El Bolívar: Taumaturgo

21:54 Posted by Perro Senil.

Taumaturgo es un personaje que para sus semejantes es capaz de realizar acciones prodigiosas, mágicas y milagrosas, Bolívar para sus contemporáneos entraba en esta categoría, y no es de extrañar, porque cómo explicar  las dimensiones que alcanzaba su palabra, las lejanías geográficas que recorría, las posiciones de liderazgo que ocupaba entre esa muchedumbre de héroes,  los costos enormes de la empresa que llevaba adelante, las expectativas y temores que generaban sus triunfos y sus derrotas, y el curso zigzagueante de su pensamiento muchas veces  en terribles tensiones consigo mismo, pero sobre todo, por el inmenso poder que acumuló con la cadena de mando que forjó a escala continental. Todo se podía esperar de él y esto produjo su percepción como el Bolívar taumaturgo, es decir, como un ser sobrenatural. Elías Pino Iturrieta en su libro “El divino Bolívar” propone este tema y aporta sus propias indagaciones que son un joyel.

Las diversas miradas sobre Bolívar
La explicación de la talla gigantesca de Bolívar por parte de «los de arriba», es que él era el fruto de la raza española, el resultado de su linaje, su estirpe y su abolengo, que su talla heroica provenía de sus ancestros fundadores de ciudades, gente de calidad, de nobleza, de ilustración, clase viajera y de magníficos tutores. En una palabra, su grandeza tiene origen en su clase social, la aristocracia.

Para «los de abajo», el personaje posee la tesitura adecuada para construir una religión popular, Esta versión será narrada en detalle por el historiador Elías Pino Iturrieta.
  
Los negros y los campesinos se apropian de Bolívar
Dice Elías Pino Iturrieta -autor del libro “El divino Bolívar”- que los desposeídos se apropian del personaje mediante la historia que le construyen (Pino, 2010: 177), y con esa historia sustraen a la aristocracia su Simón. Para ellos Simón no es un Bolívar“La mamá de él era negra, es un mestizo por eso” (íd. 179) “doña María Concepción Palacios, la madre del vástago que se convertiría en Libertador, era una negra” (íd. 178).

En esta versión los desposeídos se apoderan de Simón, ahora es hijo de una negra de apellido Palacios, a Simón “le regalaron el apellido” Bolívar- (íd. 179), lo cual lo convierte en el “heredero de la familia más opulenta de entonces” (íd. 178). Simón es el vástago que engendró un Bolívar que preñó a una negra, pero lo criaron  como uno más de los Bolívar.


En esta versión Bolívar es un mestizo, y por esa vía narrativa -historia oral de los desposeídos- entra a la tradición de la cultura campesina como un hijo del pueblo, del pueblo  sometido a las servidumbres y las esclavitudes. Simón es en ese relato un barloventeño, pertenece al espacio sufriente de «los de abajo».
La historia de los pobres, concluye, que esa sangre negra que Simón llevaba en sus venas explica porque “él nunca estuvo de acuerdo con los españoles por la forma en que ellos actuaban. Y él era un hombre honesto y humilde y no aceptaba como los españoles trataban a los esclavos” (íd. 179).
 Tal versión, la popular, es coherente, es hermosa y tiene principio y final, es concluyente y es explicativa, y sobre todo guarda una preciosa lógica, pero es tan errónea como las de los ricos y sus élites, porque escamotea al personaje histórico, lo secuestran para defender sus intereses de clase, y en vez de contar un relato  histórico lo que hacen es fabricar una ideología para los fines políticos de sus grupos sociales. Todas estas historias que intentan explicar el personaje desde una perspectiva a-histórica terminaron a la larga por transformarlo en el Bolívar taumaturgo.

