Stiglitz V: «El Gran Fraude» (b)
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El Gran Fraude no se restringió a los EE.UU. se extendió al resto del mundo
El Gran Fraude no se restringió a los EE.UU. se extendió al resto del mundo
La crisis se volvió global, una cuarta parte de las hipotecas estadounidenses había ido a parar al extranjero, las hipotecas tóxicas norteamericanas compradas por otros países permitieron que la situación no fuese peor para Los Estados Unidos, ellos pues exportaron buena parte de su recesión desconsideradamente hacia algunas zonas del planeta. Y esas naciones fueron defraudadas por Norteamérica, puesto que veían a esa gran nación como la tierra de la prosperidad, el auge y el progreso. Y se confiaron (íd 52). La realidad: Wall Street estaba disfrutando de beneficios récord, basados en la burbuja y a costa de los incautos propios y extraños (íd. 79) En cuanto a los propios, Obama en vez de proteger a los pequeños depositantes estadounidenses permitió, por lo contrario, que los activos tóxicos se compraran a precios excesivamente inflados (íd. 81). En otras palabras, en el viejo conflicto entre Wall Street y el resto del país, los bancos tenían una pistola apuntando a la cabeza del pueblo estadounidense. Wall Street utilizó en aquellos momentos angustiantes del colapso el temor, para sacarle a los contribuyentes estadounidenses enormes cantidades de dinero a través del gobierno para el rescate de los bancos (íd. 84). Todos cedieron al chantaje de los bancos, porque creían que los grandes bancos no podían quebrar, porque de ocurrir se hundirían los Estados Unidos, pero lo concreto es que los miles de millones de dólares que les dio el gobierno a esos entes financieros no se convirtieron en créditos o préstamos de dinero para estimular la economía, sino que los banqueros los convirtieron en dividendos y en primas escandalosas, para recompensarse por su pésima gestión del riesgo. Salían con los bolsillos llenos de dinero, porque habían ganado la apuesta de que no les dejarían quebrar, cuando en realidad existían otras alternativas a los rescates (íd. 85). La riqueza social de los estadounidenses se ha visto gravemente erosionada; el valor de lo pagado por sus viviendas era su principal activo, para algunos desapareció totalmente, para otros mermó enormemente -no es probable que los estadounidenses recuperen el nivel que tenían-, el sistema económico-político los defraudó, una economía apalancada por el endeudamiento creó un falso piso para el progreso en esa nación que para muchos era un paradigma a seguir (íd. 89).
El gran activo de los estadounidenses es la propiedad de sus viviendas, con la crisis inmobiliaria un número creciente la ha perdido o se les ha desvalorizado. "En Venta" (For Sale) es el aviso que hoy en día está en el frente de este sueño americano que se esfuma debido a la codicia sin freno del gran capital.
El Gran Fraude del siglo XXI y el cuestionamiento planetario del modelo estadounidense.
Las intrigas y la forma de hacer negocios del sector hipotecario en Estados Unidos serán recordadas como el gran fraude de principios del siglo XXI. Tener un hogar en propiedad es elemento característico del sueño americano, ese sueño ha sido destruido. Los bancos empezaron a ofrecer hipotecas baratas y, muchas personas se apresuraron a cambiar de vivienda, suscribiendo hipotecas que no podían permitirse. ¿Por qué lo hicieron? porque las contrajeron con un tipo de interés bajo, pero en unas condiciones contractuales que rezaban de que el interés podía variar, y cuando subió perdieron hogar y capital. Las innovaciones del sector financiero, es decir, los productos que diseñaron para la venta y las argucias deshonestas que se emplearon para colocar la oferta hicieron posible este endeudamiento masivo (íd. 113).
