Stiglitz VII: Una Nueva Sociedad (d)

11:17 Posted by Perro Senil.

En preparación un material sobre la realidad venezolana ¡Espéralo!
Será publicado el sábado 9 de abril de 2011 ¡Es fenomenal!
LA EXTENSIÓN DEL PRESENTE ARTÍCULO: 2 páginas

Un modelo de sociedad que no se basa en la confianza
El modelo del feroz individualismo combinado con el fundamentalismo del mercado y un rampante materialismo ha alterado no sólo la forma en que las personas se ven a sí mismas y sus preferencias, sino también su relación con los demás, a esto se agrega la tendencia de que todo es anónimo, todo se reduce a dato estadístico. En un mundo de semejante combinación, la sociedad deja de ser un ámbito comunitario y en las relaciones de cómo nos tratamos los unos a los otros la confianza no tiene lugar. En una sociedad así hay que recurrir a las disposiciones legales de los contratos, pero no es la mejor alternativa. La confianza es el lubricante que hace funcionar la sociedad. En la crisis actual, los banqueros no se confían ya los unos en los otros, y en unas condiciones así no pueden existir comunidades de financieros. Cuando la confianza se quiebra el sistema financiero se paraliza (Stiglitz, 2010: 335 y 336).

Cuando el espíritu comunitario se resiente, por la erosión de la confianza entre los miembros de la sociedad, la eficiencia de la economía se ve afectada. Los mercados pues, pueden debilitar las relaciones personales y comunitarias, la relación «amistosa» incluso en una economía de mercado es necesaria. Las externalidades [todo lo que hacemos tiene importantes efectos sobre los demás, estas son las externalidades, de tal modo que nuestros fracasos implican costos que tienen que pagar otros además de mi persona] y los fallos de los mercados están omnipresentes, de allí que la acción colectiva es indispensable (la sociedad comunitaria es una necesidad), y el voluntarismo no será suficiente, hay que desincentivar lo que en el mercado nos lleva a un feroz individualismo y a un materialismo rampante y hay que abandonar el fundamentalismo del mercado (ídem).

Las fisuras en una sociedad pueden dividir una casa y derrumbarla
Esta crisis ha puesto al descubierto algunas fisuras en nuestra sociedad, entre los Estados Unidos ricos (Wall Street) y el resto de los ciudadanos. A los de arriba les ha ido muy bien durante los últimos treinta años, pero mientras tanto los ingresos de la mayoría de los estadounidenses se han estancado o han bajado. A los de abajo se les ha ocultado esa realidad y se les animó a seguir consumiendo como si sus ingresos aumentaran, se les instó pues a vivir por encima de sus posibilidades, mediante préstamos, se les tendió una trampa. El país en su conjunto ha estado viviendo por encima de sus posibilidades. Tiene que haber un ajuste. El precio del ajuste debe ir a cuenta de los de arriba. Pero articular eso políticamente no será fácil (íd. 338).

Los gobiernos estadounidenses no se han comprometido conscientemente a estructurar o reestructurar la economía, nos guste o no, nuestra sociedad moderna exige la intervención del gobierno para cerrar esas fisuras: desde fijar las reglas y hacerlas cumplir hasta construir infraestructuras, financiar la investigación, ofrecer educación y sanidad, así como otras muchas formas de protección social. Si queremos que el dinero se gaste bien, hay que pensar en qué es lo que queremos y a dónde vamos (íd. 338 y 339).

Muchos cambios han alterado la naturaleza del mercado y nuestra sociedad; se ha perdido un equilibrio entre nuestros componentes principales, hay que restituir el equilibrio entre individuo y comunidad, entre sociedad y gobierno, entre las actividades económicas y no económicas, entre el mercado y el Estado, entre el hombre y la naturaleza y pasar a unas relaciones interindividuales basadas en la confianza. También hay que superar el dominio de una visión de corto plazo por parte de las personas, las empresas y el gobierno, ese cortoplacismo es una de las características del capitalismo gerencial. Una visión a largo plazo estructura un éxito duradero, el largo plazo significa tener una visión. El Estado tiene derecho a tener una visión, una visión tanto en lo pequeño como en lo grande, una visión de país (íd. 340, 343). Sólo teniendo una visión de largo plazo la casa no se derrumbará.

Los cambios son urgentes y los costos son demasiado altos
Como la impresión de caída libre ha desaparecido, ya no tenemos la impresión de que los cambios sean urgentes. Si esto se toma así nada bueno se augura para el futuro. En algunos ámbitos se mejora la regulación, pero en otras áreas la desregulación avanzará a paso acelerado, a menos que una protesta popular lo impida. En algunas áreas importantísimas las cosas ya han empeorado, el resultado predecible: futuras crisis. Es importante la transparencia y no darle más capacidad a los bancos de manipular sus libros. A nivel mundial hay que nivelar el terreno de juego entre los países desarrollados y los menos desarrollados. Gestionar mal la globalización es un alto riesgo.

¿Por qué un país con tanta gente de talento no es capaz de resolver estos problemas? Será difícil para Estados Unidos llegar a tener una visión de lo que quiere ser cuando pesan tanto las contribuciones a las campañas electorales y el sistema y las maniobras de los grupos de presión. El complejo industrial militar en el último medio siglo se ha extendido: los grupos de presión que determinan la política económica y social estadounidense incluyen las finanzas, la industria farmacéutica, el petróleo y el carbón. Su influencia política hace que adoptar políticas racionales sea prácticamente imposible. Sus acciones han sido casi un atraco a mano armada. Pero el peor ejemplo, tanto antes como durante la crisis, lo ha dado el sector financiero. La democracia de la gente de talento es impostergable para sacar a los Estados Unidos adelante.

Hay que crear un sistema financiero que sirva para generar empleos significativos, trabajo decente para todos los que lo quieran, un sistema en el que la brecha entre los que tienen y los que no tienen se estreche en vez de agrandarse; y, lo más importante de todo, la oportunidad de crear una nueva sociedad en la cual cada persona pueda realizar sus aspiraciones y desarrollar todo su potencial, en la cual los ciudadanos compartan ideales y valores, en la cual hayamos conseguido una comunidad.

El quid del asunto es que quizás seamos capaces de salir de este atolladero, pero ¿a qué precio para nosotros hoy y para las futuras generaciones mañana? Esta crisis debería ser una señal de alarma: los costos pueden ser altos, muy altos, más de los que el país más rico del mundo tal vez pueda permitirse.

(íd. 340/343).

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