El Bolívar bulto: nada sino un hombre

9:38 Posted by Perro Senil.

(Versión del artículo "El Bolívar bulto" mejorada el sabado 27 de agosto de 2011)
(Nueva versión de hoy domingo 28 de agosto de 2011)

Narra Elías Pino Iturrieta en su libro "El divino Bolívar" que en

El año de 1916 el cónsul venezolano en París publicó en una Revista un adelanto de su libro Psicopatología de Bolívar, señalaba en su artículo algunas pistas que apuntaban a señalar, según algunos indicios, de que el Libertador padecía de epilepsia (Pino, 2010: 108). Era ésta su  primera incursión en el campo de la historia, ya era escritor desde 1911 y médico desde el año anterior. Tal pre diagnóstico, no era ni una ofensa al Libertador ni revestía un veredicto que declarara a Bolívar como un ser incapacitado y de graves limitaciones. Todos sabían que Julio Cesar padeció esa enfermedad -el gran mal- y, ésta no le impidió realizar su presencia abrumadora en la historia de Roma. Sin embargo, los historiadores venezolanos convirtieron aquel sondeo del galeno en un «escándalo resonante», lo cual se convirtió en una intervención patética.

Lo patético de esta situación consistía en que un historiador, nada más ni nada menos, que de la Academia de la Historia avaló la reacción desmedida contra el médico Carbonell -autor de aquel artículo-, que habían emprendido sus colegas encabezados, para el colmo, por un miembro destacado de la Academia de Medicina (íd. 113, 116). Tal suceso causa estupefacción, porque es una evidencia de la sacralización de Bolívar. Bolívar convertido en un Dios al cual se está obligado a percibirle como un ser perfecto. El historiador que se sumó a la cruzada contra el apóstata Carbonell fue Antonio Álamo, y en aquel contubernio  condenaron a Carbonell por ¡ateísmo patriótico! -actitud patética!!! del gremio científico caraqueño-. Álamo debía haber defendido el derecho de Carbonell a exponer aquella hipótesis y a desarrollarla para beneficio de la disciplina histórica, no lo hizo, Bolívar tenía que ser perfecto.

Sin embargo esos mismos detractores nunca cuestionaron ni rechazaron a quienes construyeron  altares a su figura con propósitos non sanctas, no se escandalizaron nunca porque esos corifeos paradójicamente con sus discursos ampulosos habían hecho de Bolívar un bulto (íd. 43, 257). Un bulto es uno de esos  objetos, que abundan en los templos, con los que se representan a los santos, figuras que sólo tienen exterior, porque si se voltea adentro son un hueco vacío. Pero su exterior está tan bien elaborado que inspiran devoción en los creyentes. Ese Bolívar bulto lo construyeron quienes en la vida de la nación forcejeaban por sus intereses personalistas, para llegar al poder en el Ejecutivo Nacional o en la Academia Nacional de la Historia o en la Academia Nacional de la Medicina. Utilizaban trozos de los discursos de Bolívar o elaboraban loas a su grandeza y perfección para legitimar sus aspiraciones y defender sus intereses. ¡El exterior del bulto¡

Ante tal realidad, sólo caben dos explicaciones, una, que los historiadores participaron de esas apoteosis avalando a conciencia ese Bolívar secuestrado por los diferentes gobernantes para su beneficio (íd. 146), o dos, que la ciencia histórica durante el siglo XIX no tuvo grandes avances generalizados sino sólo puntuales. En incomodísimo.com no se niega que la primera opción tuviese un peso, que es la que maneja Elías Pino Iturrieta para criticar a esos corifeos, pero nuestro parecer es que la segunda explicación es la más certera. La corriente dominante en la ciencia histórica del siglo XIX se caracterizabas por su tendencia a sacralizar y mitificar, a los personajes históricos, convirtiendo  a los grandes personajes de la historia en mitad leyenda y mitad Dios. Pero, nos interesa la primera opción, porque estamos seguros que sí los discursos no hubieran sido ampulosos, sino por lo contrario, hubieran mostrado su evolución política y filosófica, la reacción de esas élites caraqueñas entonces hubiese sido de rechazo a quienes hubiesen puesto en pie al incomodisimo Bolívar histórico.
Bolívar de Juan Rafael Chacón artista costarricense.
A todo lo largo  de la obra Elías Pino Iturrieta nos embelesa narrándonos la torcida administración del personaje por parte de los que este historiador denomina como sacerdotes de turno, es decir, de  Páez (id. 38), Guzmán Blanco (íd. 46, 48, 54 y 65), Juan Vicente Gómez (id. 126/130), López Contreras (íd. 119, 139/147), Luis Herrera Campíns (id.  171/175) y Hugo Chávez (íd. 189/247). EPI como historiador argumenta cada uno de estos casos y ofrece sus razonamientos, que cuestionables o no, ponen en el tapete un debate necesario y obligante sobre Bolívar, con el cual no sólo se busca desacralizar esta figura histórica, sino, además, arrebatársela a las liturgias oficiales o de otro cuño.

