Incomodísimo.com Revoluc. espac. IV "El Magnífico"

9:27 Posted by Perro Senil.

IV.

Zavala, Gómez Navarrete y Molinos del Campo: Tres gobiernos autónomos en Ultramar.


Servando Teresa de Mier: Un arrebato México-EE.UU; y Una República de dos Departamentos.

Texto dedicado a Servando Teresa de Mier "El Magnífico".

Otra corriente de la ingeniería simbólica que se puso en evidencia con los diputados de México en las cortes de España, fue de carácter dilemático, pues en él los intelectuales oscilaban entre monarquía y república. Este proyecto preconcebía tres grandes organismos en esta América hispana. Quienes encabezaron esta construcción de las identidades fueron Lorenzo Zabala, Juan Gómez Navarrete y Francisco Molinos del Campo. Como “Diputados a las Cortes de Madrid durante el Trienio Liberal, estos novohispanos (mexicanos) presentaron, en (…) 1821, una propuesta de constitución de tres gobiernos autónomos en la América de Ultramar: uno en la zona septentrional, que abarcaría el virreinato de la nueva España, las provincias internas y Guatemala; otro que integraría Nueva Granada y Tierra Firme (Venezuela), y un último que comprendería los virreinatos del Perú y el Río de la Plata, más Chile. Las capitales de los tres reinos serían México, Santa Fe y Lima” (Rojas, 2009: 93) “La idea de los diputados novohispanos (…) retomaba el viejo sueño de Pedro Pablo Abarca de Bolea, Conde de Aranda, de dividir en tres reinos las posesiones americanas, pero iba más allá” (id. 94). Aclara, el historiador y ensayista Rafael Rojas, que cuando Carlos III [Rey de España] firma el Tratado de París (1783) esto llevó al reconocimiento de la independencia de las trece colonias del norte de América por Gran Bretaña, y en esas circunstancias Aranda profetizaba que esa nueva república, amenazaría las posesiones españolas y recomendaba instalar tres infantes en los tronos de México, Tierra Firme y el Perú confiriendo a Carlos III el estatus de Emperador de la Península y Ultramar (idem).



Cortes durante el trienio Liberal. Escenario donde se ofrece comprar el derecho a erigir autogobiernos en la América de Ultramar. Los liberales como corriente política de avanzada se colocaron al frente de España.

Entre los diputados que respaldan la propuesta de Zabala, Gómez Navarrete y Molinos del Campo ante las Cortes está, en ese entonces, el diputado Lucas Alamán, el cual se encontrará más adelante en el tiempo a favor de un proyecto más americanista. En ese proyecto encabezado por Zabala se ofrecía a Madrid el incentivo de entregar a la Península la suma de 200 millones de reales en el espacio de seis años y otros 40 millones más para la defensa de los reinos (id. 94), es decir, se procedía a comprar a la Corona el derecho a tener gobiernos autónomos sin romper con el estatus monárquico que les unía a España. Este proyecto como queda en evidencia no es separatista, y promete a las Cortes la continuidad de la monarquía, pero al mismo tiempo ve en el régimen republicano –cree incomodísimo.com- una salida ante la bandera que esgrimen los independentistas de ultramar, de allí que para ponerse en práctica debe ser de corte autonomista.

Rafael Rojas explica el contexto histórico de ese entonces, dice: En aquel entonces el liberalismo desplegaba una retirada del absolutismo (id. 95) y en la propia España el autonomismo llevó a la Junta local de Sevilla en ese ambiente político a hablar de una “forma de gobierno republicana (…) aunque la constitución de España es en sí y debe ser en adelante monárquica (…) Las juntas andaluzas formulaban la misma idea de un modo más nítido: “las juntas provinciales creadas por un pueblo (…) forman una república que tiene en depósito una monarquía” (id. 96). Y es dentro de esa nueva atmósfera política que se elabora ese imaginario porque “Este republicanismo local contribuyó al debilitamiento del discurso colonial dentro del liberalismo hispánico -el decreto (…) de 1809 de la Junta Central (…) decía explícitamente que “los dominios de España posee en las Indias no son propiamente colonias (…) sino una parte esencial-“ (id. 97). Esto como es de suponer –dice Rafael Rojas- afianzó el autonomismo a ambos lados del Atlántico (idem). Incluso en el posterior Consejo de Regencia se exhorta a “los españoles americanos”:

“Desde este momento, os veis elevados a la dignidad de hombres libres (…) Vuestros destinos ya no dependen (…) de los Virreyes ni de los Gobernadores: están en vuestras manos” (idem).

Pero “El autonomismo de los novohispanos y el guatematelco despertó la suspicacia (…) de los legisladores peninsulares, que temían que “ese sistema condujera a un federalismo como el norteamericano y socavara las bases de la monarquía” (id. 98). Ante ese cuestionamiento los diputados replicaron con argumentos en los que se aseguraba qué se guardaría lealtad a la Corona.

