Revolución de la riqueza VIII: «Los otros» (c)
Incomodisimo.com China, India,
Ecuador, Brasil, África Central
Artículo de 2 ½ páginas de
extensión.
Para quebrar el espinazo de la pobreza hay que realizar cambios a
escala aldeana. Solo podemos evitar que la gente huya del campo
cuando se elimine la diferencia de productividad. También hará falta
mayor claridad de objetivos. El objetivo es hacer avanzar a todos,
elevar las condiciones de vida, que los bebes estén alimentados, el agua sea
potable y se logren los objetivos educativos. Se necesita una estrategia
de transformación de las áreas rurales, con la aparición de centros de actividad empresarial avanzada
que dependan del poder de la inteligencia (Toffler, 2007: 413, 414).
Hay que evitar la contaminación
de las cosechas por los transgénicos, pero otros productos de la biotecnología sin riesgo para el medio ambiente
deben ayudar a romper el núcleo de la pobreza. El estudio de la genética y
otras variables pueden aumentar el contenido nutritivo de una cosecha.
Pueden reducir la necesidad de fertilizantes, sistemas de irrigación
y pesticidas. Pueden aumentar la producción por hectárea. Y pueden rebajar
los costes e incrementar el valor del producto (íd. 414).
La India tiene su Departamento de Biotecnología, China está desarrollando la mayor capacidad biotecnológicas
industrial fuera de los Estados Unidos. La India ha ampliado las
investigaciones a las patatas, tomates, berza, mandioca y papaya, sólo los
comercialmente más rentables habían sido sometidos a estos laboratorios –soja,
colza, maíz y algodón-. Se busca alimentos
con propiedades para combatir las enfermedades, alimentos portadores
de vacunas, tomates que puedan proteger contra la diarrea, maíz que combata la
fibrosis quística, frutas y verduras vitaminadas, alimentos con alto valor
añadido para mejorar el rendimiento personal. El objetivo es formar «farmacultores» que podrán
personalizar sus productos para atender mercados especializados,
productos de alto valor añadido (íd. 416, 417).
La finalidad es que los terrenos agrícolas tengan el mismo significado
que los campos petrolíferos (!!!). Una economía basada en la
biología, en la que los genes sustituirán al petróleo como fuente principal de
muchas materias primas y productos, además, de ser una fuente de energía.
Toneladas de residuos de hojas, tallos y otras partes de las plantas no sean
desperdiciadas. Esa biomasa se puede convertir en productos químicos,
electricidad, lubricantes, plásticos, adhesivos y combustible (íd. 417).
El campo se puede salpicar de pequeñas «biorrefinerías», que
convertirían la biomasa de residuos en alimentos, piensos, fibras, bioplásticos
y otros productos. La materia prima básica serían genes, y estos, a diferencia
del petróleo se encuentran en todo el mundo. De ahí, el pronóstico de un gran desplazamiento geopolítico del poder
desde los desérticos países petroleros hacia
las regiones tropicales, muy ricas en biodiversidad. Ecuador sería más
importante que Arabia Saudí. Ecuador tiene mucha biodiversidad y, por ende,
diversidad de genes de valor potencial para el mundo ¿Qué significa para Brasil
o África central? (íd. 418).
Existen materiales compuestos
que se producen a partir de plantas que son más fuertes que el acero y el
Kevlar. Los países podrían tener acceso
a materiales avanzados creados a partir de sus propias plantas. Estas «biorrefinerías» significarían empleo
no agrícola lo cual podría ayudar a detener la creciente urbanización
(ídem) e incluso revertir el proceso.
Hay ayuda desde siete mil
quinientos kilómetros en el espacio. Nos acercamos al momento en que un
receptor de GPS en una aldea reciba información de satélites acerca de las
necesidades de cada parcela y cada
planta en agua, abonos y otros requerimientos en su uso exacto, lo que impedirá el despilfarro. Puede reducir
a la mitad el empleo de los recursos hídricos en la agricultura, puede ser muy
bueno para el medio ambiente la «agricultura
de precisión», puede cambiar de un modo drástico a la forma de producir, la
estrategia de «talla única» de las empresas agrícolas puede ser superada, lo
mismo las perjudiciales monocosechas y monocultivos de la agricultura tipo
industrial. Asistimos a un movimiento en sentido opuesto. Al surgimiento de un
mercado de alimentos personalizados y saludables. Al logro de cosechas más
variadas donde se incorporen productos que no eran comercializados. En la
actualidad estos mercados son caros, pero los costes caerán en picado
(íd. 419, 420).
Con los ordenadores en las
aldeas surge la red del agrónomo
inteligente que dispone de millones de sitios específicos de agricultura
según cultivo, región, clima, ecología, química, biología y otros temas. Serán
cerebros puestos en contacto mutuo para abrir las aldeas al conocimiento del
exterior. Internet y celulares serán una parte fundamental de la
agricultura del mañana como lo fueron el azadón y la pala a lo largo de la
historia (íd. 420/423).
La tecnología de sensores está
emergiendo, estos pueden indicar cuándo regar el cultivo, pueden informar sobre
la temperatura, humedad y otras variables. Además tenemos los nanoinstrumentos,
el magnetismo, la tecnología inalámbrica, todas combinadas son una poderosa
fuerza escrutadora de la actividad biológica a nivel celular. Lo que proponemos es un ataque frontal
contra la pobreza rural, algo más complejo y de largo alcance. Hay que
garantizar que en la intervención de este mundo la ciencia y la tecnología
reciban la preeminencia que necesitan para tratar
una gama de problemas globales cada
vez más urgentes (íd. 423/426) por
encima de aquellos intereses que hoy predominan.
La educación rural ha de responder a un concepto totalmente
nuevo, hay que personalizar la educación, según las distintas culturas y
necesidades de grupos pequeños e incluso de personas concretas. Los sistemas
educativos estilo fábrica, estandarizadores, homogenizadores y uniformizadores
utilizado para una educación de masas,
diseñada para la era industrial no satisface la nueva sociedad del conocimiento
(íd. 427).
La energía solar, la eólica, las
pequeñas plantas hidroeléctricas, la obtención de energía de la biomasa, el
traslado de la fuente de energía a los recursos renovables no sólo ayudan al
medio rural a salir de la escases de la energía, sino que impide que se sume a
la contaminación y cambio climático del planeta (íd. 428).
Existe la posibilidad del
surgimiento de una «hiperagricultura»,
su aparición no sólo puede transformar la vida rural, sino reducir
las peligrosa y creciente urbanización planetaria. Puede abrir la mente a
nuevas posibilidades y cambios que sean un rayo de esperanza. La nueva revolución puede redistribuir la
riqueza y el bienestar a escala global (íd. 429, 430).
Los otros -los del
campo depauperado- deben atender el resplandor de este relámpago que estalla en
su vacío cielo nocturno, este muestra el camino del mañana.
Alvin y Heidi
Toffler. La Revolución de la riqueza.
Editorial Random/Mondadori DEBATE,
Caracas. Edición 2007. Páginas:
651.
Adquirido en el Mesón de Ofertas de la Librería Europa, Maracaibo,
Venezuela. Bs. 25.
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