Obra en cuatro actos (c)

20:51 Posted by Perro Senil.


Obra en cuatro actos (c)


Propuestas

El 25 de diciembre del año 1817 es una fecha que la Alcaldía de Cabimas ha de tomar en consideración, en el momento de escoger la efeméride de la fundación de la población de Cabimas. Existe la posibilidad de que otras propuestas sean presentadas, incluyendo por supuesto la que se viene celebrando, el recibir todos estos trabajos es lo que legítima el actual régimen democrático participativo y protagónico consagrado en nuestra carta magna. Lo que es inaceptable desde cualquier perspectiva, es que se viole el derecho de participación del colectivo al erigir a una persona o a un grupo para que establezca cuál va a ser la fecha que  va a ser declarada como la oficial, cosa que sólo sucedía bajo el antiguo régimen de la Cuarta República donde las cosas se hacían «desde arriba» -época de los infames «cogollos»-.

Este problema sobre la fecha de la fundación de Cabimas es un nudo historiográfico y, toda propuesta histórica para dilucidarlo debe ser tomada como un valioso aporte para su esclarecimiento y resolución. Esto es lo propio de un Estado docente como lo dispone el actual texto constitucional. La Alcaldía debe asumir su responsabilidad ante este problema y solicitar formalmente y por medios públicos la presentación de las propuestas sobre la fundación de Cabimas y luego de recibidas las debe someter a un análisis crítico realizado por medios transparentes y calificados.

Las propuestas que hasta la presente fecha, septiembre de 2011, se conocen son las siguientes:

1. Cabimas fue fundada el 22 de diciembre del año 1758 por Fray Francisco Urroz. Ponencia del Centro Histórico Cabimas.

2. Cabimas fue fundada el 7 de octubre del año 1818 por el Obispo Rafael Lasso de la Vega. Ponencia del historiador Carlos Medina.

3. Cabimas fue fundada en el período pre colonial por los aborígenes que ocupaban este territorio y, se está a la espera de los resultados cronológicos que arrojen los trabajos arqueológicos que se están realizando en este municipio, es decir, la presentación de una circa o data aproximada en la que existía la Cabimas aborigen. Propuesta del Ex Director del Museo Arqueológico de Cabimas el Licenciado Alberto Fernández.

4. Cabimas fue fundada como ciudad el año de 1922 por un movimiento migratorio proveniente de toda Venezuela, el cual llega atraído por la explotación petrolera en el Distrito Bolívar y funda los primeros barrios que dan origen a la Cabimas citadina. Propuesta de la Magister en Historia de Venezuela Magda de Camargo.

5. Cabimas fue fundada el 25 de diciembre del año 1817 por un colectivo presidido por Juan Antonio Ochoa, Rafael Lasso de la Vega, Ignacio Álvarez, Calixto Nava y Juan Bautista Neri. Propuesta del presente Breviario.

En la primera foto: Iglesia de Cabimas, cuando estaba en construcción su segunda torre. Obsérvese que no es el mismo templo de la foto que se incluyó en el artículo anterior. La otra fotografía que se muestra aquí es la de una iglesia con una aguja o pináculo de latón, ésta sí dispone de un pórtico como la del templo inserto en el artículo “Obra en cuatro actos (b), por lo que parece que son la misma construcción, pero con aditamentos y ornato nuevos.
Qué se celebra

Lo que se estaría celebrando sería lo siguiente:

1. El esfuerzo y la voluntad política de: «los veintisiete» que el 26 de junio de 1816 hicieron un pacto formal y oficial con las autoridades eclesiásticas de la Diócesis de Mérida de Maracaibo para fundar iglesia y pueblo en la costa de Cabimas; la de «los ochenta y cinco» que aportaron las limosnas para construir la Capilla pública, hecho que quedó registrado en documento del 10 de octubre de 1816; la de «los quinientos ochenta» que a partir del 25 de diciembre del  año 1817 se prepararon para edificar el poblado con bahareque y cal durante 1818.

2. Que los actores sociales de la costa de Cabimas, de generación en generación han logrado mantener sus apellidos vivos en este ámbito político-territorial desde aquellos lejanos tiempos hasta nuestros días. Logrando con esa constancia de reproducirse una y otra vez de generación a generación, conformar vigorosos e inmensos árboles genealógicos, en los cuales es posible seguir la pista de su abolengo colonial, lo cual los convierte en las familias de mayor data cabimense. Se celebra, en consecuencia, ese capital humano acumulado durante ese largo tiempo, el cual está conformado por un  numeroso grupo de familias que constituyen un inmenso patrimonio histórico cultural de estremecedor valor. Ese hecho humano es lo que se celebra, es decir, la formación de un capital social que pertenece a la «economía de los valores culturales» de esta localidad zuliana.

 3. Sólo los descendientes de la Cabimas hispana pueden rememorar la población primigenia y celebrarla, puesto que la Cabimas aborigen es su pasado inmediato. Esa Cabimas aborigen sólo tiene representantes simbólicos en el conglomerado de nuestros días y, su único legado es el conocimiento que yace en los sitios arqueológicos que testimonian la presencia de su poblamiento. Sus genes pueden estar presentes en las familias cabimenses que se remontan a la época de la conquista. Del mismo modo, las familias de vieja data pueden celebrar la Cabimas urbana que surgió con la explotación petrolera, puesto que con sus familias se ligaron -con lazos de amistad y matrimoniales- a los advenedizos, que convirtieron este territorio en su nuevo hogar. Incluso pueden incorporar a las celebraciones el hecho de que en esta costa fue elevada a «pueblo de doctrina» la Misión de San Antonio de Punta de Piedras, puesto que sus ancestros les cedieron un lugar en Puntica de Piedras. Se celebra, entonces, el ser un  «centro poblado» plurifundacional, que posee un núcleo duro en estas familias de abolengo colonial. De allí que se impone por razones de justicia, sindéresis y de reivindicación histórica que en ese lapso dedicado a los festejos de la efeméride, que pudiera ser del 7 de octubre al 25 de diciembre, se concelebre y se conmemore, al lado de la fundación hispana del pueblo parroquial de Cabimas (Cabimas colonial y/o tradicional), las otras fundaciones que se operaron en su existencia bimilenaria: a) en el período pre-colonial -la Cabimas aborigen-, b) a comienzos del siglo XX -la Cabimas petrolera o popular- y, c) en la etapa de evangelización -Misión del Pueblo de San Antonio de Punta de Piedras que fue fundada dos veces, esto es, como «pueblo  de misión viva» allá en la costa de Santa Rita y como  «pueblo de doctrina» acá en la costa de Cabimas. Se celebra en sumatoria la riqueza de la historia local, de la cual el testimonio humano más denso son las familias cabimenses de vieja data.
4. Dentro de ese orden de ideas expuesto en los ítems anteriores, se puede decir que la efeméride celebra, en consecuencia, la Cabimas tradicional, la popular, la petrolera, la moderna y la aborigen, además la refundación en su territorio del pueblo misional de San Antonio de Punta de Piedras. Todas estas Cabimas son las colosales raíces que nutren y sostienen el capital cultural de esta localidad zuliana. Capital espiritual que constituye la principal fortaleza de este municipio. Ese extraordinario capital social con el cual hoy cuenta Cabimas, es el resultado de la aventura ascendente de la sociedad local, el cual se remonta a dos milenios de existencia en este territorio.

5. Además, esta fundación se produjo en un período histórico marcado por el surgimiento, desarrollo y consolidación de la venezolanidad, conquistada como un derecho patrio durante la guerra de independencia. Esto también se celebra en esta fundación central.

