¡FELIZ NAVIDAD?

8:45 Posted by Perro Senil.

Galería de imágenes del Niño Jesús 

en la Era Absurda

La Navidad o Natividad se celebra en los pueblos de confesión católica con motivo al nacimiento de un niño de nombre Jesús.

Por consenso, en estos días, se acostumbra a desear ¡Feliz Navidad! a todos aquellos a los cuales nos aproximamos, no importando si es una persona que conocemos o no, sencillamente sonreímos y le deseamos ¡Feliz Navidad!

Pero estos días, también son de tiempo de reflexión, puesto que llegamos al final de un ciclo solar, es decir, un tiempo de 365 días que dividimos en:

Tiempo en el cual debemos de preparar un terreno -desbrozarlo, sanearlo y roturarlo-,

tiempo para sembrar en el suelo las semillas que seleccionamos como las mejores,

tiempo de realizar el arduo trabajo de cuidar el plantío para que este crezca sano y madure,

y finalmente

tiempo de efectuar la tarea de cosechar lo que sembramos, es decir, de recoger el fruto de lo que se plantó.

El final del ciclo solar es muy importante si lo que se cosechó nos llena de orgullo y satisfacción, y si es así es:

Tiempo de celebración, de fiesta, de comensalía y de cánticos de alegría.

Pero también es tiempo de prever, porque empieza un nuevo ciclo solar donde se debe:

Programar lo que deseamos, anhelamos y queremos obtener este nuevo año.

Para el Blog Incomodísimo, página virtual dedicada a lo que no es ni frívolo, ni banal, ni superficial… sino a lo significativo, trascendente y redentor, estos días nos deben hacer reflexionar.

Las siguientes imágenes deben hacernos meditar sobre
¿Qué fue lo que las naciones del mundo sembraron durante el año 2010?

¿Feliz Navidad para esta madre?:


¿O para este niño?:


Son ellos y ellas los que nos escrutan con sus mentes llenas de signos:
Porque ellos y ellas carecen de agua potable:
Porque ellos cohabitan con el hambre más atroz y con un mundo impasible ante su miseria:
Son afortunados si poseen un rancho miserable:
Son afortunados si nosotros les permitimos acceder a las sobras de nuestras mesas:
¿Sabemos hasta donde es extrema y grave su situación? :
Lo que sabemos es que los poderosos (las diez potencias) no se niegan a alimentarlos, vestirlos y ¡poner en sus manos instrumentos que valen muchos millones de dólares!
y colocar en sus almas odio,
si de lo que se trata es de que peleen sus guerras
para apoderarse de los diamantes, oro, uranio, petróleo, maderas... de sus continentes:
Estos son los lugares donde los infantes son reclutados
 para combatir en las guerras
(en otros sitios los niños son terroristas
y en otros son asesinos que hacen masacres en sus colegios y escuelas):

Comensalía enfermiza en diez potencias y,
desnudez y tristeza en tres continentes:
Es la guerra abierta, pública y desvergonzada contra las madres
 de los niños Jesús de nuestra Era Absurda:
Es la guerra de hambre contra esos niños Jesús que sonríen a pesar de su tragedia,
porque alguien lo levantó en brazos con cariño
 y se llenan de esperanza de que serán rescatados:
O se aferran con afecto a un hermanito que los ama y los protege:

Y si lloran, pues, es porque el dolor del hambre que sufren es prolongado e interminable:
Lloran en Asia:
Sienten estupor en América Latina cuando las lluvias arrasan sus aldeas y sus siembras:
Cada uno de ellos sea africano, asiático o latinoamericano
 es nuestro vástago, nuestra sangre y nuestra tragedia,
sea negro, amarillo, mestizo o blanquito:
En síntesis, nos planteamos una inquietud legítima y profundamente humana,
una interrogante existencial y ética ¿Podemos pensar? :
Que el niño Jesús de nuestros días está feliz:

No, no lo creemos, creemos que Él está sollozando,
aún cuando Él sea siempre esplendente.


Entonces, cabe preguntar:

¿Al final de este ciclo solar que tenemos? :

¿Tiempo de regocijo?

o

¿Tiempo de congoja?

En Incomodísimo.com creemos que NINGUNO DE LOS DOS porque

Como buenos sembradores hemos de saber:

Que es tiempo de reflexionar, porque creemos que no supimos seleccionar la mejor semilla para el año 2010.

Es pues, entonces, tiempo de programar lo que anhelamos, deseamos y queremos para el año 2011.

Y es tiempo de barrer toda esa basura -genocidio infantil- que hemos arrojado sobre nuestro hogar: La Tierra.


¡¡¡ Perro Senil los quiere mucho !!!


SOLO JUNTOS Y PRÓXIMOS SEREMOS HUMANIDAD
Y EN RAZÓN DE ESA IDEA ESPLENDENTE:
¡Feliz Navidad!

RECOMIENDE ESTE ENLACE A SUS AMISTADES: incomodisimo.blogspot.com  

Gula europea: Abya-Ayala IV

9:26 Posted by Perro Senil.

ALERTA
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Jared Diamond. El Tercer Chimpancé
Antonio Navalón. Paren el mundo.
Francis Wheen. La Historia de El Capital.
Jeffrey Sachs. Economía para un planeta abarrotado
Arnoldo José Gabaldón. Desarrollo Sustentable La Salida de A.L.

Obras espectaculares que recomienda el Blog Incomodísimo

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Alimentando el capital

En 1785 el conde de Aranda suplicaba al conde de Floridablanca que exprimiera al máximo a las colonias del llamado Nuevo Mundo, esto se entiende, porque la metrópoli sufría una crisis económica, pero también sufría al constatar que en este asalto hamponil a este vasto territorio de valiosos recursos ya participaban también los ingleses, italianos, franceses, alemanes, portugueses y holandeses (íd. 33).

Conde de Floridablanca ministro y consejero de Carlos III de España.

Esos hampones van a fundar con su expoliación extracontinental instituciones inéditas en Europa, como es la banca que hará operativo al sistema capitalista en ciernes. Báez no hace apología de ese hecho histórico, por lo contrario, trae a colación al dramaturgo Bertolt Brecht, quien no distinguía en nada, a un asaltante de un banco de un fundador de un banco, opinión que se comparte con plenitud en Incomodísimo, porque como bien lo indica el mismo Báez sólo del territorio del Brasil salieron novecientas ochenta toneladas de oro entre 1691 y 1850 hacia el Viejo Continente (íd. 33) para alimentar al capital europeo que apenas empezaba a balbucear y ya se estaba tragando a un continente. Fue necesario pues, que el capital devorase un continente para que tuviera la fuerza de fundar bancos, pero esto no causa asombro sino estupor, porque quiere decir que tal deposición es decepcionante si se juzga el volumen de lo que se ingirió.

Bertolt Brecht es uno de los dramaturgos más grandes después de William Shakespeare. 

La historia europea impresiona, pero Báez señala el secreto de tanta grandeza cuando señala que Inglaterra financió sus guerras contra Napoleón Bonaparte con lo que obtenía en sus plantaciones de azúcar en el Caribe, la cual era de tal magnitud que aquel esfuerzo bélico no representó para la Corona británica un sacrificio, pues sólo bastó un 10% de esos ingresos caribeños para costear a sus ejércitos en aquel enfrentamiento (íd. 33). El capital que Europa dedicaba a su constante batallar para dirimir las rivalidades entre sus coronas imperiales fue obtenido con el dolor y muerte de millones de africanos expoliados en esas plantaciones. Lo trágico de ese hecho es como denuncia Báez consternado de que “Ninguna de las ganancias de estas actividades económicas contribuyó al desarrollo de los países donde se encontraban y en cambió enriqueció a una decena de potencias” (íd. 34), por lo contrario, dice el mismo Báez, hoy en día nuestros países más bien le adeudan a la banca europea ochocientos mil millones de dólares (íd. 35).

El hombre africano y avañé fue predado por el hombre antropófago europeo.

Así como el Caribe fue el escenario del dolor y muerte de los negros para sostener las guerras contra Napoleón Bonaparte, o los mismos negros fueron víctimas para que Brasil enviase a Europa novecientas ochenta toneladas de oro, del un modo similar la populosa sociedad indígena de México pagó un alto precio para alimentar el insaciable impúber capital europeo, el genocidio en este territorio conocido como la Nueva España fue de grandes proporciones, en el año 1500 México poseía una población de veinticinco millones de habitantes, y estos entre 1519 y 1605 se redujeron a sólo un millón, tragedia humana sin precedentes (íd. 25). Lo mismo fue en el Perú, allí redujeron de seis millones de indígenas a un millón entre 1532 y 1628, pueblos enteros se volvieron sombras (íd. 29). Durante la conquista, una minoría de soldados, pues, exterminó a una población de setenta a cien millones de indios en Abya-Ayala para alimentar al capital que no se detenía para tomar respiro. Mientras los capitalistas europeos se devoraban este continente los conquistadores hispanos crearon en Abya-Ayala harenes donde sometieron a niñas de edades comprendidas entre 12 y 14 años en medio de aquel confuso panorama de esta tragedia universal (íd. 37).
"Canibalismo social" de Salvador Dalí.

Según Báez acá en Abya-Ayala el 90% de los nativos incas murió por las epidemias de viruela, tifus, difteria y sarampión que se sucedieron desde 1529, porque los conquistadores usaron con premeditación a los enfermos que traían para diezmar a los indígenas, pues era esta la única vía para poder quitarles el territorio ahíto de recursos muy valiosos, el capital exigía vampirescamente, en consecuencia, su sangre a borbollones (íd. 39, 40). Este genocidio de los nativos mediante una feroz conquista y un trabajo desesperante en el Caribe, llevó al padre religioso Las Casas a elaborar su doctrina lacasiana, esta consistía primero en una descripción sensibilizadora en la cual el relato mostraba el exterminio implacable a la que se veían sometidas estas poblaciones, lo que hacía indispensable solicitar piedad a los reyes para con estos súbditos, y una vez obtenida esa conmiseración real, el segundo paso era solicitar autorización para importar a los habitantes del continente africano, porque según esta doctrina inspirada en Cristo el Redentor éstos negros eran más fuertes que los nativos de estas tierras y, en consecuencia, generarían mayores beneficios al poder aplicarlos a explotaciones donde los nativos no ofrecían ningún rendimiento económico, ideas que como es de suponer recibieron acogida en los monarcas interesados en obtener mayores riquezas de estas colonias, así pues concedieron la gracia de otorgar el permiso para que se pudiese efectuar la compra de las piezas negras en el Nuevo Mundo y, esto como es de suponer puso pronto en práctica una bestial cacería humana en Senegal, Guinea, Gambia, Cabo Verde, Sierra Leona, Congo, Ángola, Benín y Mozambique, llevada a cabo por traficantes portugueses e ingleses, con participación de franceses, suecos y daneses, quienes transportaron quince millones de víctimas, de los cuales seis millones murieron en la travesía debido a que se debían bajar sus costos al máximo para de este modo obtener inmensos beneficios, y allí no terminaba el sacrificio, de los sobrevivientes se sabe por cifras espeluznantes que muchos fallecieron por fatiga en los trabajos a los cuales fueron destinados en el Nuevo Mundo (íd. 40), es decir, el gran hecho de toda esta historia es uno sólo: el capital europeo fue alimentado a partir de esa nueva dinámica histórica extracontinental con carne humana de América y África, y esto como es obvio cambió al mundo, convirtiéndose en uno de los sucesos más trascendentes de la historia universal de ese entonces, el capital entraba a la historia como un Modo de Vida insaciable o un Modo de Producción que en esencia representa la máxima expresión que puede tener el pecado de la gula.


