañar más a este gobierno. Y ahí, yo creo, fue cuando se unieron a la conspiración” (íd. 301, 302). Lo segundo que rememora Rangel es cuando se solicitó la reducción de los presupuestos de todos los ministerios, todos los ministros presentan sus reducciones menos el de defensa, porque todas las compras que hacían estaban protegidas por el secreto militar, ellos no licitaban nada, no daban precios de nada, hasta la compra de papel toilette, verduras y lápices estaba resguardado como partida secreta. Por supuesto, el gabinete decidió dejar el secreto militar sólo para lo que tenía que ver con defensa: armas, sistemas de comunicaciones, sistema de defensa. Pero el resto: uniformes, rancho de los soldados, todo lo demás tenía que licitarse y someterse a control público. ¿Qué significó esa decisión? Que se vino a fortalecer a los oficiales golpistas. Porque en Defensa las compras las tenían arregladas jerárquicamente: los que cobraban las comisiones por las armas eran los generales; los que cobraban las comisiones por los sistemas de comunicaciones eran los coroneles; los que cobraban comisiones por la comida eran los tenientes coroneles; los que cobraban comisiones por los uniformes eran los mayores. Resulta que no quedaron vigentes sino las comisiones para generales y coroneles, con lo cual de tenientes coroneles para abajo se distancian del gobierno. Y el tercer acto, que menciona Beatriz Rangel, es cuando se revisa el registro de contratistas -para averiguar por qué las obras tardaban tanto en entregarse- y se descubrió que menos de la mitad de los contratistas cumplía con las exigencias técnicas, financieras y legales ¿Quiénes eran los que no cumplían? Eran la típica compañííta de un señor que era amigo de un político y el político le conseguía que lo metieran en el registro de contratistas y le asignaran una obra. Y el señor de la compañiíta la subcontrataba a una de las grandes. Pero, claro, cuando se limpió el registro de contratistas se le quitó a los políticos su bread and butter porque de eso vivían (íd. 303). Concluyendo Rangel que esos tres actos fueron los que llevaron a la conspiración masiva: los empresarios, porque no querían competir; los militares porque les quitaron las coimas, y nada más se las dejaron a los generales y a los coroneles; y los políticos porque vivían del presupuesto de obras públicas del país (íd. 304).

Un libro para formar la nueva generación de políticos venezolanos
“La rebelión de los naufragos” por asuntos escabrosos como estos que hemos traído a colación -para indicar donde están los verdaderos objetivos para lograr los cambios que Venezuela requiere para autenticarse- y por los pormenores que se registran de todos esos acontecimientos del clímax de la historia venezolana reciente, es una obra imprescindible para colocar en el anaquel de libros de la biblioteca familiar, porque con trabajos como éste es que estaremos en capacidad de tener una perspectiva real de la inmensa tarea que tiene que afrontar la nueva generación de políticos venezolanos para cambiar el curso de la historia nacional. Curso que puede estar orientado hacia muchas metas -una de las posibles fue la vía que seleccionó CAP II y su equipo de tecnócratas (la cual no evaluamos durante esta serie de artículos porque no era el objetivo de estos textos)-, ahora bien, el horizonte que hay que seleccionar es la tarea esencial de un verdadero político que, animado por el anhelo de enfrentar lo que nos abruma, indique cuales son las alternativas y cuál de las vías posibles es la que nos conviene.

Rivero, Mirtha. La rebelión de los náufragos. Editorial ALFA, Caracas. 2010. Tercera reimpresión 2011. 461 páginas.

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Rivero III : Populismo a la venezolana

7:32 Posted by Perro Senil.

EXTENSIÓN DEL ARTÍCULO: 2 páginas.
PRÓXIMO MIERCOLES: Rivero IV: Un testimonio abrumador.

