Escabrosos I: Contumaz personalista

8:32 Posted by Perro Senil.

Conocer a Venezuela es una tarea ineludible para quienes vivimos, trabajamos, luchamos y soñamos en esta nación, afrontar ese objetivo -conocer a Venezuela- puede llevarnos a debatir sobre temas escabrosos, es decir, temas incomodísimos.com

En “Nada sino un hombre” Elías Pino Iturrieta (EPI) es incomodísimo en grado superlativo. Ya desde el epígrafe de la obra, este escritor se dedica a molestar a los hombres o mujeres de poder en Venezuela, y lo hace con tal habilidad que coloca en peligro la dermis de quien intenta asir su filosa forma de pensar.


Historiador y Ensayista Elías Pino Iturrieta o el retorno de la prosa de excelencia y de la erudición inteligente.

EPI empieza pues su libro con un imperativo estremecedor por la mordacidad que encierra el epígrafe de su libro:

Colóquese en la presidencia al hombre que nos de empleos y esto nos basta (…) empleos donde se pueda influir en beneficio propio (…) y de lucrar a costa del hombre honrado y laborioso (Pino, 2007: 7).

Propuesta deshonesta e insolente -escabrosa-, que sobrecoge por su brutal vulgaridad. Y práctica usual de la política venezolana, la cual se reitera en su ejercicio de modo ininterrumpido y sádico/masoquista en nuestro orden de cosas, y para el fastidio nacional se repite indistintamente en este país sea bajo un

sistema militar o un sistema civil, bajo una dictadura o un régimen constitucional, en la guerra o en la paz, bajo la legitimidad o contra la Constitución (id. 11)

o ¡por qué no? en “una revolución” (id. 10). Aserto que por extensión -de nuestra cuenta-, inferimos que también se dará indefectiblemente bajo su sucesora, esto es, en la contra revolución, porque «los mandones» (id. 11) siempre estarán al asecho de todas las oportunidades sea cual sea el color de la que esta se revista. Porque el quid del asunto, el cual esta incrustado en el núcleo de nuestra sociedad, sólo puede escribir páginas dolorosas para una Historia de la indignación.

Pero volvamos al epígrafe. Quien aquellas cosas pensó y escribió lo hizo allá a principios del siglo XIX, este calificado escritor y analista fue un cubano venezolano de valía. Él con términos incisivos eslabonó con maestría insuperable unas ideas a otras, para tejer con ellas un cintillo de palabras condenatorias, dedicadas a una sociedad con la cual se compenetró como pocos lo han hecho, su cintillo fue del siguiente tenor:

Este es el modo de vivir más conocido de nuestro país… la corrupción, la disipación… y los pueblos se han acostumbrado tanto con ellos que ya no parecen crímenes (id. 7)

Cuestión incómoda o verdad incomodísima la que presenta, pues ese testigo, deja entrever la existencia en nuestra sociedad de un grueso número de habitantes que avalan o cuando menos aceptan con pasividad el mal vivir de quienes conforman las cadenas de mando en la cosa pública.

Y no se detiene allí la rabia del autor de esas líneas -que EPI cita como epígrafe en su sobrecogedor libro-, ese buen caribeño americano entierra más adelante en su escrito la puntilla de matarife hasta la empuñadura en el asunto, al mostrar el devastador resultado que arrojará contra Venezuela ese detestable “modo de vivir” que está entronizado en las esferas del gobierno:

Hombres de esta especie son idólatras de sus sórdidos intereses (…) [y en consecuencia] se inspirará el desaliento, se acarrearán males infinitos (ídem).

Este apotegma de antología se hizo público en el año 1835 y, lo nefasto de esa desgraciada situación, según ese brillante analista de la primera mitad del siglo XIX es su persistencia, ya que dice que es

Un fenómeno constante en la historia de Venezuela… [está] en la arquitectura de [esta] nación… [es] una recurrencia de [sus] negocios públicos… [está] en el resorte de la evolución de los asuntos relativos del poder (ídem).

