Incomodísimo.com Abel

11:12 Posted by Perro Senil.

En este texto se seguirá el periplo de la gesta de Antonio José de Sucre como miembro destacado de la Orden de los Libertadores, con esa dirección, se irán entregando a los lectores extractos de los documentos que están incluidos en el libro titulado “De mi propia mano” del cual el Gran Mariscal es su autor. La presente entrega, “Abel”, consta de cuatro artículos. En esta indización se sigue el siguiente orden: Su primera acción fue la de crear la República de Cumaná, la segunda, la fundación de Colombia, la tercera, la liberación del Perú, la cuarta, la fundación de Bolivia y la quinta, consiste en su empeño para alcanzar la creación de la Gran Confederación Americana Caribeña, por la cual sienta precedente constante de ofrecer su persona y sus soldados para las múltiples misiones continentales y extracontinentales necesarias para que emergiera el Nuevo Mundo, es así como se ofrece/propone para: expedicionar contra el Imperio de Brasil –para que éste entregase a la república Argentina la Banda Oriental que le había usurpado violentamente-, la de incursionar contra el dominio colonial en Cuba y Puerto Rico, la de identificarse con la invasión a Paraguay para liberarla de una tiranía cruel que la oprimía y la aislaba, la de ir a México o a Colombia si el restaurado Fernando VII la invadía, la de navegar a la misma España si la metrópoli no aceptaba pacíficamente nuestra emancipación y, la de actuar contra cualquier otra potencia que amenazase a cualquier miembro de la Gran Confederación. También resalta en Antonio José de Sucre su disposición a fortalecer y consolidar lo obtenido y, en este sentido, de usar todos los recursos para impedir la división, disensión, fragmentación y desmoronamiento de la unidad y alianza de estos pueblos del Río de La Plata, Perú y Colombia –sin dejar nunca fuera de la mira a Centroamérica y México-.



Fundación Biblioteca Ayacucho, 2009. Caracas, Venezuela. Pp. 596.


I: De la República de Cumaná

 a la República de Colombia.

En el “mes de julio de 1812, segundo de la Independencia” se reúne en Barcelona la Junta de Guerra (Sucre, 2009: 3) para resolver lo que de oficio el Generalísimo ciudadano Francisco de Miranda expone ante el ciudadano gobernador militar de estas provincias, comunicación donde Miranda indica la necesidad que tiene tras su victoria contra los rebeldes corianos de grandes y prontos socorros, decidiendo el capitán del ejército de esta plaza y los jefes de los cuerpos –entre quienes se cuenta el teniente comandante de artillería e ingeniero Antonio Sucre- de que “se procediese inmediatamente el embarque de todas las tropas que se hallaban de la República de Cumana para el puerto de La Guaira (… ) dándoles armas y cananas (…) (id. 4)”, de esta expedita forma participa Sucre por primera vez en los asuntos que están más allá de su natal Cumaná, y lo hace con firme determinación de “acudir a la defensa de cualquier punto por donde sea atacada” la Confederación (id. 5). En los siguientes párrafos observaremos cómo, no sólo sale Sucre de Cumaná para los diferentes puntos de Venezuela –incluyendo en esa ocasión a Valencia donde estará como teniente al servicio del Generalísimo y al lado del coronel Bolívar en la toma de esa ciudad- , sino que acudirá a distintos puntos de Nuestra América y, dejará el precedente de ofrecerse a acudir presto a donde sea necesario, para garantizar la emancipación, independencia, libertad y paz de todos estos pueblos.



La gesta independentista se inicia con las ideas continentalistas mirandinas.


