El Bolívar: Longanizo

19:52 Posted by Perro Senil.

De la mano del sobresaliente historiador Ángel Rafael Lombardi Boscán, quien se ha interesado en recuperar para la historia las miradas de los antibolivarianos y realistas, se tiene la oportunidad de oro y la primera fila, para escuchar sus voces empapadas del más sentido resquemor.
Una de las más impresionantes representaciones pictóricas de Simón Bolívar, la cual hemos juzgado apropiada para ilustrar al Bolívar Longanizo.
Esa búsqueda de testimonios que adversan a Bolívar, señala el historiador marabino Lombardi Boscán, tuvo su origen al releer una obra literaria del boom latinoamericano de las letras, donde se recoge la atmósfera de rechazo que afectó a Simón Bolívar en Bogotá en enero del año 1830. Acontecimiento que Incomodísimo.com, quiso corroborar consultando una biografía ya clásica sobre Bolívar como es la de Indalecio Liévano  Aguirre. En ese trabajo Liévano en efecto, indica como la prensa santafeña le infería ofensas al Libertador y, cómo estas persistieron, aún después de Bolívar haber declarado el fin de su carrera política y de haber formalizado su renuncia al mando ante el  Congreso. Lo que no tranquilizó a aquellos petimetres, sino que los exacerbó aún más, incrementándose aquel perturbador ruido en aquellos órganos de prensa controlados por los elementos más conservadores de la capital bogotana, quienes descargaron con más saña calumnias e  insultos, cada vez más subidos de tomo y de impostura, contra aquel hombre que cuando entró en aquella capital estaba -según la descripción de Liévano-:

Pálido, extenuado; sus ojos brillantes y expresivos en sus bellos días, ya apagados, su voz honda, apenas perceptible; los perfiles de su rostro, todo, en fin, anunciaba la próxima disolución del cuerpo (Liévano, 1988: 537).

Agravio que al proseguir en crescendo en aquel ámbito citadino controlado por los pudientes (íd. 539) habría de llevar a un insulto, no extraño en la boca de sus enemigos, pero lamentable entre quienes sucumbieron a la influencia de los poderosos medios de comunicación social creadores de estados psicóticos exacerbados. Ese insulto al que se refiere Liévano es el que el avezado historiador Lombardi Boscán recoge al inicio de su artículo, texto donde se indica qué es lo  que lo envejece y lo lleva a su muerte prematura.

El insulto al que alude Lombardi ocurrió en ese principio del fin del año 1830 cuando a Bolívar lo renominaron en aquella ciudad con el mote de Longanizo.

Hecho que registra Indalecio Liévano Aguirre del siguiente modo:

El 8 de mayo de 1830, después de despedirse de Manuela Sáenz, abandona a Bogotá camino de Cartagena, no sin que en una de las calles de la capital un grupo de exaltados se alineara a su paso para gritarle con acento desafiante y soez: ¡Longanizo!, aplicándole el epíteto con el cual se calificaba a un loco que por aquellos días vagaba por las calles disfrazado de militar (…) se veía obligado a abandonar la capital acompañado de un silencio hostil sólo interrumpido por aquellos gritos (íd. 542).

El Dr. Ángel Rafael Lombardi Boscán, no se conforma con esa prueba del maltrato que le inferían a este gran personaje ya a finales de su vida, como historiador rastrea en las fuentes las huellas de ese rechazo desde los años iniciales de la guerra, momentos atroces que generaron profundas inquinas, que dieron origen a la biografía de Bolívar escrita por sus adversarios. Porque éstos con sus órganos de prensa y con sus intensos y acres testimonios cuestionan lo que hace Bolívar en su  vida pública con la mayor inquina, llegando incluso a ingresar en su vida personal y familiar dando muestras de sus torcidas mentes -infaustos hechos que Lombardi Boscán recoge y ofrece al lector-.

El perfil que realizan los enemigos de Bolívar tiene la fuerza de una pasión furibunda, de la cual no se escapa ni el niño Simón, y el resultado de esa agresión contra Bolívar se convierte en un esbozo de este gran protagonista de la historia como un inescrupuloso, traidor, malvado y vicioso inclinado hacia la tiranía, lo  cual, como es de suponer, sea cierto o falso, le debía granjear al personaje en cuestión la animadversión acendrada de muchos de sus contemporáneos y, en consecuencia, debieron provocar o bien una actitud de silencio hostil o, en su defecto, un comportamiento desafiante y soez hacia su persona.

