Jobra: Un espacio económico

7:28 Posted by Perro Senil.

Muhammad Yunus nos vuelve a impresionar con su portentosa imaginación en el campo de la economía práctica, en esta oportunidad nos presenta el viaje de experiencias que ha emprendido desde el terreno de los sueños hasta el jardín de las realidades. Esto lo hace en un libro que con su título se queda corto -“Empresas para todos”-, porque con éste enunciado no llega a plasmar la belleza del exótico camino que está transitando. Esta nueva publicación estremece, porque nos hace reflexionar sobre la pobreza académica de los programas universitarios que, hoy en día, se emplean para formar profesionales en el campo del conocimiento de la ciencia económica en nuestra nación.

Muhammad Yunus.

Entremos en materia, Yunus ve en las dos terceras partes de la población mundial más pobre (Yunus, 2010: xiv) un mundo de oportunidades inagotables, piensa que allí se puede crear una estructura empresarial de gran envergadura, con la cual se podría transformar esa pesadilla horrorosa de miseria en un paraíso de dignidad humana. Dice Yunus que estos seres humanos nacen completamente equipados para cuidarse a sí mismos y para contribuir al bienestar del mundo, pero que sólo algunos tienen la oportunidad de descubrir los maravillosos dones con que nacieron, y agrega el autor, que mueren con esos dones inexplorados, y el mundo sigue privado de su contribución (íd. xv). Yunus ve en este sector de la humanidad un terreno de cultivo ideal para fundar lo que él denomina como empresas sociales, las que no sólo beneficiarán a los pobres sino a toda la humanidad (íd. xxvi).

Para que este programa, favorable al mundo de la pobreza, funcione, hay que concentrarse en los más miserables. De allí que en una primera capa de solidaridad Yunus a través un banco popular presta asistencia financiera a los mendigos, quienes entran en el negocio de vender cosas puerta a puerta mientras piden limosna. Comenta Yunus que a los mendigos les gusta la idea de las ventas más que la de depender de la caridad y, es tal su aceptación de este programa que ya hay más de 100.000 financiados. Donde tras cancelar sus préstamos consiguen ser calificados como clientes solventes en sus pagos, registrándose entre ellos ya 18.000 que han dejado de vivir de la limosna y mantienen una fluida relación con su banco (íd. xii y xiii).


En una segunda capa de solidaridad, el banco financia mediante microcréditos a las mujeres, uno de los sectores más discriminados y explotados de la sociedad, pero en la que Yunus encuentra que tienen el talento y la destreza para ganar ingresos por su cuenta por encima del promedio, llegando ellas a aportar más beneficios a sus familias que los varones y, observándose que los niños resultaban con ese programa los primeros en beneficiarse. Dice Yunus: Nos dimos cuenta que prestar a las mujeres era una poderosa manera de combatir la pobreza de toda la sociedad (íd. xii).


Quienes reciben préstamos no solo tienen la obligación de cancelar una parte del préstamo cada semana sino que, además, deben ingresar algo para ahorro. Esa política ha permitido al banco popular crear un fondo donde la mitad de los depósitos provienen de los mismos prestatarios y donde el saldo de ahorros es ya de más de 500 millones de dólares. Lo cual hace del banco una institución independiente (íd. xiii). Por otra parte, los prestatarios son accionistas del banco, lo cual les otorga el derecho de elegir la mayoría de los miembros de la junta directiva de la institución. Como es obvio suponer, esto coloca a los pobres en el nivel de la toma de decisiones que tienden bajo su participación activa a romper con la esclavitud de la miseria, puesto que pueden decidir -entre otras cosas- sobre el destino de préstamos, los cuales están por la cifra de más de 100 millones de dólares mensuales (íd. xii)

El banco, por otra parte, estimula a los hijos de sus prestatarios a ir a la escuela, ofreciéndoles préstamos educativos, lo que ha permitido que más de 50.000 ya estén cursando la carrera de medicina o ingeniería. Por supuesto, incitan a estos jóvenes a no entrar jamás en el mercado de trabajo como empleados, aleccionándolos a crear sus propias empresas, para que así creen empleos y, señalándoles a esos jóvenes que, sus madres que son la dueñas del banco les financiaran su proyecto del negocio que quieran montar (íd. xiii).

Una vez graduados estos médicos, por ejemplo, pueden incorporarse a un programa que el banco financia, en el cual pueden instalar, entre otras empresas, centros de diagnóstico y tratamiento ubicados en las áreas más pobres y con costos que los más pobres pueden cubrir, o establecer escuelas para entrenar como enfermeras a las hijas de los prestatarios del banco de los pobres o instalar seguros de salud, etc. (íd. xxiv).