6. Por último, se celebra que en los tiempos coloniales se creó el actual fenotipo del venezolano y la sociedad pluricultural de nuestros días. Ocurrió, pues, un fenómeno antropológico de vastas proporciones que, en este lado del mundo provocó un continente prodigioso conocido hoy como América. Este nuevo continente en defensa de su singularidad -que ya no era la aborigen, ni la española, ni la africana-, acometió el proceso independentista que desde aquellos días y hasta el día de hoy no se ha detenido, porque continúa siendo el motor de nuestras batallas por una historia soberana. Esos hechos de carácter continental también se celebran: se celebra ser latinoamericano. Y ese compromiso de defender la soberanía nacional ycontinental es igualmente celebrante. De allí que Cabimas necesita un Escudo de Armas, para acometer el futuro, porque debe hacer honor a ser una población indómita y pletórica, por siempre.

En este blasón se recoge toda la historia de Cabimas con sus símbolos matriciales. La idea de este escudo de armas es la de motivar a los artistas plásticos, arquitectos, profesionales del diseño y gente de la cultura afectos a Cabimas a crear un nuevo escudo para este municipio zuliano. Porque en este portentoso siglo XXI que avanza a largas zancadas y a paso revolucionario, esta comunidad requiere de las fuerzas raigales de su existencia bimilenaria, para acometer las grandes tareas que le depara el futuro, entre ellas su refundación.

LEYENDA:

Espada: Representa al Comandante Basilio Borjas, héroe zuliano y personaje epónimo de esta población. Lleva un bajo relieve con los elementos distintivos del árbol kupaiwa - cabimo o cabima-.

Llama: Representa la energía creadora y transformadora del colectivo cabimense. Detrás transita el Sol del naciente al poniente.

Penacho de plumas: Representa las aldeas igualitarias aborígenes que existían en este ámbito histórico local.

Círculo de techos de teja: Representa la convergencia de los caseríos coloniales de la costa de Cabimas, para fundar el pueblo de Cabimas -representado en el centro de ese círculo con una matriz ortogonal-.

Balancín con dos manos y un espacio dividido en cuatro áreas: Representa la actividad petrolera, la cual provocó la fundación de cuatro barrios populares, que dieron inicio a la fundación de la Cabimas citadina -la ciudad está representada con dos manos, es decir, en su ámbito hace presencia destacada el trabajo físico y el trabajo intelectual mediante los cuales puede realizar hoy su inteligencia creativa para lograr una «nueva economía».

Tambores y estandarte: Representa los chimbángles o chimbángueles de la procesión de San Benito de Cabimas, es decir, la negritud con todos sus valores. Los poderes creadores del pueblo.

Pincel, lápiz y compás: Representa la pléyade de artistas, escritores, técnicos y profesionales de Cabimas.

Árbol de Cabima: Representa a “Casa Kupaiwa”, es decir, la Cabimas aborigen, ocupa en el escudo el lugar reservado al corazón.

El Colibrí: Representa las religiones ancestrales de la América Karibana. En su cola trifurcada lleva los años de las tres fundaciones de Cabimas.

El Cuerno de toro: Representa el «cuerno de la abundancia» portador de las riquezas naturales y agrícolas que permitieron la existencia de Cabimas en dos milenios de existencia. Lleva las palabras que sintetizan la existencia multidimensional del ámbito histórico cabimense: “Población plurifundacional”.

Punta Icotea: Es la referencia geográfica más destacada de este ámbito histórico y cultural. En ella se representan los colores de su cielo, su oro y sus suelos.

Banda tricolor: La superior representa la Patria -la República Bolivariana de Venezuela-, la inferior representa la Matria -el Municipio Cabimas-. En el listín inferior hay ocho perlas y representan a Nuestra Señora del Rosario, y hay un lema: “Cabimas indómita y pletórica, por siempre” que representa la dignidad de un pueblo rico en recursos y motivaciones para resistir y combatir con nobleza y decoro inclaudicable ante las adversidades y para trabajar y pensar creativamente con las expectativas.

Sierra de Siruma: Representa las fronteras espacio-temporales de la historicidad de un conglomerado. Da a entender con sus alturas y sus picos que la búsqueda son los altos fines.

Tres horcones en un pico de la Sierra de Siruma: Representa a “Los Empalados”.    

 El libro abierto que se observa en los cuarteles centrales del escudo: Representa la voluminosa y apasionante Historia de Cabimas.

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NOTA:

Para ampliar o profundizar los contenidos de este Breviario se puede consultar:

a) En bibliografía: “Cabimas Kupaiwa (350 a.C. – 1960). Publicado en febrero de 2011. Esta obra permanecía inédita desde el año 2001.

b) En la Web se puede buscar: El Blog: incomodísimo.com o incomodísimo.blogspot.com Allí, en el archivo del mes de junio, hay ocho artículos que reseñan una amplia información sobre la historia de Cabimas.

c) Para ponerse en contacto con el autor de este Breviario:

Obra en cuatro actos (b)

21:25 Posted by Perro Senil.



Obra en cuatro actos (b)


Obra en cuatro actos

En Cabimas se representó la fundación de pueblo e iglesia con una ceremonia debidamente teatralizada -recurso de solemnidad para los actos considerados de gran valor histórico-. El primer acto de esta obra ocurrió el 26 de junio del año 1816, ese día en una reunión formal y oficial los vecinos cumplieron con aquel requisito que se señala como necesario en las Leyes de Indias para fundar población, es decir, “la declaración de los presentes de su intención de poblar en nombre de Su Majestad”. El segundo acto ocurrió el 25 de diciembre del año 1817, ese día Fray Ignacio Álvarez celebra la misa de Minerva, es decir, la del alba,  y luego con el arribo del Obispo y su séquito se concelebra la segunda y tercer misa, es decir la de Nuestro Amo y la de Nuestra Señora. Después se realizaron las confirmaciones, y a continuación se exhortó a los feligreses a la fundación del curato, comprometiéndose todos a sostener al sacerdote mediante el estipendio de la congrua. A seguidas se seleccionó el sitio donde iría el templo, se bendijo su suelo, se plantó la cruz en el lugar de la plaza y Lasso colocó la primera piedra del templo. Es probable, que ese día en el cual Lasso animó la fundación,  indicase los lugares donde se podrían repartir solares a los bordes del Camino Real.

El tercer acto fundador ocurrió en el mes de mayo de 1818. En esta ocasión el Obispo dejó constancia de que la Capilla pública y la Casa cural ya estaban terminadas, y señaló que se construyen otras nuevas casas, indicando que ese día concurrió hasta el sitio para delinear las calles, es decir, para trazar  la planta original de la población. El trazado de la retícula reguladora fue posible, porque la comunidad por previo ya había despejado el terreno correspondiente a las nueve manzanas.
El cuarto acto fundador se efectuó el 9 de septiembre del año de 1818, ese día se tuvo listo el Manifiesto, mediante el cual se señaló que ya estaban construidas las primeras bases de la población, lo suficiente como para que se nombrase para el Establecimiento un Cura titular y un Juez activo dependiente únicamente del gobierno superior. Esa declaración de peticiones del fraile encargado de fundar el establecimiento, fue complementado por el Obispo Rafael Lasso de la Vega cuando añadió el 16 de ese mismo mes y año, que se conceda a ese curato de Cabimas erigido bajo el título de Nuestra Señora del Rosario, los límites de los lugares que habitan las personas empadronadas.