La Negra Matea aya de Simón.
Las voces creadoras del Bolívar taumatúrgico
Elías Pino Iturrieta nos instruye sobre algunas de esas construcciones del Bolívar taumaturgo, todas son verdaderamente inverosímiles, increíbles e inesperadas, pero todas son sorprendentes e inmensamente interesantes, lo que hace de este libro –“El divino Bolívar”- una divina obra. Entre los casos que Elías Pino Iturrieta nos da a conocer de las diversas voces están los siguientes:

1. “se habla de una ascendencia indígena espiritual” de Bolívar (íd. 179). En esta versión hay una deidad fundadora, “Yankai fue el primero. El generador de todas las tribus, de donde nació Guaicapuro” (ídem). La versión inicia su narración señalando la aparición de las sociedades indígenas en el territorio venezolano, y en su descripción de esos hechos señala que esas sociedades aborígenes tuvieron por creador a Yankai. Luego el relato deja implícito que estas tribus pasaron por sucesivas generaciones, hasta que sobrevino un momento histórico en que se necesito que Yankai encarnase en un hombre, ese momento se indica fue el de la conquista española, y Yankai encarnó en el cacique Guaicaipuro, en consecuencia, el relato popular dice que por esa razón “fue el primero que combatió a los españoles” con tanto brío y grandeza (íd.  179).


El Cacique Guaicaipuro del artista plástico Pedro Centeno Vallenilla.

Quienes crearon esta historia mítica son “los oficiantes del culto de la reina María Lionza, deidad de las montañas con altares en todo el país” (íd. 179). Culto en el que las deidades indígenas, afroamericanas, católicas y taumatúrgicas como Bolívar quedan incorporadas al panteón de esta religión popular, donde participan, por ejemplo, la Santísima Trinidad y la Virgen del Carmen, o un San Juan Retornado, un Don Juan de las aguas y un profesor Lino del Valle, a quienes se suman las Siete Potencias Africanas, los santos del espíritu de la luz y con ellos al frente de todos el Gran Libertador Simón Bolívar (íd. 185, 186).
La admiración que causa Bolívar, en la gente humilde que se siente representada y protegida por este panteón de divinidades, dicen que Bolívar “combatió contra todos los españoles”, o sea, “lo que hizo Guaicaipuro lo terminó Bolívar” (íd. 179).

El culto a Maria Lionza está muy arraigado en las barriadas de Caracas y en otros centros urbanos del país y en ellos creen que “La segunda encarnación de Yankai es Bolívar” (íd. 179). Y sí Bolívar destacó por la sabiduría, es por Yankai,  aún cuando la verdadera fuente de Bolívar vino a ser la del Dios primordial, es decir, la todopoderosa divinidad conocida como Chimborazo (íd. 180). Además, agrega el relato, que esa inteligencia de Simón también se deriva de los «espíritus guía» como la Santísima Trinidad -entre otros- (íd. 180), razón por la cual “Él conocía lo que podría suceder. Él tenía una iluminación mental muy grande” (ídem).

El relato de esta religión popular es íntegro, todo ajusta, las premisas son desarrolladas y resueltas. El relato histórico del pueblo como se observa es diáfano, coherente, amplio y convincente. Es una construcción teologal sin fisuras, es sólida y redonda. Y recuerda los relatos bíblicos del Génesis, el Evangelio y el Misterio de la Santísima Trinidad.

Volcán del Chimborazo, lugar donde habita esta divinidad de los parahuaes, Chimborazo, quien es el Padre creador.
 


Esta historia oral de carácter providencial construye identidades compartidas entre los seguidores de la reina María Lionza en Venezuela y los cultores afrovenezolanos de la costa barloventeña, unidos en la elaboración del mito del Bolívar taumaturgo (íd. 181) generan una voz al unísono que dice “Era un predestinado de Dios. Jamás pudieron matarlo. Todo lo que decía le resultaba exacto.  Bolívar vino a esta tierra para proteger a la humanidad” (ídem). Nace pues de esta simbiosis una religión popular, donde Bolívar es el Mesías esperado por los desposeídos como un personaje salvífico. Y donde Bolívar con Yankai y Chimborazo constituye las tres divinas personas.
 
