Stiglitz II: Pelando la cebolla
Cuando la economía mundial entró en caída libre en 2008 –comenta Joseph Stiglitz-, también lo hicieron nuestras creencias. Las inveteradas ideas sobre teoría económica también han entrado en caída libre (Stiglitz, 2010: 16). Y continúa diciendo:
Como sociedad, ya hemos perdido el respeto por nuestros tradicionales gurús de la economía. Los semidioses que aconsejan cómo gestionar el complejo sistema que es nuestra economía. Ahora, ¿a quién podemos recurrir? Los economistas no son de gran ayuda. Muchos de ellos proporcionaron el blindaje intelectual que invocaban los que impulsaban la desregulación que provocó la caída libre a partir del año 2008 (íd. 17).
Como es notable ya en esas cortas pero incisivas líneas Stiglitz coloca las ideas económicas empleadas durante más de dos décadas bajo cuestionamiento y con ellas a los economistas que las promovieron. Pero cuando afronta el neurálgico tema de la crisis, nuestro autor, precisa dos cosas, por una parte la responsabilidad de unos «individuos particulares» en la misma, y por la otra parte, las «fuerzas» del sistema capitalista que actúan para provocarla, habla entonces de héroes y villanos en primer lugar y, en segundo lugar, de ideologías y políticas, creencias o instituciones, teorías y mercado, es decir, apunta hacia lo sistémico. Y recomienda en líneas generales centrarse más bien en la batalla de las ideas que en el papel que juegan los individuos.
Según el autor de “Caída libre”, la política económica del gobierno estadounidense está vinculada o bien a los defensores de la desregulación o bien a los adherentes de la normativa, es decir, la política gubernamental está ligada a creencias económicas, porque éstas son asumidas por unos individuos que en cargos de poder están en la posibilidad de imponer unas ideas que juzgan acertadas para promover los intereses por los cuales se inclinan. Joseph Stiglitz nos ejemplifica ese aserto cuando narra que Ronald Reagan buscó una persona comprometida con la desregulación, para que se encargara de la Reserva Federal durante su gobierno, cargo que recayó sobre Allan Greenspan, a pesar de que Paul Volcker -el anterior presidente de esa institución-, había logrado durante su gestión bajar la inflación de los Estados Unidos desde 11.3 por ciento en 1979 hasta el 3.6 por ciento en 1987, pero Volcker era partidario de la normativa, mientras que Reagan quería desmontarla (íd. 17).
Allan Greenspan Presidente de la Reserva Federal de 1987 a 2006.
La implantación de la desregulación en la política económica de Norteamérica revela pues intereses e ideas que se constituyeron en «fuerzas» económicas y políticas que lucharon y triunfaron para dirigir el Estado, fuerzas que llevarían a ese gigantesco sistema económico hacia el desenlace fatal del año 2008, es decir, hasta la caída libre (ídem). Stiglitz pues atribuye la responsabilidad de esta Gran Recesión a los mercados y a las instituciones financieras marchando bajo el látigo de esa ideología (íd. 18). Y después de conectar el todo con una ideología en boga, dice:
Encontrar las causas profundas es como pelar una cebolla. Porque cada explicación suscita ulteriores preguntas a un nivel más profundo (ídem).
Señalando por esa vía -la de ir pelando la cebolla- varias cosas que hacen reflexionar sobre los factores que van interviniendo para lanzar al vacío a un gigante:
a) Incentivos perversos fomentaron las conductas arriesgadas entre los banqueros, lo cual revela un nuevo problema, este es, el mal gobierno de la empresa, y lo cual lleva a otro asunto de especial relevancia, b) un hecho teórico de gran pertinencia para tratar estos asuntos que estamos analizando, es la suposición común que manejamos los economistas que se basa en la ley de la selección natural, según la cual las empresas que perecerán serán aquellas mal gobernadas, mientras que aquellas con gobiernos bien disciplinados e incentivos mejor diseñados serán las que sobrevivirán, porque estas últimas son en definitiva las más fuertes. Sin embargo esa ley válida en algunas circunstancias históricas no funcionó así en nuestra realidad actual –como se demuestra a lo largo de todo su libro-. Lo que lleva a Stiglitz a indicar que, esta ley es otra víctima de esta crisis. c) El autor, además, señala que un denominador común del sistema económico capitalista ha sido siempre la de inflar burbujas y que estas al final se rompen, trayendo la devastación tras de sí, entonces, ¿por qué sabiéndose esto no se evitan las malas prácticas crediticias que llevan a ese estallido? o ¿cómo y por qué permitimos que esto ocurra una y otra vez? y responde, d) Porque las recientes innovaciones permiten a los bancos ocultar los malos créditos, hacerlos desaparecer de sus balances, incrementar su endeudamiento efectivo, provocando con esas comportamientos una burbuja mucho mayor y unos estragos mucho peores. Nuestros nuevos instrumentos, entonces, supuestamente creados para gestionar el riesgo, en realidad están diseñados para engañar a los reguladores -encargados de aplicar las normativas- (íd. 18 y 19).