La tesis de los derechos adquiridos una irresponsabilidad mayúscula
Miguel Rodríguez ministro estelar de Pérez durante su segundo mandato, cuenta que cuando Gustavo Cisneros perdió la licitación para adquirir la CANTV nos cayó a palos por su televisora. Y opina: Ese es el drama de la irresponsabilidad en Venezuela. Aquí la irresponsabilidad fue de ¡mucha gente! De muchos, muchos sectores (íd. 182). Bajo esa realidad de un gobierno penetrado por los intereses mercantiles, es lógico que el empresariado ya consideraba como un derecho adquirido el acceso a todos los beneficios que da la cosa pública, y en consecuencia, se sintieron “legítimamente” burlados por el proyecto que la nueva administración estaba poniendo en ejecución. Dentro de ese marco, se impone considerar como se produjo esa historia de la esplendidez del poder en Venezuela, y esto se puede captar con hechos muy puntuales, uno fue “la estrecha relación que desde tiempos atrás los Cisneros habían tenido no sólo con el gobierno de CAP sino con los gobiernos adecos, y se llegaba a asegurar que el despegue económico del grupo coincidía con el gobierno de Rómulo Betancourt a principios de la década de los sesenta, y que a finales de los setenta, con el primer gobierno de Pérez, los vínculos se consolidan” (íd. 281). Y no sólo se consolidó el vínculo con los Cisneros, sino que a Carlos Andrés Pérez en su primera administración también se le relaciona con los llamados doce apóstoles, un grupo de empresarios que durante la primera presidencia de Pérez vio crecer sus empresas al amparo de las relaciones con el Estado. En esa época al país se le bautizó como la Venezuela saudita, era la época del boom petrolero, y bajo CAP se enriquecieron los contratistas cercanos a Acción Democrática, y se envilecieron los cuadros medios del partido (íd. 44).

Miguel Rodríguez.

Convertir a Venezuela en un país productivo y de liderazgos naturales
Eduardo Fernández, dirigente socialcristiano y candidato a la Presidencia por COPEI, en su balance de la situación histórica en la cual se encontraba Venezuela para aquellos tiempos, señaló en ese entonces que en Venezuela además del déficit que existía en el presupuesto nacional “Había un déficit cultural: este país ha crecido en la cultura del populismo, se piensa que somos ciudadanos de un país rico y por tanto con esa riqueza, que me arreglen todos mis problemas, que el Estado se ocupe de mí, en lugar de estimular una cultura de la producción, de la competencia, del ahorro, de la disciplina” (238).

Eduardo Fernández.

En opinión de Carlos Raúl Hernández, sociólogo que fungió como miembro de la Comisión para la Reforma del Estado (COPRE) el diseño de administración que se trazó Carlos Andrés Pérez, en vista a esas circunstancias, fue elaborado para convertir a Venezuela en un país productivo y con un nuevo liderato. Eso significaba que los privilegios de los grupos económicos, acostumbrados a vivir en medio de la protección del Estado, a no tener que hacer ningún esfuerzo, a no tener que competir ni vender sus cosas en el exterior sino venderlas aquí en el mercado interno, esos intereses se sintieron sumamente afectados porque, el programa de Pérez los puso en la dura circunstancia de competir, y competir significaba al mismo tiempo redimensionar y reestructurar sus empresas. Tenían que empezar a trabajar y eso hizo que se colocaran en la acera de enfrente. Y al gobierno lo veían como a un enemigo (íd. 324). Agregando Hernández: Pérez estaba también con el proceso de descentralización, lo que era un extraordinario reto para los partidos y sobre todo para los dirigentes, porque los partidos políticos tenían un liderazgo que se había formado, también, en un esquema proteccionista. Si querías ser gobernador o alcalde te tenía que nombrar el Presidente de la República en combinación con los cogollos del partido. Pero a partir de la descentralización que Pérez introdujo en el proceso, los liderazgos tenían que medirse con los electores. Empezaron a aparecer los out siders. Hubo salto de generaciones y salto de liderazgos establecidos. En resumen: Con esa concepción de una economía abierta se minó una base de poder, que fue el empresariado, y se minó, por otro lado, la otra base de poder que era el partido (íd. 325).