Sucre desde el año 1812 empieza a transitar un camino geopolítico que le llevará, desde este territorio que en este Acuerdo del 3 de julio de 1812 se denomina como la República de Cumaná hasta realidades territoriales cada vez más vastas, como es la misma Venezuela en toda su extensión, territorios que coloca como objetivos político-militares para la defensa de lo emancipado o bien para ampliar lo liberado. En esta oportunidad Sucre coloca como objetivo La Guaira, pero seis años después de estar combatiendo por su país con motivo del ascenso a grado de general de brigada de su amigo Santander, le escribe en agosto para expresarle su enhorabuena a este hombre que ha sido su compañero de armas en Venezuela y, también, para manifestarle su “deseo de rendir mis servicios a aquel país” (id. 12), es decir, en Cundinamarca. Ese anhelo se cumple después de haber estado en Trujillo, Venezuela, para el mes de noviembre de 1820 donde se logra el acuerdo entre el General Morillo y el General Bolívar de un Armisticio por seis meses y un Tratado de Regularización de la Guerra en el cual Sucre es el principal actor (ver 21/40), cumplido allí ese importante papel y de otros oficios que presta en ese entonces al servicio de la república, Sucre marchará a Bogotá, desde donde el 10 de enero de 1821 escribe al Libertador (id. 41), y para el 10 de mayo se encuentra ya en Guayaquil desde donde su Cuartel General dirige a San Martín una comunicación (id. 48).



General José de San Martín.


Para mayo del año de 1821 el General de Brigada Antonio Sucre desde Guayaquil, Departamento de Quito, participa a San Martín –quien está en la campaña de la liberación del Perú- de que va iniciar la campaña de Quito con la división del sur de Cundinamarca y con los hombres que se le incorporarán de esta provincia y, le desea “el triunfo de V.E. sobre los opresores del Perú” (id. 43). En septiembre de ese mismo año hace un balance de los diferentes escenarios en los que la campaña de Quito se encuentra –la situación, indica, parece que le ha de obligar a restringirse a defender a Guayaquil- y dice, “a fines de octubre el invierno hace a esta provincia inatacable” (id. 64) pudiéndose presentar la circunstancia de “que estemos obligados a renunciar a la campaña hasta el verano venidero que es junio (…) para entonces vendrían tropas selectas de veteranos de la República que a la vez que tomen Quito puedan ocuparse de la cooperación a la independencia del Perú” (id. 65) “El Gobierno ha pedido tropas al general San Martín, pero los negocios allá no andan en estado que él se desprenda de un solo hombre” (idem). Como es notorio en estas líneas, Sucre reafirma su deseo de continuar hacia el Perú después de que se libere Quito (ver. 49).

Un mes después, el 23 de octubre escribe a Santander y le manifiesta un plan: “Pensando que puede cogernos aquí el invierno, sin poder obrar contra Quito (…) es mi deber presentar a V.E. la ocupación útil que puede darse a esta división” (id 66) “Esta provincia es inabordable, después del mes de diciembre, y es casualmente la época, en que la estación de Panamá permite trabajar allí sin los peligros de las grandes enfermedades (…) Parece, pues, que debemos tomar un partido: (…) preparar una expedición a Panamá” (id. 67) y detalla con maestría la operación, diligencias y las condiciones políticas que le son favorable al movimiento en el Istmo, sobre esto último asevera que son “pueblos muy patriotas, incluso la capital, que desesperan por un apoyo para trabajar por la libertad de su país” (id. 68) “por consiguiente parece una bella ocasión de aprovecharla” (id. 67).

Las apreciaciones de Sucre resultaron del todo acertadas, el 10 de noviembre estallaba un movimiento de independencia en Panamá y varias ciudades se fueron pronunciando en respaldo a esa iniciativa y, para el 28 de ese mismo mes en acto solemne organizado por las sociedades patrióticas, el clero y contando con el apoyo del ejército que estaba dirigido por un criollo se declaran rotos los lazos que los unían a España. Para el 4 de enero ya se habían expatriado las tropas hispanas y retirado los barcos de la Corona, se había firmado un tratado de paz entre el nuevo gobierno y España y los panameños debatían las conveniencias de unirse a Centroamérica o al Perú o a Nueva Granada para garantizar la emancipación, la decisión final fue la de incorporarse al proyecto colombiano. En consecuencia, la expedición de Panamá propuesta por Sucre al gobierno de Colombia ya no era necesaria.