Tales circunstancias narradas por Stiglitz -una competencia sorda y feroz por obtener ganancias desmesuradas- hacen meditar sobre estos asuntos a fondo, pelando las capas internas de la cebolla. Incomodísimo.blogspot.com es del parecer que la teoría económica convencionalmente aceptada tambalea ante estos nuevos acontecimientos -tal y como lo manifiesta Stglitz-, y en ese sentido, considera que se impone la necesidad de una teoría económica que explique los términos en que funciona el capitalismo actual en los Estados Unidos y en el mundo desarrollado. Teoría inédita indispensable, puesto que mediante ella se podrá entender cuáles serán las condiciones en las que podrá mantenerse el mercado y sus instituciones en crecimiento, y en especial, cuáles son los nuevos límites para su expansión dentro de las nuevas circunstancias económicas e históricas en el que se desenvuelve. En otras palabras, una teoría que permita comprender cuál es la actual naturaleza del sistema capitalista, porque el quid del asunto que queda a discusión -el núcleo de la cebolla- es ¿bajo qué tipo de régimen de libertad es que podrán crecer, aún, las fuerzas económicas del capital y cuáles serán los trascendentales cambios políticos que esas libertades exigen?, punto importantísimo, pues de ello depende el tipo de Estado que podrá garantizar esas libertades para el capital -que no siempre coíncide con el de la gente como lo muestra la actual crisis-.
El premio Nobel de economía Joseph Stiglitz no titubea en decir sin gaguear lo que son los verdaderos meollos del asunto:
Quienes trabajan en Wall Street, el año 2008, querían creer que el sistema en sí era fundamentalmente bueno. Creían ser las desafortunadas víctimas de una tormenta que se da una vez cada mil años. Pero no es así, la crisis fue creada por el hombre; fue algo que Wall Street se hizo a sí misma y al resto de nuestra sociedad (íd. 19).
Y agrega:
Esto sencillamente no es algo que «simplemente ocurrió», argumento que utilizan los valedores de Wall Street, diciendo éstos en defensa de quienes dirigen esa institución que, fue el gobierno quien fomentó la adquisición de viviendas y los préstamos a los pobres, mientras lo que el gobierno lo que debería haber hecho era haberles impedido hacer lo que hicieron. La verdad no es esa -señala Stiglitz-, lo cierto es que en Wall Street hay algo particularmente indecoroso (ídem), es decir, Walll Street actúa como la «calle del mal» o como un antro de los bajos fondos. Porque -concluye Stiglitz- lo que mueve a Wall Street son las altas remuneraciones, ese es su éxito y no ningún otro, es decir, es una institución dedicada en exclusividad a ganar dinero (íd. 20).
Wall Street el templo del movimiento financiero de los Estados Unidos de Norteamérica.
En la presente crisis se ha desmarcado de los intereses económicos de ese país y, en especial, de los intereses de sus mayorías, planteando la esperanzadora disyuntiva:
¿Wall Street o la gente?
En la presente crisis se ha desmarcado de los intereses económicos de ese país y, en especial, de los intereses de sus mayorías, planteando la esperanzadora disyuntiva:
¿Wall Street o la gente?
