América Llánida III: Karivana

16:00 Posted by Perro Senil.

América Andina y América Llánida

Carmen Helena Parés coordinadora de un equipo de investigación de la UCV estudia la América no-andina, para dar a conocer la cultura indígena que se desenvolvía en ese inmenso territorio que va desde las islas del Caribe hasta las Pampas argentinas es decir, la América Llánida. El equipo Parés se aleja del tradicional interés por la civilización Inca, para prestar atención a una vasta área aborigen dejada a un lado como algo periférico y secundario.

Una de las primeras cosas que establece el equipo de Parés es que el aborigen que habitaba esta otra América, mostraba en su práctica cotidiana una vida libertaria sin parangón en el resto del continente, tan poderosa, que los europeos que tuvieron noticias de estas sociedades se imaginaron a partir de ella la “Utopía”. Razón por la cual señala Parés que “Los conquistadores, al menos al principio, pasaron a ser conquistados por la realidad de esta parte de la América que apenas percibían intuitivamente” (Parés, 1995: 13).

Este equipo investigador dice que en el territorio Sudamericano existieron varias culturas, pero que estas se pueden distinguir básicamente en dos, la Andina y la Llánida, y agregan que pesar de las enormes diferencias entre ambas, no se puede hablar de que una sea superior y otra inferior (íd. 14) si se sigue el presupuesto de la Alteridad Cultural propuesto por Piérre Clastres (íd. 19). En ese orden de ideas indican que, si bien la Andina dejó obras monumentales y la otra sólo objetos básicamente utilitarios, ambas sin embargo tienen en común la carga simbólica que le imprimieron a sus patrimonios culturales cada una de sus sociedades, haciéndolas con ese hecho trascendentes independientemente de la magnitud de sus obras.

La monumentalidad de la América Andina, a primera vista, es abrumadora.


La arquitectura de la vivienda indígena amazónica (América Llánida) está concebida dentro un universo simbólico impresionante que la equipara a las obras de las más avanzadas civilizaciones.

Por otra parte el aspecto imponente del gran imperio Andino frente a la constelación de aldeas autónomas de la América Llánida también llama a falacia, puesto que parece deducirse la minusvalía de la segunda frente a la primera, cuando lo cierto es la unidad del conjunto sólo está ausente en apariencia en la Llánida, porque cuando ésta enfrenta la contingencia de una agresión por parte de quienes están organizados con poder central, en esa situación circunstancial se unen para hacer frente a la amenaza. Un poder central, en esas circunstancias queda enfrentado a los temibles poderes colectivos que funcionan en cada aldea que entran en una alianza federativa contra el enemigo.

Otro aspecto interesante de esta temática es que la América de los grandes imperios cuenta con una historiografía, esto es, con realizaciones memorables como el Popol Vuh, el Ollantay, el Calendario Azteca, el Códice Maya; por lo contrario, los pueblos de la América Llánida carecen de esa historiografía convencional u obras escritas, pero no por esto son inferiores, puesto que dejaron huellas en toda la América Llánida con su profusa mitología, con su rico arte, sus manifestaciones etnológicas, su diversidad lingüística y la importante impronta de topónimos por toda esa geografía y lo hicieron de una manera tan nítida que este equipo de investigación de la Universidad Central de Venezuela ha podido seguir estas huellas a todo lo largo y ancho de esta vasto e intricado territorio, de allí el título de su publicación como “Huellas Ka-Tu-Gua” (íd. 15).

Códices precolombinos.

Con Ka Tu Gua este equipo de investigadores hace referencia a la cultura Karive, Tupí y Guaraní. A la cual identifican como de un tronco común, en el cual los Caribes (Karive) tienen un significado muy especial por el papel que jugaban en la defensa de estos grupos y del territorio que estaban erigiendo frente a la amenaza del Imperio Inca, territorio que iba tomando el nombre genérico de Karivana, es decir, se puede aludir desde la perspectiva histórica a la América Llánida como Karivana.


La cultura de la América Llánida es poseedora de un patrimonio mitológico, lingüístico, etnológico, artístico y toponímico exhuberante, es pues de una riqueza innegable para un observador objetivo.


Caribes, Tupíes, Guaraníes y Arawacos

Se sospecha que las manifestaciones de índole étnica, lingüística, económica, artística, política y social que existen entre estos tres grupos constituyen rasgos de una misma cultura, lo cual lleva a inducir la pertenencia a un origen común. Entre quienes señalan que los Caribe son tupí-guaraní está Moisés Bertoni quien indica que el nombre Karive o Karaí (Ver Nota N° 1) es palabra del grupo lingüístico Guaraní, lo interesante del asunto es que utilizan este término para referirse a aquellos hombres que destacan por sus cualidades excepcionales, es decir, con el vocablo Caribe se reconoce a personajes como los chamanes, los guerreros destacados, los principales de la tribu, los exploradores más aventajados, los guías espirituales y los profetas (íd. 61, 63, 64) (N°2).

 Ser Caribe o Karí era una condición espécial en el estatus social de las comunidades aborígenes.

Es de suponer que en el devenir del proceso histórico aquellos hombres a los cuales los Tupí-Guaraní identificaban en sus grupos con el vocablo Karive, Karí o Karaí, es decir, como Señor, terminaron por asumir la palabra como autodenominación. El ser Karaïve, era sinónimo de un modo de vida diferenciado, por diferentes razones, una era que los Karaí se desplazaban por las rutas fluviales y litorales visitando las aldeas donde enseñaban las prácticas chamánicas, y como grandes conocedores del medio trasladaban a grupos humanos enteros a nuevos territorios donde iban a conseguir mejores condiciones, razón por la cual se fueron constituyendo en un grupo prestigioso en el ámbito regional (íd. 17).

