Stiglitz VII: Una Nueva Sociedad (b)

7:09 Posted by Perro Senil.

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Próximo miercoles se publicará: Stiglitz VII: Una Nueva Sociedad (c) 

Una sociedad responsable vela por las externalidades
Una nueva sociedad debe ser responsable, porque no es admisible que las compañías financieras u otras entidades digan que no son ellas las que deben decidir lo que está bien o lo que está mal. Un banco, sostienen, sólo tiene obligaciones con sus accionistas de prestar dinero si ello genera beneficios, no importa si a quien se le preste genera un producto adictivo que mata. Y prosiguen su descarga de responsabilidades al concluir que es el gobierno el que debe decidir lo que está bien o lo que está mal. Este razonamiento les permite salir del paso para no asumir responsabilidades, pero el asunto es más grave aún, mientras asumen esa actitud simultáneamente gastan grandes sumas tratando de conseguir que la legislación les permita dedicarse a esas prácticas donde pueden obtener más beneficios (Stiglitz, 2010: 326).

La economía sin querer, dio pie a esa falta de responsabilidad moral. Una lectura ingenua de Adam Smith pudo sugerir que eximía a los agentes del mercado de tener que plantearse cuestiones morales. Lejos estuvo Adam Smith de de sugerir tal monstruosidad. Con esa lectura torcida de este economista británico se pensó que no importaba si en persecución del interés propio se violara todo lo que es correcto, al fin y al cabo -piensan-, se conseguirá el bienestar de la sociedad gracias a la mano invisible del mercado. Pero es obvio que perseguir el propio interés con codicia no condujo a ese resultado, ni en este episodio de la crisis inmobiliaria ni en los escándalos anteriores que afectaron a Worldcom y a Enron (íd. 327).

Los banqueros persiguiendo sus intereses privados nos llevaron a desastrosas consecuencias sociales, y no generaron ningún bienestar social, ni siquiera el bienestar de los accionistas. Peor aún como el mundo está lleno de externalidades, entonces, la quiebra de un banco tiene potencialmente efectos desastrosos sobre otros; la quiebra del sistema bancario trae efectos devastadores sobre la economía, los contribuyentes, los trabajadores, los negocios y los propietarios de casas. La ejecución de una sola hipoteca hace bajar el valor de mercado de las casas vecinas, aumentando la probabilidad de que sus hipotecas también sean ejecutadas (ídem).

Las externalidades son pues de un enorme peso económico y éstas nos indican que la economía depende de la responsabilidad de todos. El modelo individualista del estadounidense rudo y aventurero, en el cual cada quien es responsable de sus propios éxitos o fracasos y, por el cual cada triunfador se embolsa el premio de sus esfuerzos es sólo un mito. «Un hombre no es una isla». Lo que hacemos tiene importantes efectos sobre los demás (son las externalidades de nuestras acciones); y si somos lo que somos es gracias, al menos en parte, a los esfuerzos de los demás (ídem). De la responsabilidad de todos es que depende de que los individuos alcancen retribuciones -premios- por sus esfuerzos.

«Yo sólo hacía mi trabajo» es un comportamiento irresponsable
A pesar de la devastadora crisis que se abalanzó sobre la sociedad estadounidense en los mercados financieros actuales, casi todo el mundo proclama su inocencia. Todos se limitaban a hacer su trabajo. Pero su trabajo consistía en explotar a otros o en vivir del resultado de esa explotación. A largo plazo la sociedad no puede funcionar bien si la gente no asume la responsabilidad de sus actos. «Yo sólo hacía mi trabajo» no puede ser un argumento para la defensa. La gente se ha venido apuntando los tantos de su éxitos, pero no se ha hecho responsable de sus fracasos, cuyos costos han tenido que pagar otros. En ese razonamiento los éxitos se deben a sus esfuerzos y los fracasos a fuerzas que no están bajo mi control, esta manera de pensar es de lo más irresponsable. En una sociedad capitalista el precio de un fracaso es la quiebra. En la sociedad japonesa, un consejero responsable de destruir a la empresa, poniendo a miles trabajadores en la calle, podría cometer haraquiri. En el Reino Unido, los consejeros dimitían cuando sus empresas quebraban. En Estados Unidos, los consejeros están luchando por mantener o aumentar sus primas lo cual es del todo escandaloso. Una sociedad de ese tipo -la estadounidense- no tiene justificación alguna (íd. 328).

Las empresas tienen que hacer algo más que simplemente maximizar su valor en el mercado. Y los individuos, dentro de las empresas, deben pensar más en lo que hacen y en las consecuencias que eso tiene para los demás. No pueden contentarse con decir que «simplemente» maximizan sus ingresos. Una sociedad responsable es inevitable para tener una nueva sociedad (íd. 329).

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