El 26 de marzo del año 1822 la Expedición Libertadora ha entrado a Cuenca –capital de provincia-, desde allí decreta como de primera importancia seguir las operaciones militares sobre Quito (id. 74), el 23 de abril del mismo año en su Cuartel general en Riobamba arenga a sus cuerpos de soldados de “¡Peruanos, argentinos, colombianos! La victoria os espera sobre el Ecuador” (id. 82) y entre el 3 y 17 de mayo ya sobre Quito seguro de la victoria agota las posibilidades “de ahorrar esta batalla en que de una y otra parte morirán (…) americanos” (ver 83/86). No logra este objetivo filantrópico y tiene que ir a batalla. Anunciando al mundo el 25 de mayo de 1822 de que “El Ejército Español que oprimía estas provincias ha sido completamente destruido” (id. 86) “A la vista del primer pueblo de Colombia, que proclamó su libertad, ha terminado la guerra de Colombia por una batalla célebre” sobre las faldas del Pichincha (id.87). Comprometiéndose los derrotados en la Capitulación a “no tomar las armas contra los Estados independientes del Perú y Colombia” (id. 89) debiéndose dirigir sus oficiales y tropa a La Habana y seguir luego a Europa (idem). Colombia como república controla un territorio político que se extiende por Panamá, la Nueva Granada, Venezuela y Ecuador.

II. Libertar al Perú: En el laberinto de espinas.

La situación del Perú no es nada buena, Sucre le escribe en septiembre de 1822 desde Quito a Santander y le dice “las avanzadas de los cuerpos o correrías de los enemigos alcanzaban hasta quince leguas de Lima” (id. 104) y le cuenta, además, que en Guayaquil “algunos con un miedo sin igual (…) temen mucho el resultado del Perú” (idem). En enero de 1823 informa sobre Perú al mismo Santander “Respecto a la situación militar nada hay (…) y respecto de su situación política (…) están como nosotros el año de 11 (…) [puro] bochinche” (id. 127), en otras palabras, sugiere como necesario de que Colombia se involucre en la liberación del Perú. Aprovechando la misma misiva propone una nueva campaña, esta vez sobre Puerto Rico, dice “La noticia de Puerto Rico se ha corrido aquí; pero no se tiene ningún dato que la haga cierta. Sería muy útil despojar a los españoles de ese punto de apoyo para sus operaciones hostiles en cualquier evento contra la pobre Venezuela” (id. 128).



Puerto Rico y Cuba eran las más grandes amenazas para los territorios emancipados en el área del Mar Caribe.


Por fin, el 14 de abril de 1823 anuncia desde Guayaquil “Mañana me embarco para Lima: ¡Quiera el cielo darme fortuna! Voy (…) para arreglar las operaciones de la campaña de aquel país (…) Mi objeto esencial es dirigir las operaciones de nuestra división” (id. 133). Sucre, ya en Lima, está penetrado por una visión geopolítica, dice “nuestras miras francas (…) alejar la guerra de Colombia, por fruto de nuestros trabajos en el Perú” (id. 135) comisión de la que confiesa “tiene espinas” (id. 134) pues los hijos del país desconfían de las intenciones, “así que yo le dije [al Presidente Riva Agüero] que nosotros veníamos a obedecer y nunca a mandar” (id. 137). La campaña del Perú pues se convierte para Sucre en “una nueva empresa” (id. 146) y dice “la campaña tiene inmensas dificultades, pero sería pronto terminable obrando todos de acuerdo” (id. 143). A qué dificultades se refería, primero, “lidiar con un enemigo muy experto, que posee todos los recursos para la guerra, que es dueño de lo mejor del país y que está sostenido por 14.000 hombres” (id. 142), segundo, en el país hay que conciliar mil partidos” difícil de unirlos todos, habrán algunos que se vuelvan contra nosotros y en fin lograrán que aquí no se obre libremente (id. 141) y, tercero, “ha entrado en esta expedición el influjo de una compañía de comercio que todo lo puede” (id. 137), y entre otras cosas, acá se pretende segregar el Alto Perú del Perú y de Buenos Aires (id. 145). Razones por las cuales “El punto más difícil aquí es el nombramiento de un general en jefe que concilie tan encontrados intereses” (id. 145).

