Carson VII: Comensalía

12:22 Posted by Perro Senil.

Velar por la producción de alimentos ecológicamente sanos es lo único que permite el gozo absoluto de la celebración del sacramento de la comensalía, porque es absolutamente injusto asegurar la ingesta del ser humano empobreciendo al sistema vida que lo sustenta. Alimentarse emponzoñando el mantillo, el manto verde, los océanos, la biosfera entera, no tiene nada de sagrado y si todo de indigno. Sólo lo que propenda, entonces,  a mejorar el metabolismo de la Naturaleza justifica y hace  válido los métodos y mecanismos que se utilizan para intensificar la capacidad de crear riqueza alimentaria. Es imperiosamente necesario, en consecuencia, producir con métodos y mecanismos que pletoricen la existencia humana respetando los Derechos de la Naturaleza, porque no se puede producir, por ejemplo, papel, condenando a la inanición a la descendencia de los salmones, hermosos peces que llevan a cabo el ritual de la reproducción de su especie en las cabeceras de los ríos, para concluir así espectacularmente su fascinante ciclo vital en medio de un bosque de coníferas.

En el capítulo “Ríos de muerte” Rachel Carson narra la historia del salmón que muere de hambre, porque las pulverizaciones químicas han eliminado los insectos de los que se alimentaban estos hermosos peces. Dice: Los insectos del agua habían muerto, y no quedaba qué comer para el salmón (Carson, 2001: 110). Y agrega: Es necesario muchísimo tiempo, para que esos insectos vuelvan a constituir número suficiente para alimentar una población normal de salmones. Tiempo medido en años. Las especies más pequeñas, como moscas y mosquitos,  se rehacen con bastante prontitud. Esos son alimentos adecuado para los salmones más pequeños. Pero no se produce tan rápida repoblación en los insectos acuáticos mayores, de los que dependen los salmones de dos o tres años (íd. 111).

La invasión de plaguicidas que se emplean para proteger los bosques de los insectos amenaza tanto a la pesca recreativa como a la comercial (íd. 116). Y, lo dramático, es que las colonias de orugas que se combatían porque defoliaban a los pinos, árboles básicos para la producción de papel, se habían hecho resistentes y por tanto el plan fue del todo ineficaz (íd. 111). Lo mismo ocurrió con las rociadas de millones de acres para exterminar la hormiga roja, el pescado adulto, como las lubinas y ruedas, murió en los días que siguieron al tratamiento. Igual las matanzas de ranas y otros seres vivos de agua, incluidas especies que no existen en otras partes del mundo (íd. 117). Todo esto ocurrió porque hubo lluvias densas y frecuentes que arrastraron los productos químicos rociados en las granjas hacia los ríos que se transformaron en «ríos de muerte» (íd. 118).

Las marismas reciben, también, esas sustancias indeseables, y allí la vegetación del mar, el plancton,  puede perecer lo que puede causar devastación entre los moluscos como las ostras y las almejas. Desde las granjas, todos los días, los plaguicidas avanzan hacia los estuarios, marismas, bahías y otras aguas costeras que reciben la carga infectadas de las corrientes que fluyen hacia lagos y mares (íd. 121), y miríadas de peces y crustáceos que son cosechados en los océanos corre, en el peor de los casos,  el peligro de ser exterminados, o en el caso de sobrevivencia, entonces, quedan contaminados y esos tóxicos químicos pasan al hombre que los consume (íd. 122/124).

Una extraordinaria fuente de comensalía para la humanidad está seriamente amenazada, hay que apartar los venenos de nuestras corrientes de agua para salvar la vida de los océanos y para propender en el futuro a resolver los problemas de la comensalía para todos los seres humanos ¿Cuándo reclamará el público con furibunda indignación contra esta guerra no declarada a esos reservorios gigantescos de alimentos por parte de quienes creen en la eficacia de los plaguicidas? (íd. 125). Carson señala que debemos hacer amplio uso de métodos alternos ahora conocidos y entregar nuestro entusiasmo y nuestros recursos a desarrollar otros (íd. 115). Para incomodísimo.com la ciencia del control de la naturaleza debe ser intensificada mediante investigación y desarrollo y, como capítulo estelar, las transnacionales de los venenos deben ser detenidas con reclamos públicos furibundos 
El mar está destinado a ser el gran paliativo del hambre que asola a la inmensa mayoría de la humanidad, sembrar en sus océanos peces y moluscos y cosechar ese esfuerzo, en especial, para los comensales hambrientos está en la agenda de la liberación del hombre de la pobreza, sin embargo, este objetivo supremo pasa, primero, por arrebatar ese medio ambiente de las garras de las naciones mezquinas -las más ricas- que lo vacían sin sembrarlo y, segundo, librar a los océanos del terror de los envenenamientos originados en los predios de la agricultura química, la cual es uno de los más colosales problemas que se enfrentan en este incompleto y deforme mundo moderno. En la foto ejemplares de atún capturados por buques equipados con equipos industriales.

0 comentarios:

Publicar un comentario

INSTRUCCIONES:
1.- Escriba en el recuadro su comentario.
2.- En "Comentar Como" seleccione Anonimo si no tiene cuenta de correo electronico de las opciones allí ofrecidas.
3.- Siga las demás instrucciones.