Escogencia de la efeméride fundacional de Cabimas
¿Cuál de estas fechas debe ser seleccionada como la efeméride de la fundación del pueblo de Cabimas? Para el año 2001, la posición que gozaba mayor consenso en un sector de los interesados en el tema era que esa fecha debía ser la del 7 de octubre del año 1818, ya que sí en septiembre de ese año las primeras bases de la población daban al establecimiento existencia física y, su feligresía estaba constituida formalmente como una comunidad parroquial, entonces, aquel logro era un acontecimiento que se debía celebrar en el mes entrante con motivo a las fiestas patronales, dándose por fundado de ese modo el poblado que había sido nominado como la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Cabimas. Quien propuso en 2001 esa fecha se guió por un criterio fáctico, el cual no es descabellado desde la perspectiva de lo real-concreto.

Pero en esa posición hay un error metodológico, porque las fechas fundacionales no se asignan cuando la población ya está estructurada, erigida, edificada, es decir, cuando ya es un hecho físico, sino se determinan por el acto fundacional que les dio origen. En ese sentido, la fecha fundacional se escoge por el día, el mes y el año en el cual se trasladaron quienes van a realizar el ceremonial fundador al sitio donde se construirá la población, y estando allí proceden a realizar los ceremoniales y rituales propios de un acto fundacional. Como son: celebrar la santa misa, comprometer a viva voz a los vecinos que van a residenciarse en la población de que la van a erigir, bendecir la tierra de la iglesia y del pueblo, plantar la Santa Cruz, sembrar la primera piedra de la iglesia, trazar el cuadrado de la plaza y realizar el planteo de las calles correspondientes a la planta original de la población, marcando los solares. Y asignando, finalmente, los dominios de un territorio que pasará a ser los ejidos del pueblo. Es decir, la fecha de la fundación es el acto protocolar que es necesario e indispensable para autorizar la construcción de una  población en ese lugar.
Si esto es así y es lo que la tradición y las costumbres hispanas consagraron como la efeméride fundacional de una población, entonces, queda claro que no se debe tomar como fecha fundacional cuando el pueblo ya estaba construido, sino cuando se consagró mediante acto solemne un terreno para construirlo, en ese sentido, la fundación de Cabimas se desarrolló de forma fragmentaria, fue una obra en cuatro actos. En esa obra se tendría el siguiente programa fundacional: el 26 de junio de 1816 los vecinos expresaron su voluntad de erigir el pueblo, el 25 de diciembre del año 1817 se hicieron presentes en el sitio seleccionado y llevaron a cabo una parte significativa del programa fundador, el mes de mayo de 1818 se realizó la traza de la retícula de la planta original de la población, y el 9 de septiembre de 1818 se formalizó la solicitud de que se nombrase las autoridades del pueblo y se aprobase la entrega de ejidos a la parroquia ¿Cuál de estas fechas debe ser asignada como la efeméride fundacional de la población de Cabimas?

Todo parece indicar que la fecha efeméride se debe determinar por el inicio del programa fundador, porque sencillamente se está ante un problema cronológico y, lo que se impone en estos casos es la fecha más antigua, la cual indica el momento del inicio del proceso histórico fundador -la data-. Ese criterio apunta al 25 de diciembre de 1817, porque los protagonistas de esa fundación se hicieron presentes en el sitio de Santa Rosa, lugar seleccionado para la erección de la nueva población de la Provincia de Maracaibo. No puede ser el 26 de junio de 1816, porque ese día estaban en el sitio de Punta Gorda, esto indica, que los eventos no se estaban produciendo en el sitio donde se va a fundar el establecimiento.  En otras palabras, la puesta en escena de la obra que se desarrolló en el sitio donde aflorará el pueblo, es el momento fundamental, de allí que ese día los ceremoniales y rituales abundaron, porque estos le otorgaban al evento la solemnidad que demandaba el acto de la fundación.

Lo que ocurre en el mes de mayo y septiembre de 1818 o febrero de 1820 o en los años de 1829 y 1904 son la continuación del proceso que se inicio el 25 de diciembre de 1817, con esos significativos hitos se llevó el acto fundacional hasta sus últimas consecuencias. Recapitulando todo lo expresado en este recuento, el primer acto que representa lo que ocurrió el 26 de junio de 1816 corresponde al “Prefacio” de la obra, el cuarto acto, donde se presenta el “Manifiesto” del 9 de septiembre de 1818 equivale al “Epílogo” de esos acontecimientos. Lo que nos obliga a una  conclusión, es el segundo acto de la obra representada y teatralizada en La Rosa el 25 de diciembre de 1817 el que cuenta como crucial, para asignar la fecha efeméride de Cabimas, aún cuando el programa fundador se fragmentó entre los cuatro actos de esa memorable obra de teatro ceremonializada, por cierto,  con abundancia de ritos, símbolos y adornos tanto por los eclesiásticos involucrados, como por los "vecinos" y habitantes de Cabimas que participaron ese memorable día de solemnidad.

Aquel establecimiento fundado en La Rosa fue incendiado en la guerra de independencia de Venezuela y fue reconstruido en donde hoy está levantada su catedral. Allí, en esa nueva locación, fue evolucionando durante el resto del siglo XIX Cabimas y, para las primeras décadas del siglo pasado, presentaba la hermosa imagen que registra esta ilustrativa fotografía que muestra cómo era el "centro político" de esta población.

Obra en cuatro actos (a)

22:54 Posted by Perro Senil.


Obra en cuatro actos (a)


Ceremonia fundacional

La fundación de las poblaciones se hacía conforme a precisas Instrucciones Reales, se escogía el sitio adecuado, se nombraban sus autoridades, se trazaba el plano del establecimiento a cordel y regla, se asentaban vecinos, se distribuían tierras y se imponía demandas económicas. Para fundar se realizaba un acto donde destacaba la solemnidad del ceremonial y la majestad del rito, lo cual conllevaba a asignar nombre a la población, porque nominar es crear y entrar en posesión de lo objetivado mediante ese bautismo.

La ceremonia de fundación consistía en una misa en el lugar y bendición de las tierras, seguidas de la declaración de los presentes de su intención de poblar en nombre de Su Majestad, se plantaba una cruz en el sitio de la iglesia y se ponía la primera piedra de ésta; seguidamente se trazaba el cuadrado de la plaza y las calles, con sus respectivos solares, según el número de familias que allí se iban a instalar.

Barbarie y Civilización
Pero no todas las ceremonias eran tan plácidas, al principio de la colonización el acto fundacional era de carácter ríspido, era un acto político, donde el designio de fundar se apoyaba en la fuerza de ocupar la tierra por los conquistadores, lo cual daba lugar a hoscos gestos: el capitán fundador arrancaba con violencia unos puñados de hierbas, descargaba con su espada tres golpes sobre el suelo y, finalmente retaba a duelo a quien se opusiera al acto de fundación. La interpretación de estos comportamientos, nos conduce a ver en el desyerbe un gesto simbólico, el cual indica la voluntad de desarraigar de aquellos suelos la “barbarie”, la “idolatría”, la “herejía”, en definitiva, el “escándalo” o el “pecado”, para sembrar el “cristianismo” y la “monarquía”. Lo que subyacía a estas acciones era tremendamente profundo, en aquella época se tenía un sentimiento de “horror al campo”, vivir en los montes se asociaba con los «espacios del escándalo». En un documento de la época se ordenaba juntar a los súbditos, que habitan en los montes, en poblaciones, “para sacarlos de tan peligrosa vida” e incorporarlos a la vida civilizada. Fundar era «juntar y poblar», y de allí el furor del capitán fundador al arrancar puñados de hierba para preparar el terreno para las edificaciones que se habían de erigir.

