Stiglitz VII: Una Nueva Sociedad (c)

6:23 Posted by Perro Senil.

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PRÓXIMO SABADO SE PUBLICARÁ: Stiglitz VII: Una Nueva Sociedad (d) (FIN)

Aprendiendo a medir se pudiese descubrir lo que podría ser un modo de vida exitoso
Cuando la burbuja estaba creciendo se inflaba el valor de las inversiones inmobiliarias así como los beneficios, las mediciones del PIB indicaban que todo iba de lo mejor, y se pensaba que el rendimiento de la economía era todo un éxito. Pero medir el PIB bajo esas condiciones no daba una imagen fidedigna de lo que estaba ocurriendo, la realidad era otra y no era de éxito sino de fracaso. La crisis pues demuestran lo muy distorsionados que pueden estar los precios del mercado, lo cual distorsiona la medición del rendimiento que se tiene en esa sociedad. Para medir el verdadero rendimiento se tienen que tomar otros aspectos en cuenta, porque aún sin la crisis, los precios de todos los bienes están distorsionados, ya que hemos tratado nuestra atmósfera y nuestra agua como si no tuviesen ningún valor, cuando de hecho son bienes escasos y en consecuencia alterarlos mediante las emisiones de carbono (contaminarlos) atenta contra su inapreciable valor. La distorsión del costo de cada mercancía concreta depende en consecuencia de la cantidad de «carbono» que implique su producción y no sólo de los componentes convencionales que se usan para producirla (Stiglitz, 2010: 329). La sociedad debe aprender a medir de la manera correcta su rendimiento para saber si está teniendo éxito o si está fracasando.

Un buen rendimiento es también un medio ambiente mejor. Nuestro crecimiento económico se ha basado demasiado en pedirle préstamos al futuro: hemos vivido por encima del potencial de nuestros medios, cuando la lógica nos indica que debemos actuar por debajo de ese potencial para no aniquilarlo. El resultado de ese error es el agotamiento de los recursos naturales y la degradación del medio ambiente, lo más odioso de esos préstamos a futuro es que son unas deudas que no se ven. Estamos empobreciendo a las futuras generaciones, pero nuestro indicador que es el PIB, no lo refleja (íd. 330).

El PIB como unidad de medida no mide el bienestar. EL PIB per cápita mide lo que gastamos en atención sanitaria, pero no su resultado, es decir, nuestro estado de salud, reflejado por ejemplo en la esperanza de vida. El PIB per cápita de Estados Unidos es aparentemente más alto que el de Francia o el del Reino Unido, pero nuestro sistema sanitario es menos eficiente. Gastamos mucho más para obtener resultados mucho peores (ídem).

El PIB puede incrementarse, pero a pesar de ese aumento a la mayoría le va peor, eso ocurre cuando las sociedades se vuelven menos igualitarias. Una tarta más grande no significa que todos obtengan un trozo mayor. En Estados Unidos en 2008 la renta promedio de las familias fue un 4 por ciento más baja que en el año 2000, aunque el PIB per cápita aumentó un 10 por ciento (ídem).

El objetivo de la producción social es aumentar el bienestar de los miembros de la sociedad. Nuestro sistema de medir no es bueno. Necesitamos indicadores que reflejen cómo le va al individuo medio, medir el promedio de ingresos es mejor que medir la renta per cápita. También hay que medir la sostenibilidad, es decir, tener en cuenta el agotamiento de recursos y el impacto sobre el medio ambiente, así como el endeudamiento (de los préstamos al futuro). O bien que reflejen la conectividad con los demás, como la educación y la salud, porque en esas mediciones los países escandinavos obtienen mejores resultados que los Estados Unidos, que bajo esos parámetros ocupa el decimotercer lugar. Hacer hincapié en esos valores –los que venimos comentando- ya es descubrir otra forma de plantearnos la orientación de nuestra economía y nuestra sociedad (íd. 330 y 331).

Derechos políticos pero también económicos
Los políticos, especialmente los de derechas, han prestado mucha atención a preocupaciones como garantizar los derechos de propiedad. Pero irónicamente muchos han declarado que la seguridad individual debería reducirse, recortando la Seguridad Social y la seguridad en el empleo para los ciudadanos de a pie, es irónico porque estaban perdiendo sus casas y empleos, cuando lo que debían eran conservar sus casas y sus trabajos. En esta recesión, 2.4 millones de personas han perdido su seguro de enfermedad porque han perdido su empleo. La mayor seguridad es lo que debiera implementarse, porque puede tener incluso un efecto positivo sobre el crecimiento. Los programas que ayudan a la gente a pasar de un empleo a otro contribuyen a que el talento humano se emplee mejor. Esto es lo que hay que hacer en vez de estar estableciendo una red de seguridad para las empresas ¿Por qué deberían los derechos de las empresas ser más importantes que los derechos económicos básicos de los individuos, como el derecho de acceso a la salud, a la vivienda, a la educación? ¿O el derecho a un mínimo nivel de seguridad? (íd 332 y 333).

Ésos son los temas básicos a los que todas las sociedades deben enfrentarse. Esos temas de derechos no nos vienen dados por Dios. Son construcciones sociales. Podemos pensar en ellos como parte del contrato social que rige nuestra convivencia. Entre los valores que deben ser sometidos a criterio de los ciudadanos están valores como el ocio, Estados Unidos no ha disfrutado de más ocio, lo que le correspondería si se toma en consideración lo que señalase Keynes hace setenta y cinco años cuando celebraba el hecho de que la humanidad, por primera vez en su historia, estaba a punto de liberarse del «problema económico», porque con los avances de la ciencia y la tecnología se lograrían cubrir las necesidades básicas con menos horas de trabajo a la semana. Lejos de esa predicción el número de horas trabajadas por familia de hecho se ha incrementado en un 26 por ciento durante los últimos treinta años, y esto ocurre porque el individuo requiere de mayores ingresos para tener dos coches en cada garaje, iPods en cada oreja, convertirse en obeso y ropa sin límites para darle salida a una producción orientada a crear una sociedad consumista, donde compramos y tiramos. Europa tomó un camino muy distinto. Lo normal son unas vacaciones de cinco semanas y a los europeos les horroriza pensar que nosotros, en general, sólo tenemos dos. La mayoría de los franceses no se cambiarían por la mayoría de los estadounidenses. La producción por hora de los franceses es superior a la de Estados Unidos, pero el francés medio trabaja menos horas al año y tiene menos ingresos, ellos no compran y tiran, ni tienen por ideal el superconsumismo, ellos valoran el derecho del ocio el cual puede ser particularmente muy importante para los millones de personas cuyo empleo les ofrece pocas satisfacciones inmediatas (íd. 333 y 334) por desempeñarse en trabajos tediosos que no estimulan la creatividad o al intelecto.

Deberíamos preguntarnos si éste es el camino que deberíamos escoger. Tal vez no seamos capaces de decir que estilo de vida es el mejor. Pero el estilo de vida americano no es sostenible. Hay otros que lo son más. Estados Unidos tendrá que cambiar, y deberá hacerlo de prisa (íd. 335).

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