EPI pues trae al proscenio a este excepcional opinador -personaje que fue omnipresente en todos los grandes hechos históricos que se van a dar en la Venezuela decimonona en sus primeros decenios- para apuntar con él, al asunto central de su exposición, como es el fenómeno del personalismo. Fenómeno al cual nosotros los historiadores no le habíamos otorgado la extraordinaria relevancia que tiene en nuestro acontecer y, que a la agudeza crítica de EPI no pasó inadvertido.

El personalismo es la adhesión a una persona, que en un determinado momento histórico puede encumbrarse en el poder representando una tendencia salvadora, que puede ser una de las ya manidas opciones conocidas en nuestra historia como la salida militarista o civilista, dictatorial o democrática, pacifista o guerrerista, revolucionaria o contra revolucionaria, legalista o anticonstitucional… no importa, lo que importa es que bajo cualquiera de ellas, están quienes tienen claro -los adherentes de esa persona- en qué consiste el juego político oculto, es decir, los idólatras de esos sórdidos intereses tácitos que aquel cubano venezolano denuncia. Adherentes pues que emplean todos sus recurso para colocar en la presidencia a aquel que les puede dar empleos donde pueden ellos influir en beneficio propio y lucrarse del hombre honrado y laborioso, pues eso les basta (!!!). “¡Eso les basta!” a esos bastardos.

Esos desvergonzados y pícaros, son pues los que abundan en nuestras comarcas, son los que erigen ese modo de vivir insano y envilecedor, son los que promueven y avivan una manera de medrar que les permite y posibilita una existencia de disipación basada en la corrupción, con el abominable agravante de que los pueblos que cohabitan con esa “fauna” maldita (id. 14) se han acostumbrado a observar cómo se enriquecen y cómo se hacen poderosos, trasfondo turbio que todos ven pero callan a la espera de “si se me presenta la oportunidad también yo salgo de abajo”. Bajo tal atmósfera enviciada aquí ya no hay ingenuos ni inocentes, como pueblo ya nos identificamos con delitos que no vemos como crímenes, sino que complicientes contemplamos esa realidad retorcida como un Modo de Vida que lleva al éxito fulgurante en una triza de tiempo. El mal pues no nació con la irrupción de los petrodólares, es una patología social de vieja data e interesa al historiador, al investigar el pasado, conseguir el origen de seres tan groseros en sus miras personales.

Las elecciones son pues bajo ese esquema ruin- nuestros civilizados y ejemplares procesos eleccionarios-, el ambiente propicio para aglutinar a hombres de esa especie, en torno a quien les pueda conceder en la presidencia de la república -o cualquier otro cargo público- ese tipo de empleos. Y los hombres que inspiran esas adhesiones (porque otorgan inmunidad a los corruptos) son los que proyectan algo abyecto conocido como el

personalismo (id 12).

Fenómeno que inspira estas líneas incomodísimo.com de escritura revulsiva.

El personalismo nos indica el metodólogo EPI es el fenómeno mediante el cual se subordina el interés común a unas miras de carácter personal (id. 12), es pues, cuando se percibe que un individuo pone en función de su persona al entorno donde se desenvuelve, es decir, utiliza en su provento a: su grupo de amigos, su círculo familiar, sus conmilitones, la gente de su centro de trabajo, la multitud de su parroquia e incluso la muchedumbre de una nación entera. Son capitanes nefastos que se señalan en cualquier lugar del planeta con el cognomento recriminatorio de “ese individuo es un contumaz personalista».

Son los enemigos del interés común, ellos construyen con sus seguidores una cadena de mando para alcanzar sus sórdidos intereses en los negocios públicos, son los creadores pues de un espacio donde prospera la corrupción y la disipación, son los que promueven una cultura degradada y envilecida y, sus cultores desvergonzados no sólo aplauden esos capitanes sino que los mantienen en el poder con regocijo. El personalista es pues aquel que impide la verdadera democracia o una auténtica república o cualquier otra cosa que valga la pena como sano y amical Modo de Vida.