El Rey y la Reina en Real Cédula del 5 de agosto de 1702 dirigida al Gobernador y Capitán General de la Provincia de Venezuela le dice: muchos españoles habitan en los montes con vida escandalosa, sin señal externa de católicos, pues viven y mueren como bárbaros, enterrándose en los montes y hemos propuesto para remedio de sus almas y servicio de ambas Majestades se manden a poblar y reducir a la vida regular y política. Sea vuestro primer cuidado el reducir y poblar, que se reduzcan a población para la reformación de sus costumbres”. En otras palabras, vivir en los montes era vivir sin ley y sin rey, lo que era inaceptable, de allí lo imperioso de fundar poblaciones. Fundar era colocar a los súbditos y feligreses bajo la vigilancia y orientación de sus autoridades, de allí que había que concentrarlos en poblado.

Poblados o aldeas
Los poblamientos espontáneos generaban asentamientos caracterizadas por ocupaciones diseminadas, dispersas y desordenadas, lo que daba por resultado la anomía social debido a un proceso de involución, lo que en opinión de las autoridades debía ser subsanado fundando poblaciones. Y se debía velar, dentro de ese orden de ideas, porque estos establecimientos fuesen verdaderos poblados. Una situación de este tipo fue lo que suscitó el año de 1817 el célebre comentario del obispo Rafael Lasso de la Vega, cuando cuestionó el trato que se le daba de “poblaciones” a algunos asentamientos que no reunían los méritos para ser considerados como «pueblos». Lo expresó con claridad, al decir “cuando las poblaciones sean tales poblaciones,  y no como sucede en muchísimas de las que así llaman, que más gentes viven fuera en los campos, que en lo que debe ser el poblado”. En otras palabras el Prelado señalaba la necesidad de diferenciar entre poblados y aldeas, porque una cosa era habitar en los montes y otra en población, la primera era descalificada como «espacio del escándalo», la segunda era el «espacio ordenado» donde residían los honorables -«el honor» era atributo de los que tenían "calidad o nobleza" y en aquella época era una posesión familiar invaluable, perder el honor era ruinoso para un apellido-.

Se funda para la gloria de ambas Majestades
El acto fundacional era muy valorado, fundar población otorgaba prestigio y alcurnia a quien lo realizaba, y no es para menos, fundar era crear un «espacio sagrado» y un «escenario público», de allí toda esa parafernalia de celebrar misa, bendecir el suelo, declarar a viva voz la intención de poblar, de plantar la cruz, de poner la primera piedra de la iglesia, y de trazar el cuadrado de la plaza como centro de la planta original de la población. Los fundadores de pueblos y ciudades tenían por gran mérito para su alcurnia el haberse involucrado en la erección de una nueva población, porque se fundaba para la gloria de ambas Majestades, y en base a ese servicio demandaban en ocasiones títulos nobiliarios ante las autoridades, y tenían razón, el poder del Imperio y de la Iglesia católica residía en ese acto esencial. Esa obra fundacional se representa en la costa de Cabimas en cuatro actos, el marco de ese evento eran los poderes de aquella época.

Los poderes en aquella época se encarnaban en los Monarcas y en la Iglesia, de allí que los súbditos debían siempre dar muestras claras de su decidida voluntad de luchar por los intereses de ambas Majestades. En la fundación ríspida, esto se pone de manifiesto de un modo enfático, era un acto político en el cual el gesto simbólico de golpear el suelo con la espada, corresponde a la toma de posesión de aquella provincia y sus lugares por la guerra y, el reto a duelo a quien se oponga a la fundación, corresponde a la afirmación de ese derecho de entrar en posesión de lo que ha sido conquistado para gloria del Rey y la Reina y la Majestad de la Iglesia. Se funda para incorporar a aquel suelo y a aquellos súbditos a Sus Soberanos. El acto fundacional era un hecho histórico contundente.

Esta fue la imagen típica del acto de fundar una ciudad en América. Dice Víctor José Stilp Piccotte “que en las fundaciones se erige en el lugar la picota como símbolo de la jurisdicción y de la justicia, hincando la Cruz en el lugar en que se proyectaba levantar el oratorio de la ciudad, con los tres golpes de espada descargados sobre el suelo, y la Misa, el Acta y la traza urbana cuadricular”. Obsérvese los representantes de ambas Majestades, el Capitán de la hueste y el Fraile, y para dejar constancia de lo actuado al Escribano que acompañaba al grupo como representante de la burocracia. En el centro de ellos tres está erguida la picota, símbolo de disciplina y orden para las poblaciones que les correspondía tener Cabildo.

Fundación hispana V: Poblaciones ordenadas (b)

6:13 Posted by Perro Senil.


Fundación hispana V: Poblaciones ordenadas (b)


«Orden físico regular»


Esa preocupación por organizar la realidad como un «orden perfecto», tenía una preclara intención, pretendía que el Imperio que se estaba construyendo fuese eterno, de allí tan prolijas y detalladas Instrucciones, Ordenanzas, Cédulas, Capitulaciones y Provisiones que vinieron a constituir lo que se conoce por las Leyes de Indias.  Ese colosal corpus jurídico produjo la fundación de poblaciones con un trazado regular, gracias al cual España fundó en América pueblos y ciudades ordenadas. En el texto de la “Recopilación” aparecen clasificadas como “Ciudades, Villas y lugares”; Cabimas era un «lugar» en los Reinos de las Indias.

En el «orden físico» el plan regulador establecía un diseño reticular del sitio a poblar, con calles rectas que se entrecruzan en ángulos también rectos, creando una malla de espacios en cuadrilátero o manzanas (ortágono), con forma de damero o tablero de ajedrez, con una plaza principal o mayor, abierta y en el centro. En Europa y en España las ciudades en ese entonces no eran ordenadas en su trama, su planteo era irregular, las calles giraban y tenían quiebres, en esas ciudades no hay rincones iguales. Solo al final de la Reconquista en la península ibérica se funda una ciudad ordenada, Santa Fe, la cual rompía con lo convencional del desarrollo urbano del Viejo Continente, ese diseño fue exportado en exclusividad para América por España y aquí se multiplica por todo el continente.

Granada fue el último reducto musulmán, allí los Reyes Católicos realizaron el asedio de aquella ciudad con tal determinación que fundaron Santa Fe, para demostrar su indeclinable sitio militar a la ciudad del Califato. Santa Fe se inspiró en el castrum romano, es decir, un campamento militar rectangular que se construía en torno a una plaza de armas. De castrum se deriva la palabra castrense, es decir, lo que se refiere al cuartel o a la vida militar. El castrum fue el modelo -“tablero”- empleado por los colonos españoles para fundar ciudades en América.

 Para exportar las «ciudades ordenadas» a la América hispana se redactaron las Instrucciones, Ordenanzas, Cédulas, Capitulaciones y Provisiones que Carlos II recopila. Entre las Provisiones que fueron recopiladas para estructurar ese cuerpo de leyes estuvo la “Provisión Real para juntar y poblar” de 1559, allí se prevé que “se sitúe y ponga plaza en medio, y de ella salgan todas las calles con sus solares, conforme a la cantidad del pueblo, se haga la iglesia en un canto de la plaza, al oriente, y por el otro canto hagan la casa del señor, en razonable grandor, y al otro la casa de su Cabildo, y cárcel, y al otro de los demás principales”.