Los pecados Kapitales:

Gula
Avaricia
Soberbia
Lujuria
Explotación
Antropofagia
Mendacidad

NUEVO LIBRO EN LOS PRÓXIMOS DÍAS
EL BLOG CUMPLE UN AÑO
Y LO CELEBRA CON ENTREGAS ESPECIALES
FUERA DE LOS TRADICIONALES SÁBADOS

FELIZ FIN DE CICLO SOLAR

Memoricidio: Abya-Ayala III

9:07 Posted by Perro Senil.

Dominio sobre la memoria

Increpa Báez a quienes pretenden ejercer el ejercicio de historiadores su tendencia a escribir párrafos sesgados para ocultar la magnitud del desastre cultural sufrido durante siglos de saqueo económico en este continente (íd. 31). Denunciando este valiente autor que el continuum de ese proceso no se ha detenido ni por un momento a lo largo de los siglos, pues los colonizadores se siguen llevando hasta el día de hoy, el oro, la plata, el cobre, el carbón, el aluminio, también el hierro, el gas y el petróleo de Abya-Ayala (íd. 31), y agrega a esa lista de materias primas una que es motivo de su indignación, señala que entre 1999 y 2005 persistieron sin desmayo en robarse las piezas de arte del patrimonio arqueológico abya-ayalano, destacándo el dato de que diez mil cuatrocientos ochenta y cinco sitios arqueológicos -sólo en México- fueron expoliados durante ese corto número de años (íd. 26).

Museo del Oro, Bogotá. Cultura Muisca.

Tampoco concibe Báez que los historiadores no tomen en cuenta como prioridad el contrarrestar lo que el Concilio de Lima se propuso ejecutar cuando el año de 1583 ordenó la destrucción de la memoria escrita de los incas (íd. 38). Báez actuando como historiador no sólo trata el saqueo cultural de América Latina como un hecho delictivo, tal como en efecto lo califica, sino que como buen ensayista histórico va a lo que subyace bajo ese hecho abominable, al señalar que la élite de cada imperio histórico ha reconocido que la supremacía sobre los subordinados no puede sostenerse por la fuerza de las armas, se requiere la imposición de lo que los romanos denominaban damnatio memoriae (íd. 54), es decir, el dominio sobre la memoria, de allí que la memoria debe ser un objetivo militar (íd. 57). Dentro de ese contexto bélico veamos los partes de guerra cuando la memoria debe ser el objetivo a ser atacado.

Las fronteras del Imperio de Roma impusieron el damnatio memoriae.

Los taínos fueron exterminados, no podían sobrevivir, porque era imposible que perdiesen sus memoria histórica, porque ellos al no tener escritura se transmitían sus conocimientos por medio de la música, tenían a sus boicios que instruían a los jóvenes sobre las cosas, el origen y la sucesión de los acontecimientos, así como sobre las ilustres hazañas en la paz y la guerra de sus antepasados y todo, además, lo expresaban en versos o areítos que cantan acompañándolo con danzas al son de sus atabales, era pues imprescindible aniquilarlos, porque era imposible acabar con su memoria que impregnaba todo lo esencial de ellos como seres humanos (íd. 61, 62).

Cultura Taína.

Con los aztecas los españoles consideraron como crucial para su dominio la desaparición de los escritos que preparaban los tlamatinime, porque allí estaban sus conocimientos expresados con pinturas (su palabra tlacuilolitzli significaba escribir y pintar) y estos conocimientos versaban sobre diferentes campos del saber que constituían sus visiones magnificentes del mundo tangible e intangible y, también esos códices se cantaban en los centros superiores de formación, donde a los jóvenes aprendices se les enseñaba a hablar bien, es decir, a expresarse en prosa. Era también pues necesario destruir a estos aztecas para enfrentar tan sui generis sabiduría, pero eran tantos y tan necesarios para que hiciesen el trabajo manual que, entonces, el memoricidio se convirtió en la quema de bibliotecas (íd. 67, 68). De esa labor piromaníaca -la de quemar los códices- se encargo fray Juan de Zumárraga quien entregó a la hoguera las librerías de los aztecas. De las cuales sólo la de Tezcocco, ciudad que era según Báez su Atenas, se levantaba una tan alta como una montaña, a esta biblioteca pues la sacaron, de aquel aposento que era el archivo general de los papeles de la casa real de Nezahualpiltzintli, para entregarla a la hoguera(íd. 69).

A los exploradores, exterminadores e incendiarios les hicieron estatuas y pinturas, odas y crónicas y, les fueron otorgados títulos y propiedades para que nunca fueran olvidados, para que no se perdiese su memoria. A fray Juan de Zumárraga se le exalta en las crónicas del imperio hispano, y Báez somete a consideración de los historiadores esta apología a ese personaje. A Zumárraga la crónica le endilga haber introducido la imprenta en México y le señala como el creador de la primera biblioteca pública de México, para de este modo ocultar lo que la historia a descubierto sobre su actuación destructora del patrimonio cultural de esa civilización que ya fue descrito al final del párrafo anterior (íd. 70). Báez también presenta dentro del mismo orden de ideas a la obra de fray Diego de Landa que de modo similar hizo lo mismo que Zumárraga, pero ahora entre los mayas, citando al propio Landa, Báez nos muestra lo que fue su actuación histórica:

Hallámosle gran número de libros, se los quemamos todos, lo cual les dio mucha pena.

Posteriormente Landa, señala Báez, fue nombrado segundo obispo de Yucatán y las crónicas lo han exaltado como un gran estudioso de la cultura maya, sin explicar por supuesto por qué llego a interesarse por ese aspecto de los mayas (íd. 76).

La memoria persistente

Fernando Báez increpa a los historiadores.

Pero también es célebre que, desde aquellos lejanos tiempos, ya habían quienes desde la perspectiva histórica estaban interesados en mostrar una proyección más ajustada con lo que verdaderamente estaba ocurriendo, Báez para los efectos recurre a los contenidos del libro conocido como Chilam Balam en él se puede leer:

los españoles enseñaron el miedo; y vinieron a marchitar las flores, en los dioses que llegaron aquí no había alto conocimiento, ni sagrado lenguaje, ni divina enseñanza vinieron a ¡Castrar el Sol! Eso fue a lo que vinieron a hacer aquí los extranjeros. Y sus hijos reciben su amargura (íd. 78).

También se registra en esa memorable obra -Chilam Balam- que:

Hubo un tiempo loco en el cual entraron en nuestra historia los sacerdotes católicos, tiempo en el que entró la tristeza, entró en nosotros el cristianismo, época en la cual llegó el dios verdadero que fue el principio de la miseria nuestra, el principio del tributo, el principio de la limosna, tiempo en el que salió la discordia, las peleas con armas de fuego, la esclavitud por las deudas, la continua reyerta, el principio del padecimiento (íd. 88).

El Chilam Balam son los libros que escribieron los descendientes de los mayas por allá en el siglo XVII y se traduce como "El que es boca", es decir, el Jaguar que profetiza.

Báez para dar ánimo a los historiadores vacilantes ante estos dilemas que plantea la tarea de estudiar los procesos históricos bajo una perspectiva profunda -en este caso la poética de la historia- cita a Ernesto Cardenal, quien escribió:

Algún día nos daremos cuenta de que la poesía más grande de América es la de nuestros indios. La mejor poesía pertenece a tribus de las espesas selvas del Amazonas o del Orinoco” (íd. 87).


Pero si ese estímulo no funciona con estos profesionales, entonces, Báez recurre a sensibilizarlos mediante la escrutadora objetividad que otorga la ciencia al registrar cómo eran los libros de los incas. Señala Báez que los libros en esta civilización eran conocidos con el nombre de quipus, objetos estos que por su forma no tienen la más mínima similitud con lo que son los libros convencionales, pero que al igual que los códices fueron también destruidos para efectos del dominio de la memoria. Sobre estas obras, únicas en su género, Báez cita a Charles C. Mann quien al valorarlas dice que:

son los documentos escritos en tres dimensiones más antiguos del mundo y son los únicos que emplean un sistema de información codificada como los que se emplean hoy en el lenguaje informático, ellos se estructuran con un código binario.

Báez agrega a lo dicho que los quipus eran libros de lectura táctil, donde el color representaba acciones, y que para ser leídos se debía tomar en cuenta varias cosas como: si lo escrito estaba en lana o algodón, el tipo de torsión de los hilos del tejido, la manera que estaba anudado a la cuerda principal las secundarias, la dirección del nudo, el número cifrado de los nudos y si la numeración estaba en sistema decimal o no (íd. 81).

Quipu inca.

Lo único que tenemos claro los historiadores de Abya-Ayala es que lejos estamos de acatar lo que el Concilio de Lima de 1583 ordenó, es decir, la destrucción de la memoria –memoricidio- de nuestras sociedades aborígenes, ni mucho menos secundar lo que en 1782, Carlos III manifestó al preocuparse por la memoria indígena, sobre la cual ordenó:

ir desterrando poco a poco todo lo que recuerde la antigüedad y gentilismo de los indios, pero con cuidadosa política y de forma que no adviertan, con igual cuidado y política debe procederse para la extinción de sus trajes, las pinturas, representaciones, funciones e instrumentos que promuevan su memoria pues ésta promueve la rebelión (íd. 82).

Como historiadores emulamos a Báez, es decir, nos inclinamos a hacer todo lo contrario de lo que Carlos III ordenaba, sin dejar de valorar, por supuesto, las observaciones honestas y válidas que se pueden hacer sobre estos hechos o sus personajes desde la otra acera. Porque ese proceso histórico fue de tal intensidad, que se justifica todo tipo de premisas para investigarlo y esclarecerlo. Tan intenso fue que Bernardino de Sahagún, señaló:

Fueron hasta tal punto pisoteados y destruidos ellos y toda su sociedad que no les quedó ya ninguna apariencia de lo que eran antaño (íd. 43).

