Carson VIII: Gran Negocio

7:10 Posted by Perro Senil.

En los Estados Unidos las pulverizaciones aéreas son una «pasmosa lluvia de muerte» que se lanza sin discernimiento desde el aire sobre bosques, plantíos y ciudades. Son millones de acres de terrenos sometidos a campañas masivas. Operaciones basadas en una enorme exageración de la necesidad de las mismas (Carson, 2001: 127).

Estos programas no alcanzan a realizar sus propósitos. Es el caso de la polilla egipcia, esta permanece en Estados Unidos desde hace cosa de un siglo. Pero es en el siglo XX que la guerra total del Departamento de Agricultura contra este insecto empezó a escala ambiciosa (íd. 128). Rociaron huertos y granjas, lagos y marjales, también los suburbios. El malestar causado trajo las quejas de los ciudadanos que llegaron incluso hasta los tribunales (íd. 129).

Las pérdidas por estas lluvias de muerte fue cuantiosa, pero los contratos concertados con una firma fuera del Estado, sin dirección y sin el requisito legal de registrarla libró a los empresarios encargados de la fumigación de las querellas judiciales por los daños infringidos a los ciudadanos y a la Naturaleza. Un testimonio del destrozo decía «Es una cosa verdaderamente angustiosa eso de pasar por un jardín en mayo y no oír un zumbido de abeja» (íd. 131).

 El balance del «gran negocio» es que sus promotores obtuvieron enormes ingresos, pero la polilla egipcia reapareció después de ser aplicado este desastroso programa, la dispendiosa operación le salió cara a los contribuyentes, en realidad no había servido de nada (ídem).

El Departamento después de este fracaso se olvidó de la polilla y se embarcó  en otro plan más ambicioso, esta vez prometían el «descaste» de la hormiga roja. Un insecto que no estaba en la lista de plagas, pero que los burócratas lo describían como un azote y un asesino de pájaros, ganado y hombres, emprendiendo una de las campañas publicitarias más notables de su historia. En la propaganda cinematográfica se montaron escenas horrorosas, la hormiga roja fue descrita como seria amenaza a la agricultura y vida silvestre. Además su picadura era inminentemente peligrosa para la salud humana- Nueve estados del sur debían ser pulverizados, para lo cual ganaron el apoyo en el Congreso (íd. 132, 133).

En edificios como este -Congreso de los Estados Unidos de Norteamérica- se someten los programas que van a ser aplicados en la nación, es probable que estas campañas de fumigación contra la polilla egipcia y las hormigas rojas fueron aprobadas, porque se esperaba librar a los EE.UU. de unas serias amenazas insectiles, pero también porque por sus costos, escala e involucramiento de diferentes actores del mercado sería un estímulo para la economía norteamericana, es decir, ayudaría a registrar tasas de crecimiento del producto interno bruto. El asunto es que esas campañas las pagan los contribuyentes y estos al contrario de aquellos actores del mercado en vez de resultar beneficiados resultaron perjudicados, porque al contaminar el medio ambiente se desvaloriza el patrimonio público, lo cual es lo mismo que empobrecerse mientras aquellos se enriquecen. El problema del siglo XXI es que sí se traslada esa agricultura industrial y química con las transnacionales del alimento hacia Nuestra América, se llegue a ver  actuar en nuestros Congresos o Asambleas nacionales a quienes propongan a las cámaras deliberantes esas masivas fumigaciones contra las “plagas” insectiles, que enriquecen a unos pocos y depauperan a todo un colectivo.

Los datos estadísticos y científicos recabados de diferentes fuentes, incluidos los informes del mismo Departamento de Agricultura y de la Sociedad Entomológica, no respaldaban las aseveraciones alarmistas, por lo contrario  señalaban: «los daños en las plantas son raros en general», «no se ha recibido ningún informe de destrucción de ganado». Y en cuanto a la incidencia en la salud humana, se registraba que sólo se había producido una muerte de un individuo sensible a la picadura de insectos, en contraste, en sólo un año las picaduras de abejas y avispas habían provocado 353 decesos, sin que a nadie se le haya ocurrido la propuesta de «descastar» a estas especies (íd. 133).

El «gran negocio» de combatir a las hormigas rojas paradójicamente produjo los resultados nefastos que se le endilgaban al insecto, los venenos utilizados en esta campaña crearon verdaderas devastaciones en la vida silvestre y la muerte de aves de corral, así como infligieron pérdidas a la ganadería y problemas serios en otras bestezuelas domésticas como cerdos y cabras. Entre los pájaros las estadísticas negativas son sobrecogedoras. Esta situación sólo se produjo en terrenos tratados contra las hormigas rojas ¿qué hay del ganado de leche que pasta en esas tierras? ¿Acaso se tomaron o no precauciones para proteger a nuestros niños que toman leche de esas vaquerías? la respuesta es negativa (íd. 134/137).

Este programa del Departamento de Agricultura en la práctica era más caro, más perjudicial y menos eficaz que otros métodos de control alternos. No sólo no se destruyeron de un modo permanente las hormigas rojas, sino que al combatirlas se eliminaron colateralmente a las especies predadoras de insectos, lo cual provocó el resurgimiento impetuoso de insectos destructores de cultivos. Ahora hay más que nunca terrenos infestados que cuando se inició el programa (íd. 139). Irónicamente los métodos alternos tienen un gran defecto en una economía mercantilizada, no poseen la enorme ventaja de constituir una extraordinaria oportunidad de concretar un «gran negocio».

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