Revolución de la riqueza IV: Cerebro externo
Artículo de 3 páginas de extensión.
Para explicar la revolución que traerá la nueva riqueza los Toffler contrastan la vieja riqueza con la nueva riqueza, al hacerlo nos invitan a desarrollar como naciones la segunda, porque ésta es la que cambiará el rumbo del sistema y tal vez al sistema mismo. En su trastrocador libro nos ingresan dentro de ese nuevo mundo que está en plena irrupción, confrontándonos con asuntos que estimulan reflexiones trastrocadoras:
El conocimiento: Su valor, su cualidad y sus efectos
Se gastan fortunas intentando estimar el tamaño real de las
reservas globales de petróleo. Pero al cabo de medio siglo de haber empezado la «economía del conocimiento», ¿Se sabe a cuánto asciende la
reserva del conocimiento en el mundo? ¿Hasta qué punto vale saber con cuanto conocimiento contamos? ¿Y cuál es
su valor? (Toffler, 2007: 159).
El conocimiento se ha convertido en uno de los componentes de
crecimiento más rápido en nuestro entorno económico y social (ídem). Cuanto más
petróleo utilizamos, menos nos queda. Por el contrario cuanto más conocimiento
utilizamos, más del mismo creamos, no se desgasta, por lo contrario, crece
(!!!). Con la nueva economía del conocimiento, ya no se puede definir esta
disciplina, como la ciencia de la asignación de recursos escasos. El
conocimiento es, en esencia, inagotable. Esa es su inapreciable cualidad (íd. 160).
Los conocimientos
tienen poderosos efectos sobre la riqueza del mundo real. Acelera la
innovación. Genera productos de más valor añadido. Sin embargo, el impacto del
conocimiento en la creación de riqueza ha estado y sigue estando
equivocadamente infravalorado (ídem).
El conocimiento: Cambió el desarrollo de los EE.UU.
A pesar de que Estados Unidos sigue siendo una gran potencia
industrial, menos del 20 por ciento de su población activa trabaja en ese
sector. Hasta un 56 por ciento trabaja
en el sector comercial, financiero y de servicios, estos no son trabajadores
musculares. En esa nación la categoría de crecimiento más rápido es la de los profesionales,
son los de mayor conocimiento intensivo. Esas personas desarrollan trabajos
relacionados con el pensamiento. Están generando, procesando y transmitiendo
conocimiento (íd. 161).
Una buena proporción de los trabajos manuales requieren operaciones relacionadas con el conocimiento.
Y eso no se contabiliza. El conocimiento que todos utilizamos para crear
riqueza incluye conocimiento tácito o implícito difícil de cuantificar,
está almacenado en nuestros cerebros. Estamos
«informados» de todo lo que rodea e incide sobre nuestro trabajo. Por otra parte el
trabajo en equipo requiere de un tipo de conocimiento, y lo tenemos. De allí que para realizar mejor
nuestro trabajo es indispensable que se produzcan cambios en nuestro
conocimiento. El conocimiento incide en la economía real (ídem).
Se requiere conocimiento sobre el conocimiento
El conocimiento es vital en la vida
cotidiana y en los esfuerzos productivos, y se da por un supuesto. Ese fondo de
conocimiento con el cual realizamos las actividades, por estar en un segundo
plano, pasa desapercibido para los economistas, y lo tratan muy poco adecuadamente. Para crear el núcleo de la
economía del mañana, necesitamos conocimiento sobre el conocimiento (ídem).
Los equipos de trabajo, las
empresas, las industrias, las instituciones y economías enteras desarrollan, en
un momento dado, su propia reserva de conocimiento colectivo. Una parte se encuentra almacenada en nuestros
cráneos, este es un taller en el que de continuo sumamos, restamos, combinamos
y reordenamos cifras, símbolos, palabras, imágenes y recuerdos, ligándolos con
emociones para formar nuevos pensamientos (íd. 162).