Pero a Incomodísimo.com llama la atención, es que lo que Pino Iturrieta propone no ayuda a recuperar el Bolívar histórico, sino sólo construir un bulto, pero por otra vía. EPI propone sustituir al Bolívar mítico, por el Bolívar que es “nada sino un hombre” (íd. 248/260).  Y llama la atención tan taimada salida, porque la hace un historiador de una agudeza muy lejana de la corriente, EPI es un analista excepcional y abre temáticas de gran envergadura, pero en este caso no se comparte su criterio, porque la historia no se trata de un esfuerzo por explicar a un personaje histórico como un hombre, sino lo que demanda es conocer las fuerzas históricas que lo convirtieron en «un hombre con conciencia histórica», porque como tal, es que se convierte en una amenaza para específicos y concretos intereses económicos, políticos, culturales y sociales de su época, y genera, en consecuencia, con su presencia activa en los acontecimientos un conflicto de grandes proporciones.

Germán Carrera Damas nos alerta del peligro de convertir a los personajes históricos en mitos, hoy nos debemos  alertar, contra los intentos de asumirlos como “nada sino un hombre, porque ambos tratamientos tienen por intención hacer del personaje histórico un bulto. Y en esta nueva vía lo destruye en sus cimientos, porque el hecho de que ese personaje haya hecho la guerra, por ejemplo, por esa vía sólo lo descalifica como un asesino. Es su conciencia nutrida por la filosofía y la ética lo que lo convierte en un independentista, patriota, republicano y Libertador, captarlo como “nada sino un hombre”, es una forma rapaz para sepultarlo definitivamente. Tarea a la cual se han aplicado con gran éxito una nueva generación de historiadores venezolanos.

Cuando un ser humano asume ideas que no encajan en el «universo simbólico» que impera en la sociedad donde vive, se convierte en un personaje histórico, es decir, ya no es un simple hombre, es un símbolo de lucha contra el orden dominante, y sus actuaciones como personaje histórico  provocan una invitación a sus contemporáneos  a la mudanza hacia un «universo simbólico» distinto que está en pleno desarrollo. El historiador no ve hechos, ve las fuerzas que subyacen a los hechos, las ideas que cambiaron el mundo, los símbolos en que estas se convirtieron para inspirar nuevas «conciencias históricas» y el  paradigma a que dio lugar esa nueva forma del pensamiento. Si Bolívar era o no un epiléptico, solo interesa a un biógrafo preocupado por presentar al hombre de carne y hueso, y no al símbolo. Lo que observa en él es, lo que observó el Dr. Carbonell,  sus condiciones somáticas, es decir, su cuerpo y su fisiología biológica, y decide un diagnóstico, porque está frente a dos opciones: o sufre una patología o está sano. A un historiador le interesan otros asuntos: Si se dice que Bolívar era un revolucionario, un socialista, un internacionalista, un racista, un tirano, un monárquico ....., el historiador debe dar respuestas a esos planteamientos, y para hacerlo debe interesarse en su “universo simbólico”, el que construyó con su vida como personaje histórico. Esa labor es importante, porque en esos intangibles están las resoluciones a esas interrogantes, además, que el historiador no estudia el pasado por ociosidad, en esos elementos subjetivos que pone en evidencia, están los componejntes que pueden servir en nuestros días para construir los fundamentos, por ejemplo, de un mundo en equilibrio. El Libertador fue el criminal de una época y el constructor de un universo simbólico tan gigantesco que sus fronteras abarcan las circunstancias donde se estremece nuestra época. Los estados delirantes de Bolívar afectaron el tiempo histórico.

El  Bolívar real, el que entraba en estados delirantes, llamó la atención al Dr. Carbonell, que como médico, vio en esos delirios ciertas evidencias de una patología, esa observación no la hace un historiador, la realiza un buen galeno. El Dr. Carbonell estudió a Bolivar dentro de ese criterio de “nada sino un hombre”, y no es ese el único estudio de ese tipo que pasará a la historia de la medicina venezolana, está también el que el  Dr. Raúl Ramos Calles realizó sobre Páez en quien este psiquiatra observó que “El Centauro” ante ciertos estímulos se sumergía en un estado crepuscular epiléptico clásico, donde perdía el conocimiento, sufría convulsiones generalizadas, botaba espuma por la boca y luego de la crisis sufría una pérdida total o parcial del uso de la palabra por tiempo indeterminado, en el que podía deambular sin rumbo y con pérdida de su tono muscular evidente. Lo importante de estos estudios para la historiografía, es que con ellos se demostraba que estos personajes no eran grandes porque estuviesen bajo la influencia de seres sobrenaturales, entidades que los convertía en seres semidivinos, sino que sus comportamientos obedecían a la presencia del gran mal. Y lo interesante del análisis del Dr. Carbonell para la historia de la medicina venezolana, es que diagnostica esa enfermedad en Bolívar presente de una forma soterrada, donde los síntomas clínicos no son tan evidentes, es decir, realizó una excelente clínica. Los delirios de Bolívar, sin embargo, también interesan a los historiadores, porque bajo los efectos de estos, se ponía de manifiesto las visiones que su intelecto venía desarrollando como descomunales proyectos para hacer del "Nuevo Mundo" un MUNDO NUEVO. Intentar destruir a Bolívar condenará a muchos historiadores a la muerte como científicos sociales prestigiosos, porque Bolívar es el más grande desafío que tenemos en nuestra disciplina.