Los deseos de Sucre se cumplen, había insistido y argumentado por todas las formas la necesidad de que el Libertador de Colombia concurriese a salvar este Estado. Noticia que hará pública el 7 de octubre de 1823 desde su Cuartel general de Arequipa, donde se dirige a las tropas aliadas del Ejército Unido integrada por los soldados peruanos, chilenos, argentinos y colombianos informándoles que ha sido nombrado “S.E. el general bolívar por jefe supremo de las armas del Perú” (id. 188). Para Sucre la llegada al Perú del Libertador de Colombia estrecha “la causa de ambas Repúblicas y aun de todo el continente americano” (id. 191), concepción significativa, puesto que pone en evidencia la amplia y vasta noción de la americanidad que ha alcanzado en el Mariscal la gesta libertaria e independentista que están desarrollando.

La campaña “tiene espinas”, como ya lo había pronosticado Sucre en abril de 1823, para noviembre de ese año confiesa “que de mejor voluntad me iría a sembrar papas (…) por sacar el cuerpo de este laberinto complicado de negocios que hay en el Perú” (id. 203), todavía sentiría tantas otras (de las cuales deja registro de algunas muy ilustrativas entre noviembre y diciembre de 1823) que le producirían horror por la actuación de algunos imbéciles e insignificantes –la gentecita con quien lidiamos- (id. 203, 204, 206, 227)). En medio de ese laberinto en junio de 1824 dice “terminaremos esta campaña (…) y será un grande honor para Colombia libertar al Perú, cuando Buenos Aires, Chile y el Perú mismo abandonaron la empresa después de haber consumido sus inmensos recursos (… …) Libertar nosotros al Perú, será la obra de resucitar a un muerto (…) será un acontecimiento (…) más allá de lo que puede afirmar la independencia (…) Colombia tendrá una influencia poderosa en la política de América” (id.228). Y con esas grandes miras llega a Ayacucho y allí arenga a sus soldados ¡Viva la América Libre! (id. 242) “el número de sus hombres nada importa; somos infinitamente más que ellos porque cada uno de vosotros representa aquí (…) a la América entera con la fuerza de su derecho y su indignación. Aquí los hemos traídos peruanos y colombianos a sepultarlos juntos para siempre. Este campo es su sepulcro y sobre él nos abrazaremos hoy mismo anunciándolo al Universo (…) ¡Viva toda la América redimida!” (id. 243). Y el 9 de diciembre de 1824 participa al Libertador de Colombia, Dictador del Perú “los últimos restos del poder español en América ha expirado en este campo afortunado” (id. 244) y a sus soldados se dirige al día siguiente le señala “soldados españoles que vencieron catorce años en esta República, están ya humillados a vuestros pies” “habéis marchado en triunfo (…) vuestras armas las ha destinado la victoria para garantir la libertad del Nuevo Mundo” (id. 250). Ese mismo día dice a Bolívar “”necesitamos tener este ejército entusiasmado, y pronto para llevar el orden a Colombia, si fuere perturbado por partidos” (id 255).



La América Meridional eslabón central de la América Continental Confederada ya estaba liberada.


III: Fundar a Bolivia y crear la Gran

Confederación Americano Caribeña.