En las “Reales Ordenanzas de 1573” se ordena seleccionar provincias merecedoras de elogio, escogiendo comarcas favorables para el cultivo y la cría, dotadas de suministros necesarios para las subsistencias y de recursos naturales apropiados para la construcción de edificaciones. Y en el sitio seleccionado para el establecimiento se debía trazar la planta original repartiéndola “por sus plazas, calles y solares, a cordel y regla, comenzando desde la Plaza mayor y de allí sacando las calles y caminos principales”. En el contorno de la plaza se ubique el templo, cabildo, judicatura, cárcel, escuela, casas de comerciantes y los vecinos de mayor poder. En el ordinal 112 de esas Ordenanzas se disponía que la plaza siendo en la costa, ha de tener desembarcadero y, en el 134 dice “Procuren cuando fuere posible, que los edificios sean de una misma forma para el ornato de la población”. Finalmente en el 129 se ordenó “Señálese ejido a la población, en tan competente cantidad que aunque la población vaya en crecimiento, siempre quede bastante espacio”, y se indicaba que estas tierras cuando fuesen de labor han de repartirse entre los pobladores.

El plan regulador previsto en la “Recopilación”, se puede decir con propiedad, que se aplicó entre 1816 y 1818 en este territorio, la puesta en escena de esas Ordenanzas y Provisiones convertidas en leyes fue una obra representada en cuatro actos y escenificada en la costa de Cabimas. A resultas de esas ceremonias teatralizadas por los actores sociales participantes, como Lasso, Ochoa, Nava, Neri como protagonistas resaltantes, fue fundada Cabimas como pueblo parroquial en la época hispana con un «orden físico regular» de origen castrense. Fundar fue parte de una campaña militar, primero, para apoderarse de todo un continente, y luego, para extender las fronteras interiores.

Completado el contexto histórico que acompañó a la fundación de Cabimas, se puede entrar ahora en los tres siguientes artículos con los cuales finaliza este Breviario. En esta última sección se presenta en el primer artículo el marco antropológico de lo acontecido desde la perspectiva histórica. En este nuevo trayecto se abordará, en consecuencia, la dinámica de la teatralidad que acompaña a los grupos humanos cuando asumen actos de carácter trascendental -como es el fundacional-. Esa representación se efectuó en el terreno de los hechos mediante una obra, la cual se desarrolló por actos, en cada acto tienen lugar ceremonias, asociadas a rituales y adornos, mediante los cuales se transmite la información del evento. En esa información está contenida una simbólica que le otorga valor a lo representado por los actores sociales, en ella está la expresión genuina del ser humano, lo que confiere sentido y profundidad a lo representado en escena, porque, primero, religa con una tradición de larga data, segundo, recrea lo que se pretende realizar y, tercero, sirve para objetivar los deseos del  grupo fundador. Lo esencial de este hecho es la nominación, porque otorgar nombre a lo que se establece es la esencia del acto creador. Con todo ese material se ingresa en la fase concluyente de este informe histórico sobre la fundación hispana de Cabimas y su efeméride, exposición que se realiza en el segundo y tercer artículo, donde se resume, se asume, se propone y se justifica la posición investigativa de corte histórico.

Este Breviario fue realizado para celebrar dos décadas dedicadas a investigar el proceso histórico de esta población, tiempo durante el cual se realizaron diez trabajos, ocho se publicaron  y dos permanecen inéditos.

Un modelo político de orden social señorial y orden físico regular se objetiva en las fundaciones hispanas. El resultado corresponde aproximadamente a lo que este plano representa. Tal disposición ordenada la siguen varias poblaciones de la región zuliana. 

Fundación hispana V: Poblaciones ordenadas (a)

8:14 Posted by Perro Senil.


Fundación hispana V: Poblaciones ordenadas (a)


«Orden social señorial»


En su aspecto morfológico estas poblaciones presentaban a la vista una disposición urbana donde imperaba la regularidad, es decir, el orden. Ese «orden físico» se prestó para la distribución de los solares de la población guardando un «orden social». En ese sentido los solares privilegiados del poblado se reservaban para «los principales», lo que convertía al contorno de la plaza en el «escenario del poder». Al interior del templo ese orden social se repetía, se ubicaba a los feligreses del mismo modo que se distribuían en la población, es decir, los lugares privilegiados estaban reservados para «los principales».

Las desigualdades sociales construían el espacio en el pueblo y en el templo. Otra forma de enfatizar la superioridad de los principales era mediante el factor religiosidad. Como el Camino Real creaba un eje simbólico entre la Cruz y la Capilla, a sus lados iban el templo, las instituciones y los vecinos de prosapia, entre ellos los fundadores del pueblo que gozaban de gran mérito. Con estas disposiciones espaciales se pretendía imponer la jerarquía, considerada por ellos como el «orden perfecto», es decir, el que replicaba al que existía en el «Cielo» (Dios, Serafines, Querubines, Arcángeles, Ángeles, Santos). 

El concepto de «orden» en nuestra cultura tiene ese legado hispano, es decir, el  «orden» se connota como el acatamiento de las normas y el respeto al lugar que las cosas o personas deben ocupar en las reuniones. El «orden» configura objetos, cosas y personas en el espacio siguiendo un determinado modelo político. Esa manera de organizar la realidad fue pensada por los Doctores de la Iglesia católica y los Consejeros reales, y convertida en un régimen político que penetraba por todos los intersticios de la sociedad y era aceptado por todos sus miembros. Fundar era entronizar el orden monárquico en la configuración de un poblamiento, era imponerle una forma jerárquica a la sociedad local, era un acto político.

Dentro de la iglesia ese orden reservaba en los actos religiosos los lugares de honor para los “vecinos de solar conocido”, es decir para «los Don», «los de la plaza», los de «las grandes familias» y para las autoridades. Ellos eran “el espectáculo de la superioridad”, eran quienes ostentaban  los cargos parroquiales y las distinciones con Títulos. Ellos hacían  alarde de abolengo, linaje o prosapia, en síntesis pretendían «blasón». Dentro de ese orden de ideas imperantes, entonces, los «Notables» se consideraban los dueños del pueblo, el pueblo era de ellos, y gozaban de consenso entre los pobladores como tales, eran «los Señores», tenían señorío. Esos privilegios se legitimaban con los lugares que ocupaban en el «espacio sagrado», es decir,  en el templo y, del mismo modo, en el contorno de la plaza o en el Camino Real.

El arte de la época divulgó esa ideología. En este cuadro se presenta a un Jesús rodeado de ángeles, santos, monarcas, papas y figuras bíblicas, están recibiendo el alma de un aristócrata, su cuerpo yacente -abajo en la tierra- está rodeado de nobles, santos y sacerdotes. Esta obra se conoce con el nombre de "El entierro del Conde de Orgaz".  

La fundación del pueblo, como resultado de esa ideología, creaba un modelo de «orden social discriminatorio», su propósito era separar los vecinos de «calidad» de «los del común», estos últimos debían quedar relegados a los suburbios. La violación de las jerarquías en el Antiguo Régimen, en consecuencia, fue considerada por las autoridades civiles y eclesiásticas como “escándalos públicos” u ofensas al honor.

El pueblo parroquial y cristiano se fundaba para que  «los vecinos», es decir, los propietarios, dejasen de estar viviendo en un espacio irregular, esto es, en el campo, su lugar no debería estar en las rancherías, aldeas o caseríos donde imperaba el desorden, lo cual se consideraba como barbarie, tales sitios eran el no-lugar. El «lugar» era donde se fundaba establecimiento regular, porque allí la vida social y económica se veía favorecida por la presencia de las instituciones políticas, religiosas y mercantiles, es decir, «el lugar» era el escenario reservado para «los principales». Y desde el espacio ordenado dominan el espacio del desorden -control del campo por la ciudad-. 

