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Tim Harford. La lógica oculta de la vida.
Editorial Planeta. Temas de Hoy. Bogotá, 2008. Páginas: 347. Adquirido en el Mesón de Ofertas
de la Librería Europa, Maracaibo, Zulia, Venezuela. Precio irrisorio.
En los Estados Unidos la capital del país es una ciudad dividida.
La jefa del departamento del Banco Mundial frente al mapa de Washington D. C. nos
señaló un cuadrante y nos dijo “Toda esta zona es segura”, indicaba los barrios
de Georgetown y Cleveland Park. Después tomó un bolígrafo y trazó una línea a
lo largo de la calle Dieciséis. El bolígrafo atacó el papel, excavando una
trinchera. Esa línea es objeto de controversia, al dividir por la mitad la
Dieciséis deja, de un lado al
Distrito Tercero en el que hubo en el año de 2005 veinticuatro homicidios, y si se mira de ese mismo
lado hacia el barrio de Anacostia y el
Distrito Séptimo, nos advirtieron que no nos arriesgásemos a entrar, hubo
sesenta y dos homicidios en dicho año.
Mientras que en Georgetown y
Cleveland Park no hubo ninguno, estos dos barrios quedan en el lado opuesto
(Hardford, 2008: 165, 166).

Uno de los lados no sólo es menos letal, sino
también es más agradable que el otro. Allí los niños que viven en la pobreza
son quince veces menos que en Anacostia. El índice de pobreza absoluta es cinco
veces menor. A esto se agrega algo más delicado, en el lado agradable un 80 por
ciento es población de raza blanca y en Anacostia el 93 por ciento es de raza
negra. Washington D.C. presenta bolsas
de pobreza y segregación racial marcados en los barrios céntricos, esto es,
una geografía patológica (íd. 166, 167).
En todos los Estados Unidos existe una conexión entre la geografía
urbana y la raza, el resultado de esto, si se adiciona la criminalidad y la
pobreza, es la existencia de guetos.
Éstos son zonas deprimidas atestadas de
inmigrantes y afroamericanos, barrios que los blancos evitan. Nos interesa
averiguar ¿qué es lo que produce esas zonas? Nuestra hipótesis es que esos
barrios extremos son el resultado de personas que toman decisiones inteligentes
mediante preferencias moderadas. Lo sorprendente es que esa racionalidad que
emplea la gente corriente no es extrema, y sin embargo produce esos resultados
tan pésimos (íd. 166, 167).
Esa extrema segregación racial
que existe en algunas ciudades norteamericanas parece indicar la existencia de
un racismo muy profundo. Pero las investigaciones apuntan que esa segregación
por raza, por clase social y por nivel económico se puede imputar a prejuicios moderados que arrojan resultados trágicos (íd. 167).
Para entender el mundo en este caso los investigadores han recurrido a
la «teoría del juego».
Hazte con un tablero de ajedrez y
con fichas blancas y negras, colócalas como se observa en la siguiente imagen:
Las fichas pueden representar blancos y negros, pero también pudiesen
ser nativos e inmigrantes o ricos y pobres. En los cuadrantes de 3
x 3 cada uno de los residentes tiene en su zona ocho vecinos con los cuales
constituye un barrio mixto. Como sus
preferencias son moderadas, vive feliz en ese barrio, porque «los
otros» no los superan, incluso, si los superan levemente como ocurre en las
esquinas, no hay problema porque su preferencia es moderada, y esa actitud le
permite mantener la armonía gracias a que es tolerante. Tales zonas son modelos
de una sociedad integrada o concreción de la utopía de la integración (íd. 167, 168, 170).
Pero sí ocurren movimientos (mudanzas)
y «los otros» llegan a superarlos de un modo amplio, entonces, se irían del
lugar, porque ya no estarían contentos de su zona. La zona modificada se escapa
de los límites de la tolerancia. Por
desgracia una sociedad es terriblemente frágil, por muchas razones la
disposición alternada de las fichas puede alterarse y el barrio mixto pasa a
convertirse en un barrio de marcada definición por una raza, una
clase social o un determinado segmento de nivel económico. Se crean guetos
(íd. 170, 171).
Quita de tu tablero de ajedrez
perfectamente integrado veinte fichas, las vas sacando al azar. Después añade algunas de forma aleatoria, por ejemplo,
coloca cinco. La pequeña diferencia que va a surgir resulta crucial,
descubrirás de pronto que una ficha negra queda en su barrio con el doble de
fichas blancas. Ese efecto que escapa de los límites de tolerancia producirá en
una reacción en cadena de gente que se irá del lugar y el crisol de razas se
disgrega -fin del barrio mixto o utopía-. Se desenmaraña la diversidad, y
aparecen grupos homogéneos -guetos-. Las personas se mudan para evitar quedar
aisladas (ídem).
Quien descubrió este sencillo
proceso fue Thomas Schelling, él hacía uso
de la «teoría del juego» para
explicar la realidad. Schelling es célebre
con toda justicia, obtuvo el Premio Nobel de Economía en 2005. En
este caso descubrió que en lo profundo de la «geografía patológica»
una modesta preferencia por tener vecinos semejantes a ti puede conducir a una
segregación extrema. En otras palabras, las causas moderadas podrían
conducir a resultados extremos. El tablero depende de tu forma de ser, y sólo
basta que tengas una preferencia moderada para que la línea controversial se
trace como la que existe con la calle Dieciséis en Washington D. C. (íd.
171,172).
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