Esa labor en pro de la salud ha llevado al banco ha conectarse, además, con los problemas de la desnutrición, dándose el caso de establecer alianzas estratégicas con grandes empresas dedicadas a producir alimentos, a quienes se les ha indicado la necesidad de crear productos destinados a estas zonas donde la desnutrición infantil asola a la población. Porque la nutrición deficiente, genera taras de desarrollo del infante, debido a la carencia de micro oligoelementos esenciales para el buen funcionamiento del organismo humano necesarios para formar un niño sano y activo. De tal modo que crean empresas de riesgo compartido destinadas a elaborar y distribuir esos productos en las áreas donde está presente el desafío de combatir las secuelas de la pobreza (íd. xxi).

Oligoelementos, clave de la salud infantil.

El reto que confrontan los involucrados en estos programas es la de crear empresas sociales, pero para proceder a esa labor deben asumir unos principios básicos, como son: 1. las organizaciones empresariales que se crean deben ser sostenibles, es decir, los propietarios sólo deben recuperar lo que invirtieron, porque los dividendos o superávit se deben emplear para cubrir: a) los costos (salarios, gastos de mantenimiento, adquisición de insumos, etc.), b) la ampliación de la empresa y c) los imprevistos. 2. La empresa está dedicada enteramente a alcanzar un objetivo social, es decir, su propósito es poner fin a un problema social, la utilidad que se obtiene, en este sentido, debe convertirse en bienestar de los usuarios o consumidores que, son los únicos beneficiarios de esa actividad económica. La idea central es pues, la de que la empresa esté dedicada a una causa social y allí no cabe la ganancia personal (íd. xix y xx). O el éxito de la compañía se juzga no por la obtención de ganancias personales o utilidades para los socios sino por la ruptura del ciclo de la pobreza que se alcanza, por ejemplo, el número de niños que se arrebatan a la malnutrición cada año (íd. xxi y xxii).

La hazaña de esta experiencia económica y espiritual es que tales resultados se están obteniendo en uno de los países más pobres del planeta, Bangladesh, nación no sólo azotada por la miseria, la cual implica, hambre, falta de un hogar, enfermedades, contaminación, ignorancia, sino además vapuleada por los elementos naturales como la combinación de inundaciones, sequía y huracanes que crean situaciones desesperadas (íd. ix). Pero allí no se agota su éxito glamoroso, este banco ha asumido la tarea de crear empresas sociales en Nueva York y en otras ciudades estadounidenses, donde suministra a algunos de los 40 millones de pobres de la nación más prepotente del mundo, préstamos sin garantía por unos 1500 dólares promedio, para que empiecen modestos negocios, con los cuales tener acceso a la dignidad de ganarse la vida de un modo humano (íd. xiiii y xiv).

Sirva de epílogo el siguiente hecho -el cual nos explica la razón del título de este artículo-: Esta idea que crece y crece de empresas para todos tuvo su origen en una atribulada aldea que este economista visitó y, donde consiguió algo que lo abrumó. Encontró allí una mujer a quien un comerciante le había prestado 7 centavos de dólar para que comprara bambú, con el cual ella construía unos taburetes. La tasa de interés que el prestamista le cobraba era del 10% semanal y, además de esa exacción abusadora, la prestataria debía entregar lo que fabricara con el bambú al comerciante por el precio que este le fijase. Para Yunus esto era sencillamente un cuadro de esclavitud, pues no importaba que tan duro trabajara, porque no podría esta mujer escapar de ese sometimiento infame y su subsecuente miseria. Este catedrático universitario que trabajaba en la Universidad cercana a esta aldea, Jobra, hizo entonces un censo de prestatarios y consiguió cuarenta y dos seres humanos, los cuales como ya sabemos estaban reducidos a la férrea voluntad de este comerciante prestamista enfrascado en su afán egoísta de obtener ganancias personales. En consecuencia, Yunus sumó lo que le adeudaban y obtuvo un total risible para un profesor universitario, pues sólo llegaba a 27 dólares. Yunus procedió a cancelar, de su propio bolsillo, la deuda, para liberarlos de aquel mezquino personaje. Y no sólo recuperó sus 27 dólares de esos seres humanos nobles, sino que con ese pequeño círculo de pobres iniciales creó el Grameen Bank. Jobra pues, es una metáfora mediante la cual se sugiere un espacio económico en el que es posible actuar con éxito, para la liberación de 4.700 millones de seres humanos sometidos a unas condiciones de esclavitud en este siglo XXI por la tiranía de un sistema mal diseñado.

4700 millones de esclavos sueñan con su liberación de un sistema mal diseñado.

Muhammad Yunus. Empresas para todos. Grupo Editorial Norma. Edición 2010. 213 páginas.

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