En febrero de 1825 el Ejército Libertador pasa a redimir las provincias del Alto Perú (id. 274) y el mismo mes reafirma el proyecto para esas provincias, señala “Las provincias del Alto Perú van a entrar en el goce soberano de sus derechos. Un corto número de tiranos (…) no impedirán que ellas se reúnan a discutir sobre sus intereses y decidir sobre su suerte” (id. 279). Ya en marzo Sucre anuncia desde La Paz en 8 de marzo “la campaña sobre el Potosí que voy a emprender (… …) No sé si esta en los intereses de Colombia alguna empresa sobre La Habana; pero me atrevo a indicarla, si es que se puede disponer de alguna marina con que protegerla” “este es un ejército capaz de todo: está bajo un pie de organización, de orden, de sistema, de economía, e instrucción, que creo buenamente que en nada diferencien de las tropas europeas” (id. 284). El 18 vuelve sobre “la nueva empresa” y la amplía, dice a Santander “De oficio he preguntado a Ud. Que se hace con este Ejército de Colombia después de que esté acabada la guerra del Perú. Si La Habana es objeto de Colombia podemos ocupar este ejército en tomarla (…) o en alguna expedición contra países españoles” (!!!) (id. 289) Los nuestros “son soberbios soldados y lo mismo la caballería (…) son muy brillantes (…) Son realmente magníficos” “En fin mi querido general, vea Ud. Que resuelve de nosotros: dentro de tres meses estamos aquí demás” “estaré disponible para ir a donde quieran mandarme, y mejor que a ninguna parte a La Habana, que yo veo como buena empresa” (id. 290). El 3 de abril de 1825 “con la muerte y la derrota de Olañeta vi concluida mi campaña del Perú” (id. 299) “nuestro triunfo ha sido, en cuatro meses, sobre diez y ocho mil hombres que formaban el Ejército Español del Perú (…) Ya no queda un solo soldado en todo el país, armado en defensa de los españoles” “6.000 hombres escasos han derrotado y vencido 18.000” “han traído sus armas en triunfo hasta Potosí “ “he escrito al Gobierno a ver si quiere que este ejército vaya (…) a tomar La Habana” y concluye su escrito con la feliz noticia “El Libertador me ascendió a Gran Mariscal” (id. 300, 301).



La ubicación geopolítica de Bolivia es estratégica en el continente sudamericano, desde su territorio podían salir expediciones expeditas a cinco naciones y hacia su territorio las campañas militares confrontaban serias dificultades.


Para el 11 de octubre de 1825 informa a Santander desde el Potosí “el pueblo ha recibido muy bien al Libertador” (id. 354) llegó una legación Argentina, el objeto pedir auxilios contra el emperador del Brasil “El Libertador les ha contestado que dar tales auxilios sería una declaratoria de guerra por nuestra parte al emperador (…) ellos deben ocurrir al Congreso de Colombia, al de Perú, y acaso al de Panamá (…) Yo he indicado al Libertador mis opiniones, creo buenamente que una guerra al emperador del Brasil no sería difícil en cuanto a quitarle las posesiones [La Banda Oriental] (…) pero que un rompimiento con el emperador alarmaría a los santos aliados y aún a la Inglaterra misma no lo vería bien (…) se deben tocar con dignidad todos los medios de conciliación para que el emperador devuelva lo que ha usurpado violentamente a los argentinos” (id. 355). Añade a ese hecho otro, cuando le confía a Santander “El Libertador parece que está en el proyecto de mandar una expedición de cuerpos del Alto y Bajo Perú a tomar el Paraguay, que sabe Ud. Que gime bajo el tirano (…) que tiene aquella provincia no sólo oprimida del modo más cruel, sino que la ha separado de todo trato humano (…) Dice el Libertador que hará ejecutar esta expedición si el gobierno argentino la pide” (id. 355, 356). Y el Gran Mariscal termina este oficio señalando que ha comentado al Libertador el tipo de soldados que deberían llevar a Buenos Aires si les vamos a llevar auxilios, “este proyecto lo propuse al Libertador, pero como él no sabe lo que sucederá lo ha dejado así (…) Ud. Si lo tiene a bien, dé las órdenes” (id. 357). El 19 de ese mes en un brindis reafirma su voluntad de marchar “Si el ejército de Colombia recibe órdenes de su Gobierno, bajará del Potosí sobre los enemigos del Río de la Plata como un torrente que se precipita y arroja al mar cuanto se le opone” (id. 362).

El 12 de febrero de 1826 comenta a Bolívar el arribo de tropas a La Habana que sumadas a las de Puerto Rico pueden incomodarnos en las costas de Venezuela y señala “atrasarían mucho aquel país”, después dice “Veremos en qué queda la expedición de Chile”, “La guerra de Buenos Aires con el Brasil está abiertamente declarada” y pasa luego a indicar cuál es la situación, adelanto y previsiones de su servicio en Bolivia (id. 377/379, 381) en otra carta del mismo día ratifica su disposición de “tomar parte en la guerra del Brasil o en las cosas de Buenos Aires” (id. 382).

