Carson IV: Riqueza / Pobreza

12:02 Posted by Perro Senil.

La riqueza del planeta depende de la trama vital que se teje con las relaciones íntimas entre unas y otras plantas, entre plantas y animales y entre el manto verde de la tierra con el mantillo, ese complejo metabolismo está amenazado por «gran negocio» de nuestros días, la producción de «matamalezas» (Carson, 2001: 61).

La maleza y la perdiz parecen hechas la una para la otra, cuando se reduce la maleza, empiezan a disminuir las perdices, esos matojos lo son todo para estas aves. Lo mismo sucede, por ejemplo, con el antílope y el venado, para estos los jarales son su forraje de alto valor alimenticio en tiempos de sequía, temporada en la que los pastos desaparecen, además, los jarales se caracterizan porque durante los incendios sus semillas pirófilas quedan listas para restablecer la vegetación de matorral sobre el terreno asolado -la semilla de estas especies germina ayudada por el fuego-, lo que impide la degradación del  suelo y de la vida que allí se sostiene. Animales y plantas constituyen, pues, un sistema natural en perfecto equilibrio (íd. 63).

En nombre del progreso se están organizando las cosas para satisfacer las insaciables demandas de los ganaderos que desean más terrenos para pastos. Así, en un territorio donde coexistían los herbazales y los matorrales, son sometidos a las pulverizaciones de los matamalezas, bajo el amparo de las oficinas gubernamentales y el entusiasmo de la industria, la cual promueve y alienta el extenso mercado que va desde esos productos químicos hasta la fabricación de una serie de máquinas para la actividad agrícola ¿Cuáles son los resultados? (íd. 62 y 63).

La relación entre los matorrales y los prados tiene que ver con la retención de la humedad, y la vida silvestre es rica bajo esa relación durante todo el ciclo anual, lo que quiere decir, que si uno de los términos de esa ecuación es eliminado la tierra se empobrecerá para enriquecer monetariamente a quienes intervienen irracionalmente en estos ecosistemas con su mundo empresarial edificando una esfera artificial que suplanta a la natural (íd. 63).

El empobrecimiento es intenso, puesto que las pulverizaciones químicas no sólo eliminan las malezas, sino también a una gran variedad de plantas, de allí que su destrucción ecológica es más grave de lo que se pretendía en un principio. Puesto que de esas plantas dependen verdaderos edificios de vida que,  involucran especies de animales que crean verdaderos nichos ecológicos que incluyen mamíferos, aves y peces, y que crean lugares atractivos y amenos de interés para la caza y la pesca. Un paisaje antes rico en vida es ahora, entonces, un escenario marchito y moribundo como resultado de la intervención inadecuada de una actividad económica humana en esos parajes del todo inapropiada para el metabolismo, por ejemplo, de la selva, el bosque o la estepa (íd. 64).

Tremendas extensiones son incorporadas para beneficio de estos «grandes negocios» que conscientemente ignoran los verdaderos costos de esas actividades, los costos, no sólo en dólares, sino en otras muchas cosas de inapreciable valor como antílopes, venados, truchas, pájaros, plantas silvestres que constituían nichos ecológicos de la gran trama vital que se teje en torno al planeta, los costos son en consecuencia realmente intolerantes, son demasiados caros, porque lo que antaño era bello y hermosamente adornado hoy es una enorme extensión intensamente depauperada (íd. 65).

Venado caramerudo en una estampilla de Venezuela del año 1963.

La riqueza como sinónimo de belleza está siendo sustituida por una fealdad depauperizadora disfrazada de progreso. Es el mundo estéril y repugnante que estamos permitiendo que nos fabriquen los técnicos. Los valores estéticos de la naturaleza salvaje son una herencia que hemos de proteger de la voracidad de los ganaderos inescrupulosos, es decir, de aquellos que colocan las ganancias de su sector, por encima del interés de preservar a todo costo el metabolismo de la Naturaleza. Estos negociantes enamorados del dinero al arrasar los habitáculos y la comida de las criaturas salvajes hacen algo que es quizá peor, a la larga, que asesinar las criaturas salvajes directamente (íd. 67/69).

Narra Rachel Carson cómo en una reunión oficial de agricultores que discutían las protestas presentadas por los ciudadanos contra los planes de fumigación de malezas, presenció la hilaridad que causó que una vieja señora de la comunidad se opusiera, porque las flores silvestres iban a ser destruidas con esas fumigaciones (íd. 67). Las flores silvestres son miembros prominentes del habitáculo del cual dependen las abejas y las avispas, quienes  son los insectos fecundantes por excelencia, muchas de las hierbas, arbustos y árboles dependen de ellas para su reproducción (íd. 68).

Existen otros medios [los cuales Rachel Carson expone y explica magistralmente en estas páginas] para llevar adelante la ganadería, recursos que garantizan un éxito permanente, además, inmensamente más baratos y, en especial, medios milagrosos que enriquecen el metabolismo de la Naturaleza, pero esa vía condena a los representantes del progreso en la actualidad vigente  y además hegemónico a una vida económica más modesta, en otras palabras, el precio que se ha de pagar para enriquecer el sistema vida demanda la extinción de los «grandes negocios» de la industria vinculada con las actividades agropecuarias (íd. 69/76).

Para Perro Senil los «grandes negocios» convierten a los miles de millones de agricultores que viven de la vida campesina en «los desechables» de nuestra época, al igual que toda la vida salvaje y silvestre de la cual también se puede prescindir para maximizar las ganancias. Absolutamente todo lo que se puede observar en esta foto tiene -como dice Rachel Carson- un específico valor en dólares en este mundo artificial que la Era de los Venenos está expandiendo a todos los continentes. Es una verdad incómoda que a nombre de ese progreso degradador del sistema vida se asperjan los cultivos modernos, para cuidar la inversión de capitales como la única premisa válida. La vida moderna ha reducido nuestra percepción de la realidad, mediante esa falsa premisa empresarial, condenándonos a una ceguera colectiva la cual persistirá hasta el día en que se cuestionen esas ideas prevalecientes acerca de lo que es la riqueza y la pobreza.
El nuevo paradigma -para incomodisimo.com- se tiene que construir con una nueva economía, la cual demanda un concepto más amplio y más crítico acerca de la crucial oposición antagónica Riqueza/Pobreza.
Rachel L. Carson. Primavera silenciosa. Editorial Crítica, Colección Drakontos, Barcelona. 2001. Páginas: 245. 

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