Es así como la caída de Pérez estaba cantada, porque como lo señala Eduardo Fernández: El problema es que se están trayendo cualquier tipo de argumentos para sacar a Pérez de la Presidencia y son demasiado los factores que están interesados en que sea ese el desenlace (íd. 242). La coincidencia de políticos y empresarios en conspirar cobró fuerza porque sus intereses estaban siendo afectados, y a esto se suma lo que observa la hija del Presidente Carlos Andrés Pérez -Carolina Pérez Rodríguez- quien comentará: a Pérez lo sacan porque había subido la gasolina un bolívar, su equipo no entendía que la gente estaba llegando a un límite (íd. 27, 25). Es decir, a todos los factores de peso en la vida nacional que estaban sintiendo amenazados sus privilegios obtenidos a lo largo de décadas se sumaba la de una población acostumbrada a que todo se lo subsidien, de allí que ésta también se volcó contra este proyecto de país en el cual el sistema coima estaba siendo desmantelado.

En opinión de Incomodísimo.com Venezuela tiene que reposar sobre sus verdaderos fundamentos, ni las élites ni las masas deben gozar de un nivel de vida sostenido sobre los ingresos petroleros (populismo a la venezolana), el petróleo sólo debe estar en función del desarrollo nacional y, sólo en la medida de que este desarrollo avance debe la sociedad usufructuar los beneficios que trae ese progreso real del aparato productivo mediante un aumento de sus ingresos. Entendiendo por desarrollo la formación del venezolano como un ser humano productivo y con capacidad de liderato a quien se dota de tecnología y ciencia para su realización, en otras palabras, solucionar el déficit cultural del cual nos habló Eduardo Fernández, pero no para ser más competitivos, sino para ser más solidarios, más compasivos, más comunitarios, más confiables y amicales.

Rivero, Mirtha. La rebelión de los náufragos. Editorial ALFA, Caracas. 2010. Tercera reimpresión 2011. 461 páginas.

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Rivero II: Un modelo agotado se resiste

6:28 Posted by Perro Senil.

PRÓXIMO SÁBADO: Rivero III: Populismo a la venezolana

Un modelo montado sobre privilegios
Moisés Naím quien fue Ministro de Fomento de CAP narra la disyuntiva en la que se encontró cuando Carlos Andrés Pérez le ofreció un puesto en su gabinete gubernamental, dice: sabía que estaba fregado si aceptaba el cargo, sabía lo que se me venía encima. Los empresarios, las amas de casa, los sindicatos, los medios, los políticos… todos se verían afectados (íd. 88) Ya dentro del gabinete, narra Naím que: En una reunión con el Comité Ejecutivo Nacional de AD “nos criticaron ferozmente. Nos trataban como a unos seres extraños que no tenían por qué estar en un gobierno que les «tocaba» a ellos, a sus familiares y amigos… y, lo más importante, estábamos llevando a cabo cambios que tocaban intereses que ellos habían protegido por décadas…” (íd. 122). Pero Naím estaba convencido de que no sólo era necesario hacer lo que se propusieron, sino que haciéndolo iban a afectar a los privilegiados de este país y esto, como era de prever, les traería graves consecuencias y declaró: “Había que introducir competencia internacional para ponerles límites a los precios de los industriales y comerciantes locales” (126) “Y yo me pregunto si es que había alguna política que hubiera podido convencer a las élites, y no sólo las económicas, también las sindicales, militares, religiosas, universitarias o periodísticas, que tanto se beneficiaban de la situación, de abandonar sus privilegios (íd. 127). Los factores con más peso de la vida nacional gozaban de privilegios y estaban convencidos de que ese era un derecho que no podía ser violado por el poder del Estado, un modelo montado sobre privilegios era lo que sustentaba la realidad del país.

Moisés Naím.

Y tenía absoluta razón Moises Naim, como prueba de su aserto basta con escuchar, por ejemplo, a Juan José Delpino, dirigente de AD y presidente de la CTV, es decir, representante de dos de esos factores de peso en la vida nacional, quien señaló con un total desparpajo durante aquellos tiempos de transición hacia un nuevo modelo: “El hecho de que un hombre que no fuera adeco manejara el presupuesto de la República fue considerado una afrenta insoportable, donde se manejaba mucho dinero eso era inaceptable, era una bofetada a Acción Democrática” (íd. 143).