Los lingüistas no sólo percibieron que las voces Tupí tienden a confundirse con las Karive, sino que en el fondo de ambas existía un vínculo común, lo cual los llevó a un importante descubrimiento como fue la existencia de una lengua madre y ésta es el Avá-ñe’é, vínculo original entre ambas (íd. 16, 17) (N° 3). Después de establecer ese hecho remoto determinaron que una de las variantes del Avá-ñe’é dio origen a un nuevo tronco lingüístico, el arawac, lengua bastante diferenciada de la tupí-guaraní debido a que este pueblo siguió un curso histórico distinto lo que causó su diferenciación lingüística (íd. 16).

El término arawac no es un autodenominativo, su gentilicio era el de tainos, el término arawac con el cual se les conoce fue un despectivo empleado por los caribes para referirse a esos grupos, puesto que despreciaban su modo de vida agricultor debido a criterios de gestión del medio ambiente. Arawac era para los caribes aquel que no sabe hablar, en este sentido, era un vocablo semejante al que utilizaban los romanos para referirse a las tribus que tenían una lengua para ellos ininteligible, es decir, enrevesada, en consecuencia los llamaban barbaroi por su forma rara de hablar, de donde surge aquello de denominar pueblos bárbaros a aquellos que se consideran atrasados, es decir, los que no hablan claro (N° 4). Pero en el fondo era más bien un rechazo a una forma de vida que ponía en peligro las relaciones simbióticas entre hombre y naturaleza.

Entre los rasgos definitorios de los Karive está su enorme capacidad de movilización, característica ésta que los llevó a marcar su presencia predominante en vastas regiones, este hecho obliga a sustraer el estudio de la cultura Caribe como algo local y abordarlo con un análisis regional (íd. 16). El haber llegado a tener presencia en vastas extensiones, es muy importante para el hecho histórico, porque tuvieron noción del todo, es decir eran los Señores de un inmenso territorio. No era una movilización nómada o seminómada o trashumante, la movilización Caribe era itinerante, es decir, seguía pautas de visitas a las aldeas que surgían a la orilla de los ríos y litorales donde cumplían múltiples funciones cohesionantes como la chamánica, la migrante, la cultural y la guerrera.

Uno de los rasgos más delicado para el tratamiento histórico que se le debe otorgar a los caribes es el hecho guerrero (N° 5), puesto que es la expresión de un complejo sistema de organización política que se ubica a todo lo largo de su territorio frente a los imperios andinos, hecho histórico que se conecta con su noción de libertad y de socialización que buscan preservar, ante la contingencia que se puede presentar de una agresión o invasión de su territorio por parte de las culturas de la monumentalidad (íd. 15).

Por otra parte ese rasgo de intensa movilidad de este grupo se conectó con otro hecho de gran interés, la ausencia de apego a los bienes materiales, que les garantiza la posibilidad de moverse libremente, sin atavíos de una región a otra. Lo cual a su vez se conecta con su concepción ambientalista no monumental que se traduce en el tipo de vivienda, número de objetos limitados, livianos y precarios (íd.22) que les permite desplazar por el vasto territorio a las comunidades que se identifican con ellos, correspondiéndole a los Karaive la conducción en sus incursiones migratorias por mares y por ríos, dejando sus rastros por toda la geografía de su gran cultura, ya que iban denominando todo a su paso, es decir, iban creando un continente, el continente Karibana (íd. 17) donde se respetaba las formas de explotación de la tierra con formas no agresivas.

Los Karaive eran los hombres sabios y valerosos, portadores de la memoria histórica, pero además eran los guías en las migraciones hacia mejores territorios que ellos denominaban como Ivi- Mara-I (N° 6). La mezcla de coraje y sabiduría que les caracterizaba como «los más Señores», les convertía en máximos dirigentes religiosos y en guerreros célebres, lo que los hacía una suerte de Profetas de la Selva (íd. 24, 21) (N° 7). Los Karí en sus recorridos van denominando valles, costas, ríos y montañas con cientos de voces, en este sentido, crean una cartografía del territorio con sus topónimos -el continente Karivana- . Karaí es en este sentido en la mitología tupí-guaraní, el héroe civilizatorio de una cultura eminentemente ética, con ricas tradiciones rituales de vida sencilla, con prácticas libertarias, con prácticas culturales en armonía con el ambiente y, en ese orden de ideas, es el defensor de la relación  indivisible entre hombre-naturaleza (íd. 24).

De allí que cuando los caribes (N° 8) llegaban en sus viajes a una comunidad eran recibidos con festejos (N°9) pues no sólo eran los promotores de un modo de vida que se desplazaba sobre el territorio para ubicar mejores ambientes, sino que además en lo político defendían una sociedad de carácter asambleario (N° 10), así como también eran poseedores de un «ethos guerrero» que estaba al servicio de preservar en el espacio la Civilización Karivana como expresión de una cosmogonía donde se integraba al hombre con la naturaleza o chamanismo (íd. 25) (N°11) (N°12).

Chamán de la Amazonía.