Fray Bernardino de Sahagún, un memorable y eximio sacerdote como Las Casas.
Escribe la Historia General de las cosas de la Nueva España, invierte treinta años en este trabajo, pero su obra es monumental y consta de numerosos libros y algunos de ellos como el Códice Florentino que consta de doce libros, escribía en látin, español y nahualt.

Es pues tarea de los historiadores recuperar o por lo menos intentarlo estos asuntos de cómo eran «en antaño» aquellos cultores, de unas civilizaciones que experimentaban Modos de Vida distintos, mediante las cuales se buscaba una salida histórica deseable a los problemas de los seres humanos. Como epílogo propicio es oportuno, entonces, recordar cómo eran aquellos habitantes abya-ayalanos en antaño y, baste para ello con señalar que, el teatro indígena componían comedias y tragedias, y éstas según los hispanos era de cosas graves y honestas e, indican esos testimonios que concedían a ellas gran importancia, porque tenían zonas especiales en sus palacios para estas representaciones teatrales (íd. 124). Abya-Ayala apenas hoy se está descubriendo y es tarea de los historiadores actuales no ocultarla, como si lo hicieron los descendientes de Colón después de paradójicamente haberse maravillado con lo ignoto, lo que es en apariencia inexplicable, por supuesto, si no se toma en cuenta que esos zafios vieron la oportunidad de saquear a lo que un alemán llamó como América.


Ernesto Cardenal uno de los grandes poetas y escritores de la America Nuestra.
Es uno de los protagonistas de la corriente de la teología de la liberación.
Es sacerdote católico y fue nominado para el Nóbel de Literatura.
Es premio Iberoamericano de poesía Pablo Neruda edición 2009.

Fue condenado por el Papa Juan Pablo II como apóstata.

Idólatras: Abya-Ayala II

16:40 Posted by Perro Senil.

ESPERE ABYA-AYALA III Y IV LOS PRÓXIMOS DÍAS Y LUEGO NUEVOS LIBROS EN ENTREGA ESPECIAL PORQUE SE CIERRA ESTE CICLO SOLAR Y SE CUMPLE UN AÑO DEL BLOG Incomodísimo.

Una guerra religiosa

La lucha contra la idolatría permitió declarar una guerra religiosa contra las sociedades de Abya-ayala, lo que lleva a Báez a declarar que la conquista poseía todas las características de una cruzada. Esta guerra religiosa fue una renovación del atroz anatema bíblico, no sólo porque todo el arte religioso nativo fue sometido a la hoguera, sino porque fue tan fanática la extirpación cultural que se pretendía que se vigilara lo que soñaban los indios -como propuso el fraile Diego Durán- (Báez, 2008: 42).

Con niños sanos es que soñaban los indígenas abya-ayalanos o avañé. Los frailes, por lo contrario, tenían un mundo onírico plagado de demonios.

La guerra religiosa fue promovida por la religión cristiana, la llamaron evangelización, su catequesis fue la intimidación. Este  conflicto tuvo en la Inquisición o Santo Oficio la política de amedrentamiento a los indígenas, el cual cobró la forma de tortura y hoguera para los que se negasen a recibir la doctrina católica (íd. 89). El Santo Oficio, por ejemplo, inspiró a los franciscanos, quienes fueron furibundos iconoclastas en México, ellos desde 1525 ordenan sin tapujos el asesinato de los sacerdotes de los cultos nativos, y se dedicaron a atemorizar a los indígenas con el fuego del infierno. Los franciscanos estaban convencidos de que debían exterminar a los idólatras, y no sólo le hicieron la guerra sino que, además, destruyeron sus objetos religiosos y prohibieron a los artistas volver a pintar o esculpir sus símbolos. Ante la imposibilidad de quemar los dioses de piedra ordenaron enterrar sus estatuas, y ante la imposibilidad de impedir que continuasen creyendo en sus divinidades recurrieron a aplicar la atrocidad de la pena del garrote, que era sobrecogedora ya que se aplicaba para desgarrar a la víctima internamente y luego procedían a asesinarlo en medio de aquellos inmensos dolores viscerales (íd. 95, 97).

A estas piezas de barro temían quienes creían que el primer hombre hecho por Jehová fue construido con lodo, paradójico a toda luces.
Lo írónico es que, a quienes creaban estas figuras de barro los clérigos que leían el Génesis les denominaban idólatras. 

Los frailes ordenaron sepultar o destruir los templos de los indígenas (íd. 114) o a reutilizar sus piedras para construir iglesias cristianas, pero todo esto fue en vano, es célebre el caso de Carlos Ahuaxpitzatzin, nieto de un rey poeta, quien dijo refiriéndose al Dios católico:

¿Qué verdad es esa divinidad? Quizá es nada: aquí tenemos “Pater Noster”, y “Ave María”, credo, salve Regina, artículos y mandamientos ¿por ventura fenece aquí todo? no hay más que hacer…

Es decir, ¿Eso es todo? entonces, ¡es nada! Carlos -por supuesto, por haber expresado lo que pensaba sobre esta religión- fue estrangulado después de haber sufrido el suplicio del garrote, ese fue su castigo por haber proferido esa osada burla, en la que analizaba a lo que se puede reducir la enseñanza y la práctica litúrgica de esa confesión (íd. 97).

Estrangulamiento de Atahualpa.

La guerra religiosa fue inclemente y demandó un enorme esfuerzo por parte de los soldados, civiles y clérigos que en ella se involucraron, pero no fue exitosa. En Lima el clérigo Cristóbal Albornoz quemó miles de estatuas, destruyo miles de huacas, condeno miles de personas, quemó numerosas momias o malquis, no obstante, fue tal la resistencia por parte de los nativos que se adoraban la ceniza de lo quemado (íd. 98). Más aún, ante la desaparición de los templos y de las representación de sus divinidades, algunos caciques optaron por transformarse en sus propios ídolos, se convirtieron así en hombres-dioses que oficiaban, curaban y actuaban sobre los elementos y que recibían los honores de los indígenas, honores que antes recibían los dioses de piedra (íd. 95).

En esta imagen se representa a un indígena yanomami sobre la superficie de un paisaje desolado, pero bajo sus pies se prolongan unas raíces vigorosas, profundas y enrevesadas que nos revelan su poderosa y rica cultura, la cual está oculta para quienes son admiradores incondicionales de la civilización moderna.

Esta guerra fue un verdadero desastre, tanto que los mismos españoles la consideraron como una tragedia, sobre ella Las Casas le negó la dimensión incluso de gesta bélica al servicio de Dios, dijo:

Lo que llaman conquistas, no son sino invasiones violentas de crueles tiranos, condenadas no sólo por la ley de Dios, sino además por todas las leyes humanas, son estragos y crueldades, matanzas e destrucciones, despoblaciones, robos, violencias e tiranías (íd. 106).

Esta guerra religiosa, encabezada por el Santo Oficio, aplicó un esquema de reducción cultural, lo cual se tradujo en la aniquilación lingüística, la prohibición de la música, danzas y cantos de estas culturas e incluso el anatema se extendió a la interrupción de la producción artística, porque ésta última podía promover -como ninguna otra expresión- a los símbolos de la cultura que debía desaparecer. Otra institución que debe ser recordada es la encomienda, pues ésta tenía un carácter exterminador, ya que al negar los modelos de economía y sociedad de los indígenas los ilegitimaba y los condenaba a ser olvidados (íd. 83). La encomienda logró aniquilar pueblos enteros, ella condenó a los indígenas a la esclavitud más miserable y, en este sentido, los sometió a una muerte prematura. Lo irónico de esta horrorosa institución es que fue fundada el 27 de diciembre de 1512, es decir, en medio del ambiente católico de la celebración del nacimiento del Dios cristiano, lo cual causa consternación, pues, Báez no duda en catalogar esa infame creación de la encomienda como algo similar a un campo de concentración nazi, porque legitimaba el trabajo forzoso de los indios.

En la encomienda hay un contrato entre el encomendero y los Reyes católicos, el colono en contraprestación de esa generosa gracia real que le legitimaba la exacción de los indígenas, se comprometía a pagar un tributo a la Corona. Pero lo que más indigna de ese instrumento de explotación de la población de Abya-ayala es que, esos enunciados toman la forma jurídica de leyes justas por converger con la evangelización, ya que concedía al colono el poder de ejercer la tutela del indígena para hacer de ellos buenos cristianos, lo que permitió la legitimación de esa atrocidad (!!!) (íd. 107).

La encomienda a su vez tenía un precedente en el Requerimiento, texto que se leía a los indios, y donde se les pedía reconocer como sus superiores a los padres religiosos, y en consecuencia también a los señores, al Rey, a la Reina y, por supuesto, al Papa. La Iglesia en este documento quedaba colocada como señora del universo mundo, de allí que por esa divina razón, explicaba el requerimiento a los aborígenes, fue que el Papa tenía la autoridad para entregar sus tierras a los Monarcas hispano-portugueses, quien a su vez se las concedieron a sus súbditos europeos. Se requería pues a los indios que, consintieran con este orden de cosas y de ideas, para lo cual se encargaba, como soldados de Dios, a los clérigos para que ellos se lo declaren y prediquen a los indios, y si así lo reconocen los indígenas, pues bien, pero si no lo consintiesen, entonces les amenazaban en los siguientes términos:

nosotros entraremos poderosamente contra vosotros, y os haremos guerra por todas partes y maneras que pudiéramos y os sujetaremos al yugo y os haremos esclavos y os tomaremos vuestros bienes y os haremos todos los males y daños que pudiéramos (íd. 108).

No contentos con esta injusta guerra encabezada por los soldados de Dios, los europeos crearon una sociedad cada vez más jerárquica, más desigual, más discriminadora y más racista, cosa que fue cada vez más horrenda con el paso del tiempo pues, fue surgiendo una sociedad de estamentos separados por etnias, es decir, una sociedad donde deben estar separados los seres humanos por su condición de negros, indios, mulatos, mestizos, pardos, zambos… Yesta segregación se justificaba por una pretendida impureza de sangre, concepto profundamente religioso para la época, puesto que según la teología católica los negros eran los descendientes de Cam, es decir, los camitas condenados por Noe a engendrar esclavos (íd. 111, 112). Los españoles pues en esta guerra religiosa al igual que los racistas de todas las épocas de la historia [(aquí está el remoto origen de la teoría nazista, la cual sólo circunstancialmente está asociada a los alemanes hitleristas, porque la realidad es que es una concepción propia del eurocentrismo y, en este sentido, es una manera generalizada entre los europeos el de concebir a sus etnias como superiores frente a los demás pueblos del planeta)], prohibieron a los nativos y demás grupos impuros a vivir dentro de la urbe, y les ordenaron a habitar en miserables chozas lejos de su vista, es así como surgen las ciudades opulentas de los españoles en pleno territorio abya-ayalano, ciudades a las cuales aún hoy en pleno siglo XXI les seguimos celebrando sus efemérides fundacionales (íd. 114).