Confederación de Trabajadores de Venezuela.

En “La rebelión de los náufragos” se revela, que hubo un intento serio por darle un vuelco a la realidad venezolana, y en ese forcejeo histórico el Pérez de la segunda presidencia se resistió a que el partido de gobierno continuara funcionando a manera de una agencia de empleos y que el reparto de los ministerios siguiese siendo una entrega de jugosas prebendas. Señala Mirtha Rivero que Pérez estaba consciente de lo ambicionado que eran los ministerios de infraestructura -transporte y Comunicaciones sobre todo-. Sabía que para el liderazgo tradicional «perder» esas carteras significaba olvidarse de manejar la asignación de contratos y olvidarse también de las cuotas para mantener el partido y a sus cuadros (íd. 144).

Los miembros de Acción Democrática, entonces bajo este nuevo mandato perecista, veían afectados los privilegios con los cuales se invistieron estando en funciones de Estado desde los tiempos de Betancourt y Leoni, porque ahora sobre los privilegios que ellos usufructuaban se cernía la amenaza de un gobierno que pretendía incorporar a Venezuela al mundo de la globalización, el cual demandaba unas reformas que atentaban contra el modelo cerrado de funcionamiento del Estado venezolano que estaba agotado y que como tal había entrado en crisis. Pérez como estadista vio la salida a este modelo que se negaba morir en lo que su equipo denominó como “El Gran Viraje” y lo que sus opositores llamaron como “el paquete”, pero esa es otra discusión de enorme pertinencia, para analizar aquel período de la historia venezolana, este asunto no se abordará en esta serie de artículos, a pesar de ser esencial para juzgar a los protagonistas de esos hechos escalofriantes. En opinión de Incomodísimo.com lo que prevalece sobre todos estos asuntos cruciales de nuestro acontecer es: que ese modelo montado sobre privilegios debe ser superado, por quienes detenten el poder, para que el país avance en igualdad, desarrollo y éticidad.

Rivero, Mirtha. La rebelión de los náufragos. Editorial ALFA, Caracas. 2010. Tercera reimpresión 2011. 461 páginas.

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Rivero I: El quiebre del Sistema coima

7:02 Posted by Perro Senil.

Extensión del presente artículo: 2 páginas
PRÓXIMO MIERCOLES 13-4-2011: Rivero II: Un modelo agotado se resiste.



El libro recomendado.

La caída de Carlos Andrés Pérez.
Distintas razones se unieron para sacar a Carlos Andrés Pérez de la Presidencia de la República, la más insultante para nuestra identidad es la que expondremos en esta entrega, estas razones se han recopilado de un trabajo donde se presenta una radiografía del esqueleto osteoporósico que mantiene en pie a Venezuela. Venezuela es un país donde la estabilidad política ha dependido del sistema coima, la coima es la que mantiene satisfecho a los políticos, los empresarios y los militares, pues la coima es la sabia decisión de asignarles espacios donde puedan lucrarse. Con la coima se juega la paz social, la estabilidad política y el crecimiento económico, cosas del petróleo, «que todo lo puede realizar», diría un observador neutral. En otras palabras para que un estadista pueda mantenerse en el poder hay que fortalecer el sistema coima o a la inversa si quiere propiciar su propia caída tiene que atentar contra las bases de ese sistema, tal es lo que se puede deducir de la lectura de “La rebelión de los náufragos”, un documento bibliográfico que causa un tremendo deleite leer por la calidad de los entrevistados y por la inusual narrativa de Mirtha Rivero -su autora- que merece todos los elogios.


Periodista Mirtha Rivero autora de este best seller.