Este desastre de la vivienda tuvo repercusiones a nivel nacional y en el extranjero. A través de la titulización, las hipotecas habían sido divididas en tramos, empaquetadas y reempaquetadas, y colocadas a todo tipo de bancos y de fondos de inversión por todas partes del planeta -infectando múltiples economías nacionales-. Cuando el castillo de naipes finalmente se vino abajo, se llevó consigo a algunas de las instituciones más venerables: Lehman Brothers, Bear Stearns y Merryl Lynch. Pero las dificultades no se detuvieron en las fronteras de Estados Unidos. Estas hipotecas titulizadas fueron vendidas por todo el mundo, como en Noruega, Bahréin, China e Indonesia, quienes quedaron conmocionados, porque habían confiado en falso en el modelo estadounidense (íd. 113). El modelo estaba podrido.
Este gigantesco toro de lidia es el símbolo de Merryl Lynch una empresa que presta servicios a los patrimonios de capital más ricos del mundo y tiene su presencia en más de 40 países del mundo. La escultura está situada frente a su sede en Nueva York.
La ceguera de los banqueros explotando a los pobres crea historias de terror y avaricia
Actualmente Estados Unidos se enfrenta a una tragedia social además de económica. En medio del caos que produjo el estallido de la burbuja inmobiliaria los bancos subastaban las casas de muchos estadounidenses aún cuando estaban al día con sus pagos, en medio de este drama se produjeron suicidios y rupturas matrimoniales. Millones de estadounidenses pobres han perdido o están perdiendo sus hogares, 2.3 millones sólo en 2008, en 2007 hubo ejecuciones de hipotecas contra casi 1.3 millones de propiedades y se pronostica que un total de 3.4 millones de propietarios de viviendas no lograrían pagar en 2009. Se espera que a muchos millones más les ejecuten sus hipotecas de aquí a 2012. Los bancos pusieron en peligro los ahorros de toda una vida de millones de personas, éstos están perdiendo sus sueños de un futuro mejor, de una educación para sus hijos, de una jubilación con un modesto desahogo. Paris Welch prestamista hipotecario de California le escribía a los reguladores en medio de aquella fiesta de las danzas de comisiones “Esperen una catástrofe, esperen ejecuciones de hipotecas, esperen historias de terror”, su pronóstico fue del todo acertado, un año después la implosión del mercado de la vivienda estallaba frente a la cara de todos desfigurándolos de por vida (íd. 115).
En última instancia, los instrumentos financieros que los bancos y los prestamistas emplearon para explotar a los pobres con su extrema avaricia fueron también la causa de su propia destrucción. Los extravagantes instrumentos (productos o innovaciones financieras) estaban diseñados para sacarle al prestatario todo el dinero posible (!!!). El proceso de titulización sostenía unas comisiones sin limite, estas comisiones sostenían unos beneficios sin precedentes y los beneficios sin precedentes generaban unas primas inauditas, y todo ello cegó a los banqueros (ídem). Puede que sospecharan que era demasiado bueno para ser cierto. Y lo era. Puede que sospecharan que era insostenible, y de ahí la premura para conseguir todo lo que pudieran lo más rápido posible, pero no quisieron imaginar y ser conscientes de todas la víctimas que propiciarían, y no lo quisieron ver porque muchos de estos banqueros y prestamistas han salido beneficiados de ese caos con millones de dólares, cientos de millones de dólares, nada moderó pues su avaricia, ni siquiera cuando ya desatada las hecatombe el gobierno aportó a los bancos dinero para recapitalizarse y asegurar el flujo de crédito, este dinero lo utilizaron los banqueros para pagarse a sí mismos primas de récord -¡por unas pérdidas récord que produjeron a millones de norteamericanos!-, en fin un verdadero sarao de tahúres y truhanes sin el menor escrúpulo en este Gran Fraude a los estadounidenses y a los habitantes de buena parte del resto del mundo (íd. 116).
El gobierno de Obama continuó la política de aportar a los bancos dinero para recapitalizarse y asegurar con ese apoyo el flujo de crédito que estos deben prestar como servicio a los estadounidenses, sin embargo el crédito no se restableció, el dinero se lo embolsillaron quienes ocupan los puestos claves de esas inmensas corporaciones, hay pues motivos para celebrar una animada fiesta entre los grandes financieros, ese es el escandaloso resultado del Gran Fraude.
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