Esta guerra fue ganada por los padres religiosos en miles de escaramuzas, escarceos y batallas mediante la Inquisición, la Encomienda, el Requerimiento y los Estamentos, pero los sometidos no dejaron de ser rebeldes, es célebre el caso de los habitantes de la isla Cubagua, explotados por los buscadores de perlas, muchos de ellos se mantenían bajo el agua hasta perder la conciencia y se amarraban piedras para nunca volver a la superficie donde estaban los católicos (íd. 38). Y esto nos recuerda al cacique Huatey, quien murió no sin pedir que: le evitaran ir al cielo prometido por los cristianos, para no encontrarse con los frailes que lo torturaron (íd. 32).
Cacique Huatey que se trasladó de "La Española" a Cuba para continuar peleando contra quienes adoraban el oro, y quien les decía a sus combatientes taínos mostrándoles ese metal:
"Por esto pelean y por esto matan, este es el Dios que los españoles adoran".
Lo triste es que el catolicismo como institución clerical mantiene hasta el día de hoy esa idolatría por el oro hasta en los retablos de las iglesias.

ESPERE ABY-AYALA III Y IV EN LOS PRÓXIMOS DÍAS Y DESPUÉS NUEVOS LIBROS EN ENTREGAS ESPECIALES DEBIDO A QUE SE CIERRA ESTE CICLO SOLAR Y SE CELEBRA UN AÑO DEL BLOG Incomodísimo.

1492: Abya-Ayala I

17:30 Posted by Perro Senil.

Descubrir/Ocultar

Fernando Báez es autor de un bestseller mundial, traductor de obras de Aristóteles, ensayista, novelista, poeta, colaborador de la prensa en dieciocho países, conferencista de los ámbitos universitarios, su trabajo ha sido traducido en doce idiomas y ha recibido el Premio Internacional Vintila Horia, el Premio Nacional del Libro en Brasil y el Premio Nacional de Cultura en Venezuela, además, tiene el honor de haber sido declarado persona no grata por el gobierno de Estados Unidos.

En este delirante libro de Fernando Báez, el anti mito pasa a protagonizar el relato histórico de lo que sucedió en América Latina a partir del desembarco de seres humanos en estas tierras el año de 1492, provenientes de ese pequeño rincón del mundo denominado Europa . Báez recoge algo sobrecogedor cuando señala que

Los españoles, derrotados por el esplendor prehispánico, intentaron anular la cultura sometida mediante la acción de arrasar ciento de edificaciones y, se ocuparon de eliminar miles de muestras de arte religioso y aniquilar los antiguos libros de estas culturas maravillosas (Báez, 2008: 25)

Béz nos recuerda las impresiones encandiladas de uno de estos viajeros del Viejo  Continente, Bernal Díaz del Castillo, quien apuntaba en sus escritos sobre México:

Nos quedamos admirados parecía un encantamiento… y no es de maravillar porque hay mucho que ponderar: ver cosas nunca oídas, ni aún soñadas, como veíamos (íd. 60).

De allí en adelante página tras página de las 408 folios que constituyen este trabajo de Báez se va recopilando una crónica sobre esos sentimientos encontrados que causan estupor, porque al adjetivo  esplendor jamás debiese secundarlo los verbos destructivos: anular, arrasar, eliminar, aniquilar, es decir, es inconcebible que descubrir lleve a ocultar y mucho menos si lo que se descubre maravilla. Los conquistadores pues pretendieron ocultar todo lo que les maravillaba de este continente, entendiendo por ocultar, palabra cargada de enorme significado, el sinnúmero de acciones desesperadas para desaparecer las evidencias de una riqueza que abruma y turba a quien la descubre, porque esa pletórica realidad deslegitima con flagrancia superlativa su invasión y conquista, o más aún su derecho a apropiación o saqueo ilegítimos, injustos y destructivos. Dicho esto, se puede entender la carga histórica del título que le confiere Báez a su nueva publicación: El saqueo cultural de América Latina.

Con el presente artículo "1492 Abya-Ayala" se le pone un apéndice a la anterior entrega de tres célebres libros, publicaciones donde se constató que, este territorio, además, del manido nombre de América ha recibido las denominaciones de Indias, Fusang, Beni, Karivana, y ahora -con esta nueva publicación- se agrega el de Abya-Ayala, sobre el que Fernando Báez tiene algo que decir y lo dice después de mostrar su mudo terror por lo que va descubriendo con su investigación:

Mientras investigaba estos datos (etnocidio, transculturación y memoricidio) -dice el autor-, mudo de terror, en las bibliotecas de tres continentes, comprendí que la rapiña sin embargo, no había sido exclusivamente económica; que el genocidio no se restringió a la masacre; que peor que el robo de materias primas fue la destrucción cultural o etnocidio; que cada asesinato proporcionó excusas para aniquilar con más fuerza los símbolos de las víctimas; que cada nuevo atropello demandó una transculturación más acelerada que se tradujo en la más vil desnaturalización y descertificación de la memoria histórica; no fue pues suficiente la extracción y usufructo, sino que se aplicó la exclusión, discriminación, desprecio y rechazo cultural. La transculturación o sustitución de la memoria de América Latina se ejecutó con perfidia… Hasta el nombre del continente fue arrebatado (íd 42).

Portada del libro de Fernando Báez, 408 páginas, valor Bs. 22.

Equívoco que ya se ha encargado páginas antes de aclarar, en su detallado informe impregnado de bálsamo de dignidad, cuando señala con precisión la articulación de la toponimia original con las civilizaciones autóctonas:

Entendí que era primordial indagar en la historia de América Latina, la Abya-Ayala de los aborígenes.

La historia que Báez narra registra como primordial, entonces, el aberrante hecho de la aniquilación de los símbolos de las víctimas, aberrante porque se ejecutó con un desprecio y un rechazo cultural tan enervante que hasta el nombre del continente fue arrebatado y se impuso el de las “Indias”, el “Nuevo Mundo”, la “Vera Cruz” y “América” perdiéndose los nombres que las civilizaciones centroamericanas o andinas empleaban para su continente como fue y es el de Abya-Ayala (íd. 41).

La renominación del territorio se realizó para apropiárse del continente, pero esto sólo fue la coronación del abominable proceso delictivo que echaron adelante con la peor saña, porque aquel proceso de arrebatar la riqueza cultural para depauperar a estos pueblos de todo su patrimonio incluyó la extinción de mil lenguas preexistentes de un total de mil seiscientas cincuenta lenguas que se hablaban con anterioridad. La intensa gravedad de ese suceso consiste en que los seis idiomas importados no poseen los significantes lingüísticos que poseían los términos empleados por las civilizaciones aborígenes, desapareciendo pues con ellos la profunda y amplia sabiduría que condensaban en cada una de sus palabras volatilizadas por una transculturación incompleta, parcial y depauperada (íd. 43).

Dice Báez que procedieron a reducir el número de lenguas al mínimo posible y se aseguró la introducción del castellano, porque se advirtió el papel que las lenguas indígenas podían tener de modo activo en el retorno de los cultos nativos, el castellano pues devoró, por ejemplo, el náhualt y se formó a los niños en el rechazo de la cultura de sus padres (íd. 102). Incluso la música, el canto y la danza fueron prohibidos, pues con ellos hacían sus rituales para comunicarse con lo sagrado (íd. 118, 119). Lo religioso fue la justificación de este ocultamiento, pues siempre se recurrió al argumento falso de que lo que obligaba a esta labor destructiva era la de combatir la idolatría, cuando la realidad era que aquellas maravillas que “veíamos, eran para nos cosas nunca oídas, ni aún soñadas”, que debían ser “anuladas, arrasada, eliminadas y aniquiladas” para romper el “encantamiento que nos produce su admiración”, en pocas palabras aquel “esplendor” que se había descubierto en estas civilizaciones allende del océano debía ser “ocultado” para siempre. De aquí en adelante, en consecuencia, no se debía saber, sospechar o intuir que en este hemisferio había existido Abya-Ayala. Pero fracasaron en ese malsano objetivo, porque los pensadores críticos que estudian la historia de América Látina descubrieron esa verdad incomodísima y desestabilizadora, por supuesto, para los católicos (cultura judeo-cristiana), ilustrados, modernos y occidentales. Dentro de esa categoría de pensadores incómodos se inscribe Fernando Báez y su delirante libro “El saqueo cultural de América Latina”.

ESTE LIBRO FUE ADQUIRIDO EN LA LIBRERÍA CULTURAL, C.C. Costa Verde, por el valor de Bs. 22. Publicado en colección DEBATE, edición 2008, 408 páginas.

Sobre esta trastocadora publicación en los próximos días aparecerán nuevos artículos incomodísimos.

América Llánida III: Karivana

16:00 Posted by Perro Senil.

América Andina y América Llánida

Carmen Helena Parés coordinadora de un equipo de investigación de la UCV estudia la América no-andina, para dar a conocer la cultura indígena que se desenvolvía en ese inmenso territorio que va desde las islas del Caribe hasta las Pampas argentinas es decir, la América Llánida. El equipo Parés se aleja del tradicional interés por la civilización Inca, para prestar atención a una vasta área aborigen dejada a un lado como algo periférico y secundario.

Una de las primeras cosas que establece el equipo de Parés es que el aborigen que habitaba esta otra América, mostraba en su práctica cotidiana una vida libertaria sin parangón en el resto del continente, tan poderosa, que los europeos que tuvieron noticias de estas sociedades se imaginaron a partir de ella la “Utopía”. Razón por la cual señala Parés que “Los conquistadores, al menos al principio, pasaron a ser conquistados por la realidad de esta parte de la América que apenas percibían intuitivamente” (Parés, 1995: 13).

Este equipo investigador dice que en el territorio Sudamericano existieron varias culturas, pero que estas se pueden distinguir básicamente en dos, la Andina y la Llánida, y agregan que pesar de las enormes diferencias entre ambas, no se puede hablar de que una sea superior y otra inferior (íd. 14) si se sigue el presupuesto de la Alteridad Cultural propuesto por Piérre Clastres (íd. 19). En ese orden de ideas indican que, si bien la Andina dejó obras monumentales y la otra sólo objetos básicamente utilitarios, ambas sin embargo tienen en común la carga simbólica que le imprimieron a sus patrimonios culturales cada una de sus sociedades, haciéndolas con ese hecho trascendentes independientemente de la magnitud de sus obras.

La monumentalidad de la América Andina, a primera vista, es abrumadora.


La arquitectura de la vivienda indígena amazónica (América Llánida) está concebida dentro un universo simbólico impresionante que la equipara a las obras de las más avanzadas civilizaciones.