Civilización Karivana

Una de las características más sobresaliente de toda civilización es la de tener conciencia histórica de sí misma, es decir, el de recordar haber tomado grandes decisiones, como por ejemplo aquellas que tuvieron que ver con la ocupación del territorio, llama la atención, en este sentido, las rutas que tomaron las migraciones originarias de los caribes y los guaraní a partir de determinado momento del proceso histórico que tuvieron en común. Estos grupos se desplazaron sobre el continente como si se lo estuviesen repartiendo, de tal modo que las posiciones ubican a los Guaraní en el sur del Brasil y el Paraguay, ubicándose su centro de dispersión por todo este territorio entre los ríos Paraná y Paraguay (conocido como la Mesopotamia austral), y hay quien amplía este campo hasta la región occidental de Bolivia y piensan que ese centro estaba situado en el Alto Amazonas (íd. 16, 17). Los Karive, por lo contrario, empujaron hacia el norte llegando hasta las Antillas donde se enfrentaron exitosamente a los Arawac (íd. 17, 18). Hacia el sur es pues, el área de predominio de los Tupí-Guaraní, mientras que en las fronteras de la Amazonía con los Incas se reconoce la presencia de los Karaí. La región ocupada por los Tupí era, en cambio, costera marítima con penetraciones a través de los ríos del nordeste brasileño (N° 13). Esas posiciones parecen pues responder a una estrategia de contención del Imperio Inca. En el caso de Venezuela tuvieron presencia en dos sentidos, por una parte los caribe penetraron por el litoral atlántico hacia las islas y por la otra los guaraní siguieron por los ríos de Guayana hacia Colombia (íd. 18).

Esta distribución estratégica del espacio es un rasgo civilizatorio de gran importancia, el cual no es concebible si los grupos humanos carecen de memoria una histórica común, porque esta conciencia es indispensable para elaborar estos mapas políticos. Si los Ka-Tu-gua conformaban una Unidad Cultural -no se confunda con uniformidad cultural-, es decir si poseían un pasado común y, cultivaban un relacionamiento frecuente y profundo, entonces, es posible que desarrollasen una memoria histórico-geográfica, y con ella tuviesen una identidad común a pesar de los patrones culturales diferenciados (íd. 20, 21).

El poseer una memoria histórica y una identidad basada en ese conocimiento es una característica de una civilización. El pasado compartido los unía a pesar de que los grupos humanos fuesen autónomos e incluso autárquicos, y esa unión establecida sin un Estado y/o un Imperio toma la forma de una federación de pueblos sin instituciones jerárquicas (N° 14), donde el cemento de la organización provenía de la conciencia histórica de ese pasado compartido que los cohesionaba para actuar socialmente de manera colectiva (íd. 22). En este gran logro jugaron un papel fundamental los Karaí-vé, pues eran ellos los portadores de la tradición oral histórica. Estos líderes itinerantes recorrían periódicamente el vasto territorio manteniendo viva la memoria histórica en las comunidades (íd. 20, 21). Lo importante de todo esto es que esa conciencia histórica asumió una dimensión continental, es decir, por toda la América Llánida fueron surgiendo comarcas conocidas con el término de Karivana, es decir, Karivana era un espacio en crecimiento que abarcaba cada vez nuevos ámbitos regionales. Este tipo de fenómeno no sucedía así con las otras culturas o no tenía la misma fuerza expansiva, creciente y consensual.

Pero por otra parte una civilización se mide por su capacidad de resistencia ante las otras civilizaciones que entran en contacto con ella. En ese orden de ideas como civilización la cultura puede llegar a desarrollar un rasgo guerrero, porque este comportamiento indica los valores que se propugnan y que se defienden, porque de ellos dependen las estrategias de sobrevivencia exitosa que deben pervivir en el universo en el cual han persistido durante milenios. Su historia, en este sentido, es la de sociedades guerreras, las cuales fueron de gran efectividad pues surgieron éstas de un sistema de organización política participativa, igualitarista, distributiva de los recursos, valorativa del aporte de ideas, con gran capacidad para establecer pactos y alianzas y para compartir patrones culturales, con liderazgos obedientes del interés común, con una socialización flexible, con nociones de libertad muy arraigadas, y con una vida individual y colectiva, cualidades todas estas que en su conjunto les concedían un gran poderío frente a las sociedades jerárquicas inequitativas y no democráticas (íd. 15, 17).

En su sistema político todo el que tiene una idea, sea hombre, mujer o niño, la expresa en la Asamblea y, ésta si es convincente es aceptada por la comunidad, no se trata pues de que la imponga una mayoría o una minoría, se trata de participación en la toma de decisiones de todos en ausencia de un poder central. El líder en este sistema político se hace depositario de esas decisiones, que son voluntades de la comunidad, donde la sociedad ejerce de todo su poder para que quienes las asumen se ciñan a sus deseos o de lo contrario lo destituyen. Esto obliga a los líderes a tener sabiduría para interpretar la voluntad general con fidelidad, valor para poder llevarla a cabo y deseo de perfectibilidad para mejorarla, el líder que se mantiene hace méritos y no goza de ningún privilegio, sólo será reconocido su prestigio. Tal sistema crea una organización social que impide la formación de jerarquías y la aparición de inequidades, además, conlleva a la ausencia de mecanismos de sumisión (íd. 21) (N° 15). Como se puede ver, un sistema tal, genera una poderosa fuerza de cohesión en estas comunidades lo cual es decisivo desde dos ángulos, como estrategia de sobrevivencia y como sociedad guerrera efectiva, porque no genera tensiones internas que hagan vulnerable al grupo por falta de unidad. La defensa del sistema se convierte en una reafirmación del modo de vida y, los pactos y alianzas entre diferentes comunidades era una cuestión de ética (íd. 21, 23).

La civilización Karivana pues es una realidad histórica desconocida, no divulgada, permanece oculta ante quienes son estudiosos de los procesos históricos de este continente, Karivana es un continente por descubrirse.


Jefe indígena Raoni asistente a una protesta en Brasilia.

Este continente ha recibido el nombre de
las Indias, América, Fusang, Beni, Karivana.
Es lo que se desprende de los libros
que  se han dado a conocer en esta entrega
con motivo al 12 de 0ctubre de 1492 
Blog interesado por dar a conocer verdades incómodas. 