En esa época “La representación americana a las Cortes de Cádiz, entre 1810 y 1814, fue nutrida y dinámica y con ellos la “búsqueda de un federalismo republicano dentro una constitución monárquica católica se instaló en la memoria política de los hispanoamericanos y emergió, nuevamente, entre 1820 y 1823 (…) Ya para entonces (..) legisladores como Ramos Arizpe (…) o el ecuatoriano Vicente Rocafuerte (…) estaban desembocando plenamente en el republicanismo federal, desde una radicalización del autonomismo (id. 99). Entre esas voces hubo una que destacó, porque alcanzó el extremo de la disidencia fue la de Fray Servando Teresa de Mier a favor del republicanismo federal moderado, pero en esta ocasión, Mier tomó un giro inesperado porque estando en Filadelfia [sufrió el síndrome del Código de Washington] y, lo que propuso fue que este gobierno de México quedase desconectado de España y agregado a los EE.UU. (233/236), [sufrió pues un arrebato de admiración por la democracia-burguesa estadounidense], posición que fue efímera y que abandonaría por el resto de sus días (1).

Lo dramático de ese imaginario político, era la de crear organismos políticos desde España en los espacios del discurso, algunos peninsulares como Moreno Guerra reaccionaron ante ese fenómeno [en el cual se reconstruía a América en el papel, mientras que en aquel continente otros la estaban reconstruyendo en los campos de batalla y en los palacios de gobierno], narra Rafael Rojas, que Moreno Guerra cuestionaba el silencio de las Cortes, decía y con él otros peninsulares: “esa América, esa América, van diez años de guerra y no se ha dicho nada” en las Cortes (id. 101) y pedían todos estos diputados peninsulares al gobierno los resultados de las negociaciones de los comisionados reales en aquellas tierras y exigían, incluso, la presentación en Cortes de los partidarios de Bolívar (idem). Insistía Moreno Guerra “no debemos engañarnos (…) debemos conocer el Estado de la América; la mitad separándose de la otra mitad, degollándose, arruinándose, y de esto no se habla, no se toma providencia” (idem). La propuesta que en las Cortes se elaboraba era pues, una edificación en el aire, tal vez “fue una estrategia (…) para enfrentar el tema de la pacificación (…) Con esto, los representantes novohispanos colocaban el dilema de la soberanía en una perspectiva diferente de la que impulsaba el Plan de Iguala (…) o el entendimiento de Iturbide (…)[entendiéndose entonces que] aspiraban a la plena autonomía de los pueblos y las provincias (… …) [se trataba pues] de defender un régimen autonómico de autogobierno y autorrepresentación (…) [sin caer en el antimonarquismo, pues recurrían a la vieja idea de] pequeñas repúblicas perfectas que, a través de su autogobierno, sentaban las bases de la soberanía real y el ordenamiento corporativo de la monarquía hispana” (id. 102). “Esa idea de republicanismo local, asociado a los fueros y privilegios de los pueblos, (…) provenía de las tradiciones romanas y góticas de la monarquía cristiana” (id. 103). Era pues un proyecto arraigado en tradiciones intensamente conservadoras.

Rafael Rojas recapitula sobre estos hechos y dice: “La compleja transición política del virreinato de la Nueva España a la primera República Federal, entre 1821 y 1823, fue obra de un vertiginoso proceso de traducción de ideas (… …) el tránsito fue más dramático aún: de reino a imperio y de imperio a República (…) [esa] experiencia (…) permite comprender el dilema entre república y monarquía, durante la revolución hispanoamericana, con toda su riqueza intelectual y política” (id. 103). Esta otra corriente de la ingeniería simbólica que se puso en evidencia con los diputados de México en las cortes de España, fue de carácter dilemático, pues en él los intelectuales oscilaban entre monarquía y república desde los profundos filones de la más rancia monarquía cristiana.

Y tal tránsito permite tomar conciencia de la alucinante historia de la época independentista americana, mientras en América estaba en pleno desarrollo la erección de tres realidades políticas independientes de España, en las Cortes de España se presentaba en 1821 una propuesta de constitución de tres gobiernos autónomos en la América de Ultramar, inspirada allá en lo profundo por una mítica monarquía cristiana, por parte de tres diputados Lorenzo Zabala, Juan Gómez Navarrete y Francisco Molinos del Campo. En España pues, se libraba una nueva Batalla retórica para alcanzar una quimera por la vía pacífica, mientras acá en América una guerra independentista convertía en mero discurso reformista aquel proyecto construido a la sombra de quienes nunca desearon la pérdida de estas colonias, porque lejos de sus mentalidades estaba el de renunciar a aquel imperio fosilizado y desfasado con los tiempos. Era pues una batalla retórica en las Cortes de la metrópoli mediante la cual se pretendía que se suspendiese la Batalla de las armas en el continente americano, para abrir paso a aquella quimera propia de Jasón y los Argonautas, razón por la cual la América de Ultramar con sus tres gobiernos autónomos construida en las Cortes también era de aire.