Escribe a Bolívar el 6 de junio de 1826 “No me ha sorprendido la reunión de los catorce mil españoles en La Habana, por que han llegado tantas pequeñas expediciones antes (…) Creo sí que vayan para México y no para Colombia; porque (…) encuentran (…) menos resistencia (…) y menos arruinado [el país] (…) en Colombia hallarán un territorio despedazado (…) y un ejército nacional (…) veterano, y que en cualquier parte destrozará un ejército de (…) españoles”, agregando Sucre a su comentario que, preferiría fuese tal expedición a Colombia porque pronto se acabaría “mientras que si va a México puede hacer progresos y luego dar mucho que hacer a Colombia y al resto de América”, además de que allí el clero es muy realista y han “pedido a Fernando VII expediciones al país (…) Ud. Cuente con nuestras tropas marcharán a primer aviso de Ud., y yo con ellas” (id. 406).

Liberando el Alto Perú, fundando y presidiendo a Bolivia, pidiendo actuar sobre Cuba y Puerto Rico, ofreciéndose para llevar auxilios a Argentina contra Brasil, sumándose a las iniciativas de Bolívar sobre Paraguay, mostrando su disposición de marchar a México o a Colombia, e incluso mostrando interés por la expedición a Chile, son acciones que muestran un Sucre con un imaginario que corresponde al amplio espectro de la Gran Confederación Americano Caribeña antes de que se fundara.

En julio de 1826 instruye a los diputados de Bolivia que han de ir al Congreso de Panamá, y el primer punto es –les insta- que se acuerde entre todos los países un pacto de unión y alianza ofensiva y defensiva contra la España, y defensiva contra cualquier otra potencia (!!!) (id. 422). En el punto once indica que se ha de “sondear al ministro británico sobre cuál es la verdadera política de la Gran Bretaña con respecto a los nuevos Estados de América”, y en el punto nueve instruye que “El objeto primordial de la liga de las fuerzas de mar y tierra que debe solicitarse ardientemente es: Defender cualquier punto de los aliados que sea invadido. Segundo. Expedicionar contra las islas de Cuba y Puerto Rico. Tercero. Expedicionar contra España (!!!), si tomadas estas islas no hiciere la paz con los confederados.

La determinación de Sucre es firme y entusiasta para septiembre de 1826, responde “A S.E. el general Bolívar” “En la carta del 13 me convida Ud. A la expedición a La Habana; no sólo la acepto por mil motivos (…) sino que la anhelo; creo que ella a un tiempo sirve a los intereses de Colombia y de la América”(id. 446) “si se resuelve la expedición a La Habana puede contar con el batallón y escuadrón bolivianos, anticipando avisos para equiparlos muy bien” “Bolivia franqueará su contingente de dinero en la expedición; y yo cuidaré de llevar conmigo dos excelentes cuerpos como Ud. Pide” (id. 448, 449).

Sucre para este entonces ya es un granconfederado novomundista.

IV Presagios: desmoronamiento.

Pero los nacionalistas, los patriotistas, los monarquistas, los conservadoristas, los realistas, los anglófilos y los pro norteamericanos de Nuestra América impidieron la construcción y erección de la Gran Confederación Americano Caribeña, para alborozo de las ambiciosas potencias noratlánticas y de las conservadoras oligarquías internas –ambos actores hicieron todo lo indecible por impedir tal asociación y triunfaron dividiendo/desmoronando-. Esto hace concluir al Gran Mariscal Antonio José de Sucre, en mayo de 1827, un abrumador fallo histórico “Esta América es un caos” (id. 459) y en julio de 1827 aclara el trasfondo de ese nefasto caos cuando acusa sin tapujos “Los periodistas parecen pagados por la Santa Alianza para dividirnos; o tal vez son los monarquistas que quieren ponernos en confusión para que la tiranía y el trono sean los resultados de nuestros sacrificios en la Guerra de la Independencia. Yo ni sé que hacer (…) lo más probable (…) me voy (…) [lejos de este] este barullo de la América” (id. 464). Pero lo más duro e incisivo que Antonio José de Sucre apunta es cuando dice “De todo lo que ha traído el correo, deduzco que esta pobre América va a ser la presa de todos los desordenes. El Libertador se marchará fuera probablemente y Colombia despedazará al momento, existirá pronto entre miserables secciones que a su turno serán desmoronadas en muy pequeñas partes” (id. 461).