NOTAS
1. Karaí significa gente, pero como gentilicio de los Karive es un signo de respeto y consideración, equivalente en español a “Señor” (íd. 141).
2. La traducción de caribes se ha hecho en nuestra historiografía como “verdaderos hombres” , es decir, se les ha dado la connotación que se daban los españoles o los portugueses a sí mismos, esa traducción se hizo a través de la doctrina que el catolicismo fabricó para justificar la “tutela” del colonizador, la cual indica quelos indios estaban en minusvalía frente a los blancos, quienes eran los verdaderos hombres y el indígena era un subhumano, esta connotación pues la trasladaron al termino Karí, un vocablo que en realidad se traduce como “gente” o como “Señor” y lo convirtieron en un termino clasista y discriminador al señalar quue con ese vocablo  se quería decir “nosotros somos los verdaderos hombres”.
Los Karí como  “Señores”  advertían a los demás de que no  se debía vivir en una mala Tierra -entendiendo por ésta a aquella donde no  existía una relación adecuada entre el hombre y la tierra- y, propugnaban de que se debía retornar a la Tierra sin Mal (ivi-mara-i) donde existe la abundancia -donde el hombre recibe del entorno lo que requiere y a cambio la cuida y la mejora-. Iban pues de poblado  en poblado portando ese mensaje, de allí que los colonizadores en sus crónicas los asociasen como “profetas”, por otra parte, los karí eran chamanes -sacerdotes-, porque se comunicaban con los espíritus para sanar o predecir.
Es posible que los karí enseñasen técnicas de cultivo, porque se hace referencia a ellos como "quienes tienen la virtud de hacer crecer y engordar las raíces y frutos de la tierra". Cuando los karí llegaban a las aldeas eran recibidos como gente de autoridad en las casas ceremoniales y se celebraba  su llegada con una fiesta que se repite de aldea en aldea, teniéndoseles por hombres sabios y capaces de reafirmar la identidad de las comunidades sobre sus propios valores. Eran tomados por adivinos, médicos y grandes videntes. Todo esto es lo que reza entre los viajeros de Indias en sus relatos acerca de ese pueblo, teniéndolos por hechiceros y hombres de gran sabiduría como promotores de una conciencia colectiva mediante la cual hacían real una gran Confederación de pueblos.
El término “Caribe” por otra parte llegó a representar en la época de la conquista europea, a quienes resistían la invasión, en ese sentido "caribe" era un término que negaba la superioridad de los blancos o como dice Miguel Acosta Saignes, quienes libraban aquella lucha de independencia contra los colonizadores se les asignó el término caribe como sinónimo de “victoriosos” (íd. 61/64).
3. Los términos Guaraní y Tupí son designaciones que arbitrariamente impusieron los europeos. Las dos parcialidades se daban a sí mismos el nombre genérico de avá, es decir, los que hablamos el idioma avá-ñeé. Según la tradición en un tiempo muy lejano ocurrió una gran conmoción que agitó la raza en sus orígenes, ocurriendo la separación de los guaraníes del sur de los caribes del norte, con el correr del tiempo los guaraníes también emigraron hacia el este y hacia el mar, relatos que se confirman mediante las toponimias ubicadas en la cartografía regional (íd. 133).
4. Los Karaives solían denominar a los pueblos rivales, en especial a aquelolos que vivían en una mala relación con la tierra, en ese caso empleraban para ellos nombres despectivos y de marcada carga negativa, como podría ser el caso de los Arawac, en ese caso específico con ese término los trataban como guacamayas -arawacas- para otorgarles una connotación de habladores vacíos y charlatanes (íd. 141).
5. El hecho de hacer la guerra era vivido religiosamente por los Karive. Implicaba una preparación ritual para su ejecución. Invocan a sus antepasados. Daban color a sus cuerpos para atemorizar a su enemigo. La preparación ritual para la guerra  se centraba en la Asamblea, órgano político clave de su actuación, pues es donde convive la palabra y la danza (escenario de un representación de teatralidad ceremonializada). Allí  se arengaba, se hacían gritos de coraje, se entonaban cantos de victoria, se evocaban las grandes figuras autoras de acontecimientos memorables, la elocuencia era importante para convencer al grupo  de ir a la guerra, el discurso era pues parte del rito prebélico (íd. 191/197).  
6. Los Karaive se desplazaban yendo de poblado en poblado, afirmando ser los enviados poseedores del discurso de las tradiciones ancestrales que contenía la memoria histórica de la nación. Se movían libremente en sus regiones en sus visitas itinerantes, en ocasiones proponían a algunos grupos hacer el viaje en búsqueda del ivi-mara-i, la Tierra sin Mal y el abandono de la mala Tierra o ívi-mba´guá. Para ellos Ivi-mara-i era aquel lugar donde no existe el sufrimiento, las flechas cazan solas,los frutos se dan solos sin necesidad de cultivo, la tierra es abundante y el hombre vive eternamente. El deseo de alcanzar esa tierra es quizá la causa principal de sus innumerables migraciones (íd. 60). En el Capítulo “Rastros” de la obra del equipo  de Parés se hace un estudio  de la cartografía y, mediante las toponimias que aparecen en los mapas se establecen esas rutas que seguían buscando aquella Tierra sin Mal o ivi-mara-i, las cuales les llevaron, por ejemplo, a los ríos Tapajós, Negro y Amazonas donde los paisajes antropogénicos que se han observado en “Beni” (Ver Artículo "1000" II: Beni) corresponden a esas características de una abundancia de animales, cultivos, calidad de productos y expectartivas de vida que se señalan para las Tierras sin Mal. En la página ciento cuarenta y siete por ejemplo se incluye la isla Marajó en las proximidades de Santarém donde existe una cultura muy evolucionada (íd. 142/149).
7. Los Karaí-ve o los “más señores” en lengua Avá, fueron una suerte de Profetas de la Selva, portadores de la tradición oral histórica de sus antepasados. Estos líderes intinerantes recorrían periódicamente el vasto territorio donde estaban ubicados sus hermanos y parientes más cercanos (íd. 21) . En su intento de comprender el mundo donde vivían  se preguntaban ¿quiénes fueron nuestros primeros padres?, ¿de dónde provenían?, ¿cómo se llamaban?. y cuenta la crónica que los Tupí-Guaraní decían que en tiempos antiguos llegó un Gran Jefe Caraibe, es decir un Profeta, que les enseñó el uso del fuego y el arte de plantar raíces. Él -el Profeta- rompió una pieza y les pidió la metiesen bajo tierra, asegurándoles que al poco tiempo encontrarían una potente raíz y que el plantío que brotaría tendría la virtud de lo que él acababa de hacer (íd. 57), pues bien por todas las indicaciones del relato se trata de la mandioca o yuca, la cual se convirtió en el cultivo básico de la Amazonía y otras tierras de esta América Llanida, en las cual el tallo de la planta adulta se corta en pedazos y se entierra para que brote la nueva planta.