Zabala, Gómez Navarrete y Molinos del Campo están con la monarquía y con la república, su ingeniería simbólica era del todo propicia para impulsar la doctrina liberal con la cual comulgaban en aquel imperio que sufría como constante propio de su decadencia un marasmo en todos los órdenes. Fue un intento desesperado y temerario para conservar las colonias que poseían en el mundo.



Fray Servando Teresa de Mier la vida magnífica de un revolucionario, una biografía apasionante de un novomundista que está más allá de lo que la prosa puede describir.

Se puede consultar sobre este héroe en Internet:

1) es.wikipedia.org/wiki/Servando_Teresa_de_Mier

2) Servando Teresa de Mier Wikipedia

(1) En el libro de Rafael Rojas se dice que “Mier comenzó transmitiendo desconfianza sobre el apoyo que los estadounidenses darían a la independencias hispanoamericanas (…) Mier advierte sobre los peligros de un expansionismo de ese país hacia (…) el norte de Nueva España” (id 233) Al caraqueño Andrés Bello (Ver nota dos), su amigo, escribe Mier una carta donde le dice “estos cochinos angloamericanos nos han estado mirando fríamente degollarnos y han contratado sobre nuestra sangre para obtener las Floridas prometiendo no ayudarnos” (id. 234). Bello le responde y en su prosa “dejaba traslucir fuertes sentimientos contra Estados Unidos, esa “república maquiavélica” que es de todas las naciones antiguas y modernas la más odiosa a mis ojos” (idem). Mier desde 1821, es decir, desde que Iturbide asciende al poder, está en Filadelfia y desde allí intenta impulsar con el agente colombiano en esa ciudad la república de México, “manejaba la idea de que la “América española” debía dividirse en dos grandes departamentos de una misma república, uno al norte o “Septentrional” y otro al sur o “Meridional” (…) estaba opuesto al Imperio de Iturbide y (…)como Bolívar, pensaba en las amenazas que implicarían el establecimiento de una monarquía en México (…) En la búsqueda de argumentos a favor de ese republicanismo hemisférico, Mier, al igual que Bolívar, desembocaba en (…) el Nuevo Mundo” (id 54, 55). Servando Mier pues se ubica, con su pensamiento, en las corrientes más ambiciosas de la independencia. Con Mier se tienen en suma dos "imaginarios" sobre los procesos integracionistas, uno, la unión de México y Estados Unidos, dos, una República -el Nuevo Mundo- dividida en dos grandes departamentos -la América Septentrional y la América Meridional, donde la primera consistía desde Texas hasta Guatemala, es decir, México, Centroamérica y Guatemala-.

(2) Andrés Bello en un opúsculo exhorta a los “¡Jóvenes chilenos! Aprended a juzgar por vosotros mismos; aspirad a la independencia del pensamiento (…) Interrogad a cada civilización (...) ” (id. 199). Y siguiendo sus mismas recomendaciones “Bello llamaba a no perder la fe, y para ello eludía la articulación de falsas utopías (… …) El método, pensaba Bello, consistía en no aspirar al gobierno perfecto, a la sociedad ideal o al traslado mecánico de los sistemas políticos europeos y estadounidenses, sino aprender de la experiencia (...) de los que han construido más rápido un nuevo orden: Chile y Venezuela (…) [Quienes en ese momento histórico] eran regímenes de cierta estabilidad dentro del panorama dictatorial y anárquico de la América Latina de entonces (… …) la visión de Bello de aquellos regímenes (…) no era idílica ni acrítica: el viejo letrado sabía que esos gobiernos eran autoritarios” (id. 192, 193), pero le gustaba pensar que con mecanismos de control (…) podrían agregar [allí] (…) la libertad civil” (id. 194). A Andres Bello, Rafael Rojas, le dedica un capítulo entero de su libro, el que titula: Andrés Bello y la América Crepuscular".

Marasmo: Extremado enflaquecimiento y severo debilitamiento que paraliza en lo moral y físico a un organismo social.

Dentro de 24 horas se dará a conocer el proyecto de crear el Imperio sureño del Mississippi.

Este último artículo es el de un impacto demoledor, acá se conocferá la labor de "ingeniería simbólica" de una mujer, Cora Montgomery, y la participación de un general venezolano en ese proyecto colonialista, Narciso López.

LAS LINEAS QUE ESTÁN RESALTADAS MUESTRAN EL ESQUEMA QUE CONTIENE LAS IDEAS PRINCIPALES DEL TEXTO, SI SE LEEN DE MANERA CORRIDA SE OBTIENE UN RESUMEN DEL ARTÍCULO.

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