Entender el mundo III: «Ratas racionales»
Artículo de 1 página de extensión.
Tim Harford. La lógica oculta de la vida.
Editorial Planeta. Temas de Hoy. Bogotá, 2008. Páginas: 347.
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La gente planifica, calcula y sigue
una estrategia no sólo para las cuestiones de la cartera sino también para las
del corazón. Los cálculos que realizamos son complejos, pero a menudo lo
hacemos inconscientemente, como ocurre cuando alguien lanza una pelota y, para
que la atrapemos nuestro cerebro resuelve ecuaciones diferenciales, para
determinar dónde va a caer. Esas ecuaciones muy pocos las harían con lápiz y
papel, pero todos las realizamos con el inconsciente (Hardford, 2008: 32).
Somos seres calculadores, del mismo modo, gracias a nuestra racionalidad, planificamos y seguimos una estrategia. Atrapar la pelota muestra las cualidades de
la racionalidad inconsciente que está dentro de nuestro cerebro. Actuamos
con una lógica en nuestras vidas. Pero la existencia de lógica de la vida no se
limita al mundo humano.
La teoría de la elección racional es
una herramienta para comprender el mundo,
más allá de lo que cabe imaginar. A principios de la década de los setenta los
investigadores empezaron a preguntarse cuán inteligentes son los animales en
realidad. Pusieron a disposición de ratas
de laboratorio dos tipos de bebidas, una era la favorita de estos animalitos,
la otra era de un sabor amargo que consumían pero no les agradaba. A partir de
esta base de consumo que establecieron querían averiguar si ¿Pueden las ratas planificar, calcular y
realizar elecciones si se les proporciona un salario, precios y un presupuesto?,
es decir, ¿existe una racionalidad económica dentro de los cerebros de las
ratas expuestas a estímulos y compensaciones? (íd. 40, 41).
Los investigadores pusieron a cada
rata en el laboratorio un expendedor de bebidas, éste tenía dos palancas, una
para la bebida favorita y otra para la bebida amarga. Las ratas aprendieron a
obtener bebidas ejerciendo presión en las palancas. Aprendieron, además, que
las palancas ofrecían diferentes cantidades de bebida. Esa situación se
traducía en salarios y precios. Si la palanca proveía menos
cantidad de líquido era porque el precio había subido. En este experimento se
colocó un límite a las veces que se podía presionar la palanca por sesión, es
decir, se asignó un salario. La bebida amarga era más barata, esto es, proveía
de mayor cantidad de líquido u ofrecía una ración generosa. Sí la rata esta sedienta, y es inteligente, deberá oprimir la palanca
de la bebida barata y conformarse con una ración muy modesta de la bebida
agradable, porque deberá lograr que su salario le alcance para satisfacer sus
necesidades vitales. Y eso fue precisamente lo que lograron estos ratones, es decir,
calcularon con éxito (íd. 42).
Los experimentadores subieron el
precio de la bebida amarga, es decir, ahora obtenías menos por tu dinero. La racionalidad indica en ese
caso que deberás aumentar tu gasto en la bebida desagradable y, esto lo haces
porque debes ajustarte a un presupuesto. Debes actuar con criterio económico y
aceptar tu empobrecimiento, consumiendo cada vez menos tu bebida favorita, por
supuesto, ¡sí eres inteligente! Eso es exactamente lo que hacen las ratas
racionales (íd. 43).
Un «bien de Giffen» es aquel que cuando aumento su precio también lo
hace su demanda. Este tipo de bien es dramático y paradójico, porque el aumento
de los precios genera más pobreza entre quienes dependen de un salario y la
pobreza genera más demanda de los productos básicos para su subsistencia.
Cuando se refiere a la dieta, un bien Giffen, serían por ejemplo las patatas,
lo que se traduce en comprar más patatas y menos queso para rellenarlas. Las ratas habían resuelto en el
laboratorio el enigma de Giffen al decidir por la opción más inteligente, y su
decisión racional les permitió sobrevivir. Las
ratas fueron intelectualmente brillantes en su habilidad intuitiva y
atraparon exitosamente los lanzamientos de la pelota -atrapar la pelota- que le hacían los
experimentadores que ponían a prueba su racionalidad económica (íd. 43, 44).
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