Dichos pensamientos adquieren
formas y mayor significado, y a menudo se convierten en acciones. En el espacio
mental se produce opinión, la cual es una fuerza de cambio en todos los
órdenes. Con datos y conceptos entrelazados, cuidadosamente superpuestos o
vinculados a otros conceptos elaboramos esas valiosas opiniones. Ese espacio
mental está casi siempre en actividad, es un lugar dinámico y agitado que
trabaja sin descanso, incluso mientras dormimos. Allí de continuo el
conocimiento está mutando, generando conocimiento relevante que se añade sin
cesar a la reserva de conocimiento (íd.
163).
El conocimiento: Se almacena dentro y fuera del cerebro
El conocimiento relevante se
almacena en el cerebro, pero la mayor cantidad acumulada del conocimiento del
mundo se encuentra almacenada fuera del cerebro. En todas las épocas han
existido soportes para almacenar el conocimiento, en la más remota antigüedad
en las paredes de las cavernas con pictogramas o ideogramas, hoy en los DVD con
un lenguaje binario. Hemos construido un megacerebro que funciona a velocidades
sin precedentes y que acumula cantidad de conocimiento de todas las épocas. Lo
que se almacena fuera del cerebro es ahora mayor de lo que se almacena adentro de
él (íd. 163, 164).
El megacerebro se objetiva en soportes como los DVD
Ese «cerebro externo» se expande
sin cesar, y lo que almacena equivale a medio millón de nuevas bibliotecas del
tamaño de la Biblioteca del Congreso de Washington. Hoy existen seis mil
quinientos millones de cerebros humanos, portadores de conocimientos
relevantes, esa acumulación se constituye en la reserva de conocimiento de la
especie humana. Ambas reservas son una riqueza revolucionaria (íd. 164, 165).
El conocimiento: Es riqueza revolucionaria
Gracias a la revolución de las
comunicaciones y sus redes, hoy ese conocimiento se organiza, es alcanzable y
es distribuido. Se marcha hacia la creación de un metasistema de conocimiento
global. El fundamento profundo del conocimiento transforma los vínculos
existentes en el tiempo y en el espacio.
Si reconocemos el poder de estos nuevos vínculos, podremos apreciar que
el conocimiento es una riqueza revolucionaria, cualitativamente distinta a la
riqueza que sirvió de base a todas las épocas anteriores (íd. 165).
Lesk calculó que la memoria
total de todas las personas vivas en la actualidad es el equivalente de mil
doscientos petabytes de datos, lo que suena muy fuerte. El desafío es
transformar esa información que poseen -sumatoria de datos- en conocimiento, es decir, lo que sabemos en
realidad, esto es, las interconexiones lógicas existentes entre ellos y los
conceptos, la cognoscibilidad, el
conocimiento significativo, el conocimiento profundo. Si asumimos ese reto como
naciones, ese fundamento de cambios, será tal, que sería insuficiente para
describirlo el uso de la palabra revolucionario. Una profunda convulsión en el
sistema del conocimiento mundial puede estar acercándose a su punto crucial
(íd. 165/167).
Aprender a gestionar esas
reservas (íd. 163), aplicar nuevas alternativas epistemológicas, organizar el
pensamiento con otras modalidades, desarrollar aún más el enfoque de la lógica,
nos ayudará a desplazarnos hacia ese necesario y urgente futuro (íd. 165).
Incomodísimo.com piensa que la
economía basada en el dinero puede irse quedando a la orilla del camino por el
que transitamos en esta promisoria época. Pero para que esto ocurra es
necesario que el Estado se transforme en redes de individuos individuos asociados e indignados que asuman el liderazgo de este
petacambio. El cerebro externo crea las condiciones objetivas para este parteaguas de la historia, proceso que provocará cambios con los cuales no ha soñado ninguna revolución. Las sociedades del conocimiento están sustrayendo por vías inéditas el poder a las corporocracias y a las elitecracias ilustradas y modernas. Un fantasma de indignación y de conciencia avanzada recorre al mundo, es el fantasma de la neoriqueza.
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