Por otra parte el aspecto imponente del gran imperio Andino frente a la constelación de aldeas autónomas de la América Llánida también llama a falacia, puesto que parece deducirse la minusvalía de la segunda frente a la primera, cuando lo cierto es la unidad del conjunto sólo está ausente en apariencia en la Llánida, porque cuando ésta enfrenta la contingencia de una agresión por parte de quienes están organizados con poder central, en esa situación circunstancial se unen para hacer frente a la amenaza. Un poder central, en esas circunstancias queda enfrentado a los temibles poderes colectivos que funcionan en cada aldea que entran en una alianza federativa contra el enemigo.

Otro aspecto interesante de esta temática es que la América de los grandes imperios cuenta con una historiografía, esto es, con realizaciones memorables como el Popol Vuh, el Ollantay, el Calendario Azteca, el Códice Maya; por lo contrario, los pueblos de la América Llánida carecen de esa historiografía convencional u obras escritas, pero no por esto son inferiores, puesto que dejaron huellas en toda la América Llánida con su profusa mitología, con su rico arte, sus manifestaciones etnológicas, su diversidad lingüística y la importante impronta de topónimos por toda esa geografía y lo hicieron de una manera tan nítida que este equipo de investigación de la Universidad Central de Venezuela ha podido seguir estas huellas a todo lo largo y ancho de esta vasto e intricado territorio, de allí el título de su publicación como “Huellas Ka-Tu-Gua” (íd. 15).

Códices precolombinos.

Con Ka Tu Gua este equipo de investigadores hace referencia a la cultura Karive, Tupí y Guaraní. A la cual identifican como de un tronco común, en el cual los Caribes (Karive) tienen un significado muy especial por el papel que jugaban en la defensa de estos grupos y del territorio que estaban erigiendo frente a la amenaza del Imperio Inca, territorio que iba tomando el nombre genérico de Karivana, es decir, se puede aludir desde la perspectiva histórica a la América Llánida como Karivana.


La cultura de la América Llánida es poseedora de un patrimonio mitológico, lingüístico, etnológico, artístico y toponímico exhuberante, es pues de una riqueza innegable para un observador objetivo.


Caribes, Tupíes, Guaraníes y Arawacos

Se sospecha que las manifestaciones de índole étnica, lingüística, económica, artística, política y social que existen entre estos tres grupos constituyen rasgos de una misma cultura, lo cual lleva a inducir la pertenencia a un origen común. Entre quienes señalan que los Caribe son tupí-guaraní está Moisés Bertoni quien indica que el nombre Karive o Karaí (Ver Nota N° 1) es palabra del grupo lingüístico Guaraní, lo interesante del asunto es que utilizan este término para referirse a aquellos hombres que destacan por sus cualidades excepcionales, es decir, con el vocablo Caribe se reconoce a personajes como los chamanes, los guerreros destacados, los principales de la tribu, los exploradores más aventajados, los guías espirituales y los profetas (íd. 61, 63, 64) (N°2).

 Ser Caribe o Karí era una condición espécial en el estatus social de las comunidades aborígenes.

Es de suponer que en el devenir del proceso histórico aquellos hombres a los cuales los Tupí-Guaraní identificaban en sus grupos con el vocablo Karive, Karí o Karaí, es decir, como Señor, terminaron por asumir la palabra como autodenominación. El ser Karaïve, era sinónimo de un modo de vida diferenciado, por diferentes razones, una era que los Karaí se desplazaban por las rutas fluviales y litorales visitando las aldeas donde enseñaban las prácticas chamánicas, y como grandes conocedores del medio trasladaban a grupos humanos enteros a nuevos territorios donde iban a conseguir mejores condiciones, razón por la cual se fueron constituyendo en un grupo prestigioso en el ámbito regional (íd. 17).

Los lingüistas no sólo percibieron que las voces Tupí tienden a confundirse con las Karive, sino que en el fondo de ambas existía un vínculo común, lo cual los llevó a un importante descubrimiento como fue la existencia de una lengua madre y ésta es el Avá-ñe’é, vínculo original entre ambas (íd. 16, 17) (N° 3). Después de establecer ese hecho remoto determinaron que una de las variantes del Avá-ñe’é dio origen a un nuevo tronco lingüístico, el arawac, lengua bastante diferenciada de la tupí-guaraní debido a que este pueblo siguió un curso histórico distinto lo que causó su diferenciación lingüística (íd. 16).

El término arawac no es un autodenominativo, su gentilicio era el de tainos, el término arawac con el cual se les conoce fue un despectivo empleado por los caribes para referirse a esos grupos, puesto que despreciaban su modo de vida agricultor debido a criterios de gestión del medio ambiente. Arawac era para los caribes aquel que no sabe hablar, en este sentido, era un vocablo semejante al que utilizaban los romanos para referirse a las tribus que tenían una lengua para ellos ininteligible, es decir, enrevesada, en consecuencia los llamaban barbaroi por su forma rara de hablar, de donde surge aquello de denominar pueblos bárbaros a aquellos que se consideran atrasados, es decir, los que no hablan claro (N° 4). Pero en el fondo era más bien un rechazo a una forma de vida que ponía en peligro las relaciones simbióticas entre hombre y naturaleza.

Entre los rasgos definitorios de los Karive está su enorme capacidad de movilización, característica ésta que los llevó a marcar su presencia predominante en vastas regiones, este hecho obliga a sustraer el estudio de la cultura Caribe como algo local y abordarlo con un análisis regional (íd. 16). El haber llegado a tener presencia en vastas extensiones, es muy importante para el hecho histórico, porque tuvieron noción del todo, es decir eran los Señores de un inmenso territorio. No era una movilización nómada o seminómada o trashumante, la movilización Caribe era itinerante, es decir, seguía pautas de visitas a las aldeas que surgían a la orilla de los ríos y litorales donde cumplían múltiples funciones cohesionantes como la chamánica, la migrante, la cultural y la guerrera.

Uno de los rasgos más delicado para el tratamiento histórico que se le debe otorgar a los caribes es el hecho guerrero (N° 5), puesto que es la expresión de un complejo sistema de organización política que se ubica a todo lo largo de su territorio frente a los imperios andinos, hecho histórico que se conecta con su noción de libertad y de socialización que buscan preservar, ante la contingencia que se puede presentar de una agresión o invasión de su territorio por parte de las culturas de la monumentalidad (íd. 15).

Por otra parte ese rasgo de intensa movilidad de este grupo se conectó con otro hecho de gran interés, la ausencia de apego a los bienes materiales, que les garantiza la posibilidad de moverse libremente, sin atavíos de una región a otra. Lo cual a su vez se conecta con su concepción ambientalista no monumental que se traduce en el tipo de vivienda, número de objetos limitados, livianos y precarios (íd.22) que les permite desplazar por el vasto territorio a las comunidades que se identifican con ellos, correspondiéndole a los Karaive la conducción en sus incursiones migratorias por mares y por ríos, dejando sus rastros por toda la geografía de su gran cultura, ya que iban denominando todo a su paso, es decir, iban creando un continente, el continente Karibana (íd. 17) donde se respetaba las formas de explotación de la tierra con formas no agresivas.

Los Karaive eran los hombres sabios y valerosos, portadores de la memoria histórica, pero además eran los guías en las migraciones hacia mejores territorios que ellos denominaban como Ivi- Mara-I (N° 6). La mezcla de coraje y sabiduría que les caracterizaba como «los más Señores», les convertía en máximos dirigentes religiosos y en guerreros célebres, lo que los hacía una suerte de Profetas de la Selva (íd. 24, 21) (N° 7). Los Karí en sus recorridos van denominando valles, costas, ríos y montañas con cientos de voces, en este sentido, crean una cartografía del territorio con sus topónimos -el continente Karivana- . Karaí es en este sentido en la mitología tupí-guaraní, el héroe civilizatorio de una cultura eminentemente ética, con ricas tradiciones rituales de vida sencilla, con prácticas libertarias, con prácticas culturales en armonía con el ambiente y, en ese orden de ideas, es el defensor de la relación  indivisible entre hombre-naturaleza (íd. 24).

De allí que cuando los caribes (N° 8) llegaban en sus viajes a una comunidad eran recibidos con festejos (N°9) pues no sólo eran los promotores de un modo de vida que se desplazaba sobre el territorio para ubicar mejores ambientes, sino que además en lo político defendían una sociedad de carácter asambleario (N° 10), así como también eran poseedores de un «ethos guerrero» que estaba al servicio de preservar en el espacio la Civilización Karivana como expresión de una cosmogonía donde se integraba al hombre con la naturaleza o chamanismo (íd. 25) (N°11) (N°12).

Chamán de la Amazonía.

Civilización Karivana

Una de las características más sobresaliente de toda civilización es la de tener conciencia histórica de sí misma, es decir, el de recordar haber tomado grandes decisiones, como por ejemplo aquellas que tuvieron que ver con la ocupación del territorio, llama la atención, en este sentido, las rutas que tomaron las migraciones originarias de los caribes y los guaraní a partir de determinado momento del proceso histórico que tuvieron en común. Estos grupos se desplazaron sobre el continente como si se lo estuviesen repartiendo, de tal modo que las posiciones ubican a los Guaraní en el sur del Brasil y el Paraguay, ubicándose su centro de dispersión por todo este territorio entre los ríos Paraná y Paraguay (conocido como la Mesopotamia austral), y hay quien amplía este campo hasta la región occidental de Bolivia y piensan que ese centro estaba situado en el Alto Amazonas (íd. 16, 17). Los Karive, por lo contrario, empujaron hacia el norte llegando hasta las Antillas donde se enfrentaron exitosamente a los Arawac (íd. 17, 18). Hacia el sur es pues, el área de predominio de los Tupí-Guaraní, mientras que en las fronteras de la Amazonía con los Incas se reconoce la presencia de los Karaí. La región ocupada por los Tupí era, en cambio, costera marítima con penetraciones a través de los ríos del nordeste brasileño (N° 13). Esas posiciones parecen pues responder a una estrategia de contención del Imperio Inca. En el caso de Venezuela tuvieron presencia en dos sentidos, por una parte los caribe penetraron por el litoral atlántico hacia las islas y por la otra los guaraní siguieron por los ríos de Guayana hacia Colombia (íd. 18).

Esta distribución estratégica del espacio es un rasgo civilizatorio de gran importancia, el cual no es concebible si los grupos humanos carecen de memoria una histórica común, porque esta conciencia es indispensable para elaborar estos mapas políticos. Si los Ka-Tu-gua conformaban una Unidad Cultural -no se confunda con uniformidad cultural-, es decir si poseían un pasado común y, cultivaban un relacionamiento frecuente y profundo, entonces, es posible que desarrollasen una memoria histórico-geográfica, y con ella tuviesen una identidad común a pesar de los patrones culturales diferenciados (íd. 20, 21).

