Carson VI: Descastar

5:26 Posted by Perro Senil.

Sobre crecientes extensiones de Estados Unidos, llega ahora la primavera sin ser anunciada por el regreso de los pájaros, y los tempranos amaneceres están extrañamente silenciosos. Este repentino silencio, esta obliteración del color, de la belleza y del interés que los pájaros confieren a nuestro mundo, ha venido insidiosamente y sin ser notado avanzando sobre comunidades aún no afectadas por la carencia del canto de las aves. ¿Qué es lo que está haciendo el hombre de nuestro perfecto y bello mundo? (Carson, 2001: 89, 90)

La población volátil ha sufrido una increíble reducción, creando asombrosamente el fenómeno de «espacios vacíos», despoblados por completo de toda vida volátil. ¿Cómo empezó esta pesadilla? El olmo americano es un árbol que forma parte de la historia de millares de ciudades de los Estados Unidos, con este árbol se llenaron grandes espacios, sin saber que la carencia de variedad era abrir la puerta al desastre. Ciudades enteras alineaban exclusivamente olmos en sus calles, convirtiéndose este árbol  en emblema nacional. En el año de 1930 una enfermedad proveniente de Europa empezó a ser transmitida por el escarabajo del olmo, el mal se extiende del árbol enfermo al sano por este insecto y, para dominar el mal se dirigieron los esfuerzos a exterminar el insecto portador. Potentes pulverizaciones dirigieron un torrente de veneno para matar a los escarabajos del olmo, llevándose consigo también a la muerte segura a las abejas y arañas, pero también a las aves ligadas al olmo americano como el petirrojo (íd. 91, 92, 100).

Olmo americano

El torrente de veneno forma una película sobre las hojas y la corteza, y sobre los escarabajos. Las lluvias no lavan esa fina película de veneno. En otoño las hojas caen a tierra, se acumulan en lechos empapados y empieza a fundirse con el mantillo. En ese proceso ayudan las lombrices de tierra, se tragan el insecticida al alimentarse de las hojas descompuestas, algunas mueren, pero otras sobreviven para convertirse en «amplificadores biológicos» del veneno, lo acumulan en el aparato digestivo, en la sangre, en las venas, en los nervios y en las paredes del cuerpo. Cuando la primavera regresa llegan con ella los petirrojos, quienes consumen las lombrices, sólo 11 pueden transferir una dosis letal para esta ave. Los pájaros que no mueren pueden verse cernir sobre ellos la sombra de la esterilización. Los análisis demostraron las altas concentraciones tóxicas en sus testículos y ovarios que la ocasionaban (íd. 92, 93).

Los pájaros en general, han disminuido tanto como en un 90 por ciento en algunas de las ciudades pulverizadas. Han sido afectadas las especies que se alimentan en la tierra, en las ramas, en los troncos y las aves de presa. Estos pájaros envenenados provocan víctimas secundarias entre los animales que las cazan. Otra pérdida, es el resultado de la muerte de aves que libran a los árboles de plagas, ese importante papel de los pájaros en la limitación de los insectos se pierde y estos árboles sucumben a los ataques de insectos que los dañan. Lo que se traduce en inmensas pérdidas, las cuales se suman a los enormes gastos en pulverizaciones que no producen resultados duraderos, se está pues con esta opción al final peor que al comienzo del ciclo. Después de estar durante diez años fumigando a los olmos para librarlos del escarabajo, vino un año húmedo que trajo condiciones especialmente favorables para el escarabajo y la mortalidad de los olmos creció en un 1.000 por ciento (íd. 96/98).

Esta historia del olmo y el escarabajo se repite donde hay mucha agricultura, en todas esas áreas parecían haberse producido las mayores pérdidas, después de haberse ejecutado multitud de programas para resolver problemas con los insectos (104, 94). El intento de «descastar» al escarabajo del olmo o a cualquier otra criatura que pueda molestarnos mediante los productos químicos como el aldrín, dieldrín, paratión, percloruros o similares han resultado inconvenientes para la vida silvestre, el ser humano y la economía. ¿Quién tiene el derecho a pretender crear un mundo sin insectos –o sin aves que se alimenten con mazorcas de maíz-, quién tiene el derecho a decidir a crear un mundo estéril? Esa decisión autoritaria de alguien revestido de poder temporalmente afecta a millones de individuos, para quienes la belleza y el orden de la naturaleza en el planeta tienen un significado profundo e imperativo. Nadie puede arrogarse el derecho a «descastar» las criaturas que pululan en este planeta (íd. 104/107).   

La agricultura de fumigaciones masivas se va a trasladar en el siglo XXI desde los países avanzados hacia América Latina, trayendo consigo todos esos males que Rachel L. Carson señala ocurrieron en el siglo XX en los Estados Unidos de Norteamérica. La biodiversidad de nuestro continente atraerá irresistiblemente a la Unión Europea a penetrar el campo de este continente, lo cual es un camino para salir de la crisis económica en la cual están sumidas esas potencias, repitiéndose los eventos infames del siglo XVI en el siglo XXI. Las fuerzas históricas que se están poniendo en movimiento, con estos planes, no están siendo analizadas del modo debido por quienes se dedican al estudio político y a la acción crítica en Nuestra América. Escenas como la de esta fotografía son las que amenazan al descomunal sistema ecológico de este continente que respira con su pulmón amazónico para mantener la dinámica vigorosa de este cuerpo astral, pero que en el futuro próximo puede estar inhalando los productos venenosos del Gran Negocio -asociado a la corrupción de funcionarios gubernamentales y autoridades de los Estados-.

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