Sin titubeos el Dr. Ángel Rafael Lombardi Boscán asume esa tarea incómoda que la historiografía venezolana evadió de un modo pertinaz e inexplicable, labor que era necesario e indispensable asumir, pues había que recuperar las miradas multidiversas que este personaje provocó en  su tiempo. Lombardi recoge la mirada y la voz que es más difícil citar, la de sus más feroces enemigos, para hacer esto se requiere en primer lugar ser historiador y, en segundo lugar, tener valentía, porque existe un culto a Bolívar que se escandaliza con facilidad. Incomodísimo.com justifica esa búsqueda y, asume que las interpretaciones que surgen de esos hechos pondrán en evidencia la posición política de los biógrafos de esa gigantesca figura, en consecuencia, habrán los que arrimen más leña al fuego del odio y, también, los que  hurguen con amor esas cenizas, para liberar esa hermosa y portentosa ave Fénix en todo su esplendor. 

Con esta Introducción el Blog Incomodísimo presenta la BIOGRAFIA REALISTA DE BOLIVAR publicado por Ángel Rafael Lombardi Boscán en octubre 5 de 2010.

GLOSARIO

Ave Fénix: Es un ave de plumaje rojo, amarillo y anaranjado incandescente, de fuerte pico y garras, que se consumía por la acción del fuego cada quinientos años, para luego resurgir de sus cenizas. El ave Fénix muere para renacer con toda su gloria. Está presente en varias culturas: egipcia, griega, latina, árabe y china, donde es referida con distintos nombres.



“Biografía realista de Bolívar”

Artículo autorizado para ser publicado en Incomodísimo como una

COLABORACIÓN ESPECIAL.


Historiador Ángel Rafael Lombardi Boscán.

Premio Nacional de Historia.

Releyendo a “El general en su laberinto” (1989) de García Márquez, me llamó la atención que Bolívar, en su hora más baja, y encaminándose a la muerte, sufriera el desprecio y rechazo de sus propios conciudadanos. Se le acusó de déspota y de ir en contra de las propias leyes de la Republica. Ya antes, en el año 1828, hubo un complot palaciego para cometer magnicidio. A Sucre, su mano derecha, le asesinan en Berruecos para atajar todo posible intento continuista. Y en las calles, el murmuro de la gente no deja de referirse a quién fuera el vencedor de Boyacá en 1819, bajo el sobrenombre peyorativo de “longanizo”, es decir, el loco del pueblo.

No hay duda que para un hombre orgulloso como El Libertador, estos dardos tenían que minar su moral y autoestima. Aunque la inquina ya venía desde muy lejos. A su arribo a Caracas, en plan de triunfador en el año 1813, dio la orden de ejecutar a 1200 prisioneros, la mayoría canarios y blancos pobres. Esta tragedia humana le trajo sobre su piel: el olor de la matanza de la víctima. Y le estigmatizó como un soldado cruel e inescrupuloso a los ojos de sus naturales adversarios en el bando pro monárquico.

La prensa realista de ese entonces, bajo la batuta de José Domingo Díaz, desató una de las campañas publicitarias más recalcitrantes y feroz en contra del líder caraqueño. No se le escatimaron improperios y descalificaciones tales como los de criminal, intrépido, cruel, cobarde, bárbaro y malvado.

La biografía realista de Bolívar fue completada por un realista furibundo, de nombre, Tomás Surroca y de Montó, Capitán de Milicias, durante el asedio de Guayana en el año 1817. Según éste testimonio Bolívar fue un niño desaplicado y un marido perverso, ya que: “… en Madrid donde contrajo matrimonio con una virtuosa joven, que según voz pública a los pocos años fue víctima de los vicios y tiranía del marido, muriendo en Caracas sin dejar lujo alguno”.

Luego, en la viudez, se entregó a una vida disoluta y voluptuosa hasta servir a los republicanos al frente de la importante plaza de Puerto Cabello en el año 1812. Hecho prisionero, Monteverde le concede el exilio debido a su contribución en la entrega de Miranda en el puerto de La Guaira cuando éste se disponía a marcharse.

No hay duda que la calumnia se confunde con hechos contrastables donde la responsabilidad de Bolívar es más que evidente. Los historiadores tienen la ardua tarea de situar cada hecho dentro de una dimensión justa, y sin pretender asumir la condición del juez.

Así tenemos, que en vida, nuestro incólume Padre de la Patria, sufrió del desprecio y la animadversión de sus adversarios, tanto los del bando realista como de sus propios compañeros de causa. Su prematuro envejecimiento y muerte lo podemos encontrar dentro de estas circunstancias.

DR. ANGEL RAFAEL LOMBARDI BOSCÁN

DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE LUZ

5 comentarios:

Unknown dijo...