El Estado clientelar y burocrático
En el año de 1986, período de la administración de Jaime Lusinchi, el Ejecutivo resolvió repartir el poder público entre los militantes del partido Acción Democrática, para los efectos se tomó la decisión de que los secretarios generales del partido en los distintos estados serían los nuevos gobernadores en cada una de esas entidades. Porque los adecos eran los que tenían que mandar. Esa era la tesis. Y la idea era que desde la oficina presidencial se gobernara al país controlando la maquinaria del partido. Con esa operación histórica, este período de gobierno se constituye en el más adeco de todos los gobiernos adecos. Ocurre la fusión entre partido y gobierno. AD administra el país. Y en un armónico efecto cascada, dentro de ese marco dorado, los gobernadores adecos nombraron a los secretarios de organización adecos en los puestos administrativos de sus gobernaciones, y estos, a su vez, designaron a los que les seguían en el escalafón partidista, y así se iban copando todos los cargos hasta llegar al portero (Rivero, 2010: 41).


Presidente de la República de Venezuela Jaime Lusinchi.

El reparto de cargos de la estructura gubernamental, por supuesto, era una gentil distribución que hacían estos gobernantes a sus correligionarios de los miles de millones de bolívares destinados para mantener una burocracia en el presupuesto nacional, y por la gracia de estos políticos en sus funciones tanto ministeriales como en los institutos los otros miles de millones que estaban destinados para obras públicas u otros gastos iban a parar a los empresarios conectados con esta burocracia partidista, recibiendo estos funcionarios dispendiosos de este «empresariado bien conectado» sus correspondientes y merecidas comisiones por ser sus operadores en el gobierno (ídem).

Bajo esa maquinaria partidista-gubernamental, entonces, los contratos, las obras y proyectos las obtenían los empresarios ligados a los funcionarios de Acción Democrática (ídem). Argelia Ríos, una periodista que cubría la fuente AD, para ese entonces, dice acerca del período lusinchista: era un gobierno extremadamente partidista, extremadamente blanco. Se nombraron como gobernadores a los secretarios generales del partido. Ese hecho se iba proyectando hacia todos los niveles de la sociedad. En ese quinquenio todo era adeco, todo tenía que ser adeco (íd. 46).

La apertura económica y la reforma política
Pero con el segundo período presidencial de Pérez, las demandas de cambios desde el exterior imponían/exigían otros esquemas de funcionamiento al Estado venezolano y, bajo esos imperativos en los cargos importantes de la burocracia nacional entran tecnócratas (independientes y exizquierdistas) y los operadores políticos de los contratos quedan desconectados del empresariado enchufado, entonces, los dirigentes de Acción Democrática y su lista de empresarios la emprenden contra el Presidente, y a ese resquemor se une la oposición y la izquierda radical venezolana. La campaña contra CAP por los medios de comunicación fue feroz y sin tregua. En síntesis lo que estaba pasando era que: El sistema coima había que quebrarlo y, ante esas perspectivas, sus beneficiarios se defendían con una patética histeria.


Carlos Andrés Pérez como CAP II

Señala Argelia Ríos que: Después de un gobierno tan adeco, tan para los adecos, en donde los cargos importantes eran para el partido, era prácticamente impensable que un nuevo gobierno de Acción Democrática buscara en la tecnocracia rostros para la gestión, necesarios para aplicar una propuesta estructural de la economía, y esto hizo reaccionar al partido. Porque dentro del esquema de poder el tema de los contratistas es muy importante, siempre están asociados a algún dirigente político, a algún factor político, a alguna tendencia política, son operadores políticos. Entonces, en lo que tú cambias la cabeza de un ministerio y das un ministerio a alguien que no es del partido, eso te genera unos cambios en la manera como se distribuyen los contratos, porque si es un independiente, va a cambiar el esquema de concesiones de las contrataciones. Si tú tienes ahora un esquema distinto, hay algún dirigente político a quien ahora no le están llegando sus millones y su coima. Entonces se afectaron los bolsillos de los adecos. Era una pérdida de poder económico. Además, Pérez impulsa la descentralización política lo cual sirvió para que otros partidos accedieran a las gobernaciones y a las alcaldías y los adecos lo único que vieron fue: ¿con estos cambios cómo quedamos nosotros? La respuesta era una sola: quedaban con una significativa pérdida de poder político. A Pérez lo tumbó Acción Democrática (íd. 47).