El poseer una memoria histórica y una identidad basada en ese conocimiento es una característica de una civilización. El pasado compartido los unía a pesar de que los grupos humanos fuesen autónomos e incluso autárquicos, y esa unión establecida sin un Estado y/o un Imperio toma la forma de una federación de pueblos sin instituciones jerárquicas (N° 14), donde el cemento de la organización provenía de la conciencia histórica de ese pasado compartido que los cohesionaba para actuar socialmente de manera colectiva (íd. 22). En este gran logro jugaron un papel fundamental los Karaí-vé, pues eran ellos los portadores de la tradición oral histórica. Estos líderes itinerantes recorrían periódicamente el vasto territorio manteniendo viva la memoria histórica en las comunidades (íd. 20, 21). Lo importante de todo esto es que esa conciencia histórica asumió una dimensión continental, es decir, por toda la América Llánida fueron surgiendo comarcas conocidas con el término de Karivana, es decir, Karivana era un espacio en crecimiento que abarcaba cada vez nuevos ámbitos regionales. Este tipo de fenómeno no sucedía así con las otras culturas o no tenía la misma fuerza expansiva, creciente y consensual.

Pero por otra parte una civilización se mide por su capacidad de resistencia ante las otras civilizaciones que entran en contacto con ella. En ese orden de ideas como civilización la cultura puede llegar a desarrollar un rasgo guerrero, porque este comportamiento indica los valores que se propugnan y que se defienden, porque de ellos dependen las estrategias de sobrevivencia exitosa que deben pervivir en el universo en el cual han persistido durante milenios. Su historia, en este sentido, es la de sociedades guerreras, las cuales fueron de gran efectividad pues surgieron éstas de un sistema de organización política participativa, igualitarista, distributiva de los recursos, valorativa del aporte de ideas, con gran capacidad para establecer pactos y alianzas y para compartir patrones culturales, con liderazgos obedientes del interés común, con una socialización flexible, con nociones de libertad muy arraigadas, y con una vida individual y colectiva, cualidades todas estas que en su conjunto les concedían un gran poderío frente a las sociedades jerárquicas inequitativas y no democráticas (íd. 15, 17).

En su sistema político todo el que tiene una idea, sea hombre, mujer o niño, la expresa en la Asamblea y, ésta si es convincente es aceptada por la comunidad, no se trata pues de que la imponga una mayoría o una minoría, se trata de participación en la toma de decisiones de todos en ausencia de un poder central. El líder en este sistema político se hace depositario de esas decisiones, que son voluntades de la comunidad, donde la sociedad ejerce de todo su poder para que quienes las asumen se ciñan a sus deseos o de lo contrario lo destituyen. Esto obliga a los líderes a tener sabiduría para interpretar la voluntad general con fidelidad, valor para poder llevarla a cabo y deseo de perfectibilidad para mejorarla, el líder que se mantiene hace méritos y no goza de ningún privilegio, sólo será reconocido su prestigio. Tal sistema crea una organización social que impide la formación de jerarquías y la aparición de inequidades, además, conlleva a la ausencia de mecanismos de sumisión (íd. 21) (N° 15). Como se puede ver, un sistema tal, genera una poderosa fuerza de cohesión en estas comunidades lo cual es decisivo desde dos ángulos, como estrategia de sobrevivencia y como sociedad guerrera efectiva, porque no genera tensiones internas que hagan vulnerable al grupo por falta de unidad. La defensa del sistema se convierte en una reafirmación del modo de vida y, los pactos y alianzas entre diferentes comunidades era una cuestión de ética (íd. 21, 23).

La civilización Karivana pues es una realidad histórica desconocida, no divulgada, permanece oculta ante quienes son estudiosos de los procesos históricos de este continente, Karivana es un continente por descubrirse.


Jefe indígena Raoni asistente a una protesta en Brasilia.

Este continente ha recibido el nombre de
las Indias, América, Fusang, Beni, Karivana.
Es lo que se desprende de los libros
que  se han dado a conocer en esta entrega
con motivo al 12 de 0ctubre de 1492 
Blog interesado por dar a conocer verdades incómodas. 


