El Bolívar: Longanizo
De la mano del sobresaliente historiador Ángel Rafael Lombardi Boscán, quien se ha interesado en recuperar para la historia las miradas de los antibolivarianos y realistas, se tiene la oportunidad de oro y la primera fila, para escuchar sus voces empapadas del más sentido resquemor.
Una de las más impresionantes representaciones pictóricas de Simón Bolívar, la cual hemos juzgado apropiada para ilustrar al Bolívar Longanizo.
Esa búsqueda de testimonios que adversan a Bolívar, señala el historiador marabino Lombardi Boscán, tuvo su origen al releer una obra literaria del boom latinoamericano de las letras, donde se recoge la atmósfera de rechazo que afectó a Simón Bolívar en Bogotá en enero del año 1830. Acontecimiento que Incomodísimo.com, quiso corroborar consultando una biografía ya clásica sobre Bolívar como es la de Indalecio Liévano Aguirre. En ese trabajo Liévano en efecto, indica como la prensa santafeña le infería ofensas al Libertador y, cómo estas persistieron, aún después de Bolívar haber declarado el fin de su carrera política y de haber formalizado su renuncia al mando ante el Congreso. Lo que no tranquilizó a aquellos petimetres, sino que los exacerbó aún más, incrementándose aquel perturbador ruido en aquellos órganos de prensa controlados por los elementos más conservadores de la capital bogotana, quienes descargaron con más saña calumnias e insultos, cada vez más subidos de tomo y de impostura, contra aquel hombre que cuando entró en aquella capital estaba -según la descripción de Liévano-:
Pálido, extenuado; sus ojos brillantes y expresivos en sus bellos días, ya apagados, su voz honda, apenas perceptible; los perfiles de su rostro, todo, en fin, anunciaba la próxima disolución del cuerpo (Liévano, 1988: 537).
Agravio que al proseguir en crescendo en aquel ámbito citadino controlado por los pudientes (íd. 539) habría de llevar a un insulto, no extraño en la boca de sus enemigos, pero lamentable entre quienes sucumbieron a la influencia de los poderosos medios de comunicación social creadores de estados psicóticos exacerbados. Ese insulto al que se refiere Liévano es el que el avezado historiador Lombardi Boscán recoge al inicio de su artículo, texto donde se indica qué es lo que lo envejece y lo lleva a su muerte prematura.
El insulto al que alude Lombardi ocurrió en ese principio del fin del año 1830 cuando a Bolívar lo renominaron en aquella ciudad con el mote de Longanizo.
Hecho que registra Indalecio Liévano Aguirre del siguiente modo:
El 8 de mayo de 1830, después de despedirse de Manuela Sáenz, abandona a Bogotá camino de Cartagena, no sin que en una de las calles de la capital un grupo de exaltados se alineara a su paso para gritarle con acento desafiante y soez: ¡Longanizo!, aplicándole el epíteto con el cual se calificaba a un loco que por aquellos días vagaba por las calles disfrazado de militar (…) se veía obligado a abandonar la capital acompañado de un silencio hostil sólo interrumpido por aquellos gritos (íd. 542).
El Dr. Ángel Rafael Lombardi Boscán, no se conforma con esa prueba del maltrato que le inferían a este gran personaje ya a finales de su vida, como historiador rastrea en las fuentes las huellas de ese rechazo desde los años iniciales de la guerra, momentos atroces que generaron profundas inquinas, que dieron origen a la biografía de Bolívar escrita por sus adversarios. Porque éstos con sus órganos de prensa y con sus intensos y acres testimonios cuestionan lo que hace Bolívar en su vida pública con la mayor inquina, llegando incluso a ingresar en su vida personal y familiar dando muestras de sus torcidas mentes -infaustos hechos que Lombardi Boscán recoge y ofrece al lector-.
El perfil que realizan los enemigos de Bolívar tiene la fuerza de una pasión furibunda, de la cual no se escapa ni el niño Simón, y el resultado de esa agresión contra Bolívar se convierte en un esbozo de este gran protagonista de la historia como un inescrupuloso, traidor, malvado y vicioso inclinado hacia la tiranía, lo cual, como es de suponer, sea cierto o falso, le debía granjear al personaje en cuestión la animadversión acendrada de muchos de sus contemporáneos y, en consecuencia, debieron provocar o bien una actitud de silencio hostil o, en su defecto, un comportamiento desafiante y soez hacia su persona.