La salida de Pérez estaba cantada
En esas circunstancias traumáticas para AD, quien fue el secretario general y presidente de Acción Democrática, Humberto Celli, dijo: “No era cuestión de un cargo más o menos, pero es que ¡todos! los cargos de importancia en materia económica estaban en manos ajenas al partido, todos los cargos…” (íd. 66) y añorando a otro Presidente de la República donde se vivía mejor este dirigente acciondemocratista decía: “Jaime Luisinchi sale de la Presidencia con un nivel alto de popularidad, y además con un gobierno bueno” (íd. 67) bajo su administración “…todo lo hacía la gente del partido: que si iban a construir unos brocales, contrataban a un compañero para que hiciera los brocales; que si se necesitaba una autopista, era para los compañeros la autopista …y nombrar a los secretarios generales del partido como gobernadores no fue un error… ellos merecían ser gobernadores” (íd. 68) concluyendo su cerebral análisis de la realidad venezolana con una expresión literaria extraída de los juego de azar: “La salida de Pérez estaba cantada” (íd. 71).


Humberto Celli.

Para Incomodísimo.com esta exquisita historia de la corrupción venezolana nos causa estupefacción, puesto que coloca a una figura muy cuestionada del acontecer nacional, Carlos Andrés Pérez, en el papel de propender a causar un quiebre en el sistema coima que tanto perjudica al desarrollo del país. Con objetividad debemos repasar esa posibilidad de interpretación de la historia reciente que “La rebelión de los náufragos” expone a la opinión nacional, y para hacerlo con seriedad no nos queda otro camino que una lectura crítica de este libro fenomenal de Mirtha Rivero.

Rivero, Mirtha. La rebelión de los náufragos. Editorial ALFA, Caracas. 2010. Tercera reimpresión 2011. 461 páginas.

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Stiglitz VII: Una Nueva Sociedad (d)

11:17 Posted by Perro Senil.

En preparación un material sobre la realidad venezolana ¡Espéralo!
Será publicado el sábado 9 de abril de 2011 ¡Es fenomenal!
LA EXTENSIÓN DEL PRESENTE ARTÍCULO: 2 páginas

Un modelo de sociedad que no se basa en la confianza
El modelo del feroz individualismo combinado con el fundamentalismo del mercado y un rampante materialismo ha alterado no sólo la forma en que las personas se ven a sí mismas y sus preferencias, sino también su relación con los demás, a esto se agrega la tendencia de que todo es anónimo, todo se reduce a dato estadístico. En un mundo de semejante combinación, la sociedad deja de ser un ámbito comunitario y en las relaciones de cómo nos tratamos los unos a los otros la confianza no tiene lugar. En una sociedad así hay que recurrir a las disposiciones legales de los contratos, pero no es la mejor alternativa. La confianza es el lubricante que hace funcionar la sociedad. En la crisis actual, los banqueros no se confían ya los unos en los otros, y en unas condiciones así no pueden existir comunidades de financieros. Cuando la confianza se quiebra el sistema financiero se paraliza (Stiglitz, 2010: 335 y 336).

Cuando el espíritu comunitario se resiente, por la erosión de la confianza entre los miembros de la sociedad, la eficiencia de la economía se ve afectada. Los mercados pues, pueden debilitar las relaciones personales y comunitarias, la relación «amistosa» incluso en una economía de mercado es necesaria. Las externalidades [todo lo que hacemos tiene importantes efectos sobre los demás, estas son las externalidades, de tal modo que nuestros fracasos implican costos que tienen que pagar otros además de mi persona] y los fallos de los mercados están omnipresentes, de allí que la acción colectiva es indispensable (la sociedad comunitaria es una necesidad), y el voluntarismo no será suficiente, hay que desincentivar lo que en el mercado nos lleva a un feroz individualismo y a un materialismo rampante y hay que abandonar el fundamentalismo del mercado (ídem).