El Gran Mariscal Antonio José de Sucre pintado por Pedro Centeno.

Todos estos clarividentes presagios que expresa el Gran Mariscal, como es sabido, se cumplieron hasta en sus puntos y comas: Bolívar y Sucre se marcharon y, el gran orden que se tenía previsto para la americanidad fue suplantado por el peor de los desordenes, el pacto de alianza que triunfó fue el que vinculó las tiranías que surgieron con las potencias imperiales emergentes, y peor que la temida monarquía que Sucre con horror presagiaba fueron aquellos caudillos de montoneras que retrogradaron a la América a sufrir una administración de países como haciendas y a gobernar a pueblos como peonaje. En cuanto al bolivarismo de la gran unidad y del «equilibrio del Universo», éste sería condenado por la historiografía del vasallaje a ser recordado como utopía, mientras que al monroeismo de «divide y vencerás», las élites de este continente se encargarán de que tome lugar prominente en la mentalidad y la cultura de los ciudadanos republiquetos. En la malhaya época que se inició pues, con esta gentecita, se sustituyó la genealogía de los republicanos mirandinos y a sus ideas americano caribeñas por las ideas escoria de las revoluciones de Europa y Norteamérica, es decir, se puso en marcha en todo este continente el proyecto reduccionista de los santanderianos y paecistas.

El novomundismo perdió terreno y lo que avanzó fue el neocoloniaje, todo retrogradó y como candela en la sabana el pensamiento americanocaribeñocentrista que se había venido perfilando como el máximo logro de esa guerra emancipadora fue convertido en pavesas.

Sucre formó su intelectualidad nuestroamericana entregando su amor y capacidad de lucha primero por la República de Cumaná (antigua Provincia de Andalucía), para luego dejar crecer desbordado este sentimiento y esa acción a Venezuela, Cundinamarca, Ecuador, Colombia, Perú, Bolivia, Puerto Rico, Cuba, Panamá, Chile, Argentina, La Banda Oriental, Paraguay, México, Centroamérica y “otros países españoles”. Sucre creció, creció, y con él crecía el Nuevo Mundo. Sucre y Bolívar fueron a final de cuentas en nuestra historia los únicos mirandinos que existieron en este continente, ámbito de una geografía humana que clama por su redención desde aquellos tiempos en que se redujo a sus aborígenes a la servidumbre y desde aquellos momentos que llegaron los primeros africanos para ser vejados como esclavos. Los polos distales del periplo sucrense fueron La República de Cumaná/La Confederación del Nuevo Mundo, entre esos polos está inserta su poética republicana.

El Abel de América reclama un lugar en los espacios de la actual americanidad activa que irrumpe incontenible en nuestros días, corresponde a la historiografía de la Nueva historia ubicarlo en una ajustada sindéresis en esa región de las ideas, porque es allí donde se confrontan los proyectos políticos que luchan para objetivarse en realidades inéditas.



Adán y Eva con el cadáver de su hijo menor Abel.


Personaje bíblico al cual evoca el Libertador al conocer el asesinato de Antonio José de Sucre:

Bolívar al conocer la noticia exclama “ ¡Se ha derramado la sangre de Abel!… La bala cruel que le hirió el corazón, mató a Colombia y me quitó la vida”.

Abel en hebreo significa hijo efímero.

La tarea pendiente: Crear el Nuevo Mundo.

ESTE LIBRO ESTÁ EN VENTA EN LA “LIBRERÍA DEL SUR” EN LA CALLE 72 MARACAIBO.

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