En esta historia Bolívar “comanda las Cortes Libertadoras” de todo el continente (íd. 183) y en su sabiduría “Su pensamiento fue que el pobre tuviera”. Agregando el evangelio que recoge su vida que “cuándo él baja pide por la igualdad (…) porque ve que su país se está muriendo de hambre (…) porque ve una esclavitud” (íd. 184). De allí que en esas conclaves de extracto popular en los cerros de Caracas el médium invoque con sus rezos que “El espíritu del Gran Libertador Simón Bolívar para que me preste todos sus ejércitos libertarios para vencer a todos mis enemigos (íd. 186)”

En la Corte Negra del Culto a María Lionza están: Negro Felipe, Negra Matea, Negra Francisca, Negro Pío, Negro Eloy, Macario Pantoja, Negro Lorenzo, Negra Petra y Felipa del Valle. Bolívar está ante esas Cortes como su adalid.



2. En otras voces, Pino Iturrieta nos entrega otra joya, dice: La percepción de los grandes personajes de la Independencia como figuras protectoras se incuban desde el mismo instante en que concluye el batallar independentista y que fallece el Libertador (íd. 176).  Elías Pino Iturrieta en su acuciosa búsqueda confirma este aserto, consigue en aquellos ya lejanos años de esta interesante liturgia que revela a Bolívar como “El Taumaturgo del Pueblo” (íd. 176). En este caso el pueblo son los representantes de una ciudad llanera.
Narra EPI que en abril del año 1832 en San Fernando de Apure ocurrieron unos estragos causados por las crecientes de las aguas, la gente del pueblo encabezada por las élites pueblerinas decidió pedir misericordia con una rogativa presidida por la iglesia, con la curiosa ocurrencia de que hubo quienes opinaron que, en vez de hacerla con el Señor Nazareno la procesión, mejor sería “hacer un paseo con un dibujo del 19 de abril, una niña de La Patria, una escolta con seis jinetes y con seis banderas  y después dos niños con el dibujo de la cara del General Francisco de Miranda y veinte compañeritos con banderas, y con los empleados llevando un cartel con un rótulo en el que se leía Si La Naturaleza Se Opone, el cual debía ser señalado con un dedo por el libertador Simón Bolívar quien debía ser  llevado en otro cartón” (íd. 32). Se inauguraba así, dice EPI, un templo  cívico (id. 33) y este se refrendaba con la participación del Señor Cura en aquella caminata por las calles de San Fernando de Apure (íd. 32). 
¿Insólito, no?, era de esperarse, porque para aquellos pobladores y sus autoridades los hechos realizados por aquel personaje a sus ojos lucían como extraordinarios y maravillosos, como prodigios pues, y como tal no se podían comprender como se entienden los sucesos cotidianos o los acontecimientos ordinarios, ellos como gente católica, devota y  creyente debían interpretarlos como propios del terreno de lo sobrenatural. Bolívar debió recibir ayuda divina, pues, para hacer todo lo que hizo, debió contar con intercesores del mundo del más allá, pasando él mismo a ser una potencia de lo  extraordinario. Y convocarlo, como lo hicieron los sanfernandinos, podía ayudar a salir de los aprietos en que se encontraban. Bolívar podía conceder milagros ayudado por un Miranda, se nos antoja, que lucía en aquella procesión como si fuese Jehová.


