Gail II - ¡Qué mundo!

20:13 Posted by Perro Senil.

Gail Godwin atrapa al lector y no lo suelta, y su libro es una deliciosa prisión en la cual no se desea escapar. Los temas que propone son dulces desafíos, uno, del que se ocupará este escrito versa sobre el corazón en la historia. Gail para abordar ese asunto primero nos convence del aserto, al explicar el poderoso significado simbólico que tenía para el pueblo azteca el corazón, al cual concebían como el sol que está dentro del cuerpo humano y que se le ha de devolver al dios Sol que está en el cielo para que éste adquiera poder, de allí el sacrificio al que sometían a los guerreros enemigos capturados, a quienes se les extraía ese órgano para ofrendárselo a su Dios (Godwin, 2004: 29,33).

Sacrificio Azteca.

En la Primera Parte de su obra que se dedica al Corazón en la Historia la autora utiliza como epígrafe un fragmento de C.C. Jung extraído de La vida simbólica, donde ese extraordinario pensador confronta las expresiones del corazón con las expresiones del intelecto, señalando que las del corazón están relacionadas con la totalidad, a diferencia de las intelectuales que son discriminadoras, para luego decir que el corazón escucha atento y, lo que oye son los magnos hechos que abarcan toda la vida (íd. 31). Esto como es notorio es muy importante, porque quiere decir que la definición de un determinado pueblo se puede comprender por el lugar que le asigna al corazón en su crónica (íd. 33), en otras palabras, Godwin propone –y lo hace a través de hermosos capítulos- que podemos conocer a los sumerios, los egipcios, los hebreos, los hindúes, los chinos, los japoneses, los griegos o la gente de la Revolución industrial, así como pudimos definir a los aztecas por lo que ese símbolo representaba para ellos como sociedad avanzada (íd. 9 y 10). Del mismo modo, señala, se puede definir lo que es un cristiano, un musulmán o un budista por el lugar que en su universo conceptual ocupa el corazón (ídem). Y al hacerlo, como ella en efecto lo hace, podemos quedar convencidos que una historia si bien se escribe con hechos, sin embargo se interpreta es con sus símbolos, lo cual nos permite comprender al hombre desde la época de las cavernas hasta la actualidad con un visión amplia y profunda porque el lenguaje del corazón se relaciona con la totalidad y los magnos hechos.

No contenta esta fina escritora y ensayista con tan original propuesta para re abordar a la historia desde los símbolos, nos narra un encuentro que el psiquiatra Jung tuvo con un cacique indio en Nuevo México. Cuenta C. C., Jung que Ochwiä sostuvo con él el siguiente diálogo:

Ochwiä: Que aspecto tan cruel tienen los blancos, las arrugas les recorren todo su rostro y se lo desfiguran. Los ojos miran siempre buscando algo ¿Qué buscan? Quieren siempre algo, están desasosegados. No les comprendemos. Están locos.

Jung: Por qué crees que los blancos están todos locos.

Ochwiä: Dicen que piensan con la cabeza.

Jung: ¡Pues claro! ¿Con qué piensas tú?

Ochwiä: Nosotros pensamos con esto -dijo el cacique poniéndose un dedo a la altura del corazón-.

Cuenta Jung que esta conversación le hizo desfilar por su cabeza los horrores del águila romana, los de Carlomagno entre los gentiles, los de las cruzadas y la despoblación de la Oceanía, el cacique Ochwiä le había mostrado que en su rostro estaba la cara de su propia civilización y su cruel avidez por un botín (íd. 35 y 36).
Carl Gustav Jung uno de los más grandes psiquiatras y ensayistas del siglo XX.

Jung escribe que tanto los europeos como los no europeos están cada uno presos de un mundo, pero el del cacique Ochwiä le hizo exclamar ¡Qué mundo! (íd. 34)

Gail Godwin comenta algo fascinante acerca de ese diálogo, dice:

Lo que hace que este diálogo descrito por Jung sea tan relevante es en encuentro entre un representante del «corazón pensante» y un moderno hombre de ciencia, del cual se puede derivar que, para que la humanidad sobreviva, la sabiduría del corazón debe recuperar sus posiciones y colocarse al mismo nivel que la «cabeza pensante», porque es urgente que se desarrolle una consciencia nueva (íd. 36).

¿Por qué esta pensadora plantea el asunto como un problema de supervivencia? Porque Gail expresa que:

En esta sociedad de cuentas y resultados, el valor del sentimiento, las relaciones, la valentía de la persona, la cercanía a lo inefable o la pasión por lo trascendental tiende a mirarse con desconfianza y es considerado como algo poco práctico, que no produce beneficios monetarios, o bien se señala que ni siquiera existe y no debe emplearse ese término en el mundo de la empresa. ¿Al fin y al cabo, que es el corazón, sino ese órgano que está debajo del hueso del esternón?, se burla el ejecutivo en medio de la jornada laboral atrapado por el tiempo convencional, donde no hay lugar para el tiempo jardín (íd. 36).

Con valentía personal Gail Godwin como académica de las universidades de Iowa, Vassar y Columbia aboga pues en este lúcido trabajo por el corazón y su conexión sagrada con los poderes de la vida y de la luz, esto es, con el ser cuántico que somos cuando estamos sosegados en ese lugar especial que es el Jardín y con el ser sabio que coloca en la balanza del buen discernimiento al «corazón pensante » con la «cabeza pensante » para lograr un ser equilibrado (íd. 36).

La extraordinaria escritora Gail Godwin.
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