Sin titubeos el Dr. Ángel Rafael Lombardi Boscán asume esa tarea incómoda que la historiografía venezolana evadió de un modo pertinaz e inexplicable, labor que era necesario e indispensable asumir, pues había que recuperar las miradas multidiversas que este personaje provocó en su tiempo. Lombardi recoge la mirada y la voz que es más difícil citar, la de sus más feroces enemigos, para hacer esto se requiere en primer lugar ser historiador y, en segundo lugar, tener valentía, porque existe un culto a Bolívar que se escandaliza con facilidad. Incomodísimo.com justifica esa búsqueda y, asume que las interpretaciones que surgen de esos hechos pondrán en evidencia la posición política de los biógrafos de esa gigantesca figura, en consecuencia, habrán los que arrimen más leña al fuego del odio y, también, los que hurguen con amor esas cenizas, para liberar esa hermosa y portentosa ave Fénix en todo su esplendor.
Con esta Introducción el Blog Incomodísimo presenta la BIOGRAFIA REALISTA DE BOLIVAR publicado por Ángel Rafael Lombardi Boscán en octubre 5 de 2010.
GLOSARIO
Ave Fénix: Es un ave de plumaje rojo, amarillo y anaranjado incandescente, de fuerte pico y garras, que se consumía por la acción del fuego cada quinientos años, para luego resurgir de sus cenizas. El ave Fénix muere para renacer con toda su gloria. Está presente en varias culturas: egipcia, griega, latina, árabe y china, donde es referida con distintos nombres.
“Biografía realista de Bolívar”
Artículo autorizado para ser publicado en Incomodísimo como una
COLABORACIÓN ESPECIAL.
Historiador Ángel Rafael Lombardi Boscán.
Premio Nacional de Historia.
Releyendo a “El general en su laberinto” (1989) de García Márquez, me llamó la atención que Bolívar, en su hora más baja, y encaminándose a la muerte, sufriera el desprecio y rechazo de sus propios conciudadanos. Se le acusó de déspota y de ir en contra de las propias leyes de la Republica. Ya antes, en el año 1828, hubo un complot palaciego para cometer magnicidio. A Sucre, su mano derecha, le asesinan en Berruecos para atajar todo posible intento continuista. Y en las calles, el murmuro de la gente no deja de referirse a quién fuera el vencedor de Boyacá en 1819, bajo el sobrenombre peyorativo de “longanizo”, es decir, el loco del pueblo.
No hay duda que para un hombre orgulloso como El Libertador, estos dardos tenían que minar su moral y autoestima. Aunque la inquina ya venía desde muy lejos. A su arribo a Caracas, en plan de triunfador en el año 1813, dio la orden de ejecutar a 1200 prisioneros, la mayoría canarios y blancos pobres. Esta tragedia humana le trajo sobre su piel: el olor de la matanza de la víctima. Y le estigmatizó como un soldado cruel e inescrupuloso a los ojos de sus naturales adversarios en el bando pro monárquico.
La prensa realista de ese entonces, bajo la batuta de José Domingo Díaz, desató una de las campañas publicitarias más recalcitrantes y feroz en contra del líder caraqueño. No se le escatimaron improperios y descalificaciones tales como los de criminal, intrépido, cruel, cobarde, bárbaro y malvado.
La biografía realista de Bolívar fue completada por un realista furibundo, de nombre, Tomás Surroca y de Montó, Capitán de Milicias, durante el asedio de Guayana en el año 1817. Según éste testimonio Bolívar fue un niño desaplicado y un marido perverso, ya que: “… en Madrid donde contrajo matrimonio con una virtuosa joven, que según voz pública a los pocos años fue víctima de los vicios y tiranía del marido, muriendo en Caracas sin dejar lujo alguno”.
Luego, en la viudez, se entregó a una vida disoluta y voluptuosa hasta servir a los republicanos al frente de la importante plaza de Puerto Cabello en el año 1812. Hecho prisionero, Monteverde le concede el exilio debido a su contribución en la entrega de Miranda en el puerto de La Guaira cuando éste se disponía a marcharse.
No hay duda que la calumnia se confunde con hechos contrastables donde la responsabilidad de Bolívar es más que evidente. Los historiadores tienen la ardua tarea de situar cada hecho dentro de una dimensión justa, y sin pretender asumir la condición del juez.
Así tenemos, que en vida, nuestro incólume Padre de la Patria, sufrió del desprecio y la animadversión de sus adversarios, tanto los del bando realista como de sus propios compañeros de causa. Su prematuro envejecimiento y muerte lo podemos encontrar dentro de estas circunstancias.
DR. ANGEL RAFAEL LOMBARDI BOSCÁN
DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE LUZ