Las comunidades se reunían alrededor de unos personajes llamados Caraibe, una suerte de profetas que se desplazaban cada cierto tiempo a las distintas comunidasdes Tupí-Guaraní para transmitirles a través de ritos la historia de sus antepasados. En estas reuniones se hablaba del origen de su cultura y de la Tierra sin Mal, asistiendo así a la conmemorización de un tiempo mítico original a través de la presencia de estos profetas Caraibe. Ahora bien ¿quiénes son estos hombres Caraibe? Una referencia mitológica dice que en la Primera Tierra, Ñanderú crea tres dioses: Jakaira, Tupá y Karaí. Ñanderú a Karaí lo nombró dios del fuego y le encargó el crepitar de las llamas y los truenos. Según este relato este dios y sus consortes enviarán las almas de los “Señores dueños de las llamas”. También señala que Ñanderú antes de internarse en el Paraíso, habló a Karaí-Ru-Eté y le dijo: las hileras de las llamas las harás vigilar por medio de tus hijos, los Karaí valerosos, ellos las harán crepitar cada primavera para que las escuchen los que llevan la masculinidad y la feminidad. Ahora con respecto al otro dios que Ñanderúa crea, es decir, Jacaira, éste era dueño de la neblina, y con respecto a Tupá, éste era dueño del extenso mar, por lo que Karaí era dueño de las llamas sagradas. A este Karaí-Ru-Eté, también se le atribuye la creación del Cerdo Montes Grande. Sobre Karaí también se dice que se ejercitó espiritualmente en el centro de la Tierra. Viajó mucho y entre los afluentes obtuvo el estado de perfección, aguiyé, obtuvo el Fervor y se trasladó allende al Mar Grande, donde juntó tierra milagrosa, insdestructible. El volvería a hacer cantar a sus hermanos menores en Ivi-Mbité, porque no todo se regeneró. Son pues los Karaive los iluminados, quienes una vez llegan a la costa, su viaje se interrumpe. Por estos relatos se deduce el anhelo migratorio que caracterizó los movimientos mesiánicos entre los guaraní, basado en la búsqueda de la Tierra sin Mal. Los profetas pues de esta cultura predicen un espacio sagrado o la fuente de la energía de la vida. En su teología Ñanderú hizo sus primeros hijos, la primera danza y el primer plantío mediante sus poderes. Su presencia se perpetúa a través de sus chamanes Payé, Karaí o Karaiva organizando grandes reuniones en las aldeas. El Primer Padre Ñanderú, el gran creador, surge en medio de las tinieblas, guiado por la luz, fuente de toda sabiduría, revoloteaba en medio de las flores y las gotas del rocío, Ñanderú en este relato sorprendente era el no menos sorprendente Colibrí o Tucusito que habita estas selvas (íd. 83/85). Cabe suponer que en su movilidad por todo estos vastos territorios los caribes conocieron los diferentes tipos de agricultura y pueden haber conocido la terra preta o tierra milagrosa, indestructible, es decir, la que no se agota su fertilidad, éste y otros descubrimientos efectuados por ellos pasó a ser del conocimiento de los poblados que ellos visitaban convirtiéndose en los hombres sabios, pues sabían algo muy importante, que vivían en una mala Tierra –tierra roja poco fértil y muy vulnerable- que debían abandonar y trasladarse a una Tierra sin Mal –la de la agricultura inteligente- para ser felices, tal era pues su labor civilizatoria en aquellas inmensidades que recorrían permanentemente.
8. El término Karaí es empleado como signo de abolengo, es decir, indica una ascendencia en antepasados ilustres.
9. Los Caribe fueron muy bien recibidos por quienes les dieron  sus más ricos manjares y también chicha. Los Caribe van de aldea en aldea, adornados con las más bellas plumas que encuentran y con sus maracas, en ninguna aldea se les tiene por enemigos (íd. 60, 62).
10. Comenta uno  de los investigadores del equipo de Parés que el poder político de los Karive Tupí-Guaraní es producto de una racionalidad, de un pensar y de un abstraer. Pero es un poder casi imperceptible, pues no es el del orden y de la jerarquía que se hacen muy visibles, sino que es el de la plena libertad individual, es el de la vida comunitaria, es el del el interés común y el de la persuasión como elemento fundamental para convencer. Las asambleas son entonces democracia pura real y se puede juzgar como aristocrácia mental (íd.  197).
11. En los relatos caribes se cuenta que hubo un tiempo en que los hombres olvidaron las normas de convivencia, y comenzaron a vivir desordenadamente, esa fue la causa de la destrucción de la Primera Tierra. Un solo hombre logró salvarse, de ese hombre nació la línea de las Caraibe Míticos (íd. 58).  
12.El término Karaive fue tomado por los habitantes del territorio americano como negación de la superioridad de los invasores europeos, Miguel Acosta Saignes señala que sólo a los que sostenían esa lucha se les asignó ahora ese gentilicio (íd. 63). Es Gumilla quien recoge el “Nana Karina Roté” y lo traduce como “Nosotros sólo somos gente” y, la otra expresión que registra es “Amucón papopororo itóto nantó” y lo interpreta como: “Todas las demás gente son esclavos nuestros”. Pero esta traslación del Caribe al español hay que enmarcarla dentro del contexto misionero que se sentía amenazado por esa parcialidad y hacia la cual sentía horror y, al mismo tiempo hay que enmarcarla dentro del cuadro histórico de la resistencia, donde a los que no combaten al invasor, es decir,los indios sometidos a los españoles, los caribes los atrapaban y los vendían como esclavos en las Antillas a los holandeses, franceses o ingleses. Los vendían para poder comprar armas de fuego. Es un anacronismo la afirmación de que una sociedad igualitarista o no jerárquica como la Caribe practicase la esclavitud antes de la llegada de los invasores europeos (íd. 170, 171). Por otra parte, la guerra tenía un profundo sentido de supervivencia, porque los guerreros caribes atacaban a aquellos grupos que practicaban Modos de Vida como los que destruyeron la Primera Tierra, y mediante sus victorias iban ampliando el espacio donde funcionaba la Federación de Naciones Karivanas practicantes de una Tierra Sin Mal. En Venezuela una de las comarcas Karibanas era la de Guaicaipuro, ésta fue célebre pues abarcaba los territorios de Aragua, Maracay, Teques y el territorio Cumanagoto. Cuando llegaron los invasores españoles a la Karivana de Guaicaipuro éste se enteró mediante la nación Güiria y de inmediato envió mensajeros a toda la comarca, estableció puestos de vigilancia y estableció alianzas interétnicas con naciones que eran sus enemigas, e así como logra expulsar de esta comarca a Francisco Fajardo, obligándolo a despoblar dos ciudades que había fundado y resistiendo al veterano conquistador Juan Rodríguez Suárez hasta hacerle perder la vida, también derrotó a Luis Narváez y causó gran estrago entre su gente, venció a Pedro Miranda y al Gobernador de Tocuyo, Bernales. La lucha de Guaicaipuro contra los españoles duró siete años y su muerte fue registrada por el cronista español en términos de admiración, la comarca Karivana que había creado continuó la lucha después de su muerte (íd. 174).