3. Este no es el único caso de erección del templo cívico en aquellos años inmediatos a la muerte de Bolívar, EPI consigue otro hecho similar en diciembre de 1836 en un acto de la fundación de un colegio de enseñanza en la población de Guanare, donde la imagen de Bolívar fue llevada en andas desde la casa de la Sociedad Progresista a la plaza, y una vez allí se le colocaron alegorías significativas a la agricultura y a la educación. Los comitentes de los campesinos llevaban azadones y paletas bajo el rótulo en el que se leía “trabajo e independencia” y los comitentes de la juventud portaban un cartel con las palabras “libertad y cultura”. Se entono, a continuación, un canto fúnebre y luego vino el saludo de las máximas autoridades quienes al retirarse lo hicieron en impresionante silencio, este acatamiento fue imitado por todos los presentes al saludar la efigie del Libertador, alcanzándose tal sensibilización en aquel acto que llegó un momento  en que las damas presentes fueron sacudidas por el llanto” (íd. 34). El otro evento que menciona el autor ocurre en Guayana en octubre de 1848 donde el retrato de Bolívar es acompañado en el salón destinado a la solemne reunión por los retratos de Sucre, Urdaneta y Heres, están en el acto todas las autoridades representativas de la estructura política, militar y civil de la ciudad, pero destaca la presencia de “algunos antiguos compañeros de Bolívar” (íd. 35). Comenta EPI que en estos episodios se advierte que las circunstancias no se aprecian aún como remotas, todo está aún demasiado próximo para convertirse en historia (íd. 36). Pero si empezaba a utilizarse a Bolívar como agua bendita, que lo que toca queda como protegido y predestinado a cosas grandes, esto como es de suponer convierte en los aspersores en sacerdotes de ese culto y por tanto adquieren  un estatus especial ante la comunidad. Es por esa vía que los personajes que acceden al poder en Venezuela se convierten en oficiantes de ese culto, pero para que Bolívar no los derroque con su sabiduría lo vacían de su interior, lo convierten en un bulto.

El Bolívar de las élites y de sus académicos es de bronce, hierático, distante, inalcanzable y ajeno.

Evaluación historiográfica de estas versiones



Hay una diferencia abismal entre el Bolívar de los de arriba y el Bolívar de los de abajo. El Bolívar de los pobres está cargado de sentimientos humanistas, pensamientos justicieros,  es extraordinariamente vivo y está dispuesto a luchar por los pobres y por la humanidad, es un Bolíovar dispuesto a escuchar y que está en medio de negros, campesinos y marginales; mientras que el Bolívar de «los de arriba» es como lo describe Germán Carrera Damas, un Bolívar hierático, distante, sin signos vitales, es de bronce, es decir, brilla pero es metálicamente frío y refractario (íd. 187). Por otro lado entre “el semidios de la República letrada” (íd. 186), es decir, la “de los señores que manejan la ortografía” (íd. 187) y, el que convocan, los que no tienen patria no hay diferencia en lo sustancial, porque ambas son liturgias que edifican altares para la sacralización de Simón Bolívar y Palacios. Pero como mirada hacia el pasado y construcción de una narrativa de perfil histórico, no queda duda que la versión de los pobres es muy superior como producto historiográfico a la de los ricos, por la tesitura del personaje y por la calidad literaria de su narrativa.
En conclusión “El divino Bolívar” es otro certero cañonazo de Elías Pino Iturrieta, obra mediante la cual de un modo estruendoso y épico, propone nuevos nudos historiográficos a los interesados en conocer a Venezuela, mediante la guía maestra de la historia como disciplina de las ciencias sociales.






El parto de los humildes es taumatúrgico, EN ESTE SENTIDO, su versión de Bolívar no sólo es sobrecogedora desde la perspectiva literaria, sino que es autora de un culto nacional a Bolívar, orientado a mantener viva la esperanza de los pueblos de vivir en una democracia donde no exista la pobreza.

Con razón que hay quienes desean destruir a Simón, pues éste alienta esos anhelos:
 "Su pensamiento fue que el pobre tuviera".
Hoy existe todo lo necesario para que ocurra un estallido pletórico de las fuerzas productivas y para que los recursos del conocimiento se expandan sobre todo el planeta y la humanidad como una revolución de la riqueza.
Pero  quienes desean destruir a Bolivar por su pensamiento trastrocador, insisten en su mezquindad que su sueño es irrealizable y juzgan que Simón lo único que puede es causar trastornos.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

estoy muy agradesida a la corte negra

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