No obstante, Incomodísimo.com recomienda el libro de EPI, porque en esta obra su autor propone otras cosas interesantes, por ejemplo, en las páginas finales el autor impulsa una Historia de Venezuela separada de la Historia de Bolívar, porque este gigantesco personaje sirve como valladar para ocultar todas las cosas que se suscitaron en el siglo XIX y buena parte del XX, tiempo que una tendencia dominante de la historiografía venezolana subestima, como si después de Bolívar no valiera la pena estudiar  a los personajes que las encabezaron (íd. 155/161). El divino Bolívar es un libro en el que Elías Pino Iturrieta pone a nuestra historiografía bajo terribles disyuntivas. Sin embargo llama de nuevo la atención que EPI no señala la posibilidad de que esos personajes decimonónicos no son estudiados del modo debido, porque asustan a los que siempre han ejercido el poder en Venezuela, porque aquellos sublevados son los que protagonizaron una revolución campesina de grandes proporciones, movimientos populares que las élites citadinas a duras penas pudieron manipular y desviar del camino que llevaba trazado.  Una revolución que se les pudiese haber escapado de las manos y que les pudiese haber infringido graves daños en el estatus de sus propiedades.

“El divino Bolívar” no sólo reseña la actuación de grandes historiadores venezolanos (íd 94/107) entre quienes hay figuras como Don Mario Briceño Iragorry (íd. 148/154), sino que cita autores de otras latitudes como Angeloni (íd. 74), Musine (íod. 77), Pradt (íd. 78), Roergas de Serviez (íd. 80) Byron (íd. 81), Carlyle (íd. 83), Gelpi y Ferro (íd. 83), en las letras españolas (íd. 86/93), Franzi (íd. 131), Volpe (íd. 133) quienes, según EPI, también participaron en esa labor de vestir el bulto. Es decir, de vestir el Santo para irse con él de fiesta o devestirlo para llevarlo a una misa de difuntos, lo que se traduce en la vida de los políticos en colocarle el traje lujoso y formal de protocolo para cuando ellos van a empezar a ejercer el gobierno o vestirlo con sus ropas populares para cuando ellos van a salir a la calle para derrocar al que está en el poder.
En una caja de tabacos fue convertido el legado paradigmático del Bolívar histórico por los chamanes de la política venezolana. Lo utilizaron y lo utilizan para convocar “potencias” que los ayuden en sus “marañas” y "vagamunderías". Pero también hay quienes le temen y en su horror hacen de este personaje histórico un "nada sino un hombre", esta es una nueva forma de vaciarlo, pero para llenarlo con porquerías.

GLOSARIO

Bulto: En el Museo Sacro de Caracas existen unos bultos de santos coloniales que tienen la cara y la parte superior del cuerpo sostenido por una armazón hueca. La armazón sirve para que los fieles los vistan de acuerdo a la ocasión con diversos atuendos según fuese la efeméride. Esa costumbre la asoció el historiador Cristóbal Conway con Bolívar, dijo “Es lo mismo que hacen aquí con Bolívar (… …) lo visten distinto para cada ceremonia y cada necesidad” (id. 43). El bulto es pues una linda metáfora mediante la cual Elías Pino Iturrieta denuesta contra los oficiantes del culto, dice EPI “las miradas ni siquiera reparan en la calidad de los sacerdotes. La sola referencia a los escritos del Padre es suficiente para transmitir al oficiante la santidad del objeto de culto”, de tal modo “No se censuran los discursos ampulosos de Guzmán, ni las súplicas infantiles de López Contreras, ni los textos lampiños de Chávez. Todavía peor: tampoco generan malestar las asociaciones que fragua Gómez o la de los plumarios de Mussolini y Franco. Se trata de vestir al santo. En consecuencia no importan ni los sastres ni los remiendos en la tela” (íd. 256).

SOBRE EL PÁEZ EPILÉPTICO

Hay una interesante conferencia intitulada “Los Ataques del General José Antonio Páez” del Dr. Raúl Ramos Calles, en esa exposición este médico expone el  cuadro epiléptico que padecía El Centauro. Se puede consultar en el Blog “Venezuela de Antaño” colóquese, para los efectos,  en el explorador una de estas opciones de búsqueda:

a) venelib-antao.blogspot.com

b) Venezuela de Antaño - Páez

2 comentarios:

Kelliany dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Kelliany dijo...

porque si decir a los 4 vientos de un Jose Antonio Paez era Epileptico, y horrorizarse de un Libertador de lo mismo. Acaso las enfermedades no son propias de los mortales.Y mortales somos todos.pero no todos somos Libertadores de 7 naciones.Ciertas incongruencias tales como escuchar que su Tisis(tuberculosis)no era tal sino Sífilis.No comprendo tal incongruencia,será que con el tiempo y la modificacion de la critica y el conocimiento vayan yendo a la par. Y se den cambios sociales en los pueblos latinos americanos

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