Con la agresión europea al continente Karivana los Ka-Tu-gua ordenaron la generalización de la guerra en todas las zonas militares de sus dominios. Los conquistadores eran esperados donde intentaron encontrar nuevos territorios para instalarse. El centro naval de los Karive se encontraba en la isla Guadalupe y sólo hasta 1796 perdieron su último reducto en las Antillas, la isla Saint Vicent. El eje de la lucha, entonces, fue desplazado al continente y reúne a los Karive desde la desembocadura del Amazonas al Cabo de Paria por mar, y desde allí otra línea que culminaba en el Darién. A mediados del siglo XVI, se acrecientan los combates. La base continental de operaciones Karive estaba en la baja Guayana o bajo Orinoco. Por ese entonces Caribana se extendía desde la costa y por el sur hasta las sierras de Acarai y Yumucumaque, además de la costa oriental del golfo de Urubá y la Serranía de Abibé. Y también por el acarayba de los Guaraní, de los ríos Ipané, Jejuí y Manduvir que eran afluentes del río Paraguay, y que fueron escenarios de cruentas batallas.
A todo lo largo de los siglos XVII y XVIII se producen numerosos combates contra encomenderos y misioneros, y cada vez que se creía que la resistencia Karive había llegado a su término, se sucedían nuevas rebeliones. Es así como la fundación de ciudades y misiones no logran perdurar. Los Karive tienen toda la responsabilidad del fracaso colonial en esta importante región. A pesar de los armamentos de los conquistadores, los Ka-Tu-Gua demostraron ser grandes estrategas y, en no pocas oportunidades, salieron victoriosos utilizando los conocimientos del medio, conocimiento que los aplicaron en el diseño de sus tácticas guerreras y en el uso de sus armas. En contra de lo que se supone, los Ka Tu Gua utilizaban en la guerra movimientos rigurosamente ordenados, actuando siempre a la ofensiva y utilizando el movimiento retrógrado hacia sus centros de operaciones, táctica esta que confundía al enemigo con un indicio de derrota. Este hecho infructuoso de someterlos obligó a los Reyes Católicos a finales del siglo XV a ordenar la reorganización de sus milicias. Formaron, entonces, doce compañías de infantería, compuesta cada una de setecientos veinte piqueros, ochenta espiganderos y, redujeron los cuadrilleros a veinticuatro y un abanderados. El aumento de los piqueros se debió a los reveses sufridos con las unidades guaraníes armadas de guaicas o lanzas largas que tenían un efecto predominante.
En 1610 llegaron los jesuitas a Paracuaira, para ese entonces, estos aborígenes habían luchado contra españoles y bandeirantes paulistas. De modo que los hombres de Loyola encuentran a los indígenas en un momento de una terrible persecución por parte de los Mamelucos portugueses y vieron la oportunidad de convertirse en aliados de los Guaraní para librarlos de aquella amenaza a cambio de reducirlos a pueblos. Veinticinco pueblos lograron fundar los jesuitas entre 1639 y 1659 aprovechando aquel momento en que los Guaraní se veían obligados a refugiarse entre los ríos Paraná y Paraguay donde los mamelucos no podían penetrar por lo intrincado del terreno. Los jesuitas pues sellaron un pacto político avanzado y duradero que se constituyó en una experiencia que pudieron exhibir a nivel mundial con sus 32 Pueblos Guaraní. La política Jesuita tenía un carácter internacional y lo que lograron en la Provincia Paracuaria fue conocida en el mundo como la Doctrina Guaraní, esta doctrina consistía en aceptar las normas de la sociedad Guaraní y la conservación de aspectos de su cultura, como la lengua y su organización comunitaria, el resultado fue ensalzado como ideal, pero si se analiza el aspecto económico de estas Misiones se consigue que bajo ese régimen de concesiones obtuvieron una próspera economía al ganarse la voluntad de los reducidos a pueblo lo cual les reportó abundante trabajo, lo que quiere decir que el producto resultante que se quedaba en la comunidad era escaso porque los guaraní sólo aspiraban lo que correspondía a lo necesario para su consumo subsistencial, generándose un importante excedente que los misioneros convertían en capital para el beneficio de su congregación. Esa conciliación fue celebrada, ya que se impedía destruir aquella nación que quedaba al servicio de la acumulación de riqueza capitalista de los jesuitas. En 1750 ese pacto se disolvió con motivo al Tratado de Madrid, mediante el cual España cedía territorio a Portugal, entrando en el trato la entrega de siete Pueblos Guaraní. Esta situación se agravó debido a que los Jesuitas estaban en disputa con los Jansenistas desde el siglo XVI o el regalismo estatal del siglo XVIII los colocó en una posición de debilidad en el seno de los Estados, además, contaban con enormes animadversiones dentro del seno de la misma Iglesia. En estas circunstancias un Marques acusó a la orden jesuita de instigar a la insurrección a los Guaraní para colocarlos como enemigos de la Corona, por lo contrario, los jesuitas habían decidido no desobedecer la orden de desalojo, pero no se puede negar que cuando los Guaraní se sublevaron iniciando con esa acción la segunda Guerra Guaranítica encontraron algunos apoyos entre los sacerdotes. En 1756 los Guaraní escriben al Rey oponiéndose a la entrega de los pueblos, entre otras cosas hicieron constar que:
los portugueses en tiempos pasados mataron a muchos miles de nuestros abuelos sin reservar inocentes criaturas, así no lo creeremos nunca. Veinte pueblos nos hemos juntado ya para salirles al encuentro, y con grandísima alegría nos entregaremos a la muerte antes que entregar nuestras tierras… Nosotros jamás hemos pisado vuestras tierras para mataros y empobreceros y vosotros practicáis lo opuesto ahora.
La rebelión duró más de dos años, obligando a los ejércitos de ambas Coronas a unirse para poder derrotarlos y luego fracasaron en el intento de reconstruir los Pueblos, a pesar de ofrecer a los guaraní la propiedad de las tierras. Los Guaraní se refugiaron en los montes y en la selva se unieron a tribus nativas no sometidas, algunas de ellas incluso eran enemigas tradicionales de los Guaraní (íd. 176/181).
Con la muerte de Guaicaipuro en 1569 no cejó la lucha, durante el siglo XVII ocurrieron enfrentamientos constantes, en especial, en sus dominios antillanos. La cuenca del Guaraspiche en el continente se mantuvo controlada por los Karive, al igual que sus bases principales en el alto Orinoco desde donde emprendieron numerosas campañas y asaltos a las misiones y a los colonos que intentaban penetrar en la región. Gumilla señalaba que las acciones Carive desde 1733 cerraban los caminos a todo intento de conquista, y señalaba como muy importante darles un asalto, reprimir su osadía, y con esto aquietar las demás naciones, con las cuales es moralmente imposible hacer misión mientras haya Carives en el Orinoco. Los encuentros entre los Karive y los españoles no cesaron hasta finales del siglo XVIII. Cassani, Gilij y Gumilla, llaman continuamente la atención sobre el peligro Carive, dicen que son un obstáculo para establecer el poblamiento. En 1745 Aranguren propone el establecimiento de un comercio fluvial entre el Nuevo reino, la Nueva Guayana y Trinidad, a través del Orinoco y el proyecto fue impedido por los Karive. Depons refiriéndose a los Karive dice: España en treinta leguas de costa, desde la desembocadura del Orinoco hasta el Cabo Nassau, no cuenta con una pulgada pues sus habitantes Karive han defendido su independencia de tal manera que nunca se ha logrado convertirlos, reducirlos, ni vencerlos, y son de hecho y de derecho tan libres como antes del descubrimiento (íd. 181, 182).
13. La conciencia histórica de los Ka-Tu-Gua se desprende de sus relatos. Señala la leyenda de los Tupí-Guaraní que: Dos hermanos llegaron al Brasil y se multiplicaron formando dos inmensas familias, cuando resolvieron separarse la del hermano Tupí se quedó en Brasil y la del hermano Guaraní partió hacia el  sur donde se fijó y llevó sus dominios, estableciendo su señorío  por todo el Río de la Plata. Lo cierto es que a) navegó hasta el río Orinoco, b) contrarrestó el poder formidable de los Incas (íd. 133, 65), c) la nación Guaraní estaba dividida en numerosas tribus, separadas entre sí, ocupaban casi todo el litoral del océano Atlántico desede el grado 32 de latitud austral hasta las Antillas, donde bajo la denominación de Caribes se posesionaron de aquellas islas, allí masacraron a los hombres y se quedaron con sus mujeres taínas (arawacas) y luego se extendieron hasta el pie de los Andes peruanos. Organizaron pues a todas las naciones pequeñas que quedaron encerradas en los territorios donde ellos pasaban a ser los predominantes para contener a los Incas, de tal modo que esas naciones les tenían por quienes tenían la capacidad de proveer la fuerza para poder vencer en la guerra a los enemigos. Los Karaive así mismo condujeron a través de ríos y mares a contingentes de los suyos para hacer la guerra a aquellos grandes reinos de los Andes (íd. 63, 64, 65). El nombre Guaraní es una corrupción de la palabra guaraní que significa guerrero o guerrera, nación que se vanagloria de ser la más guerrera, era la nación más poderosa, pues se extendían por la costa de Paraguay, y tierra adentro partían términos con el Brasil, habiendo adquirido tan dilatado territorio con el poder de las armas, en cuyo ejercicio eran tan diestros, como frecuentemente versados (íd. 69). Todo lo cual hace suponer que estaban creando en la América Llánida un continente Karivana  para contrarrestar a la civilización imperial Inca que tenían un Modo de Vida diametralmente opuesto al suyo -los caribes rechazaban el Modo de Vida urbano-. Es dentro de este contexto que se puede entender su actividad guerrera con una perspectiva histórica que tiene sentido fundador de una civilización no urbana inédita –aunque parezca una paradoja una civilización sin ciudades (civi: ciudad)-. Y es dentro  de ese marco que se puede valorar al indio Guaicaipuro y su defensa de su comarca Karivana ya no sólo frente a la América Andina sino, además,  frente a Europa. 
