Incomodísimo.com Inversiones adictivas.

8:44 Posted by Perro Senil.

Si el monto del préstamo que te concede un banco para construir una vivienda es menor que el precio que ésta tiene en el mercado, entonces, poseer propiedades inmobiliarias se convierte en un buen negocio. Eso fue lo que ocurrió en los EE.UU. en el período del boom de la construcción que se inició el año 2000, y en medio de ese auge lo lógico y natural es que los precios de las casas vivieran durante esos años una escalada, debido al movimiento especulativo.



La venta de viviendas se producía con la misma facilidad que soplar pompitas de jabón entre 2000 y 2005.


Ese auge en el año 2005 trajo como resultado palpable que el 40% de la adquisición de viviendas no se hacía para convertirlas en residencias, sino se hacía como inversión, es decir, para obtener ganancias. Las inversiones, en el mercado de valores de las viviendas, llovieron sin escampar.

Ahora bien si aumenta la demanda de casas, los prestamistas de dinero intentarán capturar la mayor cantidad de deudores posibles dispuestos a adquirir viviendas, porque en estos casos si el deudor no termina de pagar su compromiso pierde la casa hipotecada y éstas tienen como mercancía una cualidad que consiste que en vez de depreciarse se revalorizan, de tal modo que el acreedor no tiene la posibilidad de sufrir ninguna pérdida. En esas condiciones exquisitas, y en un contexto favorable donde existía una alta demanda de préstamos para adquirir viviendas y, donde, además, el gobierno facilitaba a los prestamistas dinero barato, lo que se puede esperar de todo esto es un “no hay vuelta atrás”.

Por otra parte, y esto fue muy importante en este caso, sabemos que en un mercado hípico se apuesta por los no favoritos cuando las expectativas que se traza el tahúr es la de obtener los más altos dividendos, de tal modo que la lección es que, en cualquier mercado quienes negocian con valores de riesgo están explotando un filón no apto para cardíacos, pero muy tentador para quienes gustan de ganancias delirantes. Es a esto lo que denominamos dinero adictivo y a las inversiones que se realizan con este tipo de circulante: Inversiones adictivas. Estas inversiones –como dice Soros- sólo pueden llevar a lo peor, pero parece que en los EE.UU. nadie imaginó ¡¿Qué tan mal terminarían éstas inversiones¡¡¡


Los préstamos de riesgo punzaron el mercado inmobiliario en el 2007.

En esas operaciones a gran escala (boom de la construcción, alza en el mercado de valores, expansión del crédito, emisión de dinero barato) siempre hay grandes prestamistas involucrados, es decir, grandes bancos. En este caso los más grandes intereses corporativos se vieron involucrados porque se avizoraba el afloramiento de un mercado, es decir, un inmenso número de personas dispuestas a entrar en ese negocio inmobiliario que les iba a convertir por primera vez en inversores (sus rentas habían estado disminuyendo y vieron en esto una oportuna salida). Entonces, el dinero adictivo por esa vía se introdujo, por una parte, en las altas esferas de la estructura económica norteamericana y, por la otra, contagió a toda la población a adquirir viviendas, convirtiéndose la inversión adictiva en el motor de la economía que -como ya se adivina por todo lo que venimos señalando- no sabe cuándo detenerse, porque todos los involucrados lo único que veían era “la gran oportunidad de invertir y de ganar”.


El corolario de esas circunstancias que venimos reseñando es que en la realidad objetiva y descarnada, estas inversiones adictivas crearon una burbuja inmobiliaria, la cual era inmensa, pero como toda burbuja ésta también tenía –contra todo pronóstico- sus límites naturales, porque crece y crece hasta que alcanza un punto crítico donde debe reventar, es decir, donde ocurre la caída de los precios de la mercancía que la originó y, todo el edificio que se había erigido con ese delirio se viene abajo, ocurre pues un crack (quiebre) o un outbreak (estallido) o un collapse (colapso) de una ilusión creada por el dios mercado.

Lo curioso de esto es que se caía el precio de viviendas nuevas, todo un fenómeno, ya que resultó que - como es de esperar-, a los préstamos de riesgo en el mercado de valores les fallaron las patas en plena carrera y debido a ello se empezaron a ejecutar hipotecas, tantas que se empezaron a acumular viviendas “en espera de venta” a tal grado que, sus precios empezaron a declinar para así recuperar el capital y salvar los intereses los acreedores declarados en emergencia. La venta de viviendas dejó de ser el gran negocio y, sobrevino la crisis que perjudicó a vastos sectores de la economía, se inició de este modo una recesión que sacudió a todo el sistema. La inversión adictiva cobró de nuevo a los irracionales e imprevisivos su alto precio. Estamos en el 2010 y aún hoy se pagan las consecuencias de esa debacle de una economía drogadicta y enajenada.

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