El tema escabroso que plantea Elías Pino Iturrieta en su obra es por todas estas sinrazones un punto crucial, es un tema que no se lee sino se traga, un tema que se deglute con repugnancia, lo que EPI narra es asqueroso, y asume esa tarea desagradable porque es necesario que algún historiador lo haga. Mediante historias de casos EPI va mostrando “Los orígenes del personalismo en Venezuela” -subtítulo de su libro-. Y al recorrer las páginas que salen de su libro provocador e irreverente los mitos se derrumban y se yergue una realidad sobrecogedora. Realidad grotesca a la cual intentará este Blog darle seguimiento, para dar conocer una historia que indigesta y que causa nauseas. Hay que tener coraje para tratar estos asuntos que hieren susceptibilidades, y EPI asume ese coraje como lo hizo el cubano venezolano que él utiliza en el epígrafe de la obra.

El epígrafe, que EPI coloca a su extraordinario libro y que incomodísimo.com lo trae a colación una y otra vez, es de un autor que llevó una vida increíble, es el multifacético, novelesco y casi irreal Francisco Javier Yanes. Un caribeño que penetró por todos los intersticios del proceso emergente, insurgente y fundacional que aflora entre 1800 y 1840 en este espacio de alucinante transformación, espacio que en sus inicios la cartografía colonizadora refirió como Tierra Firme y, que por traspiés, devino en Tremendo Tremedal, en el que las buenas maneras de vivir son cada vez más extrañas o "raras".

Francisco Javier Yanes (1777/1842)

Este libro pues, que recomendamos a los lectocuriosos, “Nada sino un hombre”, está dedicado con aviesa saña a quienes el ilustre Don Francisco Javier Yanes se refiere en 1835 como:

Hombres de sórdidos intereses.

A los contumaces personalistas -azotes del Estado y causantes de males infinitos e inmensos desalientos a sus habitantes- Elías Pino Iturrieta los reparte con las demás cartas del mazo en la mesa de juego, para que los historiadores afortunados que reciban ese naipe en su mano la utilicen como un As, el cual les puede asegurar una buena partida, por supuesto si la juegan con maestría en sus investigaciones, es decir, si le emulan como excelente historiador, nos referimos al maestro Elías Pino Iturrieta.

GLOSARIO

Provento: Lo que produce un rédito o renta.

Apotegma: Dicho breve y sentencioso proferido o escrito por un personaje célebre.

Puntilla: Puñal corto y agudo que se utiliza para rematar reses.

Revulsivo: Medicamento que sirve para producir el vómito que va a purgar el estómago de un agente que le produce al organismos graves trastornos o que incluso puede provocarle la muerte.

Conmilitón: Compañero de la guerra.

Contumaz: Persona tenaz en su error.

Tremedal: Terreno pantanoso que tiembla cuando se camina sobre él, infundiendo inseguridad y temor en quienes lo transitan.

Triza: Pedazo pequeño.

Abyecto: Despreciable y ruin.

Sinrazones: Acción injusta y no razonable que termina por hartar a todos.

Complicientes: Es la contracción que incomodísimo.com hace con dos palabras cargadas de gran sentido/significado, estas son, cómplices y complacientes, para crear una que las condensa.

Aviesa: Con una malintención, con intención malvada, con una intención torcida.

Saña: Con furor, ira y enojo. Cuando  se intenta causar daño por el rencor que provoca. Voluntad de ser cruel con algo o con alguien por el rencor que provoca. Lo que causa, pues, arrechera (enfurecido, irritado o colérico).

www.venezuelatuya.com/.../francisco_javier_yanes.htm

Si no les abre, se copia y se pega en el explorador (per exemple Google).

PRÓXIMO SABADO

Artículo: Escabrosos II: "No son iguales" (16 de octubre de 2010)

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