1492: Abya-Ayala I

17:30 Posted by Perro Senil.

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Fernando Báez es autor de un bestseller mundial, traductor de obras de Aristóteles, ensayista, novelista, poeta, colaborador de la prensa en dieciocho países, conferencista de los ámbitos universitarios, su trabajo ha sido traducido en doce idiomas y ha recibido el Premio Internacional Vintila Horia, el Premio Nacional del Libro en Brasil y el Premio Nacional de Cultura en Venezuela, además, tiene el honor de haber sido declarado persona no grata por el gobierno de Estados Unidos.

En este delirante libro de Fernando Báez, el anti mito pasa a protagonizar el relato histórico de lo que sucedió en América Latina a partir del desembarco de seres humanos en estas tierras el año de 1492, provenientes de ese pequeño rincón del mundo denominado Europa . Báez recoge algo sobrecogedor cuando señala que

Los españoles, derrotados por el esplendor prehispánico, intentaron anular la cultura sometida mediante la acción de arrasar ciento de edificaciones y, se ocuparon de eliminar miles de muestras de arte religioso y aniquilar los antiguos libros de estas culturas maravillosas (Báez, 2008: 25)

Béz nos recuerda las impresiones encandiladas de uno de estos viajeros del Viejo  Continente, Bernal Díaz del Castillo, quien apuntaba en sus escritos sobre México:

Nos quedamos admirados parecía un encantamiento… y no es de maravillar porque hay mucho que ponderar: ver cosas nunca oídas, ni aún soñadas, como veíamos (íd. 60).

De allí en adelante página tras página de las 408 folios que constituyen este trabajo de Báez se va recopilando una crónica sobre esos sentimientos encontrados que causan estupor, porque al adjetivo  esplendor jamás debiese secundarlo los verbos destructivos: anular, arrasar, eliminar, aniquilar, es decir, es inconcebible que descubrir lleve a ocultar y mucho menos si lo que se descubre maravilla. Los conquistadores pues pretendieron ocultar todo lo que les maravillaba de este continente, entendiendo por ocultar, palabra cargada de enorme significado, el sinnúmero de acciones desesperadas para desaparecer las evidencias de una riqueza que abruma y turba a quien la descubre, porque esa pletórica realidad deslegitima con flagrancia superlativa su invasión y conquista, o más aún su derecho a apropiación o saqueo ilegítimos, injustos y destructivos. Dicho esto, se puede entender la carga histórica del título que le confiere Báez a su nueva publicación: El saqueo cultural de América Latina.

Con el presente artículo "1492 Abya-Ayala" se le pone un apéndice a la anterior entrega de tres célebres libros, publicaciones donde se constató que, este territorio, además, del manido nombre de América ha recibido las denominaciones de Indias, Fusang, Beni, Karivana, y ahora -con esta nueva publicación- se agrega el de Abya-Ayala, sobre el que Fernando Báez tiene algo que decir y lo dice después de mostrar su mudo terror por lo que va descubriendo con su investigación:

Mientras investigaba estos datos (etnocidio, transculturación y memoricidio) -dice el autor-, mudo de terror, en las bibliotecas de tres continentes, comprendí que la rapiña sin embargo, no había sido exclusivamente económica; que el genocidio no se restringió a la masacre; que peor que el robo de materias primas fue la destrucción cultural o etnocidio; que cada asesinato proporcionó excusas para aniquilar con más fuerza los símbolos de las víctimas; que cada nuevo atropello demandó una transculturación más acelerada que se tradujo en la más vil desnaturalización y descertificación de la memoria histórica; no fue pues suficiente la extracción y usufructo, sino que se aplicó la exclusión, discriminación, desprecio y rechazo cultural. La transculturación o sustitución de la memoria de América Latina se ejecutó con perfidia… Hasta el nombre del continente fue arrebatado (íd 42).

Portada del libro de Fernando Báez, 408 páginas, valor Bs. 22.

Equívoco que ya se ha encargado páginas antes de aclarar, en su detallado informe impregnado de bálsamo de dignidad, cuando señala con precisión la articulación de la toponimia original con las civilizaciones autóctonas:

Entendí que era primordial indagar en la historia de América Latina, la Abya-Ayala de los aborígenes.

La historia que Báez narra registra como primordial, entonces, el aberrante hecho de la aniquilación de los símbolos de las víctimas, aberrante porque se ejecutó con un desprecio y un rechazo cultural tan enervante que hasta el nombre del continente fue arrebatado y se impuso el de las “Indias”, el “Nuevo Mundo”, la “Vera Cruz” y “América” perdiéndose los nombres que las civilizaciones centroamericanas o andinas empleaban para su continente como fue y es el de Abya-Ayala (íd. 41).

La renominación del territorio se realizó para apropiárse del continente, pero esto sólo fue la coronación del abominable proceso delictivo que echaron adelante con la peor saña, porque aquel proceso de arrebatar la riqueza cultural para depauperar a estos pueblos de todo su patrimonio incluyó la extinción de mil lenguas preexistentes de un total de mil seiscientas cincuenta lenguas que se hablaban con anterioridad. La intensa gravedad de ese suceso consiste en que los seis idiomas importados no poseen los significantes lingüísticos que poseían los términos empleados por las civilizaciones aborígenes, desapareciendo pues con ellos la profunda y amplia sabiduría que condensaban en cada una de sus palabras volatilizadas por una transculturación incompleta, parcial y depauperada (íd. 43).

Dice Báez que procedieron a reducir el número de lenguas al mínimo posible y se aseguró la introducción del castellano, porque se advirtió el papel que las lenguas indígenas podían tener de modo activo en el retorno de los cultos nativos, el castellano pues devoró, por ejemplo, el náhualt y se formó a los niños en el rechazo de la cultura de sus padres (íd. 102). Incluso la música, el canto y la danza fueron prohibidos, pues con ellos hacían sus rituales para comunicarse con lo sagrado (íd. 118, 119). Lo religioso fue la justificación de este ocultamiento, pues siempre se recurrió al argumento falso de que lo que obligaba a esta labor destructiva era la de combatir la idolatría, cuando la realidad era que aquellas maravillas que “veíamos, eran para nos cosas nunca oídas, ni aún soñadas”, que debían ser “anuladas, arrasada, eliminadas y aniquiladas” para romper el “encantamiento que nos produce su admiración”, en pocas palabras aquel “esplendor” que se había descubierto en estas civilizaciones allende del océano debía ser “ocultado” para siempre. De aquí en adelante, en consecuencia, no se debía saber, sospechar o intuir que en este hemisferio había existido Abya-Ayala. Pero fracasaron en ese malsano objetivo, porque los pensadores críticos que estudian la historia de América Látina descubrieron esa verdad incomodísima y desestabilizadora, por supuesto, para los católicos (cultura judeo-cristiana), ilustrados, modernos y occidentales. Dentro de esa categoría de pensadores incómodos se inscribe Fernando Báez y su delirante libro “El saqueo cultural de América Latina”.

ESTE LIBRO FUE ADQUIRIDO EN LA LIBRERÍA CULTURAL, C.C. Costa Verde, por el valor de Bs. 22. Publicado en colección DEBATE, edición 2008, 408 páginas.

Sobre esta trastocadora publicación en los próximos días aparecerán nuevos artículos incomodísimos.

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