Un hombre justo merece rigurosidad histórica en la mención biográfica cuya objetividad estriba en no agregar ni quitar nada al acontecimiento,a lo anecdótico, venimos de Pueblos cuya susceptibilidad puede ser herida en el caso de una inexactitud.

Unknown dijo...

Y en el análisis no puede quedar de lado ni la circunstancia, ni el contexto histórico del hecho analizado sin perder de vista las percepciones y subyacencias de la época, lo comento porque Bolívar era un visionario, un rasgo que difícilmente es comprendido por contemporáneos.

Anónimo dijo...

Estoy terminando de escribir un trabajo de investigación con parámetros muy parecidos, en una prestigiosa universidad catalana. Cuando lo termine, les escribo más.

wolfgangumolina dijo...

En 1827, cuando Bolívar entra en la Nueva Granada proveniente de Caracas, le hace saber a Santander de su presencia en carta enviada desde Zipaquirá y entregada a Soublette en la que vale la pena señalar dos elementos: La intención explícita de Bolívar de retomar la presidencia de Colombia y el hecho que traía un contingente militar. Aunque este explique que las tropas están disponibles para ser enviadas al Perú para contener levantamientos, hay una clara advertencia a Santander.
¿Por qué tendría Bolívar que desplazarse con una fuerza militar considerable, mucho mayor de que lo que podría ser considerada su guardia personal y que podría hacer falta para defender a Venezuela donde los ruidos de sublevaciones no se habían apagado y la eventualidad de una nueva invasión proveniente de España o Cuba no podía excluirse? Con los ejércitos revolucionarios ocupados en el Sur, no podía excluirse esta posibilidad. La excusa era mala si se presume que las fuerzas españolas habían sido dominadas a lo largo de Los Andes y que el levantamiento recientemente ocurrido en Perú había sido sofocado.
Me inclino a creer en la convicción democrática y republicana de Bolívar. Pero sabiéndolo consciente de los peligros de desviaciones que podían poner en peligro la independencia, estoy persuadido que no vacilaría en continuar la guerra aun después de haberse extinguido el poder de España en América. De haber gozado de más salud, estoy convencido que Bolívar se habría convertido en un protagonista de las guerras civiles y de las sucesivas revoluciones que tuvieron lugar en Venezuela, Colombia y Perú a lo largo del siglo XIX en lugar de ser solo un precursor de aquellas.
Podemos imaginar que Simón Bolívar inspiraba miedo en la población y en particular, entre sus detractores. Ya había demostrado ser implacable a la hora de conseguir sus objetivos y someter a sus opositores. El Decreto de Guerra a Muerte y el fusilamiento de Piar seguramente fueron noticias con suficiente eco aun en una América meridional desconectada por una geografía accidentada y por las limitaciones en las comunicaciones. A la llegada de Bolívar a Bogotá esto se hacía patente con las fingidas demostraciones de fidelidad y simpatía. Partidarios prominentes del partido liberal se habían alejado de la ciudad por temor a ser arrestados. Bolívar también desconfiaba de Santander. Estaba consciente de la cercanía de este con los que temerosos de persecuciones que habían huido de la ciudad, al punto que le pidió a Santander que los invitara a regresar.
Los intentos conciliatorios de Santander no convencieron a Bolívar, quien no podía aceptar los resultados de elecciones que estaban por celebrarse y que te terminaron por serle absolutamente adversos y muy favorables a para su rival.
Muy poco pudo hacer este Bolívar al final de su vida sabiéndose sin apoyo frente a las ambiciones de pequeños y grandes líderes para detener la tendencia a la desintegración y al parcelamiento de la nueva nación que debía ser la América española. La guerra había dejado una marca tan perniciosa como permanente. Se había revelado como la mejor forma de enriquecerse en poco tiempo. Al desalojar a los españoles de las estructuras del poder económico y político, se mostró el más corto y fácil camino para apoderarse de propiedades y medrar con el comercio monopólico. En corto, Bolívar moría disuadido que su obra dejaba una herencia ruinosa como resultó ser.

Vicente R. Roca A. dijo...

No todas las acciones políticas de un líder o de un gobernante, satisfacen a sus seguidores o gobernados. Bolivar cometió errores y desafueros que se perdonan por su obra libertadora. Quienes hacen hisoria deben ser justos y no juzgar, y no apasionarse por la personalidad o por las acciones del protaganista de manera que sean los hechos del actor los que lo conceptúen. Todo muerto es bueno, si no hubo jueces ni juzgados para Bolívar en su época ¿se lo podra juzgar hoy cuando vivimos otras realidades? Posíblemente si, pero no por un supremo juez sino por la sociedad toda.

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