14. Estos pueblos tribales organizados en aldeas, sociedades autárquicas y autónomas, existían políticamente independientes dentro de un mundo más amplio de la Nación o Federación de Naciones, lo cual les permitía el mantenimiento de sus normas sociales particulares, prepararse para las guerras en un momento dado, y hacer avanzar migraciones religiosas guiadas por los célebres profetas Karaive. La organización política de los Ka-Tu-Gua se basa en la noción federativa de naciones emparentadas, que en momentos de contingencia se unían en torno a sus líderes para atacar  el problema, regresando a su comunidad una vez pasado el peligro, preservando así la libertad de su ámbito, teniendo por base ética el respeto de las decisiones individuales y colectivas. En sus reuniones no se contestan, no se contradicen, más bien tienen por costumbre repetir el discurso que el otro les dice para mostrar que comprendieron y, para testimoniar el respeto que les merece, tal era su principio de comportamiento civilizado y, este principio permitía lograr realizar en la instancia más alta la concreción real de una Federación de Naciones Karivana (íd. 167). Ese gran poder colectivo fue puesto a prueba con la invasión europea, mientras las sociedades jerárquicas de los Andes se derrumbaron como un castillo de naipes a inicios de la conquista, la América Llánida resistió tres siglos a los intentos de conquista (íd. 190). La forma democrática, igualitaria, respetuosa del individuo, la posesión de una cosmovisión y una cosmogonía que no divide el mundo en fragmentos sino que por lo contrario copnsidera que todo está unido explica la fortaleza que exhibieron ante las civilizaciones invasoras.                                                               15. Los dioses no requerían templos, porque no tenían reyes, los dioses danzaban con ellos en sus montes, confundidos con sus árboles y animales, porque eran una sociedad igualitaria que no necesitaba segregar a las divinidades a un trono, ya que sus líderes en vez de mandar a los demás lo que hacen es obedecer lo que la Asamblea decide. Los gobernantes no quedaban investidos de poder, sino sometidos al poder de la comunidad, de allí que no gozaban de privilegios, porque ninguna ley sometía a todos los individuos miembros de la comunidad, lo que existían eran principios, como el del cuidado y el respeto, que eran norma de vida y guía de la conducta y del comportamiento. Dentro de la aldea cada quien tenía una obligación que cumplir, cuyos frutos serían repartidos equitativamente entre todos, disfrutaban el baneficio del esfuerzo colectivo los niños y los ancianos. No eran una utopía eran una realidad ubicada en tiempo y lugar, era una cotidianidad de un mundo gestado y en marcha, era una Asamblea donde cada miembro era dueño de la palabra, la palabra de cada uno no era ignorada por el pensamiento colectivo, el intelecto era profundamente democrático, porque no excluía a ningún individuo, ni por edad ni por sexo ni por oficio ni por ningún parámetro discriminatorio. Y la palabra libre e igualitaria se convertía en un patrimonio oral que se transmitía de generación en generación (íd. 99, 100).                                                                                                                                               X. Otros aspectos de una civilización corresponden a su vida religiosa. Las crónicas escritas por los viajeros de indias muestran que estos sistemas religiosos evidencian una “estética del alma” colectiva que se expresa a través de una rica simbolización del vivir aborigen. Los símbolos en este caso son imágenes poéticas, lo que se pone de manifiesto cuando, por ejemplo, describen al alma como gotas de rocío que recogen las hojas en la madrugada. La religión se expresa así, pues, con metáforas, donde el mito es una construcción teórica que debe ser acompañada de un rito para explicar los fenómenos de la naturaleza cargada de imágenes, de este modo la flauta produce un sonido en el cual los hombres pueden escuchar a las serpientes (íd. 191). La religión, en este sentido, cumple su papel clave de religar todas las cosas para que no se separen, de unir, de integrar, de crear la unidad indivisible y el tiempo circular donde todos los seres vivientes nos encontramos y nos transmutamos, es pues, el chamanismo que los piaches caribes enseñaban a practicar a todas las tribus cuando visitaban sus aldeas, pues enseñaban en ellas su religión.       Z. Se emplea el término Karive con "k"en vez de Caribe con "c" para adaptar el texto a la grafía Tupí-Guaraní, Caribe es según las fuentes españolas, Caraïbe lo es para las fuentes francesas, Karaibe para las alemanas, pero en la aborigen proviene de Karaí que es el vocablo que se utiliza para el gentilicio que estos grupos se dan  a sí mismos (íd. 136).

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