Estas apreciaciones de Joseph E. Stiglitz llevan al análisis del sistema económico y de sus problemas a las capas más profundas de la cebolla, porque el problema en realidad es sistémico (ídem). Lo que muestra la capa más profunda de la cebolla es el núcleo del sistema, que en opinión de incomodísimo.blogspot.com es donde reside el punto crucial, es decir, la realización de la ley de la maximización de las ganancias, a lo que Stiglitz se refiere como «lo fundamental». El sistema es pues, allá en lo profundo del planteamiento de “Caída libre” un sistema defectuoso por naturaleza porque es incontrolable [István Mészáros asi lo califica en su obra "Más allá del Capital]. El capital financiero -representado en Wall Street- obedece las tendencias del mercado y arrastra tras de si a toda la economía. Lo que en reflexión incomodísima lleva a este blog de verdades incómodas a sospechar que sólo un nuevo Estado -normativo- estaría en capacidad de gobernar esa incontrolabilidad, lo que supone una reforma de Estado en esas naciones avanzadas que puede llegar a ser muy controversial -para poder ser efectivo-, en otras palabras, la acción de pelar la cebolla y llegar a soluciones pragmáticas del complejo problema puede llevar al planeta a trágicas circunstancias lacrimales, por el tipo de Estado que deba emerger -en los Estados Unidos- para mantener al capital en movimiento (¿Estado autoritario y autocrático?).
En la mesa de operaciones se encuentra la economía norteamericana que sufre de una grave pérdida de equilibrio.
Pero no nos vamos a desmarcar de Stiglitz y de “Caída libre” en este intento de resumen. El dilema que confronta el credo de Stiglitz es filoso, este economista califica los mercados como la base de una economía próspera, dice al respecto:
Yo creo que los mercados son la base de cualquier economía próspera, pero considero que no funcionan bien por si solos (íd) 12).
La vía (the crossroad) -en el capitalismo- es sólo para quienes estén dispuestos a encarar una feroz competencia con sus rivales, ¿bastará una política pública de instalación de semáforos para controlar ese vertiginoso flujo de rivalidades empresariales sin caer en "inflar burbujas" o se necesitarán de medios más coactivos (autoritartios y autócratas) para asegurar la vida del capital?
El dilema consiste, entonces, desde esa perspectiva teórica, que las fuerzas poderosas de este sistema económico capitalista pujan por la libertad del mercado, pero si esta tendencia se realiza en toda su plenitud la economía mundial se hunde (como lo reza el subtítulo de “Caida libre”: “El libre mercado y el hundimiento de la economía mundial”) , de allí que los «crisisólogos» que el premio Nobel propone deben resolver con éxito esa gran contradicción dentro del «territorio desconocido» en el que se ha entrado a partir del año 2008. Stiglitz cree que es posible intervenir con buen pie (Todo un capítulo de su libro está dedicado a exponer "Hacia una nueva sociedad"), lo que impone seguir estudiando este nuevo libro de Stiglitz hasta sus últimas páginas, para conocer en qué consiste la resolución del conflicto según sus elaborados criterios. La Batalla de ideas que Stiglitz ha declarado, pues, continúa. Por nuestra parte, en Incomodísimo.blogspot.com, lo que nos inquieta es que si lo que se requiere según Joseph Stiglitz es un Estado regulador ¿Será posible a ese Estado aplicar los «remedios» a esas fuerzas de un poder desmesurado que no parecen dispuestas a ceder el espacio que le demandan crisisólogos como Joseph E. Stiglitz para salvarlos de sus propias fuerzas autodestructivas? ¿En vez de ese Estado regulador al que aspira Stiglitz podrá surgir por lo contrario otro tipo de Estado interventor que represente una amenaza para la humanidad y el planeta? ¿Frente a qué realidades macro políticas estaremos envueltos en esta década que ya ha empezado y en la que pueden suceder demasiadas cosas que cambien el mundo? Lo básico de ese acontecer próximo está en estas páginas brillantes que Stiglitz nos ofrece con su libro “Caída libre”. Hay que continuar, entonces, pelando la cebolla, para intentar asomarnos por la ventana y ver lo que nos espera en un futuro inmediato ¿Cuál va a ser el nuevo capitalismo después de la Gran Recesión? ¿Se saldrá de la Gran Recesión? ¿Se destruirá el sistema capitalista? Steeglitz mantiene su fe en el mercado como clave de la prosperidad ¿podrán sus remedios lograr el equilibrio entre gobierno y mercado para garantizar esa prosperidad?
Joseph Stiglitz. Caída libre. Taurus. 2010. Páginas: 423. Valor Bs. 140.
Artículos de Incomodísimo de tres páginas para esta obra destinada a ser el centro de un gran debate mundial, porque lo que se confronta en ella es el dilema de ¿Wall Street o la gente?
ESPERE EL PRÓXIMO MIERCOLES:
Stiglitz III
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