Stiglitz V: «El Gran Fraude» (a)
EXTENSIÓN DEL ARTÍCULO: 2 páginas.
Ingresos en declive y «orgía de consumo» una combinación paranoica
El país más rico del mundo estaba viviendo por encima de sus posibilidades, y la fuerza del mundo dependía de ello. La economía global necesitaba un consumo en aumento permanente para crecer, pero ¿cómo podía conseguirlo cuando los ingresos de los estadounidenses llevaban tanto tiempo estancados? Los norteamericanos encontraron una ingeniosa solución: pedir prestado. Y vaya si pidieron prestado. El ahorro cayó a cero. En otras palabras se estaban endeudando profundamente: y endeudandose podían proseguir con su orgía de consumo y hacer caso omiso de sus ingresos en declive, para felicidad de los prestamistas (es decir, el sistema financiero) que disfrutaban de unos beneficios record basados en una comisiones cada vez mayores (Stiglitz, 2010: 32). Estados Unidos se convirtió para el mundo en el gran consumidor, es decir, en una locomotora que halaba todos los vagones del planeta. Pero eso no era sostenible (íd. 52).
Endeudarse fue la solución para consumir más y esto se convirtió en una burbuja inmobiliaria con casas hipotecadas, y con hogares amoblados con las tarjetas de crédito.
El 15 de septiembre se inicia el colapso de la economía al estilo norteamericano
El sistema financiero, entonces, empezó a crear productos sofisticados y complejos, para que todos sin excepción, incluyendo los pobres, se endeudasen, para ganar y ganar comisiones, generando una danza frenética de comisiones que terminó por volar en pedazos aquel sueño el 15 de septiembre del 2008 con la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers. La Gran Recesión empezaba, y aquello dejaba al 11 de septiembre de 2001 y su Word Trade Center como un pequeño percance de la vida cotidiana planetaria. También quedaba atrás el escándalo que trajo la ruptura de la burbuja tecnológica «punto-com» (hecho que ocurrió en el 2000 cuando las acciones de estas empresas cayeron un 78 por ciento entre 2000 y 2002, entrando en recesión los Estados Unidos desde el 2001), lo que aprovechó el presidente George W. Bush como excusa para bajarle los impuestos a los ricos (íd. 34). El 15 de septiembre los bancos y los banqueros habían llevado al mundo al borde de la ruina económica (íd. 159). El 15 de septiembre es la peor fecha, para la humanidad, de lo que va el siglo XXI. Salir del 15 de septiembre -superarlo- va a ser muy dificultoso y poco probable si no ocurre un gran viraje hacia otros modelos capitalistas como el escandinavo [el cual cita Stiglitz con frecuencia en su obra como un buen modelo].
Cuando algunas hipotecas sobre las viviendas empezaron a ser ejecutadas por el impago de la deuda y, esto se convirtió en una espiral infernal, el valor de las viviendas que venía en ascenso se desplomó, causando el estallido de la burbuja inmobiliaria. Esto causó la caída del precio de las acciones de las empresas involucradas en las ventas de casas y de aquellas relacionadas con el amoblamiento de las mismas.
Apostando con «hipotecas tóxicas»
En los prolegómenos del 2008 -es decir, los años que precedieron al 15 de septiembre de 2008- ocurió una nueva escalada de corrupción en las altas esferas norteamericanas para redistribuir la riqueza a favor del sector financiero más desarrollado, es así como en esos grandes bancos procedían a empaquetar y reeempaquetar hipotecas sobre viviendas de alto riesgo -la de los pobres- dándoles una alta calificación, la AAA, se basaba en una apuesta astuta: los bancos confiaban que a surgir problemas el gobierno les rescatarían, y estaban en lo cierto (íd 38). La marcha del Gran Fraude estaba en camino. Pero ¿Por qué corrían ese riesgo? porque al inventar las hipotecas tóxicas montaron una fiesta en la que se apuntaron todos los magnates del Wall Street, donde al parecer, sólo los directivos de las instituciones financieras salieron con los bolsillos llenos, esto es, mucho más ricos, mientras otros vieron como se esfumaban sus inversiones (íd. 42).
En medio de una fiesta nadie quiere oír verdades incómodas
¿No se habrían podido prever estos problemas? De hecho, muchos críticos lo habían hecho, pero sus terribles pronósticos eran una verdad incómoda: demasiada gente estaba ganando demasiado dinero como para oír tales advertencias. Yo preveía que la economía estadounidense iba a desplomarse, con consecuencias globales y, muchos otros lo pronosticaban, como George Soros, lo advirtieron reiteradamente. Pero quienes habían inflado la burbuja mantenían su fe en la capacidad autocorrectora de los mercados, en realidad querían fingir que la economía sólo estaba pasando por una perturbación, unos leves baches. Pero lo cierto era que la burbuja inmobiliaria que tenía que estallar era sólo un síntoma de una «enfermedad económica» más sistémica, todos querían creer que las viviendas no dejarían de subir de precio y que no perderían valor, pero ocurrió (íd. 50 y 51) y el 15 de septiembre derrumbó las torres de la gran banca por todas las grandes capitales financieras del planeta, el Gran Fraude cobraba un alto precio por tantos desmanes de estos sofisticados bellacos.
La onda de choque del estallido de la burbuja inmobiliario incendió y redujo a cenizas una parte significativa de los capitales de los grandes bancos del sistema financiero mundial, los cuales estaban involucrados en la danza de las comisiones del Gran Fraude.
PRÓXIMO Sábado y miercoles se publicará:
Stiglitz V: El Gran Fraude (b)
Stiglitz V: El Gran Fraude (c)
Luego se dará a conocer:
Stiglitz VI: Explotando a los pobres
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