NOTAS
1. Karaí significa gente, pero como gentilicio de los Karive es un signo de respeto y consideración, equivalente en español a “Señor” (íd. 141).
2. La traducción de caribes se ha hecho en nuestra historiografía como “verdaderos hombres” , es decir, se les ha dado la connotación que se daban los españoles o los portugueses a sí mismos, esa traducción se hizo a través de la doctrina que el catolicismo fabricó para justificar la “tutela” del colonizador, la cual indica quelos indios estaban en minusvalía frente a los blancos, quienes eran los verdaderos hombres y el indígena era un subhumano, esta connotación pues la trasladaron al termino Karí, un vocablo que en realidad se traduce como “gente” o como “Señor” y lo convirtieron en un termino clasista y discriminador al señalar quue con ese vocablo  se quería decir “nosotros somos los verdaderos hombres”.
Los Karí como  “Señores”  advertían a los demás de que no  se debía vivir en una mala Tierra -entendiendo por ésta a aquella donde no  existía una relación adecuada entre el hombre y la tierra- y, propugnaban de que se debía retornar a la Tierra sin Mal (ivi-mara-i) donde existe la abundancia -donde el hombre recibe del entorno lo que requiere y a cambio la cuida y la mejora-. Iban pues de poblado  en poblado portando ese mensaje, de allí que los colonizadores en sus crónicas los asociasen como “profetas”, por otra parte, los karí eran chamanes -sacerdotes-, porque se comunicaban con los espíritus para sanar o predecir.
Es posible que los karí enseñasen técnicas de cultivo, porque se hace referencia a ellos como "quienes tienen la virtud de hacer crecer y engordar las raíces y frutos de la tierra". Cuando los karí llegaban a las aldeas eran recibidos como gente de autoridad en las casas ceremoniales y se celebraba  su llegada con una fiesta que se repite de aldea en aldea, teniéndoseles por hombres sabios y capaces de reafirmar la identidad de las comunidades sobre sus propios valores. Eran tomados por adivinos, médicos y grandes videntes. Todo esto es lo que reza entre los viajeros de Indias en sus relatos acerca de ese pueblo, teniéndolos por hechiceros y hombres de gran sabiduría como promotores de una conciencia colectiva mediante la cual hacían real una gran Confederación de pueblos.
El término “Caribe” por otra parte llegó a representar en la época de la conquista europea, a quienes resistían la invasión, en ese sentido "caribe" era un término que negaba la superioridad de los blancos o como dice Miguel Acosta Saignes, quienes libraban aquella lucha de independencia contra los colonizadores se les asignó el término caribe como sinónimo de “victoriosos” (íd. 61/64).
3. Los términos Guaraní y Tupí son designaciones que arbitrariamente impusieron los europeos. Las dos parcialidades se daban a sí mismos el nombre genérico de avá, es decir, los que hablamos el idioma avá-ñeé. Según la tradición en un tiempo muy lejano ocurrió una gran conmoción que agitó la raza en sus orígenes, ocurriendo la separación de los guaraníes del sur de los caribes del norte, con el correr del tiempo los guaraníes también emigraron hacia el este y hacia el mar, relatos que se confirman mediante las toponimias ubicadas en la cartografía regional (íd. 133).
4. Los Karaives solían denominar a los pueblos rivales, en especial a aquelolos que vivían en una mala relación con la tierra, en ese caso empleraban para ellos nombres despectivos y de marcada carga negativa, como podría ser el caso de los Arawac, en ese caso específico con ese término los trataban como guacamayas -arawacas- para otorgarles una connotación de habladores vacíos y charlatanes (íd. 141).
5. El hecho de hacer la guerra era vivido religiosamente por los Karive. Implicaba una preparación ritual para su ejecución. Invocan a sus antepasados. Daban color a sus cuerpos para atemorizar a su enemigo. La preparación ritual para la guerra  se centraba en la Asamblea, órgano político clave de su actuación, pues es donde convive la palabra y la danza (escenario de un representación de teatralidad ceremonializada). Allí  se arengaba, se hacían gritos de coraje, se entonaban cantos de victoria, se evocaban las grandes figuras autoras de acontecimientos memorables, la elocuencia era importante para convencer al grupo  de ir a la guerra, el discurso era pues parte del rito prebélico (íd. 191/197).  
6. Los Karaive se desplazaban yendo de poblado en poblado, afirmando ser los enviados poseedores del discurso de las tradiciones ancestrales que contenía la memoria histórica de la nación. Se movían libremente en sus regiones en sus visitas itinerantes, en ocasiones proponían a algunos grupos hacer el viaje en búsqueda del ivi-mara-i, la Tierra sin Mal y el abandono de la mala Tierra o ívi-mba´guá. Para ellos Ivi-mara-i era aquel lugar donde no existe el sufrimiento, las flechas cazan solas,los frutos se dan solos sin necesidad de cultivo, la tierra es abundante y el hombre vive eternamente. El deseo de alcanzar esa tierra es quizá la causa principal de sus innumerables migraciones (íd. 60). En el Capítulo “Rastros” de la obra del equipo  de Parés se hace un estudio  de la cartografía y, mediante las toponimias que aparecen en los mapas se establecen esas rutas que seguían buscando aquella Tierra sin Mal o ivi-mara-i, las cuales les llevaron, por ejemplo, a los ríos Tapajós, Negro y Amazonas donde los paisajes antropogénicos que se han observado en “Beni” (Ver Artículo "1000" II: Beni) corresponden a esas características de una abundancia de animales, cultivos, calidad de productos y expectartivas de vida que se señalan para las Tierras sin Mal. En la página ciento cuarenta y siete por ejemplo se incluye la isla Marajó en las proximidades de Santarém donde existe una cultura muy evolucionada (íd. 142/149).
7. Los Karaí-ve o los “más señores” en lengua Avá, fueron una suerte de Profetas de la Selva, portadores de la tradición oral histórica de sus antepasados. Estos líderes intinerantes recorrían periódicamente el vasto territorio donde estaban ubicados sus hermanos y parientes más cercanos (íd. 21) . En su intento de comprender el mundo donde vivían  se preguntaban ¿quiénes fueron nuestros primeros padres?, ¿de dónde provenían?, ¿cómo se llamaban?. y cuenta la crónica que los Tupí-Guaraní decían que en tiempos antiguos llegó un Gran Jefe Caraibe, es decir un Profeta, que les enseñó el uso del fuego y el arte de plantar raíces. Él -el Profeta- rompió una pieza y les pidió la metiesen bajo tierra, asegurándoles que al poco tiempo encontrarían una potente raíz y que el plantío que brotaría tendría la virtud de lo que él acababa de hacer (íd. 57), pues bien por todas las indicaciones del relato se trata de la mandioca o yuca, la cual se convirtió en el cultivo básico de la Amazonía y otras tierras de esta América Llanida, en las cual el tallo de la planta adulta se corta en pedazos y se entierra para que brote la nueva planta.
Las comunidades se reunían alrededor de unos personajes llamados Caraibe, una suerte de profetas que se desplazaban cada cierto tiempo a las distintas comunidasdes Tupí-Guaraní para transmitirles a través de ritos la historia de sus antepasados. En estas reuniones se hablaba del origen de su cultura y de la Tierra sin Mal, asistiendo así a la conmemorización de un tiempo mítico original a través de la presencia de estos profetas Caraibe. Ahora bien ¿quiénes son estos hombres Caraibe? Una referencia mitológica dice que en la Primera Tierra, Ñanderú crea tres dioses: Jakaira, Tupá y Karaí. Ñanderú a Karaí lo nombró dios del fuego y le encargó el crepitar de las llamas y los truenos. Según este relato este dios y sus consortes enviarán las almas de los “Señores dueños de las llamas”. También señala que Ñanderú antes de internarse en el Paraíso, habló a Karaí-Ru-Eté y le dijo: las hileras de las llamas las harás vigilar por medio de tus hijos, los Karaí valerosos, ellos las harán crepitar cada primavera para que las escuchen los que llevan la masculinidad y la feminidad. Ahora con respecto al otro dios que Ñanderúa crea, es decir, Jacaira, éste era dueño de la neblina, y con respecto a Tupá, éste era dueño del extenso mar, por lo que Karaí era dueño de las llamas sagradas. A este Karaí-Ru-Eté, también se le atribuye la creación del Cerdo Montes Grande. Sobre Karaí también se dice que se ejercitó espiritualmente en el centro de la Tierra. Viajó mucho y entre los afluentes obtuvo el estado de perfección, aguiyé, obtuvo el Fervor y se trasladó allende al Mar Grande, donde juntó tierra milagrosa, insdestructible. El volvería a hacer cantar a sus hermanos menores en Ivi-Mbité, porque no todo se regeneró. Son pues los Karaive los iluminados, quienes una vez llegan a la costa, su viaje se interrumpe. Por estos relatos se deduce el anhelo migratorio que caracterizó los movimientos mesiánicos entre los guaraní, basado en la búsqueda de la Tierra sin Mal. Los profetas pues de esta cultura predicen un espacio sagrado o la fuente de la energía de la vida. En su teología Ñanderú hizo sus primeros hijos, la primera danza y el primer plantío mediante sus poderes. Su presencia se perpetúa a través de sus chamanes Payé, Karaí o Karaiva organizando grandes reuniones en las aldeas. El Primer Padre Ñanderú, el gran creador, surge en medio de las tinieblas, guiado por la luz, fuente de toda sabiduría, revoloteaba en medio de las flores y las gotas del rocío, Ñanderú en este relato sorprendente era el no menos sorprendente Colibrí o Tucusito que habita estas selvas (íd. 83/85). Cabe suponer que en su movilidad por todo estos vastos territorios los caribes conocieron los diferentes tipos de agricultura y pueden haber conocido la terra preta o tierra milagrosa, indestructible, es decir, la que no se agota su fertilidad, éste y otros descubrimientos efectuados por ellos pasó a ser del conocimiento de los poblados que ellos visitaban convirtiéndose en los hombres sabios, pues sabían algo muy importante, que vivían en una mala Tierra –tierra roja poco fértil y muy vulnerable- que debían abandonar y trasladarse a una Tierra sin Mal –la de la agricultura inteligente- para ser felices, tal era pues su labor civilizatoria en aquellas inmensidades que recorrían permanentemente.
8. El término Karaí es empleado como signo de abolengo, es decir, indica una ascendencia en antepasados ilustres.
9. Los Caribe fueron muy bien recibidos por quienes les dieron  sus más ricos manjares y también chicha. Los Caribe van de aldea en aldea, adornados con las más bellas plumas que encuentran y con sus maracas, en ninguna aldea se les tiene por enemigos (íd. 60, 62).
10. Comenta uno  de los investigadores del equipo de Parés que el poder político de los Karive Tupí-Guaraní es producto de una racionalidad, de un pensar y de un abstraer. Pero es un poder casi imperceptible, pues no es el del orden y de la jerarquía que se hacen muy visibles, sino que es el de la plena libertad individual, es el de la vida comunitaria, es el del el interés común y el de la persuasión como elemento fundamental para convencer. Las asambleas son entonces democracia pura real y se puede juzgar como aristocrácia mental (íd.  197).
11. En los relatos caribes se cuenta que hubo un tiempo en que los hombres olvidaron las normas de convivencia, y comenzaron a vivir desordenadamente, esa fue la causa de la destrucción de la Primera Tierra. Un solo hombre logró salvarse, de ese hombre nació la línea de las Caraibe Míticos (íd. 58).  
12.El término Karaive fue tomado por los habitantes del territorio americano como negación de la superioridad de los invasores europeos, Miguel Acosta Saignes señala que sólo a los que sostenían esa lucha se les asignó ahora ese gentilicio (íd. 63). Es Gumilla quien recoge el “Nana Karina Roté” y lo traduce como “Nosotros sólo somos gente” y, la otra expresión que registra es “Amucón papopororo itóto nantó” y lo interpreta como: “Todas las demás gente son esclavos nuestros”. Pero esta traslación del Caribe al español hay que enmarcarla dentro del contexto misionero que se sentía amenazado por esa parcialidad y hacia la cual sentía horror y, al mismo tiempo hay que enmarcarla dentro del cuadro histórico de la resistencia, donde a los que no combaten al invasor, es decir,los indios sometidos a los españoles, los caribes los atrapaban y los vendían como esclavos en las Antillas a los holandeses, franceses o ingleses. Los vendían para poder comprar armas de fuego. Es un anacronismo la afirmación de que una sociedad igualitarista o no jerárquica como la Caribe practicase la esclavitud antes de la llegada de los invasores europeos (íd. 170, 171). Por otra parte, la guerra tenía un profundo sentido de supervivencia, porque los guerreros caribes atacaban a aquellos grupos que practicaban Modos de Vida como los que destruyeron la Primera Tierra, y mediante sus victorias iban ampliando el espacio donde funcionaba la Federación de Naciones Karivanas practicantes de una Tierra Sin Mal. En Venezuela una de las comarcas Karibanas era la de Guaicaipuro, ésta fue célebre pues abarcaba los territorios de Aragua, Maracay, Teques y el territorio Cumanagoto. Cuando llegaron los invasores españoles a la Karivana de Guaicaipuro éste se enteró mediante la nación Güiria y de inmediato envió mensajeros a toda la comarca, estableció puestos de vigilancia y estableció alianzas interétnicas con naciones que eran sus enemigas, e así como logra expulsar de esta comarca a Francisco Fajardo, obligándolo a despoblar dos ciudades que había fundado y resistiendo al veterano conquistador Juan Rodríguez Suárez hasta hacerle perder la vida, también derrotó a Luis Narváez y causó gran estrago entre su gente, venció a Pedro Miranda y al Gobernador de Tocuyo, Bernales. La lucha de Guaicaipuro contra los españoles duró siete años y su muerte fue registrada por el cronista español en términos de admiración, la comarca Karivana que había creado continuó la lucha después de su muerte (íd. 174).