Dentro del poblamiento diseminado que iba desde Puntica de Piedras hasta Punta Benítez, entonces, surgió un hito entre 1816 y 1818 que estableció una ruptura en su proceso histórico: Se erigió en La Rosa, en la medianía del poblamiento, una «población ordenada» que va ser nominada como la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Cabimas, con ese hecho trascendente la etapa del «desorden» quedaba superada en el acontecer de este poblamiento.
La costa de  Cabimas iba desde Puntica de Piedras hasta Punta Benítez, entre los sitios  de Punta Icotea y el de Punta Gorda quedaba La Rosa, espacio que fue meticulosamente preparado por el obispo Lasso y el fraile Álvarez para el establecimiento de un «orden social» de tipo señorial. La Misión de San Antonio aparece en Punta de Piedras, donde fue fundada como «pueblo de indios» o "pueblo de misión", con posterioridad este pueblo fue mudado a Puntica de Piedras, donde fue elevada a la condición de «pueblo de doctrina» -fundación que, por cierto, lo legitima como población provincial-.

Corolario: En la fundación de Cabimas un orden social señorial propio del Antiguo Régimen fue «consagrado» desde aquella reunión que se efectuó en Punta Gorda aquel aquel 26 de junio del año 1816. Reunión que en este Breviario se denominó como “El Pacto”. Este pacto realizado por "los de calidad" se estableció para dejar a "los comunes" en el «no-lugar» (campo) y mudar a las minorías propietarias a «el lugar» (pueblo), es decir, la élite dominante utilizó el espacio para reivindicar la existencia de una jerarquía social. Pero una élite emergente se abrió paso en medio del movimiento de Independencia -que estremecía a todo el continente-, y hombres como Basilio Borjas desordenaron ese espacio recién construido, para erigir en él una nueva «cadena de mando».
"El entierro del Conde de Orgaz"
Este es un cuadro que muestra el «señorío» que dominaba la vida social de la España medieval. En este cuadro se observa el orden jerárquico que existía en el Cielo/Tierra. Esta pintura tiene dos planos. En el plano superior se representa el Cielo, donde la figura cimera es Jesucristo, con su corte de ángeles, más allá en el entorno, figuran las almas de los grandes monarcas, papas, doctores de la iglesia católica, apóstoles, santos y personajes de la Biblia. En el plano inferior, el terrestre, están los máximos representantes de la nobleza de la ciudad de Toledo, España, donde están presentes civiles y eclesiásticos vestidos de gala negra como lo disponía Carlos I como símbolo de dignidad. La escena es la del interior de un templo y representa una misa de difuntos, el fallecido es el “Conde” de Orgaz (Don Gonzalo Ruiz, quien era un «Señor» de la sociedad toledana). El cuadro narra el descenso de su cuerpo al sepulcro y la ascensión de su alma al cielo, donde la Virgen María y San Juan Bautista interceden ante Cristo por él, para que sea recibido, Jesús le concede la gracia e indica a San Pedro que le abra las puertas para que ingrese a su Reino. El templo, como resulta obvio, sirve de pasaje entre el mundo terrenal y el mundo celestial, la iglesia es un «espacio sagrado» y, como tal, es el lugar para ascender al Cielo. La Nobleza ingresa, por supuesto, en ese mundo sobrenatural con toda la pompa y solemnidad requerida para su «calidad. Por lo que no sorprende que en esta obra aparezca en el Cielo el Rey Felipe II y el Papa Sixto V que no habían aún fallecido, sino que estaban en sus plenas facultades de gobierno aquí en la tierra, lo cual nos indica como el cuadro de un modo extremo reserva los lugares más privilegiados para los miembros más encumbrados de la iglesia y del estado, respetando así la superioridad divina que le asignaba aquella sociedad absolutista al Papa y al Monarca. Contra esa concepción del «señorío» llevada a los terrenos teológicos, irrumpió una época revolucionaria la cual, por supuesto, sólo tuvo éxitos parciales para las conquistas sociales.
Esta impresionante obra pictórica fue realizada por el Greco (Domenicus Teotokópoulus) quien llegó a Madrid el año de 1577. Como es obvio, esa concepción de la sociedad y sus creencias expresada en esa obra artística, permite comprender el trasfondo ideológico de las fundaciones hispanas en el continente americano y, sobre todo, la importancia del acto fundacional para el orden social que se establecía. El orden que se establecía en la tierra, dentro de la población y en el interior del templo, preparaba para el orden que se conseguirían en el Reino de Dios, en otras palabras, la ciudad terrenal era sólo un tránsito hacia la Ciudad de Dios (Ciudad que concibió el filósofo, teólogo y político Agustín de Hipona, entre el año 413 y 426, quien es considerado Padre de la iglesia latina y Santo católico). Este San Agustín, así como San Esteban (primer mártir del cristianismo) aparecen, por obra de un milagro, en este cuadro al lado del cadáver del Señor de Orgaz y entre la selecta nobleza que asiste al entierro. Son obvias las conclusiones en todo este asunto.

Fundación hispana IV: “La Victoria”

6:22 Posted by Perro Senil.


Fundación hispana IV: “La Victoria”


La fundación hispana de Cabimas se realizó en medio de un enfrentamiento de «universos simbólicos». La Independencia implicaba la destrucción del mundo monárquico y la instauración de la vida republicana. Los símbolos que sostenían estos universos eran antagónicos. Cuando en Cabimas solicitan una Capilla pública, esa guerra conceptual que se libraba en el territorio venezolano, jugó un papel en el evento fundacional que se operaba en esta localidad. En el Manifiesto del 9 de septiembre de 1818 el fraile encargado de fundar el establecimiento pone en evidencia esa confrontación:

“El establecimiento en el Partido de Cabimas que Vuestra Señoría se ha propuesto y me ha encargado, ofrece no pocas ventajas a la Religión y al Estado. Aquella será amada, honrada y venerada, porque existiendo al frente un Eclesiástico que enseñe y anime la práctica de las virtudes, y contradiga los errores y los vicios, los hombres serán más moderados, honestos, dóciles y timoratos. El Estado al mismo tiempo tomará incremento en esta parte porque teniendo entre sus vecinos un Juez, velará por su conducta, les hará observar las Leyes de la Monarquía, ser fieles y obedientes a nuestro Soberano, castigará los errores políticos, destruirá los Escándalos públicos, contendrá los sediciosos”.

Esta actitud del cura Fray Ignacio Álvarez promoviendo un hombre timorato y rechazando a los sediciosos está antecedida por la posición política de su Obispo:

En el año de 1817 Lasso de la Vega expresó en la ciudad de Mérida “la insurrección contra nuestro Monarca es un pecado mortal”. Y en su “Auto cabeza de proceso” proclamó “la insurrección es un vicio”. Y en las Constituciones Sinodales escritas en Maracaibo, ese mismo año, advierte al clero de que se eximan de insuflar entre los feligreses “la desobediencia, infidelidad y rebelión al Rey Nuestro Señor” -habían muchos curas insurrectos dentro de su diócesis-. Al llegar septiembre de 1818, la situación se recrudecía, y Lasso ordena mediante edictos “misas a la Virgen del Rosario por los triunfos de las armas de la Monarquía”. Tal es el contexto histórico en el que ocurre la fundación de Cabimas, se daba en medio de esta conflagración político-religiosa, de allí  los términos con los que está redactado el Manifiesto.