Las fisuras en una sociedad pueden dividir una casa y derrumbarla
Esta crisis ha puesto al descubierto algunas fisuras en nuestra sociedad, entre los Estados Unidos ricos (Wall Street) y el resto de los ciudadanos. A los de arriba les ha ido muy bien durante los últimos treinta años, pero mientras tanto los ingresos de la mayoría de los estadounidenses se han estancado o han bajado. A los de abajo se les ha ocultado esa realidad y se les animó a seguir consumiendo como si sus ingresos aumentaran, se les instó pues a vivir por encima de sus posibilidades, mediante préstamos, se les tendió una trampa. El país en su conjunto ha estado viviendo por encima de sus posibilidades. Tiene que haber un ajuste. El precio del ajuste debe ir a cuenta de los de arriba. Pero articular eso políticamente no será fácil (íd. 338).

Los gobiernos estadounidenses no se han comprometido conscientemente a estructurar o reestructurar la economía, nos guste o no, nuestra sociedad moderna exige la intervención del gobierno para cerrar esas fisuras: desde fijar las reglas y hacerlas cumplir hasta construir infraestructuras, financiar la investigación, ofrecer educación y sanidad, así como otras muchas formas de protección social. Si queremos que el dinero se gaste bien, hay que pensar en qué es lo que queremos y a dónde vamos (íd. 338 y 339).

Muchos cambios han alterado la naturaleza del mercado y nuestra sociedad; se ha perdido un equilibrio entre nuestros componentes principales, hay que restituir el equilibrio entre individuo y comunidad, entre sociedad y gobierno, entre las actividades económicas y no económicas, entre el mercado y el Estado, entre el hombre y la naturaleza y pasar a unas relaciones interindividuales basadas en la confianza. También hay que superar el dominio de una visión de corto plazo por parte de las personas, las empresas y el gobierno, ese cortoplacismo es una de las características del capitalismo gerencial. Una visión a largo plazo estructura un éxito duradero, el largo plazo significa tener una visión. El Estado tiene derecho a tener una visión, una visión tanto en lo pequeño como en lo grande, una visión de país (íd. 340, 343). Sólo teniendo una visión de largo plazo la casa no se derrumbará.

Los cambios son urgentes y los costos son demasiado altos
Como la impresión de caída libre ha desaparecido, ya no tenemos la impresión de que los cambios sean urgentes. Si esto se toma así nada bueno se augura para el futuro. En algunos ámbitos se mejora la regulación, pero en otras áreas la desregulación avanzará a paso acelerado, a menos que una protesta popular lo impida. En algunas áreas importantísimas las cosas ya han empeorado, el resultado predecible: futuras crisis. Es importante la transparencia y no darle más capacidad a los bancos de manipular sus libros. A nivel mundial hay que nivelar el terreno de juego entre los países desarrollados y los menos desarrollados. Gestionar mal la globalización es un alto riesgo.

¿Por qué un país con tanta gente de talento no es capaz de resolver estos problemas? Será difícil para Estados Unidos llegar a tener una visión de lo que quiere ser cuando pesan tanto las contribuciones a las campañas electorales y el sistema y las maniobras de los grupos de presión. El complejo industrial militar en el último medio siglo se ha extendido: los grupos de presión que determinan la política económica y social estadounidense incluyen las finanzas, la industria farmacéutica, el petróleo y el carbón. Su influencia política hace que adoptar políticas racionales sea prácticamente imposible. Sus acciones han sido casi un atraco a mano armada. Pero el peor ejemplo, tanto antes como durante la crisis, lo ha dado el sector financiero. La democracia de la gente de talento es impostergable para sacar a los Estados Unidos adelante.

Hay que crear un sistema financiero que sirva para generar empleos significativos, trabajo decente para todos los que lo quieran, un sistema en el que la brecha entre los que tienen y los que no tienen se estreche en vez de agrandarse; y, lo más importante de todo, la oportunidad de crear una nueva sociedad en la cual cada persona pueda realizar sus aspiraciones y desarrollar todo su potencial, en la cual los ciudadanos compartan ideales y valores, en la cual hayamos conseguido una comunidad.

El quid del asunto es que quizás seamos capaces de salir de este atolladero, pero ¿a qué precio para nosotros hoy y para las futuras generaciones mañana? Esta crisis debería ser una señal de alarma: los costos pueden ser altos, muy altos, más de los que el país más rico del mundo tal vez pueda permitirse.

(íd. 340/343).

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