Con la agresión europea al continente Karivana los Ka-Tu-gua ordenaron la generalización de la guerra en todas las zonas militares de sus dominios. Los conquistadores eran esperados donde intentaron encontrar nuevos territorios para instalarse. El centro naval de los Karive se encontraba en la isla Guadalupe y sólo hasta 1796 perdieron su último reducto en las Antillas, la isla Saint Vicent. El eje de la lucha, entonces, fue desplazado al continente y reúne a los Karive desde la desembocadura del Amazonas al Cabo de Paria por mar, y desde allí otra línea que culminaba en el Darién. A mediados del siglo XVI, se acrecientan los combates. La base continental de operaciones Karive estaba en la baja Guayana o bajo Orinoco. Por ese entonces Caribana se extendía desde la costa y por el sur hasta las sierras de Acarai y Yumucumaque, además de la costa oriental del golfo de Urubá y la Serranía de Abibé. Y también por el acarayba de los Guaraní, de los ríos Ipané, Jejuí y Manduvir que eran afluentes del río Paraguay, y que fueron escenarios de cruentas batallas.
A todo lo largo de los siglos XVII y XVIII se producen numerosos combates contra encomenderos y misioneros, y cada vez que se creía que la resistencia Karive había llegado a su término, se sucedían nuevas rebeliones. Es así como la fundación de ciudades y misiones no logran perdurar. Los Karive tienen toda la responsabilidad del fracaso colonial en esta importante región. A pesar de los armamentos de los conquistadores, los Ka-Tu-Gua demostraron ser grandes estrategas y, en no pocas oportunidades, salieron victoriosos utilizando los conocimientos del medio, conocimiento que los aplicaron en el diseño de sus tácticas guerreras y en el uso de sus armas. En contra de lo que se supone, los Ka Tu Gua utilizaban en la guerra movimientos rigurosamente ordenados, actuando siempre a la ofensiva y utilizando el movimiento retrógrado hacia sus centros de operaciones, táctica esta que confundía al enemigo con un indicio de derrota. Este hecho infructuoso de someterlos obligó a los Reyes Católicos a finales del siglo XV a ordenar la reorganización de sus milicias. Formaron, entonces, doce compañías de infantería, compuesta cada una de setecientos veinte piqueros, ochenta espiganderos y, redujeron los cuadrilleros a veinticuatro y un abanderados. El aumento de los piqueros se debió a los reveses sufridos con las unidades guaraníes armadas de guaicas o lanzas largas que tenían un efecto predominante.
En 1610 llegaron los jesuitas a Paracuaira, para ese entonces, estos aborígenes habían luchado contra españoles y bandeirantes paulistas. De modo que los hombres de Loyola encuentran a los indígenas en un momento de una terrible persecución por parte de los Mamelucos portugueses y vieron la oportunidad de convertirse en aliados de los Guaraní para librarlos de aquella amenaza a cambio de reducirlos a pueblos. Veinticinco pueblos lograron fundar los jesuitas entre 1639 y 1659 aprovechando aquel momento en que los Guaraní se veían obligados a refugiarse entre los ríos Paraná y Paraguay donde los mamelucos no podían penetrar por lo intrincado del terreno. Los jesuitas pues sellaron un pacto político avanzado y duradero que se constituyó en una experiencia que pudieron exhibir a nivel mundial con sus 32 Pueblos Guaraní. La política Jesuita tenía un carácter internacional y lo que lograron en la Provincia Paracuaria fue conocida en el mundo como la Doctrina Guaraní, esta doctrina consistía en aceptar las normas de la sociedad Guaraní y la conservación de aspectos de su cultura, como la lengua y su organización comunitaria, el resultado fue ensalzado como ideal, pero si se analiza el aspecto económico de estas Misiones se consigue que bajo ese régimen de concesiones obtuvieron una próspera economía al ganarse la voluntad de los reducidos a pueblo lo cual les reportó abundante trabajo, lo que quiere decir que el producto resultante que se quedaba en la comunidad era escaso porque los guaraní sólo aspiraban lo que correspondía a lo necesario para su consumo subsistencial, generándose un importante excedente que los misioneros convertían en capital para el beneficio de su congregación. Esa conciliación fue celebrada, ya que se impedía destruir aquella nación que quedaba al servicio de la acumulación de riqueza capitalista de los jesuitas. En 1750 ese pacto se disolvió con motivo al Tratado de Madrid, mediante el cual España cedía territorio a Portugal, entrando en el trato la entrega de siete Pueblos Guaraní. Esta situación se agravó debido a que los Jesuitas estaban en disputa con los Jansenistas desde el siglo XVI o el regalismo estatal del siglo XVIII los colocó en una posición de debilidad en el seno de los Estados, además, contaban con enormes animadversiones dentro del seno de la misma Iglesia. En estas circunstancias un Marques acusó a la orden jesuita de instigar a la insurrección a los Guaraní para colocarlos como enemigos de la Corona, por lo contrario, los jesuitas habían decidido no desobedecer la orden de desalojo, pero no se puede negar que cuando los Guaraní se sublevaron iniciando con esa acción la segunda Guerra Guaranítica encontraron algunos apoyos entre los sacerdotes. En 1756 los Guaraní escriben al Rey oponiéndose a la entrega de los pueblos, entre otras cosas hicieron constar que:
los portugueses en tiempos pasados mataron a muchos miles de nuestros abuelos sin reservar inocentes criaturas, así no lo creeremos nunca. Veinte pueblos nos hemos juntado ya para salirles al encuentro, y con grandísima alegría nos entregaremos a la muerte antes que entregar nuestras tierras… Nosotros jamás hemos pisado vuestras tierras para mataros y empobreceros y vosotros practicáis lo opuesto ahora.
La rebelión duró más de dos años, obligando a los ejércitos de ambas Coronas a unirse para poder derrotarlos y luego fracasaron en el intento de reconstruir los Pueblos, a pesar de ofrecer a los guaraní la propiedad de las tierras. Los Guaraní se refugiaron en los montes y en la selva se unieron a tribus nativas no sometidas, algunas de ellas incluso eran enemigas tradicionales de los Guaraní (íd. 176/181).
Con la muerte de Guaicaipuro en 1569 no cejó la lucha, durante el siglo XVII ocurrieron enfrentamientos constantes, en especial, en sus dominios antillanos. La cuenca del Guaraspiche en el continente se mantuvo controlada por los Karive, al igual que sus bases principales en el alto Orinoco desde donde emprendieron numerosas campañas y asaltos a las misiones y a los colonos que intentaban penetrar en la región. Gumilla señalaba que las acciones Carive desde 1733 cerraban los caminos a todo intento de conquista, y señalaba como muy importante darles un asalto, reprimir su osadía, y con esto aquietar las demás naciones, con las cuales es moralmente imposible hacer misión mientras haya Carives en el Orinoco. Los encuentros entre los Karive y los españoles no cesaron hasta finales del siglo XVIII. Cassani, Gilij y Gumilla, llaman continuamente la atención sobre el peligro Carive, dicen que son un obstáculo para establecer el poblamiento. En 1745 Aranguren propone el establecimiento de un comercio fluvial entre el Nuevo reino, la Nueva Guayana y Trinidad, a través del Orinoco y el proyecto fue impedido por los Karive. Depons refiriéndose a los Karive dice: España en treinta leguas de costa, desde la desembocadura del Orinoco hasta el Cabo Nassau, no cuenta con una pulgada pues sus habitantes Karive han defendido su independencia de tal manera que nunca se ha logrado convertirlos, reducirlos, ni vencerlos, y son de hecho y de derecho tan libres como antes del descubrimiento (íd. 181, 182).
13. La conciencia histórica de los Ka-Tu-Gua se desprende de sus relatos. Señala la leyenda de los Tupí-Guaraní que: Dos hermanos llegaron al Brasil y se multiplicaron formando dos inmensas familias, cuando resolvieron separarse la del hermano Tupí se quedó en Brasil y la del hermano Guaraní partió hacia el  sur donde se fijó y llevó sus dominios, estableciendo su señorío  por todo el Río de la Plata. Lo cierto es que a) navegó hasta el río Orinoco, b) contrarrestó el poder formidable de los Incas (íd. 133, 65), c) la nación Guaraní estaba dividida en numerosas tribus, separadas entre sí, ocupaban casi todo el litoral del océano Atlántico desede el grado 32 de latitud austral hasta las Antillas, donde bajo la denominación de Caribes se posesionaron de aquellas islas, allí masacraron a los hombres y se quedaron con sus mujeres taínas (arawacas) y luego se extendieron hasta el pie de los Andes peruanos. Organizaron pues a todas las naciones pequeñas que quedaron encerradas en los territorios donde ellos pasaban a ser los predominantes para contener a los Incas, de tal modo que esas naciones les tenían por quienes tenían la capacidad de proveer la fuerza para poder vencer en la guerra a los enemigos. Los Karaive así mismo condujeron a través de ríos y mares a contingentes de los suyos para hacer la guerra a aquellos grandes reinos de los Andes (íd. 63, 64, 65). El nombre Guaraní es una corrupción de la palabra guaraní que significa guerrero o guerrera, nación que se vanagloria de ser la más guerrera, era la nación más poderosa, pues se extendían por la costa de Paraguay, y tierra adentro partían términos con el Brasil, habiendo adquirido tan dilatado territorio con el poder de las armas, en cuyo ejercicio eran tan diestros, como frecuentemente versados (íd. 69). Todo lo cual hace suponer que estaban creando en la América Llánida un continente Karivana  para contrarrestar a la civilización imperial Inca que tenían un Modo de Vida diametralmente opuesto al suyo -los caribes rechazaban el Modo de Vida urbano-. Es dentro de este contexto que se puede entender su actividad guerrera con una perspectiva histórica que tiene sentido fundador de una civilización no urbana inédita –aunque parezca una paradoja una civilización sin ciudades (civi: ciudad)-. Y es dentro  de ese marco que se puede valorar al indio Guaicaipuro y su defensa de su comarca Karivana ya no sólo frente a la América Andina sino, además,  frente a Europa. 
14. Estos pueblos tribales organizados en aldeas, sociedades autárquicas y autónomas, existían políticamente independientes dentro de un mundo más amplio de la Nación o Federación de Naciones, lo cual les permitía el mantenimiento de sus normas sociales particulares, prepararse para las guerras en un momento dado, y hacer avanzar migraciones religiosas guiadas por los célebres profetas Karaive. La organización política de los Ka-Tu-Gua se basa en la noción federativa de naciones emparentadas, que en momentos de contingencia se unían en torno a sus líderes para atacar  el problema, regresando a su comunidad una vez pasado el peligro, preservando así la libertad de su ámbito, teniendo por base ética el respeto de las decisiones individuales y colectivas. En sus reuniones no se contestan, no se contradicen, más bien tienen por costumbre repetir el discurso que el otro les dice para mostrar que comprendieron y, para testimoniar el respeto que les merece, tal era su principio de comportamiento civilizado y, este principio permitía lograr realizar en la instancia más alta la concreción real de una Federación de Naciones Karivana (íd. 167). Ese gran poder colectivo fue puesto a prueba con la invasión europea, mientras las sociedades jerárquicas de los Andes se derrumbaron como un castillo de naipes a inicios de la conquista, la América Llánida resistió tres siglos a los intentos de conquista (íd. 190). La forma democrática, igualitaria, respetuosa del individuo, la posesión de una cosmovisión y una cosmogonía que no divide el mundo en fragmentos sino que por lo contrario copnsidera que todo está unido explica la fortaleza que exhibieron ante las civilizaciones invasoras.                                                               15. Los dioses no requerían templos, porque no tenían reyes, los dioses danzaban con ellos en sus montes, confundidos con sus árboles y animales, porque eran una sociedad igualitaria que no necesitaba segregar a las divinidades a un trono, ya que sus líderes en vez de mandar a los demás lo que hacen es obedecer lo que la Asamblea decide. Los gobernantes no quedaban investidos de poder, sino sometidos al poder de la comunidad, de allí que no gozaban de privilegios, porque ninguna ley sometía a todos los individuos miembros de la comunidad, lo que existían eran principios, como el del cuidado y el respeto, que eran norma de vida y guía de la conducta y del comportamiento. Dentro de la aldea cada quien tenía una obligación que cumplir, cuyos frutos serían repartidos equitativamente entre todos, disfrutaban el baneficio del esfuerzo colectivo los niños y los ancianos. No eran una utopía eran una realidad ubicada en tiempo y lugar, era una cotidianidad de un mundo gestado y en marcha, era una Asamblea donde cada miembro era dueño de la palabra, la palabra de cada uno no era ignorada por el pensamiento colectivo, el intelecto era profundamente democrático, porque no excluía a ningún individuo, ni por edad ni por sexo ni por oficio ni por ningún parámetro discriminatorio. Y la palabra libre e igualitaria se convertía en un patrimonio oral que se transmitía de generación en generación (íd. 99, 100).                                                                                                                                               X. Otros aspectos de una civilización corresponden a su vida religiosa. Las crónicas escritas por los viajeros de indias muestran que estos sistemas religiosos evidencian una “estética del alma” colectiva que se expresa a través de una rica simbolización del vivir aborigen. Los símbolos en este caso son imágenes poéticas, lo que se pone de manifiesto cuando, por ejemplo, describen al alma como gotas de rocío que recogen las hojas en la madrugada. La religión se expresa así, pues, con metáforas, donde el mito es una construcción teórica que debe ser acompañada de un rito para explicar los fenómenos de la naturaleza cargada de imágenes, de este modo la flauta produce un sonido en el cual los hombres pueden escuchar a las serpientes (íd. 191). La religión, en este sentido, cumple su papel clave de religar todas las cosas para que no se separen, de unir, de integrar, de crear la unidad indivisible y el tiempo circular donde todos los seres vivientes nos encontramos y nos transmutamos, es pues, el chamanismo que los piaches caribes enseñaban a practicar a todas las tribus cuando visitaban sus aldeas, pues enseñaban en ellas su religión.       Z. Se emplea el término Karive con "k"en vez de Caribe con "c" para adaptar el texto a la grafía Tupí-Guaraní, Caribe es según las fuentes españolas, Caraïbe lo es para las fuentes francesas, Karaibe para las alemanas, pero en la aborigen proviene de Karaí que es el vocablo que se utiliza para el gentilicio que estos grupos se dan  a sí mismos (íd. 136).