La Virgen de Nuestra Señora del Rosario -bajo la cual se colocó a la nueva población de Cabimas- era conocida en España como “La Victoria”, porque bajo su intersección  Dios concedió en tiempos antiguos a los monarcas españoles una gran victoria contra los musulmanes en la península, de allí que desde aquel lejano tiempo se dirijan a esta advocación en la Península ibérica con el apelativo de “La Victoria”. Lasso recurre a “La Victoria” para enfrentar a los independentistas, pero en esta ocasión la victoria la obtuvieron los republicanos y, en Cabimas estos estuvieron aglutinados y dirigidos por Basilio Borjas. Quienes convencieron al Obispo, en el momento del parte aguas, de que su feligresía estaba con la República y de que una nueva iglesia debía de nacer de estos acontecimientos.

Cuando el Obispo se mudó del «universo simbólico monárquico» al nuevo universo patriota prestó un valioso servicio a la causa independentista del continente, al crear la Iglesia Americana, para lo cual debió independizarla de España, labor magna que realizó entre 1823 y 1828. También Lasso de la Vega participó en la Asamblea Constituyente que elaboró la Constitución de la Gran Colombia. Mantuvo contacto epistolar con el Santo Papa, y el Pontífice depositó en él toda la responsabilidad del reacomodo de la Iglesia católica ante ese cataclismo. En ese cambio de mentalidad, de este eminente Prelado, jugaron un papel crucial los eventos que acontecieron en la fundación de Cabimas.
   
Estatuilla o figurina de Nuestra Señora del Rosario que está en el Convento de Santo Domingo El Real de Madrid, donde funciona la Cofradía del Rosario, esa organización religiosa tiene su origen  en una fundación feminista de dominicas que crearon uno de los movimientos espirituales de más trascendencia del cristianismo medieval. Esa veneración madrileña está engarzada a su culto  como “La Victoria”. Obsérvese la semejanza de esta imagen con la de la Tablita de Cabimas. En la otra fotografía se observa, la capillita lateral donde está ubicada su imagen en la bella iglesia de Santo Domingo El Real de Madrid.
La Iglesia como institución celebra la advocación de Nuestra Señora del Rosario el 7 de octubre de cada año. Su fiesta fue instituida por San Pío V (quien fue Pontífice desde 1566 hasta 1572) en agradecimiento a la Virgen por su ayuda en la victoria sobre los turcos en Lepanto -batalla que se libró el 7 de octubre del año 1571-. En 1716 Clemente XI extendió esta fiesta a toda la Iglesia. León XIII acrecentó su importancia litúrgica con la publicación de nueve encíclicas dedicadas al Rosario. Y Lasso de la Vega también obtuvo para esta advocación mariana otros privilegios que fueron concedidos por el papado.

Entender la existencia de estos conglomerados como pueblos cristianos permite comprender el empleo de las figuras que integran el mundo de lo extraordinario en las contiendas políticas del mundo secular. Nuestra Señora del Rosario debido a esas condiciones subjetivas es colocada por Fray Álvarez y el obispo Lasso a jugar un papel como actor social en los acontecimientos, es decir, como defensora activa de un universo simbólico que estructuraba ideológicamente a la sociedad colonial venezolana. Las fracturas que produce el movimiento independentista agrietan el universo simbólico de la monarquía y en esa ruptura participa Basilio Borjas y su unidad combatiente a favor del universo patriota emergente.

Fundación hispana III: «Pueblos cristianos»

6:26 Posted by Perro Senil.


Fundación hispana III: «Pueblos cristianos»

Las Capillas públicas como lugar donde se reúne toda la feligresía en ecclesia -iglesia-, hacía de estos templos el símbolo preeminente de estas poblaciones, de allí que las poblaciones son fundadas como «pueblos cristianos». Esta forma de concebir a los «núcleos poblados» tiene su origen histórico en la Reconquista de la Península Ibérica por parte de los Reyes Católicos, porque cuando recuperaban el territorio que estaba bajo el dominio de los musulmanes las poblaciones liberadas eran dotadas de inmediato con los símbolos de la cristiandad. En América esta tradición se replica, porque en opinión de los conquistadores estas tierras estaban en manos de idólatras, de allí que al fundar se libra una guerra de imágenes, los pueblos que se fundaban debían ser sometidos a ceremonias y rituales de la liturgia católica y los objetos sagrados del cristianismo debían inundar el espacio para apoderarse de él. Su condición de «pueblo cristiano» tenía que ser visible y enfatizada. El acto fundacional expresa todo ese simbolismo.
El crucifijo coronaba los templos, marcaba la plaza, estaba a la puerta de los cementerios, y se colocaba a la entrada de las poblaciones, para que el viajante supiese que estaba en las proximidades de un pueblo de impronta cristiana.

El Camino Real mediante el cual se comunicaban los pueblos formaba parte de esa imaginería, antes de ingresar a los pueblos o ciudades se colocaban cruces, en el caso de las ciudades eran tres -un Calvario como en Maracaibo-, y en los pueblos era una como en Cabimas. Entre esta cruz y el templo surgía un eje simbólico en el que subyacen las creencias católicas. Los oratorios formaban parte de esa realidad visiva. Y esa comunicación visual sacra era reforzada con los servicios que prestaba la iglesia, por ejemplo, con la escuela del pueblo -la cual era  sostenida con el fondo de dinero de la Capilla pública-, y en las ciudades sostenían los hospitales. El Campo santo también era un símbolo identitario, pues este era un sitio reservado para quienes habían hecho vida bajo los preceptos de la religión católica. Y el templo era el lugar por excelencia de la imaginería católica, con bultos (estatuillas) de la Virgen y los Santos, con crucifijos y retablos, relicario y copón, y la torre del campanario que hacía del tañido santo y seña de la población. La nominación de lugares, sitios, esquinas y la toponimia de la población, por lo general, era hagiográfica. En conclusión: La fisonomía y alma de estos pueblos era la católica.

La campana de la iglesia establecía códigos acústicos, señales que regían la vida cotidiana y trascendente de la comunidad. Su tañido marcaba los límites del poblado.

Además, la vida cotidiana de estas poblaciones estaba inmersa en los sacramentos, todos los momentos claves de la existencia eran consagrados por la iglesia católica mediante su clérigo: el nacimiento con el bautismo, la adolescencia con la confirmación, la formación de pareja con el matrimonio, la agonía con la extremaunción y la muerte con las exequias. Las misas y sus eucaristías, las confesiones, las procesiones y el calendario religioso con sus festividades hagiográficas creaban una rutina gobernada por el cura párroco auxiliado con sus monaguillos y cofradías. El rezo del Santo Rosario en la escuela, en la Iglesia, en las esquinas y en las casas era otra característica de estas vidas pueblerinas de una sociedad marcada por su carácter cristiano que imprimía a los pueblos una existencia confesional.

Y la principal fiesta anual era la del Santo Patrón o Santa Patrona del pueblo. El «pueblo cristiano» es un constructo histórico de las fundaciones hispanas. Las parroquias servían tanto para incorporar territorios al servicio de la grandeza del Imperio, como para «ganar y conservar almas» para la todopoderosa Iglesia católica. La fundación hispana convertía en el imaginario colectivo al templo en un sendero hacia la Ciudad de Dios, donde las jerarquías y las desigualdades de su población sobrenatural servían de modelo a las que existían en las ciudades terrenales.  Las fundaciones hispanas deben ser comprendidas dentro del contexto teológico que dominaba el modo de vida de aquella época, porque el referente actual es distinto, la presencia cristiana en aquellos tiempos se apoderaba de la cotidianidad. La Cabimas colonial es un polo distal de la subjetividad secular que identifica la Cabimas de nuestros días. No obstante, la Cabimas tradicional preserva vivo ese legado como patrimonio espiritual atemporal en sus actividades devocionales. Por todo esto, la fundación hispana de Cabimas en 1817 es ante todo la erección de un «pueblo cristiano».

La imagen de Santa Bárbara estaba presente en la Capilla pública que se fundó en Cabimas, formaba parte del imaginario de los creyentes de aquella comunidad. En la Capilla pública de Cabimas había un retablo de Nuestra Señora del Rosario, otro pequeño de los Dolores, el bulto de Santa Rosa con niño Jesús, y en el altar colateral un cajoncito con otro retablo de Nuestra Señora del Rosario, y allí mismo en sus nichos los bultos pequeños de Nuestra Señora de la Concepción y Santa Bárbara. La imagen de Santa Bárbara insertada pertenece al patrimonio del Estado Lara. El mundo colonial venezolano es profundamente católico.

Fundación hispana II: Pueblos parroquiales

6:52 Posted by Perro Senil.


Fundación hispana II: Pueblos parroquiales


Con cada nueva fundación el aparato burocrático del Estado y el de la Iglesia católica crecían, aumentando su ámbito de dominio. Estas dos fuerzas históricas avanzaban de un modo simultáneo, para sostenerse mutuamente. Frente a cada conglomerado estaban, por un lado, el cura o párroco, y por el otro, la autoridad laica -un Juez activo-. Estado y Religión trabajaban en estrecha relación, en aquel entonces, el  estado español tenía injerencia en los asuntos de la Iglesia, por una concesión especial del papado romano.

A consecuencia de tal estado de cosas, las poblaciones hispanas se fundaban como parroquias. Al fundar iglesia y pueblo se le nombraba un cura titular, el cual establecía la jurisdicción del curato de acuerdo al número de feligreses que atendía en el territorio. El área que ocupaban sus empadronados era el curato y, la cabeza de ese curato, era el establecimiento urbano donde se había construido la capilla pública, es decir, el pueblo. El curato, por tanto, disponía de un «centro poblacional» o establecimiento y una «periferia», tales eran los «pueblos parroquiales». El curato era más amplio que el pueblo propiamente dicho. Al fundar curato quedaba implícito la fundación del pueblo.

Fue preciso que el Gobernador adquiriese la función de Vice Patrono Real, para coordinar la fundación de curatos y de pueblos, porque con esa autoridad puede otorgar con el Obispo de la diócesis la «Licencia» mediante la cual se entrega en propiedad ese curato a un sacerdote, quien por Título pasa a ser el cura párroco de ese pueblo. La licencia para el cura de Cabimas la debían emitir en común acuerdo el Gobernador y el Obispo por ser un caso de división de parroquia existente -la de La Rita-, si hubiese sido una parroquia nueva la decisión le hubiese correspondido al Monarca. Fundar poblaciones requería siempre la intervención de ambos poderes, el del Estado y el de la Religión. Pero Lasso sabía, incluso, que podía obtener de acuerdo a la Ley de Indias de un cura titular para Cabimas tomando la decisión con el Virrey Sámano –quien por coincidencia era su padrino de consagración como obispo-.

Maracaibo en sus inicios estaba conformado por sólo una parroquia, en ese sentido, su templo, en ese entonces, era una iglesia parroquial, como se observa en este plano. Al crecer la ciudad se fueron creando sus otras parroquias, las cuales debían de  tener sus correspondientes plazas, formándose así los barrios de la ciudad. Será con el arribo de Don Lasso de la Vega a la ciudad, como nueva sede del Episcopado, que la iglesia de Maracaibo sea elevada a Catedral y se construya, en consecuencia, un templo de mayor realce. Cabimas también es elevada a ciudad episcopal, pero esto ocurre en 1965, y su iglesia pasó, debido a ese hecho, al rango de Catedral.

El que un cura pudiese ser nombrado por una autoridad civil fue un derecho que el Papa concedió a los Reyes Católicos de España -también a nombre de Dios les entregó en propiedad este continente-, y ese poder se concedió dentro del contexto de la doctrina del derecho divino de los Monarcas. El Rey vicario podía delegar a sus gobernadores de provincia asuntos de orden religioso, invistiéndolos  como «Vice Patronos Reales». Y como tales, estos funcionarios podían tomar decisiones con los obispos, como fue la de nombrar curas parroquiales. El poder del Estado  y el poder de la Iglesia católica estaban profundamente involucrados en la vida pública en aquella época, las fundaciones son el resultado de la convergencia de ambos poderes, ese régimen fue el absolutista.

En conclusión: las poblaciones eran contempladas dentro del ordenamiento político territorial del Imperio como curatos, unidad mínima del orden político-territorial del imperio de los Reyes Católicos de España. La parroquia, dentro de ese mundo ideológico, era percibida como una comunidad constituida por las «almas» de los feligreses, y el cura de la parroquia empadronaba a estos fieles -súbditos del Rey y la Reina- para constituir con ellos la ecclesia («la iglesia»). Todos estos intangibles coadyuvaban a crear el orden monárquico absolutista, alterarlo era un acto de herejía y subvertirlo era un pecado capital. Aspecto este de fondo que, como se verá más adelante, se puso de manifiesto al tomarse la decisión de erigir como pueblo a Cabimas.

El orden jurídico de la Monarquía hizo de lo eclesiástico la simbólica de las actividades del Estado. Esto explica por qué en la “Capitulación a Pedrerías Ávila” en 1513 el Rey Carlos I pone de manifiesto a este Adelantado que al fundar pueblo  “la más principal cosa y que con más diligencia se ha de hacer, es la iglesia, porque en ella se hace todo el servicio de Dios”. Con el reinado de Felipe II, en su “Provisión Real para juntar y poblar” ordena que “todo el pueblo junto haga su iglesia en un canto de la plaza, al oriente, el altar del grandor y tamaño según la poblazón”; y en sus “Reales ordenanzas de 1573” indica que en el contorno a la plaza o centro del poblado se ubique el templo acompañado de las instituciones de poder; “para la iglesia se señalen solares, los primeros después de la plaza, y sean de isla entera, de manera que ningún edificio se le arrime, sino [sólo] el perteneciente a su comodidad y ornato”; agregaba que las edificaciones que la acompañen en su manzana sean para su mejor desempeño y las que están en los contornos de la plaza se deben levantar “no para que la opacasen, sino para que la resaltaren”; en síntesis todo velaba para su preeminencia, porque era la «casa de Dios» a la cual la «Casa Real» estaba muy ligada. De allí que la población se erija como curato.

Ese orden, donde el único límite para los derechos de los reyes era la ley divina, es roto en algunas Repúblicas que nacieron en el siglo XIX americano, al  separar del Estado el poder de la Iglesia, el poder secular ahora va a residir en la soberanía popular, aparece con fuerza propia el laicismo. Esa visión revolucionaria es una de las causas de la Independencia, porque al tambalearse el pretendido origen divino de los Reyes, hombres como Lasso de la Vega terminarán por  mudarse hacia el universo simbólico de los insurrectos, donde ya muchos curas estaban instalados a favor de la vida republicana. Pero antes de que esta mudanza se realice, Lasso como obispo de su diócesis previno dotar con todo lo necesario y bastante a Cabimas, para que fuese reconocida incuestionablemente como «pueblo parroquial» en la Provincia de Maracaibo. Cabimas ingresa a la Independencia como una población con todas las insignias de la parroquialidad.

Carlos I y Felipe II hicieron del proceso colonizador una acción histórica para el beneficio económico y político de la monarquía y de la iglesia católica.  La herramienta esencial para esa